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jueves, 26 de diciembre de 2013

Sagrada Familia de Nazareth: Un Caminar de Fe.

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Sagrada  Familia de Nazareth: Un Caminar de Fe.

 

 

 

DOMINGO DESPUES DE NAVIDAD
CON
“LA SANTA FAMILIA”
Si 3,3-7, 14-17ª; Salmo 127; Col 3,12-21; Lucas 2,41-52.
 
“El ser humano es una encrucijada de relaciones,
Que nacen en la familia y se alargan poco a poco,
En la vida social como en la vida de la comunidad cristiana.
Y es en esa encrucijada
Donde lucha y vive, donde vive soledad o cercanías”.

Salvar al hombre en todas las dimensiones de su persona, que le construyen y le ayudan a crecer, hace parte de la misión de Jesús Salvador.
Por eso el evangelio lo presenta como hijo de una familia, creciendo, dicen los textos sagrados “en edad, sabiduría y gracia delante de Dios y delante de los hombres”.
Son frases cortas, pero llenas de una riqueza ancestral, porque la encrucijada de relaciones abarca todo eso y dentro de ese ámbito el hombre se descubre y descubre el mundo, se fortifica el mismo y se hace disponible a aportar una ayuda que fortifique a los demás.

Las páginas del libro del Sirácida que escuchamos hoy, tratan de traducir  en reflexiones profundas lo que es la ruta de la persona al interior de la familia, revalorizando esas actitudes filiales en donde los padres encuentran sentido a su propia paternidad.
Los ojos de los hijos y de los padres son espejos que se entrecruzan miradas llenas de historia: Una historia construida, una historia que se construye. Lo que ha sido y lo que será, lo que se ha sufrido y lo que talvez se sufrirá, lo que son en el niño expectativas de futuro y en los padres proyectos que se hicieron poco a poco y que parecen haber llegado a maduración.
Como “encrucijada de relaciones” el ser humano se educa así y los libros sagrados no dejarán nunca de recordar esos espacios decisivos.

La carta de Pablo a los Colosenses hace vibrar la energía familiar  pidiendo desde la fe, las actitudes de amor, de comprensión, de ayuda mutua, de afecto sincero que pueden dar un sentido a la vida de la familia, si no la familia se convierte en un lugar donde se engendra el dolor, la desilusión que termina tantas veces en una violencia y en una agresividad que nos aterroriza hoy.
Muchas violencias son signo de una “ausencia de amor”.
Esposos, padres  como hijos, todos sabemos que cada hogar sueña con la alegría y la felicidad, pero pidiendo a cada uno su propio aporte porque se crece “con los demás…a través de los demás…”.

El evangelio de San Lucas que la Liturgia nos ofrece, subraya ese aspecto de familia en el que Jesús crece y dentro del cual se nos invita a crecer.
Una página que nos dirá siempre que la fuente de una autentica vida familia tiene sus raíces en Dios, en un Dios Trinidad fuente de todo amor y orientador en la manera de vivir el amor.
Pero el vivir en común no es nunca una simbiosis indiferenciada de personas. Cada uno como los árboles del bosque guarda su individualidad que le caracteriza.
En el gesto de Jesús de permanecer en el templo, para “ocuparse de las cosas de su Padre” hay ese misterio que no se desaparece nunca, del vivir en común pero dentro de la individualidad de cada uno.
María y José debieron aprender ese misterio y como lo dice el texto “no comprendieron nada de la respuesta de Jesús al ser interrogado por su gesto” aparentemente de indocilidad. El “otro” Jesús para sus padres, cada uno de nosotros frente a nuestros padres y hermanos, frente a nuestros conocidos y camaradas de la vida, somos siempre “otros, distintos, diferentes” y asumiendo e integrando esa realidad se crece de verdad y se ayuda a crecer a los demás.
Cuando el texto habla de la “búsqueda” y búsqueda con angustia” de la parte de José y de María, puede estar sugiriendo que ese crecer con otros y dentro de la diferencia es tarea que se vive en “búsqueda personal y común” para dar el tono exacto a las relaciones humanas. No sabemos todo de nosotros mismos…no sabemos todo de los demás. Cada uno es un misterio, zona clara y zona oscura y hay que aceptarlo y vivirlo con sabiduría para no crearse sufrimientos que poco ayudan a crecer. Muchas veces no cumplimos las expectativas de otros y eso nos provoca daño. No podemos dejarnos llevar por esta actitud. En la medida que nos amemos y aceptemos, podremos amar al resto de las personas.
Al terminar el texto del evangelio se dice “que Maria conservaba palabras y acontecimientos en su corazón”. Todo lo meditaba e interiorizaba  con deseo de comprender mejor. Llevar cosas y palabras al nido del corazón, de un modo sosegado ayuda a vivir, ayuda a ayudar a vivir a otros, ayuda sobre todo a educarnos en una modestia y humildad humana y cristiana que nos obliga a conocernos mas para poder conocer mejor los otros y en ese conocimiento cotidiano, darle sabor a la vida aun mas allá de los aspectos oscuros que ella pueda tener. Aprenderemos talvez que “que es mejor encender una lámpara que angustiarse de la oscuridad”.
  • Luz y oscuridad llevamos todos…Hay que tenderse la mano y eso es VIVIR.   Todos aspiramos a ser santos, pero todavía no lo somos, o si no en este momento, estaríamos conversando en el paraíso celestial junto a Dios.

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