lunes, 12 de mayo de 2014

Solos no podemos.

Vivir católico

¡Ay de quien quiere cumplir los Diez Mandamientos con sus solas fuerzas y su voluntad, pues nunca lo logrará, ya que sin la ayuda de Dios no podemos decir ni siquiera “Cristo es el Señor”!
Debemos tomar conciencia de que necesitamos la ayuda de Dios para ser como Él quiere que seamos, ya que la meta que nos propone el Señor no está al alcance de las solas fuerzas humanas. Por eso es que a veces fracasamos y caemos tan fácilmente en pecado.
Pensemos un poco y veamos si caímos por no haber acudido al Señor. Porque Dios promete que no seremos tentados más allá de lo que podemos soportar, y si la tentación es de 10, el Señor nos da 10 y aún más. Pero es que a veces nosotros no queremos la ayuda de Dios, no echamos mano de ella, y así pecamos miserablemente.
¿Hemos rezado cuando estábamos tranquilos, para hacer acopio de fuerzas espirituales y morales para cuando llegaran las tentaciones? ¿Comulgamos frecuentemente, de ser posible todos los días, sabiendo que la Comunión bien recibida nos perdona los pecados veniales y nos da fuerzas en la lucha? ¿Nos confesamos frecuentemente con el sacerdote, incluso cuando no hayamos cometido falta grave, sabiendo que la Confesión nos da fuerzas y es un medio invalorable para sanar el alma y el corazón?
Si no hemos hecho estas cosas, no es de extrañar que no podamos resistir a las tentaciones, porque sin la ayuda de Dios, el hombre se hace el juguete de Satanás. Por eso no es inútil rezar, ni es inútil ir a Misa, sino que en ello nos va la vida, temporal y eterna, porque el pecado nos lleva al Infierno, y lo único importante en este mundo es salvar el alma, salvarnos estando en gracia de Dios en el momento de la muerte.
¿Llamamos a Dios, a la Virgen, a los Santos, a los Ángeles, en especial al de nuestra Guarda, e incluso pedimos socorro a las Almas del Purgatorio, cuando estamos tentados? Si no lo hacemos, entonces es lo más lógico que caigamos una y otra vez.
Recordemos que Dios nos creó sin nosotros, pero no nos salvará sin nosotros.

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