¿Cómo crecer?
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se
estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó:
- ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
- No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías
fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En
aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a vos mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se
estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca. El rey preguntó:
- ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío?
- No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías
fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En
aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia. Simplemente mirate a vos mismo. No hay posibilidad de que seas otra persona. Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena...
Vida de Jesús en la Eucaristía
Vida de Jesús en la Eucaristía
Admira la bondad de Jesús encerrado por tu amor día y noche en el Sagrario.
Jesús, que yo te ame y te adore con todo mi corazón.
¿Qué hace Jesús en la Eucaristía? Ora... te llama... te espera...
Ora Jesús en la Eucaristía a su Eterno Padre por ti continuamente... ¡Qué pensamiento! Mientras tú vives distraído, mientras estás atareado y olvidado de Jesús, Él desde el sagrario, ora por ti... piensa en ti... te ama con infinito amor.
Estás durmiendo, y Jesús vela en el sagrario por ti... estas divirtiendote... ¡y Jesús está solo en el sagrario, horas, días y noche, y todo esto por tí!
¿Qué hace Jesús en el sagrario? Te llama... te envía inspiraciones... Él no puede moverse si no es llevado, pues se ha constituido prisionero voluntario por tu amor... Pero aunque encerrado en el sagrario por amor, continuamente te llama... Yo estoy a la puerta, y llamo.
Envía las inspiraciones, para que despierten tu dormido espíritu... ¿No has notado muchas veces que cuando más distraído te hayas en las cosas del mundo, han resonado en tu corazón palabras que te han conmovido fuertemente?...
Jesús te espera... ¡Cuántos años hace que te espera Jesús a que seas todo suyo, como Él es en este Sacramento todo tuyo!...
Espera Jesús que vuelvas a su corazón y te conviertas a Él...
Espera que, desengañado de las criaturas, vayas a Él para recibirte con amor...
Espera Jesús que vayas a recibirle a menudo... cada mes, cada semana, todos los días...
¿Por qué retardas tanto el recibir a Jesús?... ¡Si conocieses las ansias que tiene de que le recibas!...
¿Por qué no quieres calmar estas ansias? Por ello te encuentras débil en el camino de la virtud, sin fervor, sin entusiasmo.
¡Maestra de la acción de gracias después de la Comunión, Santa Teresa de Jesús! enseñame a ser agradecido. Propongo no pasar día sin recibir espiritualmente muchas veces a Jesús, y todas las semanas, y más a menudo aún, sacramentalmente... pues quiero salir de mi vida tibia, y unir muy a menudo mi corazón con el suyo, a fin de que lo perfeccione.
Recibiré a Jesús Sacramentalmente con pureza de alma. Daré gracias después de comulgar.
Cerrando los ojos del cuerpo y abriendo los del alma lo contemplaré como Rey en el trono de mi corazón.
Admira la bondad de Jesús encerrado por tu amor día y noche en el Sagrario.
Jesús, que yo te ame y te adore con todo mi corazón.
¿Qué hace Jesús en la Eucaristía? Ora... te llama... te espera...
Ora Jesús en la Eucaristía a su Eterno Padre por ti continuamente... ¡Qué pensamiento! Mientras tú vives distraído, mientras estás atareado y olvidado de Jesús, Él desde el sagrario, ora por ti... piensa en ti... te ama con infinito amor.
Estás durmiendo, y Jesús vela en el sagrario por ti... estas divirtiendote... ¡y Jesús está solo en el sagrario, horas, días y noche, y todo esto por tí!
¿Qué hace Jesús en el sagrario? Te llama... te envía inspiraciones... Él no puede moverse si no es llevado, pues se ha constituido prisionero voluntario por tu amor... Pero aunque encerrado en el sagrario por amor, continuamente te llama... Yo estoy a la puerta, y llamo.
Envía las inspiraciones, para que despierten tu dormido espíritu... ¿No has notado muchas veces que cuando más distraído te hayas en las cosas del mundo, han resonado en tu corazón palabras que te han conmovido fuertemente?...
Jesús te espera... ¡Cuántos años hace que te espera Jesús a que seas todo suyo, como Él es en este Sacramento todo tuyo!...
Espera Jesús que vuelvas a su corazón y te conviertas a Él...
Espera que, desengañado de las criaturas, vayas a Él para recibirte con amor...
Espera Jesús que vayas a recibirle a menudo... cada mes, cada semana, todos los días...
¿Por qué retardas tanto el recibir a Jesús?... ¡Si conocieses las ansias que tiene de que le recibas!...
¿Por qué no quieres calmar estas ansias? Por ello te encuentras débil en el camino de la virtud, sin fervor, sin entusiasmo.
¡Maestra de la acción de gracias después de la Comunión, Santa Teresa de Jesús! enseñame a ser agradecido. Propongo no pasar día sin recibir espiritualmente muchas veces a Jesús, y todas las semanas, y más a menudo aún, sacramentalmente... pues quiero salir de mi vida tibia, y unir muy a menudo mi corazón con el suyo, a fin de que lo perfeccione.
Recibiré a Jesús Sacramentalmente con pureza de alma. Daré gracias después de comulgar.
Cerrando los ojos del cuerpo y abriendo los del alma lo contemplaré como Rey en el trono de mi corazón.
Vivir la fe en lo ordinario
Vivir la fe en lo ordinario
I. El Evangelio nos habla del hombre que tenía una mano seca (Marcos 3, 1-6), a quien Jesús cura; solamente le dijo: extiende tu mano. La extendió, y su mano quedó curada. Todo es posible con Jesús. La fe nos permite lograr metas que siempre habíamos creído inalcanzables, resolver viejos problemas personales o de una tarea apostólica que parecían insolubles, echar fuera defectos que estaban arraigados. La fe es para vivirla, y debe informar las grandes y pequeñas decisiones; y, a la vez, se manifiesta de ordinario en la manera de enfrentarse con los deberes de cada día. No basta con asentir a las grandes verdades del Credo, tener una buena formación quizá; es necesario vivirla, practicarla, ejercerla, debe generar una “vida de fe” que sea, a la vez, fruto y manifestación de lo que se cree. Dios nos pide servirle con la vida, con las obras, con todas las fuerzas del cuerpo y del alma.
II. El ejercicio de la virtud de la fe en la vida cotidiana se traduce en lo que comúnmente se conoce como “visión sobrenatural”, que consiste en ver las cosas, incluso las más corrientes, lo que parece intrascendente, en relación con el plan de Dios sobre cada criatura en orden a su salvación y a la de otros muchos. La vida cristiana, la santidad, no es un revestimiento externo que recubre al cristiano, ignorando lo propiamente humano. De ahí que las virtudes sobrenaturales influyan en las humanas y hagan del cristiano un hombre honrado, ejemplar en su trabajo y en su familia, lleno de sentido del honor y de la justicia. La fe está continuamente en ejercicio, y la esperanza, y la caridad... Ante problemas y obstáculos, el Señor nos dice: extiende tu mano. Examinemos hoy cómo vamos de “visión sobrenatural” ante los acontecimientos diarios.
III. La fe nos llevará a imitar a Jesucristo, que fue “perfecto Dios y perfecto hombre” (Symbolo Quicumque), a ser hombres y mujeres de temple, sin complejos, sin respetos humanos, veraces, honrados, justos en los juicios, en los negocios, en la conversación... La vida cristiana se expresa a través del actuar humano, al que dignifica y eleva al plano sobrenatural. Por otra parte, lo humano sustenta y hace posibles las virtudes sobrenaturales. En San José encontramos un modelo espléndido de varón justo, vir iustus (Mateo 1, 19), que vivió de fe en todas las circunstancias de su vida. Pidámosle que sepamos ser lo que Cristo espera de cada uno en el propio ambiente y circunstancias.
I. El Evangelio nos habla del hombre que tenía una mano seca (Marcos 3, 1-6), a quien Jesús cura; solamente le dijo: extiende tu mano. La extendió, y su mano quedó curada. Todo es posible con Jesús. La fe nos permite lograr metas que siempre habíamos creído inalcanzables, resolver viejos problemas personales o de una tarea apostólica que parecían insolubles, echar fuera defectos que estaban arraigados. La fe es para vivirla, y debe informar las grandes y pequeñas decisiones; y, a la vez, se manifiesta de ordinario en la manera de enfrentarse con los deberes de cada día. No basta con asentir a las grandes verdades del Credo, tener una buena formación quizá; es necesario vivirla, practicarla, ejercerla, debe generar una “vida de fe” que sea, a la vez, fruto y manifestación de lo que se cree. Dios nos pide servirle con la vida, con las obras, con todas las fuerzas del cuerpo y del alma.
II. El ejercicio de la virtud de la fe en la vida cotidiana se traduce en lo que comúnmente se conoce como “visión sobrenatural”, que consiste en ver las cosas, incluso las más corrientes, lo que parece intrascendente, en relación con el plan de Dios sobre cada criatura en orden a su salvación y a la de otros muchos. La vida cristiana, la santidad, no es un revestimiento externo que recubre al cristiano, ignorando lo propiamente humano. De ahí que las virtudes sobrenaturales influyan en las humanas y hagan del cristiano un hombre honrado, ejemplar en su trabajo y en su familia, lleno de sentido del honor y de la justicia. La fe está continuamente en ejercicio, y la esperanza, y la caridad... Ante problemas y obstáculos, el Señor nos dice: extiende tu mano. Examinemos hoy cómo vamos de “visión sobrenatural” ante los acontecimientos diarios.
III. La fe nos llevará a imitar a Jesucristo, que fue “perfecto Dios y perfecto hombre” (Symbolo Quicumque), a ser hombres y mujeres de temple, sin complejos, sin respetos humanos, veraces, honrados, justos en los juicios, en los negocios, en la conversación... La vida cristiana se expresa a través del actuar humano, al que dignifica y eleva al plano sobrenatural. Por otra parte, lo humano sustenta y hace posibles las virtudes sobrenaturales. En San José encontramos un modelo espléndido de varón justo, vir iustus (Mateo 1, 19), que vivió de fe en todas las circunstancias de su vida. Pidámosle que sepamos ser lo que Cristo espera de cada uno en el propio ambiente y circunstancias.
¿DE QUÉ TE SIRVE LA ORACIÓN?
¿DE QUÉ TE SIRVE LA ORACIÓN?
Un hombre bebía y oraba para dejar de beber. Sin embargo seguía con el mismo vicio. Un día le dijo la esposa: “Si no dejas de beber, no ores, porque es un insulto a Dios. Aquellas palabras se le grabaron profundamente. Siguió orando, pero empezó a buscar ayuda profesional y a poner todo de su parte. Y con el tiempo dejó de beber.
Jesús insistió en la práctica de la oración: Pedid y recibiréis; velad y orad para no entrar en tentación; vigilad todo el tiempo en oración; orad por los enemigos, y por los que os calumnian y persiguen; rogad para que el Padre envíe operarios a sus mieses.
Tanto los evangelios como san Pablo nos hablan de la necesidad de la oración. El Señor nos manda que oremos sin cesar, con insistencia, con vigilancia, con perseverancia: conviene orar y no desfallecer; vigilad todo tiempo en oración; vigilad y orad para no entrar en tentación. Lo mismo aconseja Pablo. Perseverad en la oración, dice a los Colosenses; orad sin tregua, a los Tesalonicenses; orad en todo tiempo con fervor con toda suerte de oraciones y plegarias, a los Efesios; sed asiduos en la oración, a los Romanos.
Muchos cristianos oran cuando necesitan la oración, para resolver algún problema y dejan de orar cuando lo han resuelto. Hay que orar no porque se guste o no se guste, porque apetezca o no, sino por una convicción de fe.
El camino de la oración supone el camino de la conversión y la búsqueda de la justicia y del amor. La oración cristiana se apoya en la experiencia de Dios en la vida y en la acción y lleva al compromiso con los hermanos. La oración es eficaz (Lc 11, 9-13), nos hace redentores con Jesús.
En Sap 7, 7-14 se presenta la sabiduría como fruto de la oración. “Rogué y me fue dada la prudencia, supliqué y vino a mí el espíritu de sabiduría” (Sa 7, 7). La sabiduría consiste en saber vivir y conducirse según los valores más nobles del ser humano. Es la capacidad para orientar la vida según la voluntad de Dios. Es el tesoro más grande que una persona puede tener (Sa 7, 11)
A Martín Luther King le sirvió la oración para no abandonar la lucha por su pueblo, para sacar fuerzas para seguir amando. Así lo cuenta él:
“Tras una jornada de mucho trabajo me acosté tarde. Mi mujer dormía ya y cuando yo estaba a punto de dormirme sonó el teléfono. Una voz colérica me dijo: `Escucha negro, estamos hartos de ti. Antes de una semana lamentarás haber venido a Montgomery`. Colgué pero ya no tenía sueño; me pareció que todos mis temores se agolpaban. Salté de la cama y me puse a dar vueltas por la habitación. Terminé en la cocina donde me preparé una taza de café. Entonces estuve a punto de abandonar. Intentaba encontrar un medio de desaparecer sin que pareciese cobarde. En este estado de agotamiento, cuando mi valor estaba a punto de desaparecer, decidí hablar con Dios de mi problema.
Con la cabeza entre las manos me incliné sobre la mesa de la cocina y me puse a rezar en voz alta. Lo que le dije a Dios aquella noche permanece todavía vivo en mi memoria. “Vine aquí por lo que yo creía justo, pero ahora tengo miedo; las gentes llegan a mí para que los guíe, pero si yo voy delante sin fuerzas y sin valor también vacilarán ellas. Estoy al límite de mis fuerzas y no me queda nada; he llegado al punto en el que solo no puedo hacer nada”. En este momento sentí como ninguna otra vez la presencia divina. Era como si pudiese escuchar la seguridad de una voz interior que me decía: “¡En pie a favor de la justicia! ¡Adelante por la verdad! ¡Dios estará a tu lado!” Tan pronto como perdí mis temores, mi incertidumbre desapareció, y estuve dispuesto a afrontar cualquier cosa. “La situación exterior no había cambiado, pero Dios me concedió la calma interior”.
La oración es un intercambio de amor, un vaciarse para llenarse de Dios. En la oración cuenta la intención, lo que se lleva en el corazón. Lope de Vega lo expresó así:
Si no llevas intención
y casto y limpio deseo
¿De qué te sirve la oración
=Un hombre bebía y oraba para dejar de beber. Sin embargo seguía con el mismo vicio. Un día le dijo la esposa: “Si no dejas de beber, no ores, porque es un insulto a Dios. Aquellas palabras se le grabaron profundamente. Siguió orando, pero empezó a buscar ayuda profesional y a poner todo de su parte. Y con el tiempo dejó de beber.
Jesús insistió en la práctica de la oración: Pedid y recibiréis; velad y orad para no entrar en tentación; vigilad todo el tiempo en oración; orad por los enemigos, y por los que os calumnian y persiguen; rogad para que el Padre envíe operarios a sus mieses.
Tanto los evangelios como san Pablo nos hablan de la necesidad de la oración. El Señor nos manda que oremos sin cesar, con insistencia, con vigilancia, con perseverancia: conviene orar y no desfallecer; vigilad todo tiempo en oración; vigilad y orad para no entrar en tentación. Lo mismo aconseja Pablo. Perseverad en la oración, dice a los Colosenses; orad sin tregua, a los Tesalonicenses; orad en todo tiempo con fervor con toda suerte de oraciones y plegarias, a los Efesios; sed asiduos en la oración, a los Romanos.
Muchos cristianos oran cuando necesitan la oración, para resolver algún problema y dejan de orar cuando lo han resuelto. Hay que orar no porque se guste o no se guste, porque apetezca o no, sino por una convicción de fe.
El camino de la oración supone el camino de la conversión y la búsqueda de la justicia y del amor. La oración cristiana se apoya en la experiencia de Dios en la vida y en la acción y lleva al compromiso con los hermanos. La oración es eficaz (Lc 11, 9-13), nos hace redentores con Jesús.
En Sap 7, 7-14 se presenta la sabiduría como fruto de la oración. “Rogué y me fue dada la prudencia, supliqué y vino a mí el espíritu de sabiduría” (Sa 7, 7). La sabiduría consiste en saber vivir y conducirse según los valores más nobles del ser humano. Es la capacidad para orientar la vida según la voluntad de Dios. Es el tesoro más grande que una persona puede tener (Sa 7, 11)
A Martín Luther King le sirvió la oración para no abandonar la lucha por su pueblo, para sacar fuerzas para seguir amando. Así lo cuenta él:
“Tras una jornada de mucho trabajo me acosté tarde. Mi mujer dormía ya y cuando yo estaba a punto de dormirme sonó el teléfono. Una voz colérica me dijo: `Escucha negro, estamos hartos de ti. Antes de una semana lamentarás haber venido a Montgomery`. Colgué pero ya no tenía sueño; me pareció que todos mis temores se agolpaban. Salté de la cama y me puse a dar vueltas por la habitación. Terminé en la cocina donde me preparé una taza de café. Entonces estuve a punto de abandonar. Intentaba encontrar un medio de desaparecer sin que pareciese cobarde. En este estado de agotamiento, cuando mi valor estaba a punto de desaparecer, decidí hablar con Dios de mi problema.
Con la cabeza entre las manos me incliné sobre la mesa de la cocina y me puse a rezar en voz alta. Lo que le dije a Dios aquella noche permanece todavía vivo en mi memoria. “Vine aquí por lo que yo creía justo, pero ahora tengo miedo; las gentes llegan a mí para que los guíe, pero si yo voy delante sin fuerzas y sin valor también vacilarán ellas. Estoy al límite de mis fuerzas y no me queda nada; he llegado al punto en el que solo no puedo hacer nada”. En este momento sentí como ninguna otra vez la presencia divina. Era como si pudiese escuchar la seguridad de una voz interior que me decía: “¡En pie a favor de la justicia! ¡Adelante por la verdad! ¡Dios estará a tu lado!” Tan pronto como perdí mis temores, mi incertidumbre desapareció, y estuve dispuesto a afrontar cualquier cosa. “La situación exterior no había cambiado, pero Dios me concedió la calma interior”.
La oración es un intercambio de amor, un vaciarse para llenarse de Dios. En la oración cuenta la intención, lo que se lleva en el corazón. Lope de Vega lo expresó así:
Si no llevas intención
y casto y limpio deseo
¿De qué te sirve la oración
8 Consejos ante la Muerte de un Ser Querido
“Ven, siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21)
1. La muerte es un momento de dolor donde sólo la fe puede iluminar de esperanza ese momento de tristeza. La muerte duele porque es un parto al cielo. Cuando muera un ser querido piensa si existía un “derecho” para retenerlo aquí y si era más tuyo que de Dios. Mira si no es egoísmo querer privarle de lo que ahora tiene: la felicidad eterna. ¿Estás seguro de que más tarde se iba a salvar…?
2. ¿Qué es la muerte? La muerte no tiene la última palabra: la vida no termina, se transforma. Los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven en la esperanza de la Resurrección. La muerte nos revela lo que el hombre es: “polvo, ceniza, nada”. Quien muere deja una luz y alcanza otra. La muerte es el paso a la eternidad. La muerte es fin e inicio. Morir en gracia de Dios significa conquistar la cumbre, la meta, el abrazo eterno del Padre. San Francisco cantó: “Y por la hermana muerte, ¡loado mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay, si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!”.
3. ¿Es mejor vivir o morir? “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor...” (Flp 1, 21-23). La felicidad del hombre consiste en amar y ser amado. Cuando un alma parte a la casa del Padre ahí es amada por Dios y ama a Dios. Un día el hombre dejará de sonreír, de caminar y de cantar… pero nunca dejará de amar. En vez de recibir la muerte con lágrimas, deberíamos recibirla con una sonrisa porque nos conduce al encuentro, cara a cara, con nuestro Creador.
4. ¿Qué podemos aprender de la muerte? En la entrada de un cementerio español está escrito: “Hoy a mí, mañana a ti”. Lo capital para el hombre no es morir antes o después, sino bien o mal. San Agustín confesó: “Como es la vida, así es la muerte”. Ten presente que “Cuando un padre muere es como si no muriese, pues deja tras de sí –algunas veces- un hijo semejante a él”. (Si. 30, 4).
5. ¿Hay que temer la muerte? No, pero cuando se tiene miedo, por algo será… Opta por una muerte que te lleve al cielo. Que no te pase como aquel epitafio que decía: “Aquí yace un hombre que murió sin leer el libro que lo iba a salvar: la Biblia”. O aquel otro que decía: “He aquí un ateo que no tiene a dónde ir”. Hay que vivir de tal manera que si volviéramos a nacer elegiríamos seguir el mismo camino. Santa Teresa no temía la muerte, al contrario, ella decía: “Muero porque no muero”. Para desear la eternidad es necesario imaginar el abrazo del Padre.
6. ¿Por qué existe la muerte? Porque el hombre quiere ver a Dios y para verlo es necesario morir. El hombre surgido del polvo debe retornar al polvo y el alma surgida de Dios debe volver a Dios. Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven. San Ambrosio predicó: “Es verdad que la muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio (...). En efecto, la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad, en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia (…) No debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación”.
7. ¿Por qué no sabemos el día que vamos a morir? Si supiéramos el día de nuestra muerte no viviríamos cada día con la misma intensidad. Nadie sabe ni cómo ni cuándo morirá. Nadie por más que se esfuerce puede añadir una hora al tiempo de su vida. La muerte es lo más cierto, pero el día es lo más incierto. No olvides que no es necesario ser viejo para morir. No vale la pena indagar el cómo, el cuándo ni el dónde moriré; pero sí vale estar preparado.
8. ¿Qué actitud debemos tomar ante la muerte de un ser amado? No rechazar a Dios porque nos lo ha quitado, sino agradecerle porque nos lo ha dado. “¿Conviene llorar a un muerto? Sí, pero no lamentarse cuando muere en aras de Dios”, como dijo un amigo. Dios es misericordioso y “la misericordia se siente superior al juicio” (St 2, 13) Porque “nuestra maldad es una gota que cae en el océano de la misericordia de Dios”. “Jesucristo crucificado está como un tapón entre la muerte y el infierno”. Dios es comprensivo porque sabe todo y saberlo todo es perdonarlo todo. Jesús nos enseñó: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. Mientras que el apóstol Santiago escribió:
“Habrá un juicio sin misericordia para el que no tenga misericordia hacia los demás” (St 2, 13) Recuerda: para obtener misericordia para uno mismo, es necesario tener misericordia hacia los demás. “Al final de la vida sólo queda lo que hayamos hecho por Dios y los demás”.
¡Vence el mal con el bien!
Renovación del Aguila
Renovación del Aguila
El águila, es el ave que posee la mayor longevidad de su especie.
Llega a vivir 70 años.
Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de vida tiene que tomar una seria decisión.
A los 40 años:
Sus uñas curvas y flexibles, no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta.
Su pico alargado y punteagudo, también se curva.
Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas.
¡Volar es ahora muy difícil!
Entonces el águila, tiene sólo dos alternativas: Morir, ..... ó enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared, donde no necesite volar.
Entonces, apenas encuentra ese lugar , el águila comienza a golpear con su pico la pared, hasta conseguir arrancárselo.
Apenas lo arranca, debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual después, va a arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas.
Y después de cinco meses, sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de revivir, y entonces dispone de 30 años más.
A veces nos preguntamos:
¿ Por qué renovarnos ?
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado.
Hoy somos muchos los que desearíamos una segunda oportunidad:
Una segunda oportunidad, para modificar la tarea que al concluirla, vemos que los resultados no fueron los esperados, o para corregir los errores, programar de una manera distinta las estrategias o planes de acción de nuestra vida.
Una segunda oportunidad, para dar otro orden de prioridades a la atención de la familia, los asuntos espirituales, el trabajo, los amigos, etc.
Una segunda oportunidad, para tener un carácter distinto, que nos permita escuchar más a los demás y sobre todo al Señor, en lugar de creer que solamente nuestras ideas y criterios son los mejores.
Una segunda oportunidad, ¿será posible? .
En algunos casos, lamentablemente no. Pero como en las águilas, por la misericordia de nuestro buen Dios, y si tenemos una disposición de humildad y ferviente deseo de que se produzca una verdadera "transformación y renovación"... será posible.
Necesitaremos como las águilas, reconocer nuestra situación, saber que Dios puede modificar cualquier adversidad. Debemos tener un espíritu de constancia y fuerza para el cambio. Entonces, y sólo entonces tendremos "una segunda oportunidad", pero gozando del fruto del Espíritu Santo que es: gozo, paz, paciencia, mansedumbre, templanza, bondad, esperanza, amor, fe.
Solamente libres del peso del pasado , podremos aprovechar el valioso resultado de una renovación.
El águila, es el ave que posee la mayor longevidad de su especie.
Llega a vivir 70 años.
Pero para llegar a esa edad, a los 40 años de vida tiene que tomar una seria decisión.
A los 40 años:
Sus uñas curvas y flexibles, no consiguen agarrar a las presas de las que se alimenta.
Su pico alargado y punteagudo, también se curva.
Apuntando contra el pecho están las alas, envejecidas y pesadas por las gruesas plumas.
¡Volar es ahora muy difícil!
Entonces el águila, tiene sólo dos alternativas: Morir, ..... ó enfrentar un doloroso proceso de renovación que durará 150 días.
Ese proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y refugiarse en un nido, próximo a una pared, donde no necesite volar.
Entonces, apenas encuentra ese lugar , el águila comienza a golpear con su pico la pared, hasta conseguir arrancárselo.
Apenas lo arranca, debe esperar a que nazca un nuevo pico con el cual después, va a arrancar sus viejas uñas.
Cuando las nuevas uñas comienzan a nacer, prosigue arrancando sus viejas plumas.
Y después de cinco meses, sale victorioso para su famoso vuelo de renovación y de revivir, y entonces dispone de 30 años más.
A veces nos preguntamos:
¿ Por qué renovarnos ?
En nuestra vida, muchas veces, tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Para que reanudemos un vuelo victorioso, nos debemos desprender de ataduras, costumbres y otras tradiciones del pasado.
Hoy somos muchos los que desearíamos una segunda oportunidad:
Una segunda oportunidad, para modificar la tarea que al concluirla, vemos que los resultados no fueron los esperados, o para corregir los errores, programar de una manera distinta las estrategias o planes de acción de nuestra vida.
Una segunda oportunidad, para dar otro orden de prioridades a la atención de la familia, los asuntos espirituales, el trabajo, los amigos, etc.
Una segunda oportunidad, para tener un carácter distinto, que nos permita escuchar más a los demás y sobre todo al Señor, en lugar de creer que solamente nuestras ideas y criterios son los mejores.
Una segunda oportunidad, ¿será posible? .
En algunos casos, lamentablemente no. Pero como en las águilas, por la misericordia de nuestro buen Dios, y si tenemos una disposición de humildad y ferviente deseo de que se produzca una verdadera "transformación y renovación"... será posible.
Necesitaremos como las águilas, reconocer nuestra situación, saber que Dios puede modificar cualquier adversidad. Debemos tener un espíritu de constancia y fuerza para el cambio. Entonces, y sólo entonces tendremos "una segunda oportunidad", pero gozando del fruto del Espíritu Santo que es: gozo, paz, paciencia, mansedumbre, templanza, bondad, esperanza, amor, fe.
Solamente libres del peso del pasado , podremos aprovechar el valioso resultado de una renovación.
¡¡Hola Dios!!: ¿Cómo estás?...
Te escribo para saludarte y porque ahora sí tengo que surtirme, pues la "canasta básica" con que me mandaste al mundo se me ha ido agotando a lo largo de estos años.
Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia. Ya me quedan poquitas esperanzas y el frasquito de fe, está también vacío. La imaginación también está escaseando por estos rumbos.
También debes saber que hay cosas de la canasta que ya no necesito como la dependencia y esa facilidad para hacer berrinches, que tantos enojos y problemas me han ocasionado. Así que quisiera pedirte nuevos productos para la canasta.
Para empezar me gustaría que rellenaras los frascos de paciencia y tolerancia (pero hasta el tope), y mándame por favor el curso intensivo "Cómo ser más prudente", volúmenes 1, 2 y 3.
Envíame también varias bolsas grandes, pero "bolsones" de madurez que tanta falta me hace. También quisiera un baúl de sonrisas, de esas que alegran el día a cualquiera. Te pido que me mandes dos piedras grandes y pesadas para atarlas a mis pies y tenerlos siempre sobre la tierra.
Si tienes por ahí guardada una brújula para orientarme y tomar el camino correcto, te lo agradecería mucho.
Regálame imaginación otra vez; pero no demasiada, porque debo confesar que en algunas ocasiones tomé grandes cantidades y me empachó. Nuevas ilusiones y una doble ración de fe y esperanza también me caería
excelente.
Te pido también una paleta de colores para pintar mi vida cuando la vea gris y oscura. Me sería muy útil un bote de basura para tirar todo lo que me hace daño.
Por favor mándame un frasco de merthiolate y una cajita de curitas para sanar mi corazón, porque últimamente ha tropezado bastante y tiene muchos raspones.
Te pido unos diskettes, porque tengo el cerebro lleno de información y necesito espacio para guardar más.
Te pido muchas zanahorias, para tener buena vista y no dejar pasar las oportunidades por no verlas. Necesito también un reloj grande, muy grande, para que cada vez que lo vea me acuerde de que el tiempo corre y no debo desperdiciarlo.
¿Podrías mandarme muchísima fuerza y seguridad en mí mismo, ah? Sé que voy a necesitarlas para soportar los tiempos difíciles y para levantarme cuando caiga.
También quisiera una cajita de pastillas de las que hacen que crezca la fuerza de voluntad y el empeño, para que me vaya bien en la vida y te pido unas tres o cuatro toneladas de "ganas de vivir", para cumplir mis sueños.
Necesito también una pluma con mucha tinta, para escribir todos mis logros y mis fracasos.
Pero más que nada, te pido que me des mucha vida, para lograr todo lo que tengo en mente y para que el día que me vaya contigo, tenga algo que llevarte y veas que no desperdicié el tiempo aquí en la Tierra.
De antemano te agradezco lo que me puedas mandar y te agradezco el doble todo lo que me mandaste la primera vez.
Con mucho cariño....
Te adoro,
Yo
Tu Amigo Dios
Tu Amigo Dios
Cuando te levantabas esta mañana,
te observaba y esperaba que me hablaras
aunque fuera unas cuantas palabras,
Cuando te levantabas esta mañana,
te observaba y esperaba que me hablaras
aunque fuera unas cuantas palabras,
preguntando mi opinion o agredeciendome por algo bueno
que te haya sucedido ayer.
Pero note que estabas muy ocupado buscando la ropa
adecuada para ponerte e ir al trabajo.
Seguia esperando de nuevo,
mientras corrias por la casa arreglandote,
supe que habria unos cuanto
minutos para que te detuvieras y me dijeras "HOLA",
pero estabas demasiado ocupado(a).
Por eso encendi el cielo para ti, lo llene
de colores y dulces cantos de pajaros
para ver si asi me oias pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observe mientras ibas rumbo al trabajo
y espere pacientemente todo el dia.
Con todas tus actividades supongo que estabas
demasiado ocupado(a) para decirme algo.
De regreso vi tu cansancio y queise rociearte un poco
para que el agua se llevara tu estres
pense agradarte para que asi pensaras en mi
pero enfurecido ofendistes mi nombre,
deseaba tanto que me hablaras, aun quedaba mucho tiempo.
Despues encendistes el televisor, espere pacientemente,
mientras veias el televisor, cenabas,
pero nuevamente te oldvidastes de hablar conmigo
y nada. Te note cansado y entendi tu silencio
asi que opaque el resplandor del cielo,
pero no te deje a oscuras, lo cambie por un lucero,
en verdad fue hermoso, pero no estuvistes interesado en verlo.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado(a).
Despues de decirle buenas noches a tu familia,
caiste en tu cama y casi de inmediato te dormiste,
acompañe con musica tu sueño, mis animales nocturnos
se lucieron, no hay problema, porque quizas no te das cuenta
que siempre estoy ahi para ti.
Tengo mas paciencia de la que te imaginas.
Tambien quisiera enseñarte como
tener paciencia para con otros.
TE AMO tanto que espero todos los dias por
una oracion, el paisaje que hago es solo para ti.
Bueno te estas levantando de nuevo,
y otra vez esperare sin nada mas que mi amor por ti,
esperando que el dia de hoy me dediques un poco de tiempo.
Que tengas un buen dia!!!
Tu amigo, DIOS
=======
PD. Tendras tiempo para compartir esto con otra persona???
que te haya sucedido ayer.
Pero note que estabas muy ocupado buscando la ropa
adecuada para ponerte e ir al trabajo.
Seguia esperando de nuevo,
mientras corrias por la casa arreglandote,
supe que habria unos cuanto
minutos para que te detuvieras y me dijeras "HOLA",
pero estabas demasiado ocupado(a).
Por eso encendi el cielo para ti, lo llene
de colores y dulces cantos de pajaros
para ver si asi me oias pero ni siquiera te diste cuenta de esto.
Te observe mientras ibas rumbo al trabajo
y espere pacientemente todo el dia.
Con todas tus actividades supongo que estabas
demasiado ocupado(a) para decirme algo.
De regreso vi tu cansancio y queise rociearte un poco
para que el agua se llevara tu estres
pense agradarte para que asi pensaras en mi
pero enfurecido ofendistes mi nombre,
deseaba tanto que me hablaras, aun quedaba mucho tiempo.
Despues encendistes el televisor, espere pacientemente,
mientras veias el televisor, cenabas,
pero nuevamente te oldvidastes de hablar conmigo
y nada. Te note cansado y entendi tu silencio
asi que opaque el resplandor del cielo,
pero no te deje a oscuras, lo cambie por un lucero,
en verdad fue hermoso, pero no estuvistes interesado en verlo.
A la hora de dormir, creo que ya estabas agotado(a).
Despues de decirle buenas noches a tu familia,
caiste en tu cama y casi de inmediato te dormiste,
acompañe con musica tu sueño, mis animales nocturnos
se lucieron, no hay problema, porque quizas no te das cuenta
que siempre estoy ahi para ti.
Tengo mas paciencia de la que te imaginas.
Tambien quisiera enseñarte como
tener paciencia para con otros.
TE AMO tanto que espero todos los dias por
una oracion, el paisaje que hago es solo para ti.
Bueno te estas levantando de nuevo,
y otra vez esperare sin nada mas que mi amor por ti,
esperando que el dia de hoy me dediques un poco de tiempo.
Que tengas un buen dia!!!
Tu amigo, DIOS
=======
PD. Tendras tiempo para compartir esto con otra persona???
Cerrando Círculos
CERRANDO CÍRCULOS
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando
¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La relación se acabó? Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los por qués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros. ¡ Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente.
El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú. Suelta el resentimiento. El prender "tu televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte mentalmente, envenenarte, y amargarte.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesida! d de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.
Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver. Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático. Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida.
Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo. Nada es vital para vivir porque cuando tú viniste a este mundo, llegaste sin ese adhesivo. Por lo tanto, es costumbre vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico, que hoy te duele dejar ir.
Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr, porque te repito: nada ni nadie nos es indispensable. Sólo es costumbre, apego, necesidad. Pero cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacúdete, suéltate.
Hay muchas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
El Pan de Cristo
El Pan de Cristo
El siguiente es el relato de un hombre llamado Víctor. Al cabo de meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente. Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un club privado cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo.
Víctor le pidió al hombre unas monedas para p
oder comprarse algo de comer.
-Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó éste.
La mujer, que oyó la conversación, preguntó:
-¿Qué quería ese pobre hombre?
-Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su marido.
-¡Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
-¡Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el dinero para beber.
-¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron.
Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la amable voz de la mujer que le decía:
-Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted.Espero que pronto lo encuentre.
-¡Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.
-Estará usted comiendo el pan de Cristo. Compártalo -dijo ella con una cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.
Víctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo.
Encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Una vez más, aquella descarga eléctrica corrió por su interior.
¡El pan de Cristo!
-¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo.
Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical.
En ese momento pasó a su lado un anciano.
-Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-. Tengo que compartir el pan de Cristo.
-Oiga -exclamó Víctor-. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida?
El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
-¿Habla usted en serio, amigo?
El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente.
Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en servilleta de papel.
¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
-No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar. La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé. Tenía hambre Le voy a llevar el pan.
El pan de Cristo. Recordó nuevamente las palabras de la mujer y tuvo la extraña sensación de que había un tercer Convidado sentado a aquella mesa.. A lo lejos las campanas de una iglesia parecían entonar a sus oídos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza.
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a engullírselo.
De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
-Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño.
El pan de Cristo. Alcanzaría también para el hermano cuadrúpedo.
San Francisco de Asís habría hecho lo mismo -pensó Víctor.
El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
-Hasta luego -dijo Víctor al viejo-. En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere. ¿Sabe? -su voz se tornó en un susurro.
Esto que hemos comido es el pan de Cristo. Una señora me lo dijo cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna. Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado el nombre del dueño.
Víctor recorrió el largo camino hasta la casa del dueño del perro y llamó a la puerta. Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo.
De golpe la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa, pero no lo hizo. Víctor ostent aba un cierto aire de dignidad que lo detuvo.
En cambio dijo:
-En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa.
¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido.
-No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien al perro.
-¡Téngalo! Para mí lo que usted hizo vale mucho más que eso.
¿Le interesaría un empleo? Venga a mi oficina mañana. Me hace mucha falta una persona íntegra como usted.
Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma.
===
Se titulaba;
Parte el Pan de Vida.
LA MADRE TERESA DE CALCUTA NOS DECIA;
NO OS CANSEIS DE DAR, PERO NO DEIS LAS SOBRAS, DAD HASTA SENTIRLO, HASTA QUE DUELA, QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR NUESTRA CRUZ Y SEGUIRLO, AUNQUE DUELA.
AHORA, COMPARTE TU CON LOS DEMAS...
El Pan de Cristo
-Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio -replicó éste.
La mujer, que oyó la conversación, preguntó:
-¿Qué quería ese pobre hombre?
-Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre -respondió su marido.
-¡Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
-¡Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el dinero para beber.
-¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron.
Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la amable voz de la mujer que le decía:
-Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted.Espero que pronto lo encuentre.
-¡Muchas gracias, señora! Me ha dado usted ocasión de comenzar de nuevo y me ha ayudado a cobrar ánimo. Jamás olvidaré su gentileza.
-Estará usted comiendo el pan de Cristo. Compártalo -dijo ella con una cálida sonrisa dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.
Víctor sintió como si una descarga eléctrica le recorriera el cuerpo.
Encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Una vez más, aquella descarga eléctrica corrió por su interior.
¡El pan de Cristo!
-¡Un momento! -pensó-. No puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo.
Le parecía estar escuchando el eco de un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical.
En ese momento pasó a su lado un anciano.
-Quizás ese pobre anciano tenga hambre -pensó-. Tengo que compartir el pan de Cristo.
-Oiga -exclamó Víctor-. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida?
El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
-¿Habla usted en serio, amigo?
El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a una mesa cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente.
Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en servilleta de papel.
¿Está guardando un poco para mañana? -le preguntó.
-No, no. Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar. La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé. Tenía hambre Le voy a llevar el pan.
El pan de Cristo. Recordó nuevamente las palabras de la mujer y tuvo la extraña sensación de que había un tercer Convidado sentado a aquella mesa.. A lo lejos las campanas de una iglesia parecían entonar a sus oídos el viejo himno que le había sonado antes en la cabeza.
Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a engullírselo.
De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
-Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad -dijo el niño.
El pan de Cristo. Alcanzaría también para el hermano cuadrúpedo.
San Francisco de Asís habría hecho lo mismo -pensó Víctor.
El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
-Hasta luego -dijo Víctor al viejo-. En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere. ¿Sabe? -su voz se tornó en un susurro.
Esto que hemos comido es el pan de Cristo. Una señora me lo dijo cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna. Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado el nombre del dueño.
Víctor recorrió el largo camino hasta la casa del dueño del perro y llamó a la puerta. Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo.
De golpe la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa, pero no lo hizo. Víctor ostent aba un cierto aire de dignidad que lo detuvo.
En cambio dijo:
-En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa.
¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido.
-No puedo aceptarlo -dijo quedamente-. Solo quería hacerle un bien al perro.
-¡Téngalo! Para mí lo que usted hizo vale mucho más que eso.
¿Le interesaría un empleo? Venga a mi oficina mañana. Me hace mucha falta una persona íntegra como usted.
Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma.
===
Se titulaba;
Parte el Pan de Vida.
LA MADRE TERESA DE CALCUTA NOS DECIA;
NO OS CANSEIS DE DAR, PERO NO DEIS LAS SOBRAS, DAD HASTA SENTIRLO, HASTA QUE DUELA, QUE EL SEÑOR NOS CONCEDA LA GRACIA DE TOMAR NUESTRA CRUZ Y SEGUIRLO, AUNQUE DUELA.
AHORA, COMPARTE TU CON LOS DEMAS...
El Pan de Cristo
El Árbol de Manzana
EL ARBOL DE MANZANA
Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y el le daba sombra.
El amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol.
Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo triste: "¿Vienes a jugar conmigo?" pero el muchacho contestó "Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos". "Lo siento, dijo el árbol, pero no tengo dinero... Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes". El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste.
Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó: "¿Vienes a jugar conmigo?" "No tengo tiempo para jugar. Debo de trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?"... " Lo siento, pero no tengo una casa, pero...tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa". El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresó y el árbol estaba encantado. "Vienes a jugar conmigo? le preguntó el árbol. El hombre contestó "Estoy triste y volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?". El árbol contestó: "Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz". El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo.
Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo: "Lo siento mucho, pero ya no tenga nada que darte ni siquiera manzanas". El hombre replicó "No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar...Por ahora ya estoy viejo". Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo, "Realmente no puedo darte nada.... la única cosa que me queda son mis raíces muertas". Y el hombre contestó: "Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. Estoy tan cansado después de tantos años". "Bueno,las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa". El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas.
ESTA PUEDE SER LA HISTORIA DE CADA UNO DE NOSOTROS.
El árbol son nuestros padres. Cuando somos niños, los amamos y jugamos con papá y mamá... Cuando crecemos los dejamos .....sólo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas... No importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices. Tú puedes pensar que el muchacho es cruel contra el árbol, pero es así como nosotros tratamos a nuestros padres... Valoremos a nuestros padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón y su recuerdo te dé fuerza cuando estás cansado…
Las cuatro Velas
(desconozco autor)
Cuatro Velas se estaban consumiendo lentamente.
El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dijo:
-¡Yo Soy la Paz! A pesar de mi Luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dijo:
-¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y ésta se apagó.
En voz baja y triste la tercera vela se manifestó: ¡Yo Soy el Amor! No tengo más fuerzas que quemar.
Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquéllos que están a su alrededor.
Y también se apagó.
De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas.
-¿Qué es ésto? Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final.
Entonces la cuarta vela, habló:
-No tengas miedo, niña, en cuanto yo esté encendida, podemos encender las otras velas.
Entonces la niña tomó la vela de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.
¡Que la vela de la Esperanza nunca se apague dentro de nosotros!
Cuatro Velas se estaban consumiendo lentamente.
El ambiente estaba tan silencioso que se podía oír el diálogo entre ellas.
La primera dijo:
-¡Yo Soy la Paz! A pesar de mi Luz, las personas no consiguen mantenerme encendida.
Y disminuyendo su llama, se apagó totalmente.
La segunda dijo:
-¡Yo me llamo Fe! Infelizmente soy superflua para las personas, porque ellas no quieren saber de Dios, por eso no tiene sentido continuar quemándome.
Al terminar sus palabras, un viento se abatió sobre ella, y ésta se apagó.
En voz baja y triste la tercera vela se manifestó: ¡Yo Soy el Amor! No tengo más fuerzas que quemar.
Las personas me dejan de lado porque solo consiguen manifestarme para ellas mismas; se olvidan hasta de aquéllos que están a su alrededor.
Y también se apagó.
De repente entró una niña y vio las tres velas apagadas.
-¿Qué es ésto? Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final.
Entonces la cuarta vela, habló:
-No tengas miedo, niña, en cuanto yo esté encendida, podemos encender las otras velas.
Entonces la niña tomó la vela de la Esperanza y encendió nuevamente las que estaban apagadas.
¡Que la vela de la Esperanza nunca se apague dentro de nosotros!
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