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martes, 11 de marzo de 2014

LOS MOTIVOS DE LA SERPIENTE: LA TENTACIÓN DE ADÁN


EXPULSIÓN DEL PARAISO SAN PETRONIO
El primer domingo de Cuaresma nos trae en el relato del Génesis la tentación de Adán el primer hombre y en el Evangelio de Mateo la tentación de Cristo. Al inicio de mundo, Adán, que significa “hecho de arcilla”, fue creado con un alma limpia, salida de las manos de Dios, pero dotado de libertad y puesto a prueba, pues Dios lo dijo que podía comer de todos los frutos del Edén menos del Árbol de la ciencia del bien y del mal. La serpiente, que simboliza al Maligno, mentiroso desde el principio, trata de desmentir a Dios, diciendo al hombre: no es cierto que morirán, sino que serán como dioses.
El Maligno sabe cuánto gana si pierde al primer hombre, si introduce el pecado en el mundo, si logra apartar a la criatura de su Creador. Quiere contaminar esa alma blanca creada por Dios y lo logra: Eva y luego Adán comen del fruto prohibido y acarrean sobre sí y sus descendientes todos los males que vienen con el pecado, principalmente la muerte. Por eso Pablo dice. Por el delito de uno, murieron todos. El maligno sabía que, perdiendo al primer hombre, dañaba a todos, por eso sedujo con sus mentiras primero a Eva y luego a Adán. Cristo nace como nuevo Adán, no por participación de hombre sino por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María, por eso está limpio del pecado original y de todo pecado. Comparte nuestra frágil naturaleza de “arcilla” menos en el pecado. Por eso, después de su Bautismo y de su “Cuaresma” de 40 días y noches en el desierto, la serpiente se acerca para tentarlo, como lo hizo con el primer hombre. Este nuevo Adán, Jesús, tiene un cuerpo y alma sin mancilla, sin pecado. Su cuerpo es casto, virgen, como un templo vivo del Espíritu. El alma de Cristo, como la invocamos, es un alma blanca, pura, inmaculada, como el agua transparente de un manantial incontaminado. No conoce el pecado, ni el vicio, ni la maldad. Por eso la serpiente cree que, haciendo caer a esa alma, hará fallar el plan de Dios para el hombre. Aquí, la tentación en sentido bíblico significa “poner a prueba”. Las tentaciones de Jesús vienen de sus poderes grandiosos: “Si eres Hijo de Dios, haz que estas piedras se conviertan en pan”. Le propone un mesianismo materialista y fácil, pero Jesús responde a esta y a las otras tentaciones con citas del Deuteronomio: “no solo de pan vive el hombre”.
Para la segunda tentación, la del mesianismo triunfalista, el Maligno cita la Biblia. Mucha gente cita la Biblia para justificar incluso sus perversiones o maldades. Argumentan por ejemplo que la Biblia dice: “Amaos los unos a los otros” y con eso justifican el amasiato y otras cosas. Los tenedores de esclavos citaban Lc. 12,47 “recibirá azotes” para justificar la esclavitud. Jesús responde con otra cita: “No tentarás al Señor tu Dios”. Por último, el Maligno se desenmascara y propone la tentación más atrevida a Jesús: la de adorarlo a cambio del poder sobre todos los reinos. Es la peor tentación, la del dominio y poder. Jesús, decididamente ofendido por el ultraje a su Padre, lo rechaza definitivamente: “Apártate, Satanás”, venciendo la tentación, y reparando con su obediencia la desobediencia del primer Adán. Este tiempo es para ejercitarnos en la obediencia y con Jesús, vencer las tentaciones. La Cuaresma es el camino de las tres “p”: preparación, penitencia, purificación: Nos preparamos durante 40 días por medio de la penitencia para ser purificados de nuestros pecados y poder entrar al descanso de Dios. Que así sea.

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