Nada más lejos de nuestros maestros que pretender insensibilizar al hombre y destruir el corazón, y lo que hay en él de más humano.
Los signos de que se posee la Apatheia son la oración sin distracciones, la paz del alma, el apaciguamiento de las capas profundas de la conciencia, que se manifiesta especialmente en la calma de que se disfruta incluso durante el sueño, y la capacidad de juzgarse objetivamente.
“Consejos a los ascetas” Teófano el Recluso
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