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Alfredo Parte, Beato |
El P. Alfredo se nos presenta como un testigo de Cristo en estos tiempos modernos, víctima de la intolerancia que desencadenó la dura guerra civil española en los años 1.936-39.
En unas cuantas palabras vamos a sintetizar la vida del Beato Alfredo.
FAMILIA CRISTIANA. Nace en Cilleruelo de Bricia (Burgos), el dos de junio de 1.899, en el seno de una numerosa familia cristiana de siete hijos. Él era el mayor. Sus padres: Castor y Justa.
SACERDOTE ESCOLAPIO. De niño quiso seguir a Jesús de Nazaret, imitando a S. José de Calasanz, dedicando su vida a la educación cristiana. Y se ordena Sacerdote en Palencia, en 1.928.
GESTO. Una enfermedad en el fémur le dejó cojo cuando tenía 18 años. Eso le impidió compartir el deporte con sus alumnos, expresando el carácter alegre que tenía. Además, esa enfermedad originó una de las anécdotas más significativas y espontáneas de su martirio. Viéndole cojo los milicianos, quisieron ayudarle a subir a la cubierta del barco para fusilarle. A lo que él respondió. “Hasta ahora he necesitado bastón, pero para subir hacia Dios no lo necesito”. Y la arrojó, trepando como pudo hasta la cubierta.
MÁRTIR. En su vida encontramos rasgos muy marcados del creyente, religioso, educador y sacerdote: generoso, humilde, hombre de oración, devoto de Ntra. Sra., amigo de los chicos, siempre estaba rodeado de ellos. Pero además fue mártir, es decir, dio la vida por la fe. Estaba en el colegio de Villacarriedo cuando estalló la guerra. Se refugió en la casa de su tía, pero lo cogieron preso, llevándole a la bodega del barco Alfonso Pérez, anclado en la bahía de Santander. Pudo disimular su condición de sacerdote pero, ante la pregunta de qué era, confesó en voz alta oyéndolo los compañeros de bodega: “Soy sacerdote Escolapio de Villacarriedo”. Y le fusilaron. Era el 27 de diciembre de 1.936.
BEATIFICADO. Ante los datos claros de su martirio, Juan Pablo II le beatificó en Roma, junto con otros doce escolapios, el 1 de octubre de 1995.
Beato Alfredo Parte, presbítero y mártir
fecha: 27 de diciembre n.: 1899 - †: 1936 - país: España otras formas del nombre: Alfredo Parte Sáiz, Alfredo de la Virgen canonización: B: Juan Pablo II 1 oct 1995 hagiografía: Santi e Beati
En la ciudad de Santander, en Cantabria, en el litoral de España, beato Alfredo Parte, presbítero de la Orden Clérigos Regulares de las Escuelas Pías y mártir, que, en tiempo de persecución, por ser sacerdote fue llevado al glorioso martirio.
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El P. Alfredo Parte nació en Cilleruelo de Bricia (Burgos, España) el 2 de junio de 1899. Ingresó a los Hermanos de las Escuelas Pías (escolapios), tomó el hábito el 1 de agosto de 1915, y emitió los votos religiosos el 13 de agosto de 1916, con el nombre de Alfredo de la Virgen. Sus estudios y formación filosófica y teológica, que comenzó en Irache, fueron interrumpidos por una larga enfermedad; finalmente pudo ser ordenado en Palencia el 3 de marzo de 1928, a los 29 años. De él escribió un hermano de religión: «Era edificante verlo con sus muletas, tan alegre, como si estuviera completamente sano, siempre con una sonrisa.» Ejerció su ministerio calazanciano en el Colegio de las Escuelas Pías de Villacarriedo desde 1922, hasta que fue expulsado por los milicianos en julio de 1936, y se vio obligado a refugiarse en casa de su tía. Allí fue detenido el 17 de noviembre, y unos días más tarde confinado en un barco-prisión, anclado para este fin en el puerto de Santander.
Pasó en la bodega del barco fantasma «Alfonso Pérez» 40 días, junto con otros presos; y de lo profundo de la bodega, fue llamado el 27 de diciembre del mismo año a comparecer ante un «tribunal» creado en el mismo buque para juzgar a los prisioneros. Le sugirieron que frotase las manos en el suelo, para hacerse pasar por un obrero, y a lo mejor salvarse, pero el P. Alfredo Parte respondió: «No voy a negar mi profesión de sacerdote y escolapio», y luego ante los tribunales se declaró «sacerdote de los Escolapios de Villacarriedo». Su fin fue al llegar al término de la escalera que lo llevaba a cubierta, donde lo alcanzó un disparo en el cuello, y lo añadió así a la multitud de mártires de la malvada persecución, grabada para siempre en la historia de la España católica. Fue beatificado con el grupo de escolapios por SS Juan Pablo II en 1995.
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