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miércoles, 28 de agosto de 2013

LUZ DE CRISTO

 
 
“Demos gracias a Dios”
En el mundo, soy luz del mundo.  (Juan (SBJ) 9,5)
 
 
1.      EL CIRIO PASCUAL, SÍMBOLO DE CRISTO–LUZ
En la procesión de entrada de la Vigilia hemos cantado por tres veces la aclamación al Cristo:”Luz de cristo. Demos gracias a Dios“, mientras progresivamente se iban encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Pero el cirio más importante es el que se encendió como símbolo de Cristo–Luz. El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés.
Una vez concluido el tiempo Pascual, el Cirio se conservará dignamente en el bautisterio. El Cirio Pascual también se podrá utilizará durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.
2.      QUE ES LA LUZ
Estamos necesitados de la luz, sin ella, todo se nos hace difícil, requerimos luz para poder ver y saber hacia donde vamos, la luz, nos ilumina el camino de nuestra vida, sin ella, no nos atrevemos a dar un paso, en otras palabras, la luz es lo que nos permite orientarnos. Extraño decirlo, pero la peor amenaza de nuestra vida, es la oscuridad y la peor amenaza de la luz son las tinieblas,  por que ambas, apagan la vida y la claridad.
Desde siempre, el hombre ha esperado que amanezca radiante, es decir, con un sol muy luminoso, pero a las pocas horas este espacio de luz abandona a los hombres. Lo que quiero decir, es que sol, solo evita la sombra por un período determinado, pero hay mas, muchas veces tenemos el sol en lo alto, pero no significa que no haya un poco de sombra, es decir por mucha luminosidad que nos de el sol, finalmente es una mezcla de luminosidad y oscuridad. Finalmente, al final de cada día, el hombre tiene irremediablemente, que vivir en la ausencia de luz terrenal.
3.      LA INDISCUTIBLE Y MAS AUTENTICA LUZ
Frente a la oscuridad terrenal, Cristo nos dice; “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”  (Juan (SBJ) 8, 12), por que nuestro Señor, es la indiscutible y mas autentica luz, luz que ninguna luz terrenal puede superar; “en el mundo, soy luz del mundo”.  (Juan (SBJ) 9,5), es la luz que permanece con un brillo donde se desentraña la gloria de Dios y el sentido del mundo y que brilla desde el principio de la creación. “Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”. (Juan (SBJ) 1,9).
Y como lo expresa el apóstol Pedro, somos un familia elegida “para anunciar las alabanzas de Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su admirable luz  (1 Pedro (SBJ) 2, 9), además somos; “hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas”. (1 Tesalonicenses (SBJ) 5,5), por tanto debemos dar gracias y reconocer la incuestionable, autentica y maravillosa luz que se nos ofrece para caminar por los caminos de la verdad, modo irrefutable para llegar a participar de los misterios del Señor.
4.      QUIEN DICE QUE ESTÁ EN LA LUZ Y ABORRECE A SU HERMANO, ESTÁ AÚN EN LAS TINIEBLAS
Sin embargo, sabiendo que; “Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna”. (1 Juan (SBJ) 1,5), no nos mostramos a esta luz, es decir no nos dejamos iluminar ni menos traspasar por esta luz que hace que nos veamos como hermanos, que nos demos cuenta que somos hijos de Dios y que iluminados por El podemos entendernos bien. Porque muchas veces nos sentimos hombres de Dios, le miramos a El, pero no vemos a nuestros hermanos, no queremos entenderlos  y hasta incluso, los desatendemos y relegamos con falsa justificaciones olvidándonos de lo que nos ha enseñado el Evangelio: “Si decimos que estamos en comunión con él, y caminamos en tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros” (1 Juan (SBJ) 1,7). Por tanto, si de verdad queremos estar iluminado por Cristo y dar verdadera caridad a nuestros semejantes, acojamos con sinceridad la palabra del Señor que nos ha escrito un mandamiento nuevo - lo cual es verdadero en él y en vosotros - pues las tinieblas pasan y la luz verdadera brilla ya.”Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos”. (1 Juan (SBJ) 2, 9-11)
5.      ALEJADO DE LA VERDADERA LUZ, CAEMOS EN LA LOCURA DE LA EMANCIPACIÓN Y LAS TINIEBLAS
“Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo.  Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. (2 Corintios (SBJ) 4, 6-7)
Sin embargo, tenemos que hacernos muchas preguntas de porque si siempre hemos podido vernos a esta luz que es eternamente auténticamente no hemos cegado a entendernos y ayudarnos entre nosotros, es decir, como hijos de un mismo Dios que es Padre y Madre. Porque diga lo que se diga, siempre hemos estado iluminados por la luz de Dios y de darnos cuenta de esto, sabemos que invariablemente no hemos dejado de tener la posibilidad de entendernos entre todo comedidamente. El mundo ha sido para los hombres revelación de Dios, sin embargo no hemos cerrados a esa revelación y por eso mismo hemos perdido y vamos perdiendo la visión auténtica del mundo y de cuales son nuestra verdaderas raíces. Alejado de la verdadera luz, caemos en la locura de la emancipación, en las tinieblas, y ya no nos entendemos, porque no nos queremos ver como criaturas de Dios, y si seguimos por estos caminos, nos vamos a perder y no lo volveremos a encontrar, y de seguro que las tinieblas y la muerte se harán cercanas nuestras. Representante y señor de la humanidad caída en las tinieblas es Satán. Matando el verdadero saber sobre sí mismos, mata en nosotros la vida verdadera; es, por tanto, criminal y engañador. “Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Por tanto, no es mucho que sus ministros se disfracen también de ministros de justicia. Pero su fin será conforme a sus obras”. (2 Corintios (SBJ) 11,14)
6.      DESDE LA ENCARNACIÓN, LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS.
Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor.  (Efesios (SBJ) 5,8) Cristo es quien trae la luz a las tinieblas de la historia humana. La curación del ciego de nacimiento es un símbolo de esto; en ese milagro no debemos ver sólo una ayuda momentánea que Cristo presta misericordiosamente a un hombre; si sólo tuviera ese sentido, sería un episodio insignificante en un mundo en que viven miles y millones de ciegos sin encontrar quien les cure; pero tiene gran importancia; en ese milagro se hace patente la función de Cristo ante la Historia y ante los mismos individuos. “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.” (Juan (SBJ) 1,9) En efecto, Cristo ilumina la vida humana de forma que sentimos que somos nosotros mismos; porque en Cristo logra el hombre la verdadera y clara mirada sobre sí mismo. En El se reconoce como criatura, como abandonado y, a la vez, como redimido. En El se ve como debe ser visto desde Dios, y logra así la verdadera medida y norma de su vida; pues Cristo le enseña a medirse y valorarse conforme a Dios, Cristo le lleva, pues, a la verdadera conciencia de sí mismo; toda otra conciencia es una ilusión.
7.      QUIEN VE EL MUNDO A LA LUZ DE CRISTO
Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. (Juan (SBJ) 12,46) Sólo los iluminados por Cristo veremos de verdad: todo lo demás son pasiones y fantasías. Porque hay muchos que fantasean de superhombres, de hombres divinos, de sabios que gustan ser admirados, de paraíso terrestre. Pero por gracia, hay muchos que entienden que sólo Cristo da un saber verdadero sobre la vida y el mundo. Es así como quien ve el mundo a la luz de Cristo no se hace de los hombres ilusiones y esperanzas que no puedan ser cumplidas. Quien ve el mundo a la luz de Cristo, ve al mundo y al hombre con claridad y sin ilusiones, y sin embargo no es escéptico.
Quien ve el mundo a la luz de Cristo, al ver los pecados y la basura de la tierra no cae en la desilusión o se resigna o desespera de forma que sólo pueda librarse por la diversión y distracción; para él ilumina Cristo con sus palabras de amor una nueva realidad. “La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo”. (Juan (SBJ) 1,9) en la que el hombre puede poner su  esperanza última e incondicional: esa realidad es el amor de Dios, que el hombre a la luz de Cristo ve destacarse en todas las sombras y tinieblas terrestres, en las ruinas y catástrofes de la Historia, en los peligros y amenazas de esta vida, en todas las traiciones y bajezas humanas, en los cínicos y falsos cariños hechos en nuestras espaldas. Quien ve el mundo a la luz de Cristo, sabe por eso hacia dónde debe volverse para transformarse amando a los hombres y a las cosas del mundo.
8.      LA ILUMINACIÓN DE CRISTO
Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.  (Lucas (SBJ) 11,35). La iluminación de Cristo no es un fenómeno natural como la del sol, sino que es espiritual. Cristo es la Luz y el portador de la Luz por ser el Revelador. El hombre es, pues, responsable de oír y aceptar la Revelación. Puede cerrarse a ella con orgullo; el orgullo prefiere las tinieblas a la luz. No quiere reconocerse como criatura y se obceca en su orgullo, al precio de dejar sin resolver los enigmas de la vida y sin contestar las eternas cuestiones del por qué y para qué, al precio, pues, de una vida inauténtica, triste y esclava. El orgulloso y autónomo prefiere vivir en la noche y desesperación a vivir en la luz y la alegría, porque esto sólo puede alcanzarlo sometiéndose al Revelador. El desesperado, sea clara o confusa su desesperación, es responsable de ella: es culpable (Cfr. Eranos-Jahrbuch, 10, 1943. Tema general: "Cultos antiguos al sol y simbolismo de la luz en la Gnosis y en el Cristianismo antiguo"). El que se deja iluminar por Cristo, Revelador, logra la verdadera Vida. “Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo”.  (Efesios (SBJ) 5,14)
Yo, la luz, he venido al mundo para que todo el que crea en mí no siga en las tinieblas. (Juan (SBJ) 12, 46)
La Luz de Cristo viva en sus corazones
 

 
Sagrada Biblia de Jerusalén (SBJ)
Teología Dogmática III, Dios Redentor, Rialp. Madrid 1959.

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