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martes, 4 de junio de 2013

Juan Grande Román, Santo


Religioso, 3 de junio
 
Juan Grande Román, Santo
Juan Grande Román, Santo

Patrón de la Diocesis de Asidonia-Jerez

(1546-1600)

Martirologio Romano: En Jerez, en la región española de Andalucía, san Juan Grande, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, insigne por su dedicación a los cautivos, abandonados y marginados, que, cuidando de los apestados durante una epidemia, falleció al haberse contagiado. ( 1600)

Juan Grande Román nació en Carmona, Sevilla, España, el sábado 6 de marzo de 1546. Sus padres fueron Cristóbal Grande e Isabel Román, matrimonio muy cristiano, y fue bautizado por el párroco Andrés Muñoz. Su padre, artesano de oficio, falleció cuando Juan tenía 11 años.

Recibió una esmerada educación cristiana, primero en el seno familiar, y desde los siete años como "niño de coro" de su parroquia.

Su formación humana y profesional la completó en Sevilla aprendiendo el oficio de pañero o tejedor. A los 17 años volvió a su casa y se dedicó al comercio como vendedor de telas. Poco tiempo después el mismo oficio le hizo entrar en una profunda crisis espiritual.

Opción por Dios

Dejó su familia, y se retiró a la Ermita de Santa Olalla, en Marchena, población cercana de Carmona, donde pasó un año en retiro, tratando de conocer su verdadera vocación. Decidió entonces dedicarse totalmente a Dios: dejó su ropa y se vistió de un hábito de jerga; renunció al matrimonio y adoptó el sobrenombre de " Juan Pecador".

Inició al mismo tiempo la experiencia de atender a un matrimonio anciano que encontró en abandono: los llevó a su habitación, les cuidaba en sus necesidades y pedía limosna para ellos. Con ello entendió que su nueva vocación era el servicio a los pobres y necesitados.

Opción definitiva por los pobres

Con sólo 19 años, Juan Pecador se trasladó a la ciudad de Jerez de la Frontera, Cádiz, y empezó una nueva vida: atendía personalmente a gente necesitada, a los presos de la " Cárcel Real ", y a otros enfermos convalecientes e incurables, que encontraba abandonados. Para ayudarles pedía limosna por la ciudad.

Al mismo tiempo frecuentaba la iglesia de los Padres Franciscanos, donde se recogía para su oración y se aconsejaba con uno de los Padres.

Fundación del Hospital de la Candelaria

Juan Pecador era seguido con admiración por los habitantes de Jerez en su generosa vida de caridad.

En enero de 1574, se generalizó una grave epidemia en Jerez y entonces dirigió un memorial al Cabildo urgiendo la asistencia de tantos enfermos tirados por la calle. Él se multiplicaba ante tanta necesidad, y al fin optó por fundar su propio Hospital, que poco a poco lo fue ampliando: lo dedicó a la Virgen y llamó de Ntra. Sra. de la Candelaria.

Unión a San Juan de Dios

La razón de ser y actuar de Juan Pecador era Dios expresado mediante el servicio a los pobres, y sostenido por su intensa vida de fe y oración.

Tuvo mientras tanto conocimiento de la Institución fundada por Juan de Dios en Granada. La visitó en 1574 y decidió unirse a ella, acogiéndose a sus reglas y aplicando en su hospital la misma forma de vida profesada.

Con su nuevo planteamiento, su testimonio y entrega ejemplar se derivó el que se le fueran uniendo compañeros, que formó según " los Estatutos de Juan de Dios ".

Esto le dio oportunidad para ampliar su acción con otras fundaciones en Medina Sidonia, Arcos de la Frontera, Puerto Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Villamartín.

La Reducción de los Hospitales

La asistencia a los enfermos más pobres en Jerez dejaba mucho que desear, mientras se multiplicaban los pequeños centros. Las autoridades ante ello determinaron la reducción de los Hospitales, pretendiendo una mayor eficacia hospitalaria; pero la medida lesionaba los intereses de no pocos, apegados a los centros no tanto por servir a los enfermos, cuanto por ser medio de beneficios personales. Por eso mismo no habían de faltar críticas, resistencias y entorpecimientos.

La medida también afectaba al Hospital de Juan Pecador. Él, como los demás, presentó a las autoridades su "Memorial" sobre cómo se atendía a los enfermos en su hospital.

Ante la decisión, el Arzobispo de Sevilla, Cardenal Rodrigo de Castro, encargó tan delicada misión a Juan Pecador, como la persona más apta y mejor capacitada para ello, por su espíritu, vocación y experiencia en hospitalidad. Juan Grande se enfrentó a la reducción con valor y amor, y ante los no pocos ni pequeños sinsabores, demostró su especial sensibilidad, capacidad, buen temple y no pequeña virtud.

De su Hospital se había presentado el informe de que la asistencia hospitalaria se cumplía en el mismo "con diligencia, cuidado y mucha caridad, haciéndose muy buena obra y servicio a Dios nuestro Señor, porque él y sus hermanos de hábito son hombres virtuosos y profesan esta caridad de curar los pobres enfermos".

Actualidad de Juan Grande

Junto a su intensa vida interior, Juan Pecador se dedicó en cuerpo y alma a la tarea externa de buscar, cuidar y servir a los pobres y enfermos, preocupándose por todo lo que entonces era más grave y urgente: encarcelados, enfermos convalecientes e incurables, mujeres prostituidas, soldados enfermos desechados, niños abandonados, etc. En verdad, practicó todas las obras de misericordia.

En Juan Grande vemos a un hombre del bien hacer desde el ser, poco hablador y eficientemente práctico, servidor misericordioso del "Evangelio de la Vida", buen samaritano, organizador de hospitales y de la asistencia hospitalaria, conciencia crítica ante las injusticias, abusos y carencias. En definitiva, fue un profeta y apóstol de la asistencia sanitaria.

Epidemia de peste y muerte

Contando Juan Grande 54 años y viviendo plenamente dedicado a su comunidad y al hospital, se presentó en Jerez una terrible epidemia de peste. Juan se prodigó por todas partes con todas sus fuerzas y generosidad, pero al fin contagiado, murió el sábado 3 de junio de 1600.

Glorificación

Fue beatificado en 1853 por Pío IX, y canonizado por Juan Pablo II el 2 de junio de 1996. Proclamado Patrón de la nueva Diócesis de Jerez de la Frontera en 1986, sus restos son venerados en el " Santuario Diocesano San Juan Grande ", en Jerez, en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios de su mismo nombre.



San Juan Grande, religioso
fecha: 3 de junio
n.: 1546 - †: 1600 - país: España
otras formas del nombre: Juan Grande Román, Juan Grande Pecador, Juan el Pecador
canonización: B: Pío IX 13 nov 1858 - C: Juan Pablo II 2 jun 1996
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Jerez, en la región española de Andalucía, san Juan Grande, religioso de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, insigne por su dedicación a los cautivos, abandonados y marginados, que, cuidando de los apestados durante una epidemia, falleció al haberse contagiado.

Juan Grande nació en la pequeña población andaluza de Carmona, en 1546. Cuando el joven tenía quince años, perdió a su padre y se fue a vivir con un pariente que tenía una tienda de ropa en Sevilla. Poco después, el muchacho estableció un negocio similar por su cuenta, en Carmona, y comenzó a prosperar. Sin embargo, las cosas de este mundo no tenían ningún atractivo para Juan y, al cumplir los veintidós años, distribuyó todos sus bienes entre los pobres y se retiró a vivir en una ermita, cerca de la ciudad de Marchena. A pesar de que desde su infancia había observado una conducta irreprochable, él se consideraba como el más vil y despreciable de los hombres; debido en parte a ese sentimiento y al temor de que los demás le considerasen como a un hipócrita, transformó su apellido en un sobrenombre y por todas partes se presentaba, ya no como Juan Grande, sino como «el Grande Pecador». Con el apelativo de Juan «El Pecador» se le venera hasta hoy en Andalucía. Cierto día encontro a dos vagabundos que estaban enfermos y yacían junto al camino; lleno de compasión, condujo a los desamparados a su choza, los atendió y salió a pedir limosna para alimentarlos. Muy pronto se presentaron otros casos similares, y a Juan le pareció que Dios le llamaba a servirle en el suministro de socorros y afectuosa solicitud a los afligidos y desamparados.

Entonces abandonó su retiro y se trasladó a Jerez, donde obtuvo la autorización para atender a los prisioneros. Durante tres años vivió y trabajó en condiciones terribles entre la hez de la humanidad, para ayudar a los presos, alimentarlos con limosnas que salía a pedir de puerta en puerta y ablandar el corazón de criminales endurecidos, con dulces palabras de consuelo. Armado de infinita paciencia, soportó los desprecios, los insultos, la ingratitud y hasta los golpes. Después prestó sus servicios en los hospitales y ahí debió sufrir una persecución en regla, por parte de los directores, empleados y enfermeros, quienes veían en la devoción con que Juan cuidaba a los enfermos, un silencioso reproche a su propia negligencia y dureza de corazón. En cambio, hubo otros que observaron a Juan y quedaron impresionados por su abnegación; tanto fue así, que una acaudalada pareja de la ciudad fundó un hospital, que dejó en manos de «El Pecador». Inmediatamente la casa se llenó de pacientes y acudieron también muchos jóvenes, movidos por el ejemplo de Juan y ansiosos por servir. Con el fin de que su obra no muriera con él, afilió su hospital al grupo que estaba al cuidado de la Orden de Hospitalarios, cuyo fundador, san Juan de Dios, había muerto en Sevilla cuando Juan «El Pecador» era un niño de cuatro años. También él ingresó a la orden.

A pesar de que su preocupación principal eran los enfermos, otorgaba su ayuda y su afecto a todos los afligidos. Reunía en torno suyo a las esposas abandonadas y les proporcionaba alimentos para sus cuerpos y buenos consejos para guía de sus almas. También solía juntar dinero para proporcionar una dote a las muchachas casaderas de pobre condición. Aún le quedaba tiempo para hacer frecuentes visitas a los prisioneros, a quienes nunca olvidó. A raíz de la toma de Cádiz por los ingleses, trescientos soldados españoles fugitivos llegaron a Jerez; el beato se hizo cargo de todos ellos y, por verdadero milagro, como admitían los propios soldados llenos de asombro, distribuyó comida y ropa entre todos, sin faltar ninguno. La actividad física de su existencia no le impedía alcanzar los altos niveles del espíritu; a menudo caía en arrobamientos, y, algunas veces, los éxtasis le sorprendían mientras realizaba sus obras de misericordia. En esos casos, al recuperar el conocimiento, se encontraba rodeado por los transeúntes curiosos que, tomándole por un loco o un borracho, le insultaban o se burlaban de él. Pero Juan sólo respondía con una humilde súplica para que le perdonaran sus rarezas y continuaba su camino, cabizbajo. Asimismo, se le atribuían dones proféticos, y se asegura que vaticinó la destrucción de la «Invencible Armada» española. A causa de la peste que contrajo al dedicarse a cuidar a las víctimas de una terrible epidemia que azotó a Jerez, murió Juan «El Pecador» en el año 1600, a la edad de cincuenta y cuatro años.

Fue beatificado en 1853 por Pío IX, y canonizado por Juan Pablo II el 2 de junio de 1996. Proclamado Patrón de la nueva Diócesis de Jerez de la Frontera en 1986, sus restos son venerados en el «Santuario Diocesano San Juan Grande», en Jerez, en el hospital de los Hermanos de San Juan de Dios de su mismo nombre.

Ver Acta Apostolicae Sedis, vol. XXIII (1931) pp. 18-19, la reapertura de la causa de canonización, que culmina con la canonización en nuestros días. Excepto el último párrafo, el resto proviene del Butler-Guinea. En el sitio del Vaticano hay un panegírico del santo escrito a propósito de su canonización. Allí mismo puede leerse, aunque en italiano, la homilía de SS en la misa de canonización.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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