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sábado, 30 de noviembre de 2013

El Mensaje de la Virgen María en Medjugorje


¿Qué nos dice la Virgen?


La Virgen María en Medjugorje parece pedir a los peregrinos que la visitan, que lleven a sus comunidades y parroquias de origen, la importancia de lo que allí han visto y aprendido: la vivencia de la oración y de la Adoración Eucarística, de la lectura de la Palabra de Dios, de la confesión y del ayuno.

Muchos católicos que han peregrinado a Medjugorje han sentido una responsabilidad muy grande a la hora de transmitir lo que allí han vivido: una oración seria y exigente, unida a un ayuno importante y todo ello, para contribuir al Plan de Salvación que tiene Dios para toda la Humanidad, oración y ayuno que pretende mover los corazones de aquellos que aún no conocen el amor de Jesús.

Las 5 piedras: La oración con el corazón, el ayuno, la lectura de la Biblia, la confesión y la Eucaristía son los medios que María nos da para recorrer un camino de santidad, de paz, de transformación interior totalmente asegurado, un camino sencillo, accesible a todos.

1. LA ORACIÓN

“hijos, orad, la oración es el fundamento de vuestra paz” Si no tenéis paz en vuestros corazones poco importa todo lo demás. Podéis perder la paz un momento como dice San Serafín de Sarov, pero poniéndoos en oración enseguida, hundiéndoos en la oración encontraréis la paz nuevamente. “Si vivís angustiados, con estrés, es que todavía no oráis con el corazón.” Esta expresión “con el corazón” nunca acabaremos de entenderla, no se trata de cumplir: de oír Misa, de rezar el rosario rápidamente, no se trata de eso. “Dedicad tiempo a Dios” Dios nunca vendrá a nosotros rezando de esta manera; para que Dios establezca su morada en nosotros, para que la unción del Espíritu Santo y su soplo nos visiten, hay que tomar tiempo. Hoy, muy poca gente va a la Iglesia durante una hora para orar frente al Santísimo Sacramento.

Orar con el corazón es esta disposición interior, como dice Santa Teresita: “la oración es un grito de amor hacia el cielo”. Tomad tiempo con Dios.

Marija, una de las videntes, regresando de Rusia, estaba totalmente sorprendida y comentó en Europa: La gente en aquel país como en cualquier otro, pide egoístamente, sus oraciones se refieren a ellos mismos, a sus intereses, “reza por mí, por mi abuelo, por mi país”, yo, yo, yo, esto no es posible, esto no es oración. La Virgen María dijo: “Hijos, rezad por mis intenciones y yo me encargaré de vuestras preocupaciones, de vuestros dolores”, esa es la verdad. La gente no cree porque no se abre realmente al Espíritu Santo, no se abre a la paz de Dios. La oración del corazón es la clave para aprender junto con María a orar.

2. EL AYUNO

Tenéis que perseverar en la oración y el ayuno. Ayunar a pan y agua, los miércoles y viernes. Podéis comenzar absteniéndoos de las comidas o del desayuno, vosotros veréis la forma en que podéis comenzar poco a poco a hacer vuestros ayunos. No os preocupéis por la falta de alimento, no moriréis. Vivimos en un mundo en que todos comemos compulsivamente, como adicción, nos sobrealimentamos, por eso hay tantas enfermedades: colesterol, cáncer, etc. porque la gente come, come y come. El ayuno nos purifica el alma, el ayuno nos permite tener dominio sobre nosotros mismos, fruto del Espíritu Santo. (Carta a los Gálatas).

María dijo: “La Iglesia Católica olvidó el ayuno. Por la oración y el ayuno hijitos, podéis obtener cualquier cosa”. ¿Deseáis la conversión de alguien de vuestra familia?, poneos a orar, a ayunar y veréis el cambio. Por supuesto, Jesús lo había dicho en el Evangelio a sus discípulos, cuando se quejaron ante Él: “no hemos podido sacar este demonio. Y Jesús dijo: hay demonios que solamente salen con la oración y el ayuno”.

Si queréis vivir en paz hijitos, tened una vida sencilla. El ayuno repara, es muy poderoso en la intercesión. Conozco muchos matrimonios que descubrieron en Medjugorje el ayuno, y los miércoles y viernes ayunan fielmente. No se trata de pasar hambre, dice la Virgen, podéis comer pan y beber agua. Veréis la fuerza del ayuno en la transformación interior, si tenéis problemas, rencores, amarguras, resentimientos contra algunas personas y tenéis problemas para reconciliaros, la Virgen nos dice: para reconciliarse hay que creer, orar, ayunar y confesarse.

Todos los mensajes son muy sencillos y si tú los vives, actúa en ti el Espíritu Santo.

3. LA LECTURA DE LA BIBLIA

Vicka le preguntó a la Virgen: ¿por qué lloras? Y la Virgen le respondió: “porque los cristianos dejaron de leer la Palabra de Dios”. La Virgen pide que leamos la Biblia diariamente, aunque empecemos haciéndolo sólo 10 minutos ¿Cómo queréis descubrir la verdad? ¿Cómo podemos ubicarnos en este mundo lleno de ideologías, si no leemos el único libro que nos trae al alma la luz del cielo?, ¿cómo podemos pasar dos horas o más frente al televisor, que nos presenta una visión totalmente equivocada del mundo y no sé cuántas inmoralidades? Sin embargo, no somos capaces de pasar una hora junto al Santísimo. ¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios sobre nuestra vida? ¿Cómo podemos discernir cuando tenemos que tomar decisiones si no conocemos la Palabra de Dios? “Tu Palabra Señor es una luz sobre mi camino”.

Nuestra mente y nuestro corazón deberían tener continuamente presentes las palabras de Jesús y los versículos de San Pablo, de sus cartas, para que, frente a cualquier situación difícil nos surja del espíritu la palabra adecuada. ¿Cómo queréis que Dios nos hable si no conocemos su Palabra? ¡Es imposible! Hay una ignorancia muy grande que nos arroja al pecado y a la muerte espiritual y viene de que los que se llaman católicos no conocen la Palabra de Dios.

¡Ah!, pero las revistas que nos ofrece el mundo como “vanidades”, esas sí las conocemos y estamos esperando con ansia leer el siguiente número, y la Palabra de Dios, la Biblia, la tenemos en un rincón de casa.

La Virgen dice: “Poned la Biblia en el centro de vuestras casas, para que os acordéis de leerla en familia todos los días”. Cosas muy sencillas, claro. Un corazón que no recibe todos los días el Pan de la Palabra, se muere. Se trata de vivir el Evangelio, no de vivir en la ignorancia,causa de tantos males.

4. LA CONFESIÓN

“Hijos si no os confesáis mensualmente, será muy difícil para vosotros convertiros”. La confesión, pero la verdadera confesión, no como el 80% de los casos en que nos acercamos al sacerdote y decimos esto y aquello y nos “limpiamos”, nos quitamos la ropa sucia, la ponemos en la lavadora, pulsamos el botón y listo. Eso no es confesarse. La confesión necesita el arrepentimiento; por ejemplo, si he faltado a Misa el domingo,el pecado no es esto, el pecado es que no amo a Dios e incluso llego a no tener ninguna clase de arrepentimiento por no haber ido a Misa, no hay arrepentimiento porque no hay amor, entonces, tampoco hay auténtica confesión.

Esto es muy evidente en Semana Santa, cuando todos quieren confesarse porque es el deber anual; gente que “dice” sus pecados y al terminar la semana empieza de nuevo su vida de pecado. Es posible que nosotros también nos parezcamos a estas personas.

La confesión es ir con arrepentimiento: perdón Señor, como dice la Palabra de Dios: “te he matado, te he crucificado en mi debilidad, en mi pecado, en mi tibieza. Hay que llorar los pecados, pero si no hay vida de oración con el corazón, no hay verdadera confesión. El Espíritu Santo es el motor de todo, la oración con el corazón es una comunicación con Dios, “durante la oración, Dios os llena, os transforma”,nos dice la Virgen. Si no hay oración con el corazón no hay verdadera confesión con arrepentimiento porque nos falta el Espíritu Santo.

En primer lugar, no vemos nuestros pecados;muy a menudo confesamos culpabilidades o tonterías, porque hay que decir algo; pero el verdadero pecado escondido son los egoísmos, los rencores, los apegos materiales y todo eso lo olvidamos. Dice el salmo: “Señor, líbrame de mi pecado escondido”, especialmente de ese pecado que yo no veo, porque yo no lo quiero ver y no lo veo porque he puesto tantas defensas y justificaciones bajo una apariencia de piedad, que impiden que la luz del Espíritu Santo llegue hasta mí. Hay que volver a educar a la gente en la confesión con el corazón, con un verdadero arrepentimiento.

Son nuestros pecados los que clavaron a Cristo sobre la Cruz y eso no es un chiste, como dijo Jesús a Santa Catalina: “¡No es para reír que he muerto sobre la cruz para ti!” La confesión es para descubrir mis pecados y corregirme, no solamente confesarme por confesarme, tener un mes o quince días para volver a pecar y seguir en lo mismo ya que a fin de cuentas me confesaré el mes siguiente.

5. LA SANTA MISA

Vuelvo a insistir sobre lo mismo, recibir la Eucaristía con el corazón. Es terrible vercómo viven la Misa muchas personas. La Virgen dice: “Si no os preparáis para vivir la Misa con un corazón abierto, mejor quedaos en casa”. A Misa hay que llegar con tiempo, prepararse, disponerse a la oración 10 minutos antes, no llegar tarde, corriendo. “En ningún otro lugar mi hijo derrama tantas gracias como en la Eucaristía, comulgar es más que ser vidente”, dice la Virgen. Aquí tenéis que meditar los mensajes sobre la Eucaristía, podríamos hablar más de una hora sobre la Eucaristía porque es un tema muy extenso. A Misa hay que llegar a tiempo, recogerse y prepararse para recibir a Jesús. Después de la comunión, debemos entrar en nuestro corazón, orar y dar gracias a Dios. Esta es la verdadera espiritualidad. Entonces veréis cómo cambian las cosas. Nos dice María: “Si en lugar de llegar corriendo a Misa podéis llegar un poco antes para prepararos y después de haber comulgado, si os podéis quedar, tomad tiempo con Jesús para hablarle, si hacéis esto hijitos, veréis muchos milagros en vuestras vidas y menos enfermos de la mente, del corazón y del cuerpo en medio de vosotros.”

Recibimos el gran Sacramento de la Salvación como un billete de avión o de metro. La Eucaristía debe ser el centro de nuestra vida, y ¿sabéis qué dice la Virgen?: “Hijos, asistid a Misa cada vez que las circunstancias lo permitan”. Hoy en día el mundo vive en una situación de agonía y desesperación, necesita portadores de luz, de amor y de paz. La Eucaristía es el lugar donde Dios nos transforma. Todos los Sacramentos, toda la devoción, toda la vida espiritual nos conducen a la Eucaristía, es el lugar donde nuestra alma encuentra sustancialmente el cuerpo y la sangre de Jesús: “El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida en Mí” y de comunión en comunión Dios va transformando nuestra alma, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra afectividad. Es increíble, pero si lo recibimos, sabemos que la Eucaristía actúa en nosotros en la medida de nuestra fe y de nuestro deseo de Dios. Si lo recibimos de una manera distraída, hablando con nuestro vecino, no surtirá ningún efecto en nosotros, Jesús necesita nuestro permiso para actuar, nos respeta.

En Medjugorje muchos mensajes nos conducen a centrarnos en la Eucaristía, en Jesús vivo. La Virgen nos pide que la Misa sea el centro de nuestra vida: “… Que la Santa Misa, hijitos, no sea una costumbre sino vida. Viviendo cada día la Santa Misa sentiréis la necesidad de santidad y creceréis en la santidad…” (25/01/1998)

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