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sábado, 30 de noviembre de 2013

La “Teología de la historia”

      

 


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– La “Teología de la historia”, o estudio teológico del sentido de la historia, presupone la convicción de que ese sentido se puede descubrir plenamente sólo desde la fe.
Son incompatibles con una visión cristiana las “filosofías de la historia” que consideran la actividad del hombre como determinada por unas leyes inmanentes al mismo devenir, como en el materialismo de Marx, cuya dialéctica la ordena no ya a Dios sino a un estado superior de la humanidad. Otras corrientes de pensamiento niegan a la historia todo sentido que no proceda de ella misma, porque identifican el ser con el devenir, concibiendo la realidad histórica como el devenir mismo. Un ejemplo extremo es el historicismo ateo de Nietzsche y su teoría del “eterno retorno”. Estas corrientes dejan al hombre a oscuras acerca de su destino eterno, que debería darle orientación para su caminar en la tierra. Según Bouyer, son filosofías que intentan transponer la escatología cristiana en términos racionalistas o materialistas, y que acaban haciendo evidente que ningún sistema de pensamiento exclusivamente humano es capaz de expresar el sentido de la historia; sólo la Encarnación del Verbo, con la vocación del hombre a la filiación divina en Cristo, permite descubrir el sentido total de la historia: «de ahí –concluye Bouyer– que el problema del sentido de la historia humana sea una problema específicamente teológico». Esto no significa que la historia humana se confunda con la historia de la salvación, pero tampoco pueden separarse. Como observa von Balthasar, «el “muro divisorio” entre historia sagrada e historia profana queda abolido cuando la Palabra ya no resuena proféticamente bajando del cielo, sino que se hace carne, esto es, hombre».
En nuestro estudio sobre la Historia de la Salvación hemos partido de la considerado la historia como el despliegue del grandioso proyecto divino de salvación que alcanza en Cristo su momento culminante –tanto en el sentido cronológico de la expresión «plenitud de los tiempos (chrónos)» (Ga4,4), como en el sentido cualitativo que tiene el texto: «el tiempo (kairós) se ha cumplido» (Mc 1,15)–, «sobre todo porque en Cristo se unen el tiempo y la eternidad de Dios, consintiendo al hombre participar en esa unión de modo vital y concreto».
Continua en:
Fuente: ERNST BURKHART – JAVIER LÓPEZ, en Vida cotifana y santidad en la enseñanza de san Josemaría, Tomo I, Rialp, 2010
Bibliografía:
  • L. BOUYER, Dictionnaire Théologique, Paris 1990, p. 160.
  • C. IZQUIERDO URBINA, Teología fundamental, Pamplona 1998, pp. 172-173.
  • H.U. VON BALTHASAR, Teología de la historia, Madrid 1992, p. 134 (orig.: Theologie der Geschichte, Einsiedeln 1950).
  • G. RUMI, Per una lettura “civile” della proposta di Josemaría Escrivá, en AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. I, p. 92.
  • J.J. SANGUINETI, Tempo, cit. Cfr. JUAN PABLO II, Carta Tertio millennio adveniente, 10-XI-1994, n. 10.

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