lunes, 23 de diciembre de 2013

FE Y VIDA: ¿Por qué tenemos que bautizar a los niños recién nacidos?



¿POR QUÉ TENEMOS QUE BAUTIZAR A LOS NIÑOS RECIÉN NACIDOS?


Cuantas veces escuchamos criticar a la Iglesia por su postura tradicional de bautizar a los niños recién nacidos Y la objeción se plantea así:
- ¿Se puede bautizar a un niño que aún está privado de responsabilidad personal?
- ¿Se le puede introducir a la Iglesia sin su consentimiento?

Estos interrogantes que a menudo escuchamos inclusive en aquellos que comparten nuestra fe-, igualmente provocan una cascada de preguntas:
- ¿Quién nos pidió permiso para traernos a la existencia?
- ¿Por qué tuve que nacer en este país y en estas determinadas condiciones?
- ¿Por qué he nacido en esta familia que me dejará una huella propia para siempre?

Las preguntas podrían seguir...

Y es el juego de la vida, el misterio de la existencia. Al hombre siempre le queda la aceptación, la respuesta y el aporte posterior.

La Iglesia, que desde los primeros siglos bautizó a los niños, siempre entendió que los bautizaba en su misma fe, proclamada y asumida por los padres y padrinos del niño. Lo que la Iglesia les pide no es que comprometan al niño, sino que se comprometan ellos a educarlos en la fe que el mismo Bautismo supone.

En cada Bautismo la Iglesia siembra la semilla que tendrá que fructificar, crecer y desarrollarse por propia cuenta y responsabilidad personal cuando el niño sea un adulto. Con el Bautismo la Iglesia sumerge al niño en la corriente de la salvación.

Si la objeción del principio fuese válida, uno al encontrar un niño recién nacido y abandonado en la calle fría y llevarlo a un hogar, y darle cobijo, alimento y abrigo; estaría obrando mal, porque lo habría hecho sin consultarle, sin esperar a que fuese mayor y preguntarle si querría ser salvado.

¿Qué nos dice el Magisterio de la Iglesia? Que el Bautismo se debe administrar inmediatamente al nacimiento si el niño se encuentra en peligro de muerte, y de manera ordinaria, debe ser bautizado en sus primeras semanas de vida.

Aunque los niños no puedan todavía profesar la fe, la Iglesia Católica, fiel al mandato recibido de Cristo, debe bautizarlos. ¿Dónde está ese mandato? En el capítulo 28 del Evangelio de San Mateo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todos los hombres, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Entonces
¿Por qué negar a un niño, nacido en un hogar cristiano, la semilla de la fe?
¿Por qué negarle la salvación que inicia el Bautismo?
¿Por qué retrasarla hacia un futuro que puede ser incierto?

¿Qué le parece? ¿Lo pensamos?

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