lunes, 10 de febrero de 2014

Jesús es nuestra salvación

Marcos 6, 53-56. Tiempo Ordinario. La Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven mediante la gracia redentora de Cristo.
 
Jesús es nuestra salvación
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56.

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.

Oración introductoria

Señor Jesús, que me amas tanto. Tú, misericordioso, que has derramado tu sangre para salvarnos del pecado y de la muerte. Derrama con abundancia tu gracia redentora sobre todos los hombres, especialmente sobre los más alejados de Ti por el pecado. Te ofrezco esta meditación por todos mis seres queridos. Abre nuestros corazones para acoger tu gracia con fervor y constancia, para cumplir tu voluntad en nuestra vida y alcanzar la salvación.

Petición

Señor, dispón nuestros corazones a la acción constante de tu gracia salvadora.

Meditación del Papa Francisco

La mirada de Jesús nos levanta siempre; nos eleva, nos alza; nunca nos deja ahí, donde estábamos antes de encontrarle. Ni tampoco quita algo: Nunca te abaja, nunca te humilla, te invita a alzarte, y haciendo oír su amor da el valor necesario para poderle seguir. Pero ¿cómo era esta mirada de Jesús? No era una mirada mágica, porque Cristo no era un especialista en hipnosis, sino algo muy distinto. Basta pensar en cómo miraba a los enfermos y los curaba o en cómo miraba a la multitud que le conmovía, porque la sentía como ovejas sin pastor. Es necesario reflexionar no sólo en cómo miraba Jesús, sino también en cómo se sentían mirados los destinatarios de aquellas miradas. Porque Jesús miraba a cada uno y cada uno se sentía mirado por Él, como si llamara a cada uno por su propio nombre. Por esto la mirada de Cristo cambia la vida. A todos y en toda situación. (S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Reflexión

La Voluntad de Dios es que todos los hombres se salven mediante la gracia redentora de Cristo. Nuestra entrega a la Misión tiene que ser un secundar esta gracia en nuestra vida y en la vida de los que nos rodean. Cristo nos llama a ser instrumentos de su gracia, corredentores con Él, apóstoles de su amor y misericordia. Que nuestra vida cotidiana esté siempre envuelta en ese ambiente redentor en el que Cristo está siempre al centro y que todas nuestras acciones tengan el dulce olor de Cristo salvador.

Propósito

En todas mis actividades tendré presente el fin último de mi vida que es llegar a Dios.

Diálogo con Cristo

¡Jesús, qué alegría saberme salvado por tu gracia! Gracias por concederme sentirme renovado y fortificado con tu gracia santificante. Concédeme acercarme siempre a Ti con la fe y la sencillez del niño que todo lo espera de su padre. Que mi amor a tu amistad vaya siempre en aumento y el deseo de poseerte eternamente sea mi única ilusión.


"Dios no se deja condicionar por nuestros prejuicios humanos, sino que ve en cada uno un alma que es preciso salvar, y le atraen especialmente aquellas almas a las que se considera perdidas y que así lo piensan ellas mismas." (Benedicto XVI, Ángelus, 31 de octubre de 2010) 

lunes 10 Febrero 2014

Lunes de la quinta semana del tiempo ordinario

Santa Escolástica

 Leer el comentario del Evangelio por
Santa Faustina Kowalska : “Todos los que tocaron la franja de su manto, quedaron sanos”

1 Reyes 8,1-7.9-13.
Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión.
Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním - el séptimo mes - durante la Fiesta.
Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca,
y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas.
Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.
Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa - el Santo de los santos - bajo las alas de los querubines.
Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas.
En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto.
Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor,
de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa.
Entonces Salomón dijo: "El Señor ha decidido habitar en la nube oscura.
Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre".

Salmo 132(131),6-7.8-10.
Hemos sabido que el Arca está en Efrata,
la encontramos en los campos de Jaar.
Entremos, pues, en su morada,
postrémonos ante la tarima de sus pies.

¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo,
tú y el Arca de tu fuerza!
¡Que tus sacerdotes se revistan de justicia
y tus fieles griten de alegría!

Por amor a David, tu servidor,
no apartes la cara de tu ungido.


Marcos 6,53-56.
Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Santa Faustina Kowalska (1905-1938), religiosa
Diario, § 949 - 950

“Todos los que tocaron la franja de su manto, quedaron sanos”

Misericordia divina, que nos acompañas toda la vida, confío en ti.

Misericordia divina, que nos rodeas particularmente en la hora de la muerte, confío en ti.

Misericordia divina, que nos das la vida eterna, confío en ti.

Misericordia divina, presente en cada instante de nuestra vida, confío en ti.

Misericordia divina, que nos proteges del fuego del infierno, confío en ti.

Misericordia divina, que conviertes a los pecadores recalcitrantes, confío en ti.

Misericordia divina, maravilla para los ángeles, inconcebible para los santos, confío en ti.

Misericordia divina, insondable en todos, los misterios divinos, confío en ti.

Misericordia divina, que nos levantas de toda miseria, confío en ti.

Misericordia divina, fuente de nuestra felicidad y nuestro gozo, confío en ti.

Misericordia divina, que nos llamas de la nada a la existencia, confío en ti.

Misericordia divina, que sostienes en tus manos cuanto existe, confío en ti.

Misericordia divina, que coronas todo lo que existe y existirá, confío en ti.

Misericordia divina, en la cual estamos sumergidos, confío en ti.

Misericordia divina, dulce quietud de los corazones atormentados, confío en ti.

Misericordia divina, la sola esperanza de las almas desesperadas, confío en ti.

Misericordia divina, descanso de los corazones, paz en el espanto, confío en ti.

Misericordia divina, delicia y maravilla de las almas santas, confío en ti.

Misericordia divina, que nos das la esperanza contra toda esperanza, confío en ti.


Oh Dios eterno, en quien la misericordia es insondable e inagotable el tesoro de la compasión, míranos con bondad y llénanos de tu misericordia a fin de que en los momentos difíciles no desesperemos jamás, no perdamos el valor, sino que nos sometamos con total confianza a tu santa voluntad ya que es el mismo amor y misericordia

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