Páginas

jueves, 25 de julio de 2013

Melchor de Quirós, Santo


Obispo y Mártir, 28 de julio
 
Melchor de Quirós, Santo
Melchor de Quirós, Santo

Obispo y Mártir

Martirologio Romano En Nam Dinh, de Tonquín (hoy Vietnam), san Melchor García Sampedro, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, encerrado primero por ser cristiano en una estrechísima cárcel, y después, por orden del emperador Tu Duc, materialmente despedazado (1858).

En una pequeña aldea, Cortes, del concejo asturiano de Quirós, el año 1821, nace Melchor García Sampedro. Un tío suyo sacerdote que regenta una parroquia cercana le instruye en las primeras letras. A los catorce años se desplaza a Oviedo. Estudia en la Universidad de esa ciudad Filosofía y Teología con vistas a ser sacerdote en aquella diócesis. Cuando estaba en los últimos años de teología decide incorporarse a la Orden Predicadores. Esto le obligó al terminar sus estudios e incluso tras ser durante algún tiempo profesor en la Universidad a desplazarse al único convento de dominicos que las leyes desamortizadoras habían tolerado e España, el de Ocaña.

Toma el hábito y empieza el noviciado en agosto de 1845. Un año después se compromete definitivamente con la Orden. El 29 de mayo de 1847 sería ordenado sacerdote. Sólo nueve meses después sería destinado a Manila. Embarcará un siete de marzo de 1848. Con él otros cuatro dominicos navegaron durante cinco meses y medio. El día de Santiago desembarcaron en la capital de las islas Filipinas.

Se le propone ser profesor en la reconocida universidad de Santo Tomás de Manila que los dominicos habían fundado y era, y es, el centro católico de más prestigio del Oriente. Manifiesta, sin embargo, su deseo de siempre de ser misionero y los superiores respetan esa decisión.

Las misiones a las que quería ser enviado eran las de Tung-King, como entonces se llamaba el Vietnam de ahora. Si por algo se significaban esas misiones era por el hecho de que el misionero se jugaba la vida, a causa de las oleadas de persecuciones que de vez en cuando desataban las autoridades políticas.

Llegado a Tung-King tuvo que enfrentarse antes de nada con el aprendizaje de la lengua anamita. No debió tardar mucho en hacerse más o menos con ella, porque a los pocos meses estaba ya ejerciendo el ministerio pastoral, es decir: oyendo confesiones, predicando. Pronto se le nombró Vicario General del Vicariato oriental.

La situación de persecución se agudizó y generalizo. Lo que hizo que la Iglesia quisiera que, junto al obispo titular, se consagrara también uno coadjutor. Así en el caso del martirio del obispo, la iglesia no quedaría nunca sin pastor. Mons. José María Díaz Sanjurjo fue delegado de la santa Sede para elegir y consagrar un obispo coadjutor. Y eligió al que todos esperaban que lo fuera, Fray Melchor García Sampedro.

San Melchor comenzó su actividad como obispo a los 34 años. Difícil fue su ministerio. Mons. Melchor, ahora un personaje, por su condición de obispo y por la admiración de sus fieles, encontraba realmente difícil no ser reconocido por los perseguidores. Sin embargo su ministerio le obligaba a desplazarse de comunidad cristiana en comunidad cristiana. El martirio estuvo siempre en sus deseos más profundos. De momento le tocó presenciar cómo fieles cristianos, sacerdotes, catequistas iban siendo martirizados. Él pudo contar el encarcelamiento, los sufrimientos y el martirio del obispo titular, hoy San José María Díaz Sanjurjo. Tuvo lugar e 20 de julio de 1957.

Fue un tiempo, lo relata el mismo San Melchor de desplazamientos camuflado, vestido como un hijo de aquella tierra, a pie descalzo, o en pequeñas barcas...; de catequesis durante las noches, de misa antes de amanecer. Todo ello viendo cómo la persecución se iba llevando a catequistas, sacerdotes fieles...Se sentía casi con mala conciencia por ver que el martirio no le llegaba a él, que tenía como misión alentar esa fe que a otros les había supuesto ser asesinados.

Se le busca ansiosamente para acabar con su vida. Tuvo que realizar un duro discernimiento, ofrecerse él a quienes lo buscaban o seguir ocultándose. El mismo refiere lo que llama el "purgatorio" de no saber qué hacer. Pero, sin necesidad de salir al encuentro de quienes le buscaban el 13 de mayo escribe a la autoridad de la Orden en España, despidiéndose con estas palabras "Si ésta es la última, hasta el cielo. Adiós”.

De acuerdo con la estrategia que, como hemos dicho se seguía, tuvo que proceder a elegir entre los sacerdotes uno que la Santa Sede nombrara obispo coadjutor. Eligió a Fray Valentín de Berriochoa, vasco de Elorrio. Un mes después San Melchor fue hecho prisionero. Se le acusaba de haber entrado en aquel país sin permiso y de ser el jefe de quienes atentaban contra el emperador Tu-Duc. Siendo cierta la primera razón, fray Melchor manifestó siempre un cuidado interés en quedar fuera de las decisiones puramente políticas y en respetar la autoridad política. En las numerosas cartas que se conservan nunca se encuentra alusión, y menos crítica, a asuntos puramente políticos.

Fue su sucesor Mons. Valentín, así como otros sacerdotes, quienes han contado con todo detalle su arresto, su traslado a la capital de la provincia y su terrible martirio. Pocos martirios podemos ver en actas de mártires que hayan alcanzado la crueldad del infligido a san Melchor. Extremidades descoyuntadas para atarlas a estacas que estaban a mayor distancia de lo que permitían sus brazos y piernas, para luego ser cortadas sus extremidades con un hacha sin filo. Los testigos relatan incluso el número de golpes que fue necesario dar a sus rodillas, a sus brazos para cortarlos. Le abrieron el vientre y finalmente le cortaron la cabeza. Era el 28 de julio de 1858. Tenía el santo 37 años

Será su sucesor, San Valentín de Berriochoa, comentará cómo se cumplió en aquellas tierras una vez más que la sangre de mártires es semilla de cristiana. "Por muchos años que hubiera vivido el santo obispo fray Melchor desarrollando su conocido celo apostólico difícilmente hubiera convertido al cristianismo más que los que convirtió con su martirio", dice el santo.

Cuando llegó a Asturias la noticia del martirio de san Melchor aún vivían sus padres. Sus restos llegarían años después. Hoy se veneran en la catedral de Oviedo.

Pío XII le beatificó junto a su predecesor, José María Díaz Sanjurjo el 29 de abril de 1951. El 19 de junio de 1988 fue canonizado por Juan Pablo II, junto con otros ciento dieciséis mártires de la Iglesia Vietnamita.

El mismo papa los proclamó patronos de esa iglesia.

ORACIÓN
Sacerdote de Dios,
misionero fervoroso,
apóstol infatigable,
mártir de la fe de Jesucristo,
bienaventurado fray Melchor.
Me acerco a ti confiadamente impetrando tu ayuda en mi necesidad,
tu consuelo en mi dolor,
tu esfuerzo en mi desaliento.
Tu que anduviste por caminos de humildad,
quítame el espíritu de soberbia;
tu que te entregaste a Dios tan generosamente,
haz que desaparezca en mí el egoísmo.
Haz que en Dios crea con la intensidad de tu fe
y que a Dios sirva con el desinterés con que tu le serviste.
Haz que arda en mí aquella caridad que te llevó a sufrir
tan horrible y doloroso martirio.
Si lo que te pido en esta novena es para gloria de Dios,
alabanza tuya y bien de mi alma,
concédemelo; de lo contrario,
dame conformidad, energía y entereza para sobrellevar
mis sufrimientos y para cumplir en todo
y siempre la voluntad de Dios.
Amén.



San Melchor García Sampedro, obispo y mártir
fecha: 28 de julio
fecha en el calendario anterior: 20 de agosto
n.: 1821 - †: 1858 - país: Vietnam
canonización: B: Pío XII 29 abr 1951 - C: Juan Pablo II 19 jun 1988
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Nam Dinh, de Tonquín, san Melchor García Sampedro, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir, encerrado primero por ser cristiano en una estrechísima cárcel, y después, por orden del emperador Tu Duc, materialmente despedazado.

La ascensión al trono de Tu-Duc, en 1847, fue saludada con júbilo por los misioneros, por creer que el nuevo rey favorecería al catolicismo. Pero una rebelión del hermano mayor del monarca, con miras a derrocarlo, cambió los planes de Tu-Duc. Atendió los clamores de la opinión pública, que acusaba a los católicos de complicidad en el movimiento, y publicó el decreto de persecución. Sin embargo, durante algunos años, Tu-Duc se mostró relativamente tolerante, quizá por temor a la reacción de Napoleón III. Desgraciadamente, algunas torpezas de los franceses fueron interpretadas por Tu-Duc como prueba de su impotencia y, sin ningún temor, desencadenó en 1857 la persecución más violenta de que se haya tenido noticia en el país.

En el Tonkín central la primera víctima fue el vicario apostólico, Mons. José Díaz Sanjurjo. Le siguió por el camino del martirio su coadjutor, Mons. Melchor García Sampedro. Este había nacido cerca de Cienfuegos, en Asturias, el 29 de abril de 1821. Hizo sus estudios en Oviedo y tuvo en ellos mucho éxito, a pesar de que la pobreza de su familia le obligaba a vivir en condiciones económicas muy estrechas. Después de obtener su bachillerato en teología, fue profesor suplente en la enseñanza de la lógica, pero renunció a su cargo, a pesar de la oposición de sus padres, para entrar al noviciado de los dominicos de Ocaña, en agosto de 1845. Tras de ser ordenado sacerdote en Madrid, tres años después, partió a Manila y, una vez ahí, pidió ser enviado al Tonkín. Llegó a él en febrero de 1849. Pronto fue nombrado protovicario provincial y luego vicario provincial. Fue consagrado obispo el l de septiembre de 1855, cuando los edictos persecutorios se hacían cada vez más duros.

Lo arrestaron a principios de julio de 1858. Veinte días más tarde, el 28 de julio, lo sacaron de la prisión y lo llevaron, cargado de cadenas, al lugar del tormento. Después de arrojarlo por tierra desnudo y descoyuntado, lo ataron fuertemente a una estaca. Los esbirros le cortaron las manos y las piernas, mientras él invocaba sin cesar el nombre de Jesús. Finalmente, le cortaron la cabeza, le arrancaron las entrañas y las arrojaron en una fosa. Sus pobres despojos fueron echados a los elefantes para que los pisotearan. Pero esos animales se rehusaron tan obstinadamente, que los testigos, aterrorizados, avisaron al emperador, quien ordenó dar muerte a las bestias a cañonazos en el mismo lugar de la ejecución. Fue beatificado el 29 de abril de 1951, y canonizado por SS Juan Pablo II, en el grupo de 117 mártires de Vietman, el 19 de junio de 1988.

Extractado del artículo del 20 de agosto, sobre los mártires de Indochina en general.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario