martes, 11 de febrero de 2014

Liturgia de las Horas. Miércoles V Semana Tiempo Ordinario. Ciclo A. 12 de febrero, 2014.

 
De la Feria. Salterio IV
 (OFICIO DE LECTURA (Hora más conveniente); LAUDES (Entre 6:00 y 10:00); TERCIA (9:00 y 12:00); SEXTA (12:00 y 15:00); NONA (15:00 y 18:00); VÍSPERAS (19:00 y 22:00); COMPLETAS (Justo antes de ir a acostarse)

INVITATORIO
Para la primera celebración del día:
    V.
 Señor, abre mis labios.
    R.
 Y mi boca proclamará tu alabanza.
    A continuación se dice el salmo Invitatorio, con la antífona:

    Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.
Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant.         Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.
 
Para la segunda celebración del día:
    V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.
    R.
 Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

 
 
 
Oficio de lectura

 
HIMNO

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
invitatorio de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén.

 
SALMODIA

Ant. 1: 
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
 
Salmo 17, 2-30
ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

En aquella hora ocurrió un violento terremoto. (Ap 11, 13)
I

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,
mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo,
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz
y mi grito llegó a sus oídos.
 
Ant. 1: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

 
Ant. 2: El Señor me libró porque me amaba.
 
II

Entonces tembló y retembló la tierra,
vacilaron los cimientos de los montes,
sacudidos por su cólera;
de su rostro se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz,
y lanzaba carbones ardiendo.

Inclinó el cielo y bajó
con nubarrones debajo de sus pies;
volaba sobre un querubín
cerniéndose sobre las alas del viento,
envuelto en un manto de oscuridad:

como un toldo, lo rodeaban
oscuro aguacero y nubes espesas;
al fulgor de su presencia, las nubes
se deshicieron en granizo y centellas;

y el Señor tronaba desde el cielo,
el Altísimo hacía oír su voz:
disparando sus saetas, los dispersaba,
y sus continuos relámpagos los enloquecían.

El fondo del mar apareció,
y se vieron los cimientos del orbe,
cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,
al soplo de tu ira.

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,
me sacó de las aguas caudalosas,
me libró de un enemigo poderoso,
de adversarios más fuertes que yo.

Me acosaban el día funesto,
pero el Señor fue mi apoyo:
me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
 
Ant. 2: El Señor me libró porque me amaba.

 
Ant. 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
 
III

El Señor retribuyó mi justicia,
retribuyó la pureza de mis manos,
porque seguí los caminos del Señor
y no me rebelé contra mi Dios;
porque tuve presentes sus mandamientos
y no me aparté de sus preceptos;

le fui enteramente fiel,
guardándome de toda culpa;
el Señor retribuyó mi justicia,
la pureza de mis manos en su presencia.

Con el fiel, tú eres fiel;
con el íntegro, tú eres íntegro;
con el sincero, tú eres sincero;
con el astuto, tú eres sagaz.
Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos soberbios.

Señor, tú eres mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti, me meto en la refriega;
fiado en mi Dios, asalto la muralla.
 
Ant. 3: Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.
 
V. Todos quedaban maravillados.R. De las palabras que salían de la boca de Dios.

 
Lecturas y Oración:

Semanas: 
1 - 5 - 9 - 13 - 17 - 21 - 25 - 29 - 33


CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Laudes

 
HIMNO

Sentencia de Dios al hombre
antes que el día comience:
«Que el pan no venga a tu mesa
sin el sudor de tu frente.

Ni el sol se te da de balde,
ni el aire por ser quien eres:
las cosas son herramientas
y buscan quien las maneje.

El mar les pone corazas
de sal amarga a los peces;
el hondo sol campesino
madura a fuego las mieses.

La piedra, con ser la piedra,
guarda una chispa caliente;
y en el rumor de la nube
combaten el rayo y la nieve.

A ti te inventé las manos
y un corazón que no duerme;
puse en tu boca palabras
y pensamiento en tu frente.

No basta con dar las gracias
sin dar lo que las merece:
a fuerza de gratitudes
se vuelve la tierra estéril.» Amén.

 
SALMODIA
 
Ant. 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.
 
Salmo 35
DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS

El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. (Jn 8, 12)
El malvado escucha en su interior
un oráculo del pecado:
«No tengo miedo a Dios,
ni en su presencia.»
Porque se hace la ilusión de que su culpa
no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición,
renuncia a ser sensato y a obrar bien;
acostado medita el crimen,
se obstina en el mal camino,
no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo,
tu fidelidad hasta las nubes,
tu justicia hasta las altas cordilleras;
tus sentencias son como el océano inmenso.

Tú socorres a hombres y animales;
¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!
los humanos se acogen a la sombra de tus alas;

se nutren de lo sabroso de tu casa,
les das a beber del torrente de tus delicias,
porque en ti está la fuente viva
y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,
tu justicia con los rectos de corazón;
que no me pisotee el pie del soberbio,
que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores;
derribados, no se pueden levantar.
 
Ant. 1: Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

 
Ant. 2: Señor, tú eres grande tu fuerza es invencible.
 
Cántico     Jdt 16, 2-3. 15-19
HIMNO A DIOS, CREADOR DEL MUNDO
Y PROTECTOR DE SU PUEBLO

Cantaban un cántico nuevo. (Ap 5, 9)
¡Alabad a mi Dios con tambores,
elevad cantos al Señor con cítaras,
ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,
ensalzad e invocad su nombre!
Porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,
su nombre es el Señor.

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:
Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable en tu fuerza, invencible.

Que te sirva toda la creación,
porque tú lo mandaste, y existió;
enviaste tu aliento, y la construiste,
nada puede resistir a tu voz.

Sacudirán las olas los cimientos de los montes,
las peñas en tu presencia se derretirán como cera,
pero tú serás propicio a tus fieles.
 
Ant. 2: Señor, tú eres grande tu fuerza es invencible.

 
Ant. 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.
 
Salmo 46
ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL

Está sentado a la derecha del Padre y su reino no tendrá fin.
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.

Él nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones,
él nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo de Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
 
Ant. 3: Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

 
LECTURA BREVE     Tb 4, 16-17.19-20

No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Busca el consejo de los prudentes. Bendice al Señor en toda circunstancia, pídele que sean rectos todos tus caminos y que lleguen a buen fin todas tus sendas y proyectos.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
 
V. Dame vida con tu palabra.R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.
 
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
 
Ant.: Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.

 
PRECES

Demos gracias a Cristo y alabémoslo porque ha querido santificarnos y llamarnos hermanos suyos; digámosle, pues, confiados,

    Santifica, Señor, a tus hermanos.

Concédenos, Señor, consagrar el principio de este día en honor de tu resurrección
    y haz que todos los trabajos que realicemos durante esta jornada te sean agradables.

Haz que sepamos descubrirte a ti en todos nuestros hermanos,
    sobre todo en los tristes, en los más pobres y en los que son menos útiles a los ojos del mundo.

Tú que para aumentar nuestra alegría y afianzar nuestra salvación nos das el nuevo día, signo de tu amor,
    renuévanos hoy y siempre para gloria de tu nombre.

Haz que durante este día estemos en paz con todo el mundo
    y que a nadie devolvamos mal por mal.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tal como Cristo nos enseñó, terminemos nuestra oración diciendo: Padre nuestro.

 
Oración

Señor Dios, salvador nuestro, danos tu ayuda para que siempre deseemos las obras de la luz y realicemos la verdad: así, los que de ti hemos nacido en el bautismo, seremos tus testigos entre los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.



hora intermedia
 

V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO
 
TERCIA

Ven, Espíritu Santo, luz y gozo,
Amor, que en tus incendios nos abrasas:
renueva el alma de este pueblo tuyo
que por mis labios canta tu alabanza.

En sus fatigas diarias; sé descanso;
en su lucha tenaz, vigor y gracia:
haz germinar la caridad del Padre,
que engendra flores y que quema zarzas.

Ven, Amor, que iluminas el camino,
compañero divino de las almas:
ven con tu viento a sacudir al mundo
y a abrir nuevos senderos de esperanza. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.


SEXTA
 
En los domingos:

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta. tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:

Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.


NONA

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:

Oh Jesús, que en tu cruz has demostrado
tu gran amor, tu gran misericordia,
y tu fuerza nos das para seguirte
por el mismo camino hacia la gloria.

Que fielmente cumplamos en tu Iglesia
nuestra parte en tu obra salvadora,
y, al llegar a la tarde de la vida,
en gozo eterno el Padre nos acoja.

Gracias, Padre, a ti porque nos llamas,
a Jesús, que en su sangre nos redime,
y al Espíritu, luz y guía
de este pueblo que al cielo se dirige. Amén.
 
Pueden usarse también, sobretodo en las celebraciones con el pueblo, otros cantos oportunos y debidamente aprobados.


SALMODIA

Ant. 1: 
Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
 
Salmo 118, 9-16

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco, de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
 
Ant. 1: Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.

 
Ant. 2: Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.
 
Salmo 16
DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO

En los días de su vida mortal presentó oraciones y súplicas y fue escuchado. (Hb 5, 7)
Señor, escucha mí apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño:
emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.

Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí.

Mi boca no ha faltado
como suelen los hombres;
según tus mandatos yo me he mantenido
en la senda establecida.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme
de los malvados que me asaltan,
del enemigo mortal que me cerca.
 
Ant. 2: Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, Señor.

 
Ant. 3: Levántate, Señor, y líbrame.
 
II

Han cerrado sus entrañas
y hablan con boca arrogante;
ya me rodean sus pasos,
se hacen guiños para derribarme,
como un león ávido de presa,
como un cachorro agazapado en su escondrijo.

Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,
que tu espada me libre del malvado,
y tu mano, Señor, de los mortales;
mortales de este mundo: sea su lote esta vida;
de tu despensa les llenarás el vientre,
se saciarán sus hijos
y dejarán a sus pequeños lo que sobra.

Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
 
Ant. 3: Levántate, Señor, y líbrame.

 
LECTURA BREVE

Tercia     1Pe 1, 13-14


Con ánimo dispuesto y vigilante poned vuestra esperanza en la gracia que os llegará cuando Jesucristo se manifieste. Como hijos obedientes no os amoldéis a las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia.
 
V. Enséñame, Señor, tus caminos.R. Instrúyeme en tus sendas.

Oremos:

Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.

 
Sexta     1Pe 1, 15-16

Como es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta, porque está escrito: «Sed santos, porque yo soy santo.»
 
V. Que tus sacerdotes se vistan de justicia.R. Que tus fieles te aclamen con júbilo.

Oremos:

Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
 
Nona     St 4, 7-8a. 10

Vivid sometidos a Dios. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros. Humillaos en la presencia del Señor y él os ensalzará.
 
V. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles.R. En los que esperan en su misericordia.


Oremos:

Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 
CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Vísperas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO

Hora de la tarde
fin de las labores,
Amo de las viñas,
paga los trabajos
de tus viñadores.

Al romper el día
nos apalabraste.
Cuidamos tu viña
del alba a la tarde.

Ahora que nos pagas,
nos lo das de balde,
que a jornal de gloria
no hay trabajo grande.

Das al de la tarde
lo que al mañanero.
Son tuyas las horas
y tuyo el viñedo.

A lo que sembramos
dale crecimiento.
Tú que eres la viña,
cuida los sarmientos. Amén.

 
SALMODIA

Ant. 1:
 El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? +

Salmo 26 
CONFIANZA ANTE EL PELIGRO

Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?,
¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo? (Rm 8, 31. 35)
I

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
+ El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados
para devorar mi carne,
ellos, enemigos y adversarios,
tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor
contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca;

y así levantaré la cabeza
sobre el enemigo que me cerca;
en su tienda sacrificaré
sacrificios de aclamación:
cantaré y tocaré para el Señor.
 
Ant. 1: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?

 
Ant. 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.
Algunos, poniéndose de pie, daban testimonio contra Jesús. (Mc 14, 57)
II

Escúchame, Señor, que te llamo,
ten piedad, respóndeme.

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.»
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.

No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvación.

Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Señor me recogerá.

Señor, enséñame tu camino,
guíame por la senda llana,
porque tengo enemigos.

No me entregues a la saña de mi adversario,
porque se levantan contra mí testigos falsos,
que respiran violencia.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.

Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.
 
Ant. 2: Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

 
Ant. 3: El es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.
 
Cántico     Cf. Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y
PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS


Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo,

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
 
Ant. 3: El es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

 
LECTURA BREVE     St 1, 22. 25

Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. El que se concentra en el estudio de la ley perfecta (la que hace libre) y es constante no como oyente olvidadizo, sino para ponerla por obra, éste encontrará la felicidad en practicarla.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
 
V. No arrebates mi alma con los pecadores.R. Ten misericordia de mí.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
 
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Ant.: El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

 
PRECES

Oremos, hermanos, a Dios Padre, que en su amor nos mira como hijos, y digámosle:

    Muéstranos, Señor, la abundancia de tu amor.

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia: guárdala de todo mal
    y haz que crezca en tu amor.

Que todos los pueblos, Señor, te reconozcan como al único Dios verdadero,
    y a Jesucristo como el Salvador que tú has enviado.

A nuestros parientes y bienhechores concédeles tus bienes
    y que tu bondad les dé la vida eterna.

Te pedimos, Señor, por los trabajadores que sufren: alivia sus dificultades
    y haz que todos los hombres reconozcan su dignidad.
 
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

En tu misericordia acoge a los que hoy han muerto
    y dales posesión de tu reino.

Unidos fraternalmente como hermanos de una misma familia, invoquemos a nuestro Padre común: Padre nuestro.

 
Oración

Escucha, Señor, nuestras súplicas y protégenos durante el día y durante la noche: tú que eres siempre inmutable, da firmeza a los que vivimos sujetos a la sucesión de los tiempos y de las horas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amen



Completas

 
INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.
 
O bien:

Se inclina ya mi frente,
sellado está el trabajo;
Señor, tu pecho sea
la gracia del descanso.

Mis ojos se retiran,
la voz deja su canto,
pero el amor enciende
su lámpara velando.

Lucero que te fuiste,
con gran amor amado,
en tu gloria dormimos
y en sueños te adoramos. Amén.
 
SALMODIA

Ant. 1:
 Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.
 
Salmo 30, 2-6
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lc 23, 46)
A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
 
Ant. 1: Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.
 
Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR

Él salvará a su pueblo de los pecados. (Mt 1, 21)
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
 
Ant. 2: Desde lo hondo a ti grito, Señor.

 
LECTURA BREVE     Ef 4, 26-27

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no es sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.

 
RESPONSORIO BREVE

V.
 En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
 
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.R. Te encomiendo mi espíritu.
 
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
 
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
 
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 
Oración

Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti en yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio, Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 
CONCLUSIÓN

V.
 El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.R. Amén.


 
ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,

ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
 
II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
 
III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
 
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

Fuente: www.curas.com.ar
 

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