Dios es amor y por amor nos creo.  Él hizo al hombre y la mujer a su imagen, los hizo pareja y los bendijo en Su amor.  El amor humano es imperfecto, pero la gracia de Dios lo aumenta y perfecciona cuando nos entregamos al amor de Dios.  El Cantar de los Cantares es un poema que ensalza al amor. Muchos lo vemos como una alegoría al desposorio de Cristo con su Iglesia.  ¡Qué bello es el amor del Creador!  ¡Cómo Él sabe elevarnos del amor humano aquí en la tierra a las alturas del amor Divino!
          El amor es tan fuerte como la muerte.  Y qué bello es amar, porque “si no tengo amor vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”, es decir, estaría vacía, sería inútil.  En esto se mostró Su amor: Dios vino a este mundo para librarme del pecado, pagó mi tremenda deuda, me ha llamado su hija adoptándome por Jesucristo, según el puro afecto de Su voluntad.  Su amor ha sellado Su relación conmigo por medio de su Espíritu.  Por ese amor tan grande me ha revelado Su voluntad a través de su Palabra.  Por medio de Su amor me ha hecho nueva criatura.  Por eso yo tengo que repetir sin cansarme: “¡Qué bello es el amor!”
          Yo necesito cultivar y cuidar ese amor que Él ha puesto en mí para que fluya día a día todos los días que viva aquí en la tierra, y demostrarle cuánto yo lo amo, guardándome de pecar, absteniéndome aun de la misma apariencia del mal, amando a mis hermanos, respetándolos, cuidándolos, predicando a Jesucristo y a Él crucificado, “porque ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”.
          Sabemos que andamos en amor cuando guardamos Su palabra haciendo que muchos vengan al conocimiento de la verdad y conozcan la belleza del amor de Dios.  A las cosas que no son duraderas no debo entregarles mi corazón, el alma inmortal debe entregarse a lo inmortal, porque las cosas inmortales son eternas.  “Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor; estas tres, empero la mayor de ellas es el amor”.  Tomás de Kempis dijo: “No hay cosa más dulce que el amor, nada más fuerte, nada más alto, ni mejor en el cielo ni en la tierra, porque el amor nació de Dios y no puede aquietarse con todo lo creado, sino con el mismo Dios”.
          El amor nunca dejará de ser… Por eso yo exclamo: “¡Qué bello es el amor!