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viernes, 27 de septiembre de 2013

Gregorio "el Iluminador", Santo


Obispo, Septiembre 30
 
Gregorio
Gregorio "el Iluminador", Santo
Fundador y santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, llamado el segundo Iluminador de Armenia, tras los apóstoles Judas Tadeo y Bartolomé.
Martirologio Romano: En Armenia, san Gregorio, apellidado el Iluminador, obispo, que, después de sobrellevar muchos trabajos, se retiró a una cueva cerca de la confluencia del Éufrates ramificado y allí descansó en paz. Es considerado apóstol de los armenios (c. 326).

Etimología: Gregorio = aquel que está siempre preparado


Pertenecía a la línea real de la Dinastía arsácida, siendo el hijo de un parto de nombre Anak, que asesinó a Chosrov I rey de Armenia, y por lo tanto, trajo la ruina sobre sí mismo y su familia. Su madre se llamaba Okohe, y los biógrafos armenios afirman que la primera influencia cristiana que recibió fue en el momento de su concepción, que tuvo lugar cerca del monumento elevado a la memoria del santo apóstol Tadeo.

Educado en Cesarea de Capadocia por un cristiano noble llamado Euthalius, Gregorio solicitó, al llegar a la mayoría de edad, ser el encargado de evangelizar en la doctrina cristiana su tierra natal. A los 22 años se casó con una cristiana de nombre Mariam, de cuyo matrimonio nacen dos hijos, Vartanés y Aristakés. Tras siete años de enlace, interrumpen su vida matrimonial de común acuerdo, siguiendo las enseñanzas de san Pablo. Gregorio se va de Cesarea y Mariam se retira a un convento, para llevar una vida retirada, pero sin ser religiosa.

Evangelizador de Armenia

En ese momento reina el Armenia Tiridates III, hijo del rey Chosroes. Influido en parte por el hecho de que Gregorio era el hijo del enemigo de su padre, capturó a Gregorio y le sometió a un cruel encarcelamiento de catorce años en un agujero en la llanura de Ararat. En ese mismo lugar se levanta hoy en día la iglesia de Khor Virap, cerca de la histórica ciudad de Artashat.

Las crónicas ortodoxas describen numerosas y variadas formas de tortura sufridas por el santo, hasta llegar a ser juzgado y condenado a muerte en doce ocasiones, penas a las que sobrevivió, ayudado, según la tradición, por una mujer creyente que le llevaba cada día un trozo de pan.

Tirídates cayó en profunda tristeza, rozando con la locura y durante un día de caza, comienza una vida errante en el bosque, padeciendo un síndrome similar a la licantropía, ante el que nadie podía acercársele ni llevarlo al palacio. La hermana del rey tiene, según la leyenda, una visión, en la cual Dios le revela que solamente Gregorio, que está en la mazmorra de Artashat, puede curar a su hermano. Gregorio fue requerido para restaurar la razón del rey, en base a su reconocida santidad. Una vez en la corte, predica la religión cristiana y hace oración a Dios para curar al rey Tirídates. Cuando éste sana, pide el bautismo y en 301, Armenia se convirtió en el primer país que adoptó el cristianismo como religión del estado.

Éxito

La causa del cristianismo parecía garantizada: el Rey, los príncipes y el pueblo compitieron entre sí en la obediencia a Gregorio. Como resultado, se establecieron numerosos monasterios, iglesias y escuelas. En 302, Gregorio recibió su consagración como Patriarca de Armenia de parte de Leontius de Cesarea. En 318 Gregorio nombró a su hijo Aristaces como su sucesor.

Hacia el año 331 se retiró a una cueva y vivió como un ermitaño en el Monte Sebuh, en la provincia de Daranalia en la Alta Armenia, y allí falleció pocos años después sin que nadie le acompañase. Cuando se descubrió que había muerto, su cadáver fue trasladado a la aldea de Thodanum (o Tharotan). Los restos del santo fueron repartidos por varios países a modo de reliquias. Se cree que su cabeza se encuentra en Italia, su mano derecha en Echmiadzin, Armenia, y su izquierda en la Santa Sede de Cilicia, en Antelias, Líbano.

A su muerte la Iglesia armenia se convirtió en extremadamente rica, pues además de los antiguos templos que el rey había confiscado para los católicos, se le otorgaron grandes extensiones de tierra. La iglesia se convirtió en la dueña de aproximadamente 10000 explotaciones ganaderas, que fueron utilizadas igual por el clero que por los príncipes. Era tal la importancia económica de la institución que durante las épocas de guerras la iglesia estaba obligada a ayudar al rey con soldados e impuestos. Se sabe que la iglesia, en un caso de necesidad, se vio obligada a proporcionar al rey 5.000 caballeros y 4.000 soldados de infantería.

La fuente más autorizada de la vida de Gregorio es Agathangelos, secretario del rey, cuya Historia de Tiridates fue publicado por el Mekhitarists en 1835. También aparece ampliamente en la Historiae Armenicae de Moisés de Chorene y en la obra de Simeon Metaphrastes. en 1749 se publicó en Venecia una biogrfía de Gregorio compuesta por el Vartabed Mateo, publicado en armenio, obra se tradujo al inglés por el reverendo S.C. Malan en 1868.

Gregorio es venerado en la Iglesia Católica Apostólica Romana, Iglesia Católica Armenia, Iglesia Apostólica Armenia, Iglesia Ortodoxa, Antiguas Iglesias Orientales y por las Iglesias Orientales Católicas.

San Gregorio el Iluminador, eremita y obispo
fecha: 30 de septiembre
n.: c. 240 - †: c. 326 - país: Armenia
otras formas del nombre: Grigor
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Armenia, san Gregorio, llamado el «Iluminador», obispo, que después de sobrellevar muchos trabajos se retiró a una cueva cercana a la confluencia de unos ramales del Éufrates, y allí descansó en paz, luego de ganar fama como apóstol de los armenios.
patronazgo: patrono de la Iglesia armenia.

Probablemente los primeros que predicaron la fe cristiana en Armenia, durante el segundo y el tercer siglo de nuestra era, fueron los misioneros llegados de Siria y de Persia, pero las creencias y tradiciones locales en relación con las primeras evangelizaciones, son distintas y contradictorias. Las fabulosas leyendas dicen que los primeros evangelizadores fueron los apóstoles san Bartolomé y san Judas Tadeo y, en relación con este último santo, le adjudicaron la historia del rey Abgar el Negro y su parecido con Nuestro Señor Jesucristo, asunto éste que, en realidad pertenece a san Addai, que vivió en Edessa. Sin embargo, los armenios veneran también a san Gregorio de Ashtishat como al apóstol que llevó la luz del Evangelio a su país, por lo que le llaman el «Iluminado» o «Iluminador», y le tienen como al patrono principal. Gregorio vino al mundo en Armenia durante el siglo tercero, en la época en que el país había sido invadido por los persas. Sus orígenes y hasta su nacionalidad son inciertos. De acuerdo con las tradiciones armenias, poco dignas de crédito, era hijo de aquel famoso Anak, el parto que asesinó al rey Khosrov I de Armenia. Este monarca, antes de morir, pidió a sus súbditos que le vengaran por medio del exterminio de la familia de Anak y sólo escapó de la matanza el recién nacido Gregorio, al que secuestró un mercader de Valarshapat y lo llevó a Cesárea, en la Capadocia. Se sabe con certeza que ahí fue bautizado y, a su debido tiempo, se casó y tuvo dos hijos, Aristakes y Vardanes (santos, en las tradiciones armenias).

Tiridates, uno de los hijos del asesinado rey Khosrov, quien había vivido exilado en diversas partes del imperio romano, logró reunir un ejército, al frente del cual regresó a Armenia y reconquistó el trono de su padre. A Gregorio se le dio un palacio para que viviese en la corte de Tiridates (algo muy singular por cierto, si es que Gregorio era el hijo del asesino del rey), pero no pasó mucho tiempo sin que cayese en desgracia a causa de sus actividades en favor de los cristianos y por el celo que ponía en la conversión de almas. No tardó en estallar la persecución activa contra éstos y, en el curso de la misma, uno de los que más sufrió fue Gregorio. Pero, a fin de cuentas, triunfó puesto que consiguió convertir y bautizar al propio Tiridates (también al rey se le venera como a un santo) y, mientras los cristianos del imperio morían por centenares durante la persecución de Diocleciano, en Armenia se proclamaba al cristianismo como la religión oficial, y por eso se dice que el país fue (superficialmente) el primer estado cristiano en la historia del mundo.

Gregorio se trasladó a Cesárea donde fue consagrado obispo por el metropolitano Leoncio. Estableció su sede en Ashtishat y, con la asistencia de los misioneros sirios y griegos, organizó su Iglesia, instruyó a los nuevos convertidos y conquistó a otros muchos. Con el propósito de contar con un mayor número de sacerdotes, reunió a un grupo de jóvenes y, personalmente, los instruyó en las Sagradas Escrituras, en la moral cristiana y en las lenguas griega y siria. Pero el episcopado fue hereditario y, un siglo después, el obispo primado de Armenia era un descendiente directo de Gregorio. «Sin detenerse ni retroceder, nuestro 'Iluminador' llevó el nombre vivificador de Jesús de un extremo al otro de la tierra, en todas las estaciones y los climas, sin temor a las fatigas y siempre diligente en el cumplimiento de los deberes de un evangelizador, en lucha contra los adversarios, en ardientes prédicas ante los caudillos y los nobles, para iluminar todas las almas que, tras su renacimiento en el bautismo, se convertían en hijas de Dios. Para que resplandeciera la gloria de Jesucristo, rescataba a los prisioneros y cautivos y también a aquellos que vivían oprimidos por los tiranos, deshacía o enmendaba los contratos injustos, tan sólo con su palabra consolaba a muchos de los que sufrían o de los que vivían bajo el temor, al infundirles la esperanza en la gloria de Dios y plantarles en el alma la simiente de la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, a fin de que llegasen a ser enteramente felices».

Gregorio envió a su hijo, san Aristakes, como representante suyo en el primer Concilio ecuménico de Nicea y, se afirma que cuando el obispo leyó el acta de aquella asamblea, exclamó: «En cuanto a nosotros, alabamos a Dios que fue antes de todos los tiempos y adoramos a la Santísima Trinidad y al solo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos». Esas son las palabras que, las haya dicho o no san Gregorio en aquellos momentos, repite el celebrante en la liturgia eucarística armenia, cuando el diácono ha recitado el anatema conciliar, después del Credo. Al poco tiempo, Gregorio consagró a Aristakes para que le sucediera en la sede episcopal y él se retiró a una ermita del Monte Manyea, en la provincia de Taron. Ahí le encontró muerto un pastor al año siguiente. Sus restos fueron sepultados en Thortan.

Los datos que hemos dado son muy inciertos, pero si escasean las auténticas informaciones, abundan en cambio las leyendas. Estas sirvieron de base para el relato que escribió un tal Agatángelo, quien asegura que fue el secretario del rey Tiridates. Esa obra no fue escrita antes de que hubiese transcurrido la mitad del siglo quinto. De acuerdo con ese escrito, Gregorio tuvo un primer conflicto con Tiridates, por haberse rehusado a colgar una guirnalda de flores al cuello de la imagen de la diosa Anahit en su templo de Ashtishat. El rey hizo cuanto estuvo de su parte para convencerlo a obedecer, pero al ver que las palabras eran inútiles, sometió a Gregorio a doce tormentos distintos, crueles algunos, ingenuos los otros, pero todos diferentes a los que practicaban los romanos para martirizar a los cristianos. Después, Gregorio fue arrojado a un foso nauseabundo, donde se le dejó olvidado durante quince años entre cadáveres putrefactos, basura y animales inmundos. Gracias a los buenos servicios de una viuda que a diario se acercaba al foso para dar de comer al desdichado, pudo mantenerse con vida. Tras el martirio de santa Rípsima, el rey Tiridates se transformó en un oso y vivió en los bosques, con los de su especie. Pero la hermana del rey tuvo una visión en la que le fue revelado que únicamente las plegarias de san Gregorio podrían devolver al monarca su forma natural. Entonces fue una comitiva de cortesanos hasta el foso pestilente para sacar a Gregorio de entre las inmundicias; el santo se puso en oración y, en seguida, reapareció el rey, en persona, lleno de contrición y de gratitud, pidiendo el bautismo para él y toda su familia. Gregorio pasó una temporada en la corte, tratado como el propio rey, y luego se retiró a las soledades de Valarshapat, en las estribaciones del Monte Ararat, donde se entregó al ayuno y la oración. Al cabo de setenta días, se le apareció Nuestro Señor Jesucristo y le dijo que en aquel lugar debía edificarse la gran iglesia catedral de Armenia. Gregorio se apresuró a cumplir con las órdenes celestiales y en poco tiempo se construyó una gran iglesia que se llamó Etshmiadzin, que significa «el Único Esperado descendió». Es muy posible que la historia de la aparición haya sido inventada para reforzar la solicitud de que la Iglesia de Armenia fuese independiente de la Iglesia de Cesárea. Cada uno de estos maravillosos sucesos: los doce tormentos, los quince años en el foso, la liberación del foso y la visión, son conmemorados por los armenios con una fiesta particular, aparte de las otras festividades en honor de san Gregorio. En algunas partes, como en Grecia, se le venera, equivocadamente, como a un mártir. Los emigrantes armenios introdujeron la devoción a san Gregorio en el sur de Italia, y aún hay una iglesia en Nápoles que asegura poseer algunas reliquias del santo que, sin embargo, se conservan íntegras en la catedral de Armenia. A san Gregorio se le menciona en el canon de la misa armenia.


En el caso de los santos armenios y georgianos, los que no conocemos las lenguas orientales, tenemos que contentarnos con fuentes de información de segunda mano. Incluso los bolandistas, en el siglo dieciocho (Acta Sanctorum, sept. vol. VIII), tuvieron que arreglárselas con las versiones griegas o los resúmenes incluidos en el Metafrasto de las fabulosas narraciones armenias, atribuidas a Agatángelo. Los originales armenios no existen ya, pero hay una versión muy antigua en árabe, que data del período inmediatamente posterior al pseudo Agatángelo. Esta versión se encuentra en una carta (c. 714) de Gorge, un obispo árabe, dirigida al sacerdote Josué. Véase a von Ryssel, en Ein Brief Georgs an den Presb. Joshua (1883); A. von Gutschmid, en Kleine Schriften, vol. III (1892), pp. 339-420; a Gelzer, en el Berichte del Sachsischen Gesellschaft, 1895, pp. 109-174; a P. Peeters en la Analecta Bollandiana, vol. XXVI (1907), pp. 117-120 y vol. I (1932), pp. 3-58; a G. Garitte, en Documents pour l´étude du livre d´Agathange, en Studi e testi, No. CXXVII (1946), donde se incluye un texto inédito en griego sobre los escritos de Agatángelo, del que se deriva el texto árabe.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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