miércoles, 6 de noviembre de 2013

Esteban Teodoro Cuenot, Santo


Obispo y Mártir, 14 de noviembre
 
Esteban Teodoro Cuenot, Santo
Esteban Teodoro Cuenot, Santo

Noviembre 14
Mártir


Etimológicamente significa “coronado”. Viene de la lengua griega.

Jesús dice: “El que quiera ser grande entre vosotros, que se haga vuestro servidor”.

Fue mártir en el siglo XIX por intentar ayudar y servir a los demás.

En el mismo año en que Napoleón llegaba al poder en Francia, nacía el gran literato Víctor Hugo.
También, en este mismo año, en Bélgica, nacía el hijo de un agricultor que se convirtió en obispo de Indochina.

En su figura veía V. Hugo al hombre y obispo ideal.

Y en el obispo Esteban Teodoro Cuento – si lo hubiera tratado personalmente- habría podido adivinar la imaginación no literaria de un verdadero hijo del pueblo, ni una clase social, sino un obispo, que ya desde pequeño, dejó la escuela sin saber si podría continuar sus estudios.

La madre tuvo que hacer grandes esfuerzos y sacrificios para que estudiara teología.
Hasta vender su vestido para ayudarle a su hijo a llevar a cabo sus estudios.

Por eso, el primer gesto que hizo el neosacerdote, sin dudarlo, fue regalarle a su madre un vestido nuevo.

Fue relojero y catequista hasta que en la Rue du Bac, tomó contacto con los padres misioneros de san Vicente Paul.

En el año 1835 fue a Indochina en donde fue consagrado obispo para llevar a cabo muchas y diferentes misiones.

Logró con su apostolado intenso, buena conducta intachable, sus obras te caridad y su amor a los pobres el amor de cuantos le conocieron.
Murió a consecuencias de la persecución de Tu- Duc.


San Esteban Teodoro Cuénot, obispo y mártir
fecha: 14 de noviembre
n.: 1802 - †: 1861 - país: Vietnam
canonización: B: Pío X 2 may 1909 - C: Juan Pablo II 19 jun 1988
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la fortaleza de Binh Dinh, en Cochinchina, san Esteban Teodoro Cuénot, obispo de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras veinticinco años de trabajos apostólicos, durante la feroz persecución bajo el emperador Tu Duc fue arrojado a una cuadra de elefantes, donde murió agotado de sufrimientos.

Esteban Teodoro nació en 1802. Hizo sus estudios en el seminario de las Misiones Extranjeras de París y llegó a Annam en 1829. En 1833 estalló una violenta persecución. Los superiores del P. Cuénot le enviaron a refugiarse en Siam con los seminaristas aborígenes que se preparaban para el sacerdocio. El futuro mártir sufrió en todas partes reveses y decepciones, pero no por eso menguaron su valor y su tesón, de suerte que, en 1835, fue consagrado en Singapur obispo coadjutor de Mons. Taberd. Aunque la persecución seguía haciendo estragos en Annam, Mons. Cuénot consiguió penetrar en el territorio. Como tenía que vivir oculto, su trabajo era especialmente difícil. Sin embargo, obró maravillas: reorganizó a los cristianos dispersos y alentó a los sacerdotes y catequistas asiáticos. No obstante las circunstancias adversas, su celo contagioso produjo numerosas conversiones. En quince años, Mons. Cuénot estableció tres vicariatos apostólicos en la Cochinchina. En cada uno de ellos había unos veinte sacerdotes. Debe notarse que, cuando Mons. Cuénot fue nombrado vicario apostólico, no había en toda la región más que una docena de sacerdotes y casi todos ellos eran ancianos y decrépitos.

Al cabo de más de veinticinco años de episcopado, durante los cuales la persecución no había cesado, la provincia de Binh-Dinh, en la que los cristianos habían gozado hasta entonces de una paz relativa, se convirtió en el centro de una persecución fanática. El obispo se refugió en casa de un pagano, «quien le ocultó en una celda hábilmente construida en el espesor de un muro doble». Los perseguidores no lograron descubrir el escondite, pero, como hallasen ciertos objetos que le pertenecían, permanecieron al acecho. A los dos días, Mons. Cuénot, exhausto, enfermo e incapaz de soportar por más tiempo la sed que le consumía, salió de su escondite. Inmediatamente fue hecho prisionero. Los perseguidores le arrojaron en una estrecha jaula en la que tenía que estar doblado, y le transportaron en ella a la presencia del jefe de la principal población del distrito. Aunque se le dio cierta libertad de movimiento en el interior de una fortaleza, el mártir falleció a los pocos días, víctima de un violento ataque de disentería. Precisamente cuando acababa de morir, llegó de la capital la orden de decapitarle. Uno de los mandarines propuso que se ejecutase la sentencia en el cadáver, pero los otros dos se opusieron a ese inútil exceso de barbarle.

Noticia extraída del artículo conjunto dedicado a los «Mártires de Indochina» (segunda parte), Butler-Guinea, tomo IV, pág. 283. No he encontrado noticias donde se corrobore lo que afirma el «elogio» del Martirologio Romano, de que fue arrojado a una cuadra de elefantes.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


¡Felicidades a quien lleve este nombre!

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