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lunes, 5 de mayo de 2014

Necesitas Brisa en el Alma?





A veces nos sentimos sofocados por las presiones de la vida y entonces como que anhelamos un poco de brisa en el alma. Refresca tu alma ahora con estas suaves brisas:
El fracaso es tan solo la oportunidad de comenzar de nuevo más inteligentemente. –Henry Ford
El éxito… parece estar ligado a la acción. La gente exitosa está en movimiento. Comete errores, pero no se rinde. –Conrad Hilton
La única cosa que se interpone entre un hombre y lo que él quiere en la vida es a menudo únicamente la voluntad de intentarlo y la fe para creer que es posible. –Richard M. Devos
Las cicatrices que adquirimos al ejercitar valor nunca nos harán sentir inferiores. –D. A. Battista
En el momento en que tenemos en nuestro corazón esta cosa extraordinaria llamada amor y sentimos la profundidad, su delicia, y su éxtasis, descubriremos que el mundo está transformado para nosotros. –J. Krishnamuriti
Un caballo de carrera que puede correr una milla en unos pocos segundos menos que otro, vale el doble. Esa pequeña diferencia tiene gran valor. –John D. Hess
La persona exitosa sacará provecho de sus errores y lo intentará de nuevo en una manera diferente. –Dale Carnegie
La honestidad es el primer capítulo del libro de la sabiduría. –Thomas Jefferson
Se nos dice que nunca debemos cruzar un puente hasta que lleguemos a él, pero este mundo pertenece a quienes han “cruzado puentes” en su imaginación por delante de la multitud. — Biblioteca de los Voceros
El punto de inicio de todo logro es el deseo. Mantengamos constantemente esto en mente. Deseos débiles traen resultados débiles, tal y como un fuego pequeño produce una pequeña cantidad de calor. –Napoleon Hill
¿Oportunidades? Están a nuestro alrededor… Hay poder yaciendo latente por todos lados esperando que el ojo observador lo descubra. –Orison Swett Marden
La mayoría de la gente se rinde justo cuando están a punto de lograr el éxito. Abandonan en la yarda uno (fútbol americano), en el último minuto, a un pie del gol de la victoria. –H. Ross Perot
Hagámonos una pregunta: ¿es mi actitud digna de imitar? –Zig Ziglar

No dejes que el calor de la vida te sofoque por dentro… deja que estas brisas te refresquen, pero recuerda, quien refresca el espíritu humano es Dios.
Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Exodo 33:14.
Perdón

Todos cometemos errores.  Todos somos capaces de lastimar a los demás, y de hecho lo hacemos, una y otra vez.  ¿Quién es capaz de decir que no recuerda haber herido a alguien con sus palabras, sus actitudes, sus acciones?  Somos seres caídos, que no somos capaces de vivir plenamente todo nuestro potencial para hacer lo bueno, para ayudar, edificar, alegrar, edificar. 
Seguro tú también tienes en tu memoria esas lamentables acciones que quisieras no haber realizado, o esas palabras que quisieras no haber pronunciado nunca.  Son esas cosas que nos pesan, que nos hacen tomar conciencia de que a veces somos lo que no quisiéramos ser, actuamos como no deberíamos actuar. 
Dios es tremendamente consciente de todas las facetas de nuestra persona, y nuestras necesidades, desde las más superficiales hasta las más profundas.  Fue por eso que Jesús, al enseñarnos a orar incluyó estas palabras:
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. (Mateo 6:12)

La manera en que Jesús introduce este tema en la oración es por demás interesante.  No nos anima a traerle solamente a Dios lo que sentimos – “Me siento culpable, Señor, siento una inmensa carga por lo que hice (o dije)”.   No.  En esta petición está implícito el reconocimiento de que hemos hecho las cosas mal.  Es un pedido de perdón que incluye la confesión de habernos endeudado con Dios.  
Es que es así.  Te has endeudado con Dios.  Has generado una factura que te resulta contraria, y cuyos intereses caen sobre tu propia persona a medida que transcurre la vida.  Cada vez que has maltratado o sido injusto con alguien, has ofendido también a Dios, quien ve claramente las injusticias y no las tolera.  Por tanto necesitas llegar ante Dios para decirle: “Perdóname”. 
Pero Jesús no deja la cuestión limitada a eso, nuestro pedido de perdón a Dios.  Supedita el perdón que recibimos al perdón que entregamos.  ¿Te das cuenta de eso?  Porque Jesús es absolutamente consciente de que así como muchas veces lastimamos a los demás, también somos lastimados, somos heridos, nos decepcionan, nos desilusionan, nos agreden.  Y cuando eso sucede necesitamos perdonar.  Entonces Jesús nos enseña a pedir: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores
Sí, hay quienes se endeudaron contigo.  Dios no los justifica.  Lo que hicieron estuvo mal, muy mal.  Pero llevarás una carga que ningún bien te hace si transitas por la vida sin perdonar.   Así como necesitas ser perdonado, necesitas perdonar.  El perdón es una avenida de doble vía, y para que tu corazón esté sano hace falta que ambas vías estén libres de obstáculos. 
¿Quién te lastimó?  ¿Quién te ofendió?  ¿Quién no estuvo allí luego de prometer estar contigo? ¿Qué pasó que te produjo tanta tristeza, desilución, dolor?  Necesitas enfrentar esos recuerdos y con toda deliberación perdonar
Dios te quiere perdonar.  Y quiere que perdones.  No pierdas la oportunidad de vivir una vida sana.  Pídele a Dios la capacidad para perdonar de todo corazón, y que también puedas experimentar plenamente su perdón. 
Que Dios perdone tus deudas, como también tú has perdonado a tus deudores.  



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