sábado, 14 de septiembre de 2013

Iglesia

      

 


Cathedral
En griego profano, la palabra ekklesía designa la asamblea del pueblo, convocada, que administra una ciudad. Los judíos y después los cristianos la eligieron para designarse y traducir el hebreo qahal: la asamblea del pueblo de Dios. La otra palabra griega sinónima para hablar de qahal es synagogué, «reunión»; ésta será finalmente la preferida por los judíos.

En el Antiguo Testamento

Contrariamente a las asambleas de las ciudades griegas democráticas, que deliberan soberanamente, la asamblea de Israel está reunida para escuchar la Palabra de Dios, que la ha convocado, y para -en ella- consentir en la fe* (qahal procede probablemente de qol = voz). En los Setenta, la palabra ekklesía designa primero la asamblea de Israel en el desierto (Dt 5,22), después la asamblea del pueblo judío tras el exilio (Neh 8,2.17), y frecuentemente la asamblea litúrgica en el Templo (Sal 22,23.26).
Dispersado por todo el Oriente, el pueblo judío espera ser un día reunido en la tierra, alrededor de Jerusalén*, gracias a la venida del Mesías.

En el Nuevo Testamento

Las comunidades cristianas eligieron esta palabra ekklesía para designarse: a la vez socialmente, como una ciudad, y religiosamente, siguiendo al pueblo de Israel. Se saben convocadas por Dios mediante la llamada de Cristo Jesús: son el comienzo de esta reunión del pueblo de Dios anunciada por los profetas y esperada para los últimos tiempos.
Pablo utiliza la palabra ekklesía con una gran riqueza de significados. En primer lugar, en el sentido corriente de asamblea cristiana local: «Saludad también a la Iglesia que se reúne en su casa [de Prisca y Áquila]» (Rom 16,5). Frecuentemente en las direcciones de sus cartas precisa: «A la Iglesia de Dios que está en Corinto», para insistir en el hecho de que es Dios mismo quien la ha convocado y la hace vivir. Pablo puede hablar de las Iglesias, en plural, de las comunidades que se reúnen en diferentes ciudades; esto no impide su unidad en Cristo: «Os saludan, a su vez, todas las Iglesias de Cristo» (Rom 16,16).
La Iglesia (en singular) es también la comunidad invisible que reúne a todas las Iglesias locales. Ella es entonces el pueblo de Dios preparado en Israel, pero que encuentra en Cristo su realización última y definitiva como «Israel de Dios» que reúne a judíos y paganos (Gál 6,16).

Las imágenes de la Iglesia

  • El cuerpo. Pablo comienza por retomar la imagen de los diferentes miembros que forman un único cuerpo y dice a los cristianos: «Formáis el cuerpo de Cristo» (1 Cor 12,27), después habla de la Iglesia, «que es el cuerpo de Cristo» (Col 1,24); «Constituyéndole [a Cristo] cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo» (Ef 1,22).
  • La esposa. A partir del tema profético de la alianza* conyugal entre Dios e Israel (Os 2), Pablo personifica a la Iglesia como esposa de Cristo; dice a los corintios: «Os he desposado con un solo marido, presentándoos a Cristo como si fuerais una virgen casta» (2 Cor 11,2). La carta a los Efesios desarrolla la imagen a la vez para hablar de la Iglesia y para iluminar las relaciones de la pareja cristiana: «Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella (…) Los maridos deben amar a sus mujeres como a su propio cuerpo» (Ef 5,25.28).
  • Encontramos aún otras imágenes de la Iglesia: la casa de Dios (1 Cor 3,9-11), el templo de Dios (1 Cor 3,16-17; 2 Cor 6,16), el pueblo de Dios (1 Pe 2,9-10), la barca (Mc 4,35-36), el rebaño (Jn 10) y la viña (Jn 15).

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