jueves, 12 de diciembre de 2013

Fabiola de Roma, Santa


Matrona romana, 27 de diciembre
 
Fabiola de Roma, Santa
Fabiola de Roma, Santa
Etimológicamente significa “frijol”. Viene de la lengua latina.

En el creyente hay a veces una gran espera y desde ella percibe la voz de Dios, voz interior que es la oración casi silenciosa. Y para orar, una sola palabra puede ser suficiente.

Esta joven nació y vivió en Roma en el siglo IV.

¿Y sabes cuál fue su mayor timbre gloria?
Sencillamente haber tenido piedad y amor por la gente que nadie quiere en este mundo: los pobres y abandonados de la sociedad.

Pero no se quedó en buenas intenciones y preciosas palabras que se las lleva el viento. No,¡ qué va!

Cerca de Roma, en la playa de Ostia, fundó un hospital enorme en el que eran atendidos gratuitamente todos los que necesitaban de consuelos espirituales y materiales.
Fue, según relatan las crónicas, el primer establecimiento que se puso en marcha en Europa.

Esta fundación, se señala en las fechas soberanas de la historia de la civilización occidental, escribió el historiador Camille Jullian, como uno de los más importantes a tener en cuenta.

Fabiola pertenecía a la ilustre familia de los Flavianos. En su juventud, escandalizó a la Iglesia porque se divorció civilmente de su marido legítimo para casarse con otro.

Loa dos murieron muy pronto. Fabiola, llevada por su amor a Dios, hizo penitencia de sus pecados públicamente en san Juan de Letrán, una de la grandes basílicas de Roma.
El mismo Papa Siricio (384-399) le dio la comunión. Ella se consagró desde entonces a la piedad y empleó su inmensa fortuna en buenas obras.

En el año 395, Fabiola partió para Tierra Santa y pasó allí algún tiempo en el escuela de san Jerónimo.

Este, gran sabio de la Iglesia, se quedó impresionado por su fuerte personalidad, su inteligencia y su virtud. Y fue él quien escribió su pequeña biografía.


Santa Fabiola, viuda
fecha: 27 de diciembre
†: 399 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Conmemoración de santa Fabiola, viuda romana, que, según el testimonio de san Jerónimo, dedicó y llevó a cabo su penitencia en beneficio de los pobres.
patronazgo: patrona de las enfermeras.
refieren a este santo: San Jerónimo, San Pammaquio

Santa Fabiola, de la «gens Fabia», fue una de las damas patricias romanas que siguieron el camino de la santidad y la renuncia, bajo la influencia de san Jerónimo, pero su existencia fue muy diferente a la de sus compañeras santa Marcela, santa Paula o santa Eustoquio, y ni siquiera fue uno de los miembros del círculo que se reunió en torno a san Jerónimo cuando vivía en Roma. O bien, si lo fue, hubo un enfrentamiento o una ruptura en las relaciones, puesto que Fabiola era de carácter muy vivo, apasionado y caprichoso. Cuando la disoluta existencia de su esposo le resultó intolerable, obtuvo un divorcio civil, después de lo cual, mientras vivía aún su marido, se unió con otro hombre. Al morir su segundo esposo. Fabiola se sometió a los cánones de la iglesia, se presentó en la Basílica de Letrán dispuesta a aceptar la penitencia pública, y el papa san Siricio la volvió a admitir en la comunión de los fieles. Desde entonces, la dama dedicó íntegra su gran fortuna a obras de caridad, dio sumas considerables a todas las iglesias, comunidades de Italia y las islas vecinas, fundó un hospital para los enfermos que recogía en las calles de Roma, a quienes atendía personalmente. Fue aquél un hecho significativo en la historia de nuestra civilización, porque el hospital de Fabiola fue el primer nosocomio cristiano, público y gratuito, en todo el Occidente.
En el año de 395, Fabiola viajó a Belén para visitar a san Jerónimo, en compañía de un pariente llamado Oceanus y ahí se quedó con santa Paula y santa Eustoquio. Por aquel entonces, san Jerónimo disputaba con el obispo Juan de Jerusalén, con motivo de la controversia con Rufino sobre las enseñanzas de Orígenes, y se hicieron varios intentos, aun en forma fraudulenta, para ganarse las simpatías y las influencias de Fabiola para el campo del obispo, pero fracasaron todas las tentativas para destruir su fidelidad a su santo maestro. Fabiola deseaba quedarse en Belén hasta el fin de sus días, pero era evidente que la vida contemplativa de las mujeres consagradas que ahí se habían reunido para formar una comunidad, no convenía a la santa, que necesitaba de la compañía y actividad constantes. San Jerónimo lo había observado, y en uno de sus escritos declara que a Fabiola no le entraba en la cabeza la idea de la soledad en el establo de Belén, y que, sin duda, hubiera preferido que el nacimiento de Cristo sucediese en la posada llena de peregrinos. La amenaza de una inminente incursión de los hunos fue lo que la decidió a abandonar Palestina. Las hordas de Atila habían invadido Siria, y la propia Jerusalén estaba en peligro, de suerte que san Jerónimo se retiró con sus fieles discípulos hacia la costa, durante algún tiempo. Cuando pasó el peligro y todos volvieron a Belén, Fabiola emprendió el viaje de regreso a Roma.
Por aquel entonces, un sacerdote llamado Armando le planteó una cuestión a san Jerónimo: ¿Se podía recibir en la comunión de la Iglesia a una mujer que hubiese sido obligada a unirse a otro hombre mientras su disoluto marido estaba aún con vida, sin una previa penitencia canónica? Semejante pregunta se refería evidentemente a la hermana del sacerdote Armando, pero la opinión general fue de que se había interrogado a san Jerónimo en relación al caso de Fabiola, como un «sondeo» en las ideas del santo. En su respuesta san Jerónimo no hizo mención alguna de Fabiola, pero rechazó los términos de «hubiese sido obligada» que figuraban en el supuesto caso. «Si tu hermana -respondió el santo claramente- desea recibir el Cuerpo de Cristo sin que se le tomen cuentas como a una adúltera, debe hacer penitencia».
Durante los tres últimos años de su vida, pasados en Roma, Fabiola continuó con sus caridades públicas y privadas, sobre todo al asociarse con san Pammaquio en la fundación de un amplio hospicio para peregrinos, pobres y enfermos en Porto. Fue el primero en su especie. La inquietud de Fabiola persistió hasta el último momento, y hacía los preparativos para emprender otro largo viaje cuando la sorprendió la muerte. Toda Roma asistió a los funerales de la amada benefactora. San Jerónimo estuvo en contacto epistolar con santa Fabiola hasta el fin, y escribió dos tratados para ella. Uno se refiere al sacerdocio de Aarón y el significado místico de las vestiduras sacerdotales. Ese escrito lo terminó san Jerónimo el día en que debía zarpar de Jaffa la nave en la que Fabiola regresó a Italia. El segundo tratado, referente a la «estadía de los israelitas en los desiertos salvajes», no quedó terminado sino hasta después de la muerte de la santa. Este le fue enviado posteriormente a Oceanus, el mencionado pariente de Fabiola, junto con un relato sobre la vida y muerte de la santa patricia romana.
Todo lo que sabemos sobre santa Fabiola procede de San Jerónimo, Epístola 77, que se halla impresa en la PL de Migne, vol. XXII, cc. 690-698. N.ETF: En 1855 el card. Wisemann publica en Londres una novela que llegó a ser muy famosa: «Fabiola, o la Iglesia de las catacumbas», con la santa penitente como figura central; esta novela, llevada en 1949 al cine, tuvo enorme difusión, y reavivó el interés por el personaje. Su iconografía se caracteriza por llevar la cabeza cubiertaa por una mantilla roja. El coleccionista y artista plástico belga Francis Alÿs ha recolectado de diversos mercadillos del mundo cerca de 300 estampas de santa Fabiola, y ha armado con ellas una original exposición pictórica itinerante que se está presentando en estos mismos tiempos (2009) en salas de diversos países (hasta febrero en el Monasterio de Silos).


fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

“El que está enamorado de sí mismo no tendrá rivales” (Franklin).

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