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lunes, 29 de julio de 2013

Me hubiera gustado llamar a cada puerta y tomarme un cafecito con cada uno

La verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón
 
Me hubiera gustado llamar a cada puerta y tomarme un cafecito con cada uno
Me hubiera gustado llamar a cada puerta y tomarme un cafecito con cada uno
“La verdadera riqueza no está en las cosas, sino en el corazón”; “Recordémoslo siempre: sólo cuando se es capaz de compartir, llega la verdadera riqueza; todo lo que se comparte se multiplica”, son algunas de las palabras que Francisco dirigió a los habitantes de la comunidad de Varginha, en una de las 700 favelas de Río de Janeiro, donde vive un millón y medio de personas…

Antes de la esperada fiesta de acogida de los jóvenes de la JMJ en la rambla de Copacabana, acto que podríamos decir, representa el primer gran encuentro del Obispo de Roma con los jóvenes del mundo, en este caso de más de 160 países, el Papa Francisco recibió este jueves por la mañana las llaves de la Ciudad de Río de Janeiro de manos de su alcalde. Posteriormente bendijo las banderas oficiales de los juegos olímpicos y para olímpicos de estas manifestaciones deportivas que se celebrarán dentro de tres años en Brasil. Y visitó la comunidad de Varginha, que cuenta con alrededor de diez mil habitantes, y que forma parte de una enorme favela “pacificada” de unos cincuenta mil habitantes.

Como el mismo Francisco les dijo, desde el principio, al programar la visita a Brasil, mi deseo era poder visitar todos los barrios de esta nación. Habría querido llamar a cada puerta, decir “¡buenos días”!, pedir un vaso de agua fresca, tomar un “cafecito”, hablar como amigo de casa, escuchar el corazón de cada uno, de los padres, los hijos, los abuelos... Pero Brasil, ¡es tan grande! Y no se puede llamar a todas las puertas. Así que elegí venir aquí, a visitar su comunidad, que hoy representa a todos los barrios de Brasil.

Francisco ha querido incluir esta visita en el ámbito de su viaje a Río para la Jornada Mundial de la Juventud porque su esencia de pastor, es más, de pastor “con olor a oveja”, como él mismo lo ha sugerido recientemente, refiriéndose a las características de los sacerdotes y obispos, que deben caminar con y en medio de su rebaño…
Ya desde hace algún tiempo el Papa nos viene hablando de ese “tocar las llagas de Cristo”, “tocar la carne de Cristo”, en la persona de los enfermos (como lo hizo el miércoles al visitar el hospital San Francisco de Asís que se ocupa principalmente de la recuperación de drogadictos y alcoholizados) y marginados, víctimas de las injusticias sociales, como es el caso de la pobreza, y que componen todos los cuadros posibles de esas periferias existenciales a las que se refiere el Obispo de Roma.

Por eso en esta ocasión no dejó de hacer un llamamiento a quienes tienen más recursos, a los poderes públicos y a todos los hombres de buena voluntad comprometidos en la justicia social, para que no se cansen de trabajar por un mundo más justo y más solidario. Porque nadie puede permanecer indiferente ante las desigualdades que aún existen en el mundo…

El padre Marcio Queiroz, párroco de la comunidad de Varginha, nos ha contado que la señora que él mismo eligió para que reciba al Papa en su casa, ya antes de saberlo se sentía asediada por los periodistas interesados en ver su vivienda porque consideraban que se encuentra ubicada en un lugar donde Francisco no podía dejar de pasar… Y ella siempre se negaba… Sin embargo, no sin sacrificio, la semana pasada decidió pintar la fachada de la casa, como demostración de afecto ante el paso de Francisco. Y lo hizo de amarillo, uno de los colores del Estado de la Ciudad del Vaticano. Sólo ayer supo que Francisco entraría en su casa.

Su hijo, además, es un pastor evangélico, que en principio no tenía ningún interés por conocer a Francisco, si bien ahora se ha producido un cambio inexplicable en su corazón…

Por su parte, el sacerdote brasileño Luis Antonio Lopes, responsable de la pastoral de favelas de Río de Janeiro, recogió las cartas de los habitantes de la comunidad de Varginha, para entregárselas al Papa.

En ellas, explica, algunos le cuentan que no tienen agua desde hace dos días, otros que no tienen electricidad desde hace tres días. Este sacerdote de 58 años, originario también de un medio muy modesto, afirma que el derecho a la vivienda es sagrado. “Los zorros tienen su madriguera, los pájaros del cielo tienen sus nidos y el hijo del hombre debe tener una vivienda". Porque las favelas no son el problema sino una solución a la que recurrimos en un Estado que no tiene ninguna política de vivienda.
También recuerda que sobre todo gracias a la Iglesia las favelas son hoy una realidad reconocida por el Estado, puesto que hace 20 años ni siquiera figuraban n en los mapas…

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