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viernes, 21 de junio de 2013

Dogma

 
 


 dogma s. m.
1   Punto principal de una religión, doctrina o un sistema de pensamiento que se tiene por cierto y seguro y no puede ponerse en duda.
2   Conjunto de puntos principales de una religión, doctrina o un sistema de pensamiento que se tienen por ciertos y seguros y no pueden ponerse en duda.
3   Verdad absoluta.

 
Un dogma es, una preposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia. Sin embargo, su sentido más común es el de una doctrina sostenida por una religión u otra organización de autoridad y que no admite réplica; es decir, es una creencia individual o colectiva no sujeta a prueba de veracidad, cuyo contenido puede ser religioso, filosófico, social, sexual, etc., impulsado por una utilidad práctica. La enseñanza de un dogmatismo o de doctrinas, principios o creencias de carácter dogmático se conoce como adoctrinamiento.
En su origen (del latín dogma, y este del griego δόγμα) el término podía significar una norma o decreto emitido por una autoridad, o una opinión característica de una escuela filosófica. Con el crecimiento de la autoridad de la Iglesia Católica, la palabra adquirió el que ahora es su significado más usual, dogma teológico o dogma de fe, del que derivan -por analogía- el resto de los usos habituales[cita requerida]. De donde surge la tercera acepción del DRAE: el dogma es, pues, el «fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión».[1]
Téngase presente que en las definiciones del DRAE el significado de la palabra ciencia es tan extenso, que abarca incluso a las ciencias ocultas, como la astrología y la alquimia. [cita requerida].

Dogmas en la religión

Dogmas en la religión; son caracterizadas por una ideología a la cual siguen sus creyentes. En otras palabras, dogmas es un conjunto de creencias en la religión, en principio son irrefutables sin estar sujetas a opinión. No obstante, estos dogmas son objeto de estudio y ampliamente cuestionables dentro de otras ciencias exógenas a la religión, excluyendo la teología si la entendemos como un estudio de la religión desde dentro o endógeno.

Judaísmo

En el judaísmo, fue Saadia Gaon quien por primera vez sistematizó la fundamentación de las verdades, o dogmas, de la tradición, estableciendo a la vez la racionalidad del judaísmo y la prioridad de la tradición sobre la razón filosófica y la investigación. Su obra Emunot ve deot (‘Creencias y doctrinas’) fue titulada originalmente Libro de los artículos de fe y las doctrinas dogmáticas.
Los elementos fundamentales del judaísmo son la creencia en un solo Dios y en la elección de Israel para guiar al mundo.
El Estado de consagración a Dios se manifiesta por los objetos que se utilizan en la plegaria: el talit, que es un manto con flecos, que señala que el fiel, es decir una persona que cree en algo, está revestido de dicha consagración. Los tefilin, pequeñas cajas de cuero que se atan en la frente. Además, estas cajas, contienen unos manuscritos de pergamino de determinados pasajes de la escritura.

Cristianismo

Cristianismo ortodoxo

Para la mayoría del cristianismo oriental los dogmas están contenidos en el Símbolo Niceno y los cánones de los primeros siete Concilios Ecuménicos. Desde el séptimo, el Concilio de Nicea II, no consideran que haya sido posible un concilio genuinamente ecuménico, ya que fue a partir de él que las Iglesias de Oriente y la Romana comenzaran a separarse, consecuencia de lo cual se dio el llamado Cisma de Oriente, cuando las primeras consideraron que Roma se había apartado de lo que éstas consideraban el cristianismo "ortodoxo" (de ahí el nombre con el que se conoce comúnmente a estas Iglesias). Sin embargo, la doctrina ortodoxa no dista demasiado de la occidental, con ciertos matices. Por ejemplo, los ortodoxos no consideran que María haya sido concebida sin el pecado original (el dogma católico de la Inmaculada Concepción), sino que se le quitó el pecado al momento de la aceptación de llevar en su vientre al Hijo de Dios (el fiat: "hágase en mí").
Obviamente, la gran diferencia dogmática con Occidente es la de que la Iglesia Ortodoxa niega la Supremacía Papal, y en consecuencia la Infalibilidad papal. En contraposición, los ortodoxos tienen un patriarca en cada Iglesia, siendo el principal el Patriarca de Constantinopla o Patriarca Ecuménico, llamado primus inter pares (primero entre iguales); y consideran infalible a la Iglesia en su conjunto, sin primacía de ningún miembro (ni siquiera el Patriarca de Constantinopla). En consecuencia, tampoco ha sido posible una nueva declaración absolutamente definitiva del dogma ortodoxo,[2] pues no la han considerado necesaria, siguiendo a San Vicente de Lerins: "Aceptamos y creemos que la Iglesia creyó siempre, en cualquier lugar y por todos sin ningún cambio".[3] De todas formas, consideran de carácter normativo fundamental, además de los Concilios Ecuménicos antes mencionados, los Concilios Locales, los Escritos de los Santos Padres, el Testimonio de la Tradición Litúrgica e Iconográfica y el consenso universal de doctrinas y prácticas.

Catolicismo

En la doctrina católica, un dogma es una verdad revelada definida por la Iglesia Católica. La entiende como una verdad perteneciente al campo de la fe o de la moral, revelada por Dios y transmitida desde los Apóstoles a través de la Escritura o de la Tradición, y propuesta por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles.
El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o también cuando propone de manera definitiva verdades que tienen con ellas un vínculo necesario.[4]
La Iglesia Católica tiene una posición muy clara con respecto al dogma, y es que las verdades divinas siempre han existido, sólo que cuando se tiene una duda, o una desviación doctrinal, es necesario reafirmar dicha verdad por medio de un dogma. Por ejemplo: desde el inicio del cristianismo se reconoció a Jesucristo como hijo de Dios; ahora bien, cuando se dio la desviación doctrinal de Arrio sobre la naturaleza divina de Jesucristo, fue necesario hacer un artículo de fe, que determinara y zanjara esta situación, de manera que ya no habría dudas, sino que se determinara como una verdad; esto ocurrió en el Concilio de Nicea (año 325).
Es importante señalar que ciertas reglas u orientaciones que la Iglesia Católica dicta, por ejemplo el propio Papa en forma de encíclica o los obispos locales, no devienen en obligatoriedad ni se consideran dogmas. Las revelaciones privadas tampoco constituyen dogmas. Las verdades reveladas no adquieren su carácter formal de dogmas hasta que son definidas o propuestas por la Iglesia luego del debido estudio. En tiempos recientes se ha sentido cierta hostilidad hacia la religión dogmática, considerada como un cuerpo de verdades definidas arbitrariamente por la Iglesia; más aún cuando se suele considerar que es el Papa quien las define por su cuenta. Es por esto que la teoría del dogma católico presupone la aceptación de la doctrina de la infalibilidad del oficio de enseñar (Magisterio) de la Iglesia Católica y del Pontífice Romano.

Protestantismo

En la teología protestante se distinguen frecuentemente verdades fundamentales, sin aceptar las cuales no sería posible confesarse cristiano, esencialmente las declaradas en el Credo de los Apóstoles, y otras doctrinas, cuya aceptación sería optativa en la medida en que cada cristiano puede juzgar los dogmas escriturales según su libre examen. Sin embargo, dependiendo de las distintas denominaciones (luteranismo, calvinismo, episcopalianismo, etc.), existen distintas verdades fundamentales dentro de las distintas Iglesias.

Islam

En el islam, los dogmas están contenidos en el Aqidah, término equivalente a credo. Consiste en una serie de artículos de fe que aparecen claramente definidos en el Corán, y sobre la verdad de los cuales las distintas tendencias doctrinales se muestran de acuerdo, aunque con diferencias en cuanto a su desarrollo e implicaciones.
La religión musulmana se apoya en cinco pilares fundamentales:
  • La profesión de fe: no hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta.
  • La oración: celebrada en comunidad o individualmente, cinco veces al día en dirección a La Meca con previa purificación (wudu).
  • La limosna: recaudada como un impuesto calculado estrictamente en función de los beneficios anuales de cada persona y de los que de él dependen. Se destina al beneficio de los musulmanes menos favorecidos.
  • El ayuno: durante el mes de Ramadán, no se debe ingerir alimento ni bebida y abstenerse de toda práctica sexual durante las horas de sol.
  • La peregrinación a La Meca: al menos una vez en la vida si se tienen medios que lo permitan.
Aparte de estos pilares del islam, existen una serie de normas que regulan la vida de los musulmanes.
  1. El gobierno es teocrático, todas las leyes están supeditadas al Corán, que hace las veces de constitución.
  2. Están prohibidos el alcohol y la carne de cerdo por considerarse impuros y perjudiciales.
  3. Hombres y mujeres son iguales, pero al tener los hombres más responsabilidades, ya que tienen que mantener económicamente a la familia, también tienen más derechos; un hijo, por ejemplo, hereda el doble que una hija.
  4. Un hombre tiene derecho a tener hasta cuatro esposas, pero siempre con consentimiento de las anteriores, y siempre y cuando pueda hacerse cargo de todas por igual.

Hinduismo

El sistema de castas y el culto son dos aspectos muy importantes del hinduismo.
Los hindúes creen en la reencarnación (samsara), es decir, que ellos regresan a la vida otra vez como animales o como personas. También creen en el karma. Karma significa que el comportamiento en la vida anterior afecta el lugar de las personas en esta vida, y lo que hacen en esta vida determinará su lugar en la venidera. Si guardan las leyes de su casta, creen que nacerán de nuevo en una casta más alta. Creen que finalmente cesarán de vivir como personas para alcanzar el nirvana (convertirse en parte del dios Brahman, que no debe ser confundido con el dios Brahmá, de cuatro cabezas). Los renacimientos pueden continuar de manera interminable, ya que los hindúes nunca pueden estar seguros de haber hecho todo correctamente.
La mayoría de los hindúes son vegetarianos. Creen que los animales y los insectos tienen almas, y por lo tanto no comen carne ni quitan la vida si lo pueden evitar. Piensan que la vaca es especialmente sagrada, y por ello se les permite vagar libremente por las calles.

Budismo

Aunque el budismo no tiene dogmas que trate de imponer, tres conceptos importantes para entender el budismo son samsara, karma y nirvana, traídos del hinduismo por Buda, su fundador. Creen en la iluminación propia y de los demás; iluminación de los seres sensibles. Debido a esto y de acuerdo a quienes lo practican, el budismo más que una religión es una filosofía, a pesar de tener esta una sede (El Tíbet), órganos reguladores de conceptos tales como «Sanación», «Reiki», entre otros, oficinas institucionales en diversos países, además contar con un sumo patrono, el Dalai Lama.[5]
Los budistas no buscan convencer a otras personas para que adopten su religión, pero sí ponen sus enseñanzas a la disposición de quien esté interesado. La gente tiene la libertad de conocer poco o mucho acerca del budismo. Muchas personas toman las prácticas de la meditación o la filosofía de vida del budismo con la intención de mejorar sus vidas, sin practicar el budismo como religión. Por todo esto, quienes lo practican y enseñan, tienden a considerar al dogma como un concepto inexistente en el budismo. Sin embargo, son explícitos en brindar enseñanzas que, de no ser acatadas, resultarían en la inhabilidad de "trascender". Esto, por definición, resulta en un dogma.

Dogmas sociales, económicos y científicos

Debido al uso más extendido del vocablo dogma, y por extensión, el término dogmatismo designa la tendencia a erigir fórmulas que expresan conocimientos de carácter científico o social en verdades indiscutibles, al margen del estudio, de la crítica y del debate. El término "dogmático" conlleva en su significado que dicha creencia es llevada de forma acrítica y conformista, y tiene connotaciones negativas. Sin embargo, cabe recordar que no todo dogma implica dogmatismo, y que existen dogmas que se toman en sentido positivo en todos los aspectos del conocimiento; es lo que Thomas Kuhn llamaba paradigmas. Los paradigmas se sostienen en axiomas que construyen una teoría científica que puede ser rebatida y 'falsada' o confirmada. En este sentido, muchas creencias no religiosas son descritas como dogmas en campos como la ciencia, la política, la economía, la filosofía y los temas sociales. El término dogma tiene un uso peyorativo cuando se quiere hacer ver que una tesis no tiene fundamento real, y se la califica de dogmática.[cita requerida]

Dogma económico capitalista

Para autores como Walter Benjamin (en su artículo Capitalismo como religión), Max Weber (véase su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo), Giorgio Agamben y Vicenç Navarro, entre otros, el capitalismo y su expresión más contemporánea, el neoliberalismo, tendrían en su esencia una caracter religioso: necesidad de culto y fe y aparición de una dogmática propia que sostenga el culto.[6] [7] [8] [9]

Referencias

Véase también



Dogmas de la Iglesia católica apostólica romana

 
 
Los dogmas de la Iglesia Católica Apostólica Romana son todas aquellas afirmaciones doctrinales que la religion catolica mantiene.
De acuerdo con la constitución De Fide Catholica, emanada del concilio Vaticano I, cap. 3, «deben ser creídas con fe divina y católica todo aquello que está contenido en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y es propuesto por la Iglesia para ser creído como divinamente revelado, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio». Fe divina es la que se le debe a Dios, fe católica es la que se le debe a la Iglesia. Los dogmas católicos son inmutables. Como dijo León XIII, «lejos de la mente de alguno el disminuir o suprimir, por cualquier razón, alguna doctrina que haya sido transmitida.» (Carta Testem benevolentiae, sobre el americanismo). Dice la misma constitución antes citada (cap. 4): «Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia [Can. 3]. “Crezca, pues, y mucho y poderosamente se adelante en quilates, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de cada uno, ora de cada hombre particular, ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia”.»

El credo

Todos y cada uno de los artículos del Credo de los Apóstoles son artículos de fe, y dogmas, para los católicos, esto es:
  • Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de María la Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
  • Creencia monoteísta en un solo Dios en tres personas distintas: Padre Creador del Universo (Yavé), Hijo Redentor del mundo (Cristo) y el Consolador Espíritu Santo. Esta doctrina es conocida como trinitad (creencia en la Santísima Trinidad: un Dios único y «trino»).
Los Padres de la Iglesia consideraron herejía toda creencia que negara el carácter trinitario de la Divinidad (el gnosticismo, el arrianismo, el pelagianismo, entre otros). En el Credo de Nicea se expresó explícitamente esta doctrina, que fue preservada en credos posteriores del cristianismo, incluso los de la Reforma. Las Iglesias Ortodoxas son también profundamente trinitarias.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
  • Creencia en que Jesús, al ser Dios, nació sin pecado original.
que concebido por obra y gracia del Espíritu Santo nació de María Virgen
  • Creencia en la divinidad y humanidad de Jesucristo, basada en el evangelio de San Juan. Según esta doctrina, Jesucristo es Dios y hombre a la vez y, al ser Dios, vivió su vida terrenal sin pecado.
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado
descendió a los infiernos
al tercer día resucitó de entre los muertos
  • La resurrección de Cristo
subió a los cielos
  • La Ascensión a los cielos en cuerpo y alma
y está a la diestra de Dios Padre
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
  • El Juicio Final
Creo en el Espíritu Santo
en la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
  • Perdón de los pecados: por medio del Bautismo o, como gracia derivada de la del Bautismo, cuando hay arrepentimiento sincero, gracia posterior a la confesión, si esta es posible, o antes de la confesión si esta no es posible pero el penitente se compromete a confesarse directamente ante Dios en cuanto lo sea. El sacerdote, como testigo presencial del pueblo de Dios, y en nombre de Dios, absuelve de todos los pecados en el sacramento de la Reconciliación. Esta absolución es válida, mientras haya auténtica contrición en el penitente.
Es indispensable comprender que la Iglesia Católica contempla la gracia del Bautismo, o sea el perdón de los pecados, más como un bien surgido de la realeza de Jesucristo, Rey de Reyes, que como un proceso jurídico o ritual.
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
  • la vida eterna después y por medio de la muerte
    • Cielo Estado en que el alma de los justos gozan eternamente de la visión beatífica (presencia de Dios)
    • Purgatorio, proceso de purificación por el que pasan ciertas almas que han recibido la salvación.
    • o Infierno. Estado en que los pecadores sufren de la ausencia eterna de Dios
Amén
  • Existencia de creaturas espirituales, que fueron creadas por Dios, llamados ángeles, una tercia parte de estos, se revelaron contra Dios, encabezados por Lucifer y fueron arrojados al Infierno, son llamados demonios.

Dogmas sobre Cristo

Los primeros Concilios de la Iglesia se enfocaron en definir los dogmas acerca de la Persona de Cristo, además de lo ya citados anteriormente sobre la Encarnación, la Filiación Divina, la Muerte, la Resurrección, su Ascensión y su segunda Venida, que forman parte del Credo citado, existen otros definidos por los Concilios posteriores:
  • Jesucristo es Verdadero Dios y Verdadero Hombre: Esto basado en las definiciones de los primeros concilios que sostienen que Jesús tiene una doble naturaleza, la divina y la humana, la segunda desde el momento de su encarnación del vientre de María, naturalezas unidas Dios perfecto y hombre perfecto, de alma racional y cuerpo, antes de los siglos engendrado del Padre según la divinidad, y el mismo en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, nacido de María Virgen según la humanidad, el mismo consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad. Porque se hizo la unión de dos naturalezas, por lo cual confesamos a un solo Señor y a un solo Cristo.
Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los Padres
Concilio Ecuménico de Calcedonia
Y predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o: quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión, según la enseñanza de los Santos Padres; y dos voluntades, no contrarias —¡Dios nos libre!—, como dijeron los impíos herejes, sino que su voluntad humana sigue a su voluntad divina y omnipotente, sin oponérsele ni combatirla, antes bien, enteramente sometida a ella. Era, en efecto, menester que la voluntad de la carne se moviera, pero tenía que estar sujeta a la voluntad divina del mismo, según el sapientísimo Atanasio. Porque a la manera que su carne se dice g es carne de Dios Verbo, así la voluntad natural de su carne se dice y es propia de Dios Verbo, como Él mismo dice: Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me ha enviado [Ioh, 6, 38], llamando suya la voluntad de la carne, puesto que la carne fue también suya. Porque a la manera que su carne animada santísima e inmaculada, no por estar divinizada quedó suprimida, sino que permaneció en su propio término y razón, así tampoco su voluntad quedó suprimida por estar divinizada, como dice Gregorio el Teólogo: “Porque el querer de Él, del Salvador decimos, no es contrario a Dios, como quiera que todo Él está divinizado”.

Dogmas marianos

  • Inmaculada Concepción de la Virgen María: los católicos afirman que la madre de Jesús fue preservada del pecado original por privilegio especial divino desde el momento mismo en que fue concebida en el seno de su madre, Santa Ana (Lc 1, 28). Esta doctrina, basada en el contenido del texto de Lc. 1, 28 («El ángel entró donde estaba María y le dijo: -Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo») y Lc 1, 42 («Y levantó la voz para decir con cálido acento: ¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!»), y en la Tradición Sagrada. El origen de por qué fue formulado este dogma está en el problema cristológico de la identidad de Jesús como Hombre y Dios al mismo tiempo y en la misma persona, según el dogma católico. Quienes se contraponían a este dogma argumentaban que si Cristo fue hombre en todos los sentidos, también lo sería como portador del pecado original (otro de los dogmas del catolicismo). De esta forma, tanto para defender el dogma de la identidad Hombre-Dios en la misma persona de Jesús como para defender el dogma de que Cristo fue Hombre en todos los sentidos menos en el pecado, surgió el dogma de la Inmaculada Concepción. La Inmaculada Concepción fue declarada dogma de fe por el papa Beato Pío IX en 1854. La aparición de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes a santa Bernadette Soubirous el 25 de marzo de 1858, revelando su identidad en los téminos "Yo soy la Inmaculada Concepción" (Qué soï era immaculado councepcioũ)[1] [2] fortalecería aún más la expresión del dogma en el sentir de la Iglesia Católica. La Comunión Anglicana, quien también sostiene la Inmaculada Concepción de María, ha honrado a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes al peregrinar el Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams, a Lourdes y predicar ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional, siendo el Cardenal Kasper, del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad Cristiana el celebrante. Este hecho fue considerado muy auspicioso en orden a la unidad de los cristianos.[3] [4]
. sínodo de Letrán del año 649, presidido por el papa Martín I recalcó los tres momentos de la virginidad de María cuando enseñó que «la santa, siempre virgen e inmaculada María concibió del Espíritu Santo sin semilla, dio a luz sin detrimento y permaneció indisoluble su virginidad después del parto».
Virginidad antes del parto: . En Lc 1,26s vemos testimoniado que María llevó vida virginal hasta el instante de su concepción activa: «El ángel Gabriel fue enviado por Dios…a una virgen… y el nombre de la virgen era María». . La concepción virginal de María fue predicha en el Antiguo Testamento por el profeta Isaías en su célebre profecía de Emmanuel: «Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen dará a luz un hijo y llamará su nombre Emmanuel.»
. La Sagrada Escritura sólo testimonia indirectamente la perpetua virginidad de María después del parto. La interpretación tradicional de Lc 1,34: «¿Cómo sucederá esto, pues no conozco varón?», infiere de la respuesta de María que ella, por una especial iluminación divina, había concebida el propósito de permanecer siempre virgen.
. Nos consta también indirectamente la virginidad perpetua de María por el hecho de que le Salvador, al morir, encomendase a su Madre a la protección de San Juan, lo cual nos indica claramente que María no tuvo hijos fuera de Jesús.
. Como muy bien señala San Ambrosio de Milán, gran Padre latino del siglo IV, en su polémica contra el monje apóstata Joviniano, la virginidad de María, la virginidad total, es doctrina de la Iglesia desde la época neotestamentaria. En una epístola afirma el santo Obispo milanés: “no dice –la Sagrada Escritura- solo que una virgen concebirá, sino también que una virgen dará a luz. Pues lo que es la puerta del templo, aquella puerta exterior que mira a oriente y permanece cerrada… ¿no es María esta puerta, por la que el Salvador entró en el mundo… Ella que concibió y dio a luz como virgen?”.


  • Asunción de María. María fue llevada al cielo ("asumida, asunta")en cuerpo y alma después de su paso por la tierra. Esta doctrina pertenece a la más antigua Tradición de las Iglesias Católica y Ortodoxa (que hablan de la "dormición de la virgen" o del "Tránsito de María") y fue declarado dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus.
  • Maternidad divina: María es madre de Dios. Basada en el dogma de que Jesús tiene dos naturalezas unidas: Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen. (Concilio de Éfeso)

Otros dogmas y creencias católicos

  • Iglesia: Jesucristo constituyo una Iglesia visible, a partir de la persona de Pedro y los demás apóstoles, para la salvación de los hombres y esa es la Santa Iglesia Católica y Apostólica, cuya cabeza visible es el Papa.
  • Creencia en que existen dos fuentes de Revelación una es la Escrita que es la Biblia, y otra la Tradición Apostólica, que son las enseñanzas de los apóstoles no escritas y transmitidas a lo largo de los siglos, por la Iglesia.
  • El Magisterio de la Iglesia, es el único facultado para la interpetación verdadera y definitiva de la revelación divina, y este es ejercido a través del Papa y los Obispos en comunión con él, que se ejerce también por medio de los Concilios Ecuménicos, estas definiciones cuando son solemnes (Magisterio extraordinario) son infalibles e irreformables, sin embargo la fe católica obliga a los fieles el asentimiento del Magisterio ordinario, que son los documentos de caracter pastoral del Papa y los obispos.
  • El valor de la oración, esto es, de la relación personal del individuo con su Creador.
  • La doctrina de la sucesión apostólica. Es decir que los apóstoles tras su partida de este mundo, dejaron sucesores en las personas de los obispos, quienes tienen las facultades de los apóstoles, para impartir los sacramentos, así como su autoridad.
  • El papa como vicario de Jesucristo en la Tierra, es decir la Cabeza visible de la Iglesia, que tiene autoridad sobre toda la Iglesia.
  • Infalibilidad del papa El papa es infalible en cuanto a todo lo declarado con respecto a la doctrina ("Ex cathedra").
  • Veneración de la Virgen María y de los Santos. Viene ya de la especial mención a la Virgen en el Credo. Se evidencia especialmente en un asombroso número de advocaciones (representaciones) marianas, recipientes cada una de un fervoroso culto popular, especialmente en procesiones y peregrinajes: Nuestra Señora del Pilar, de Guadalupe, de las Viñas (España), Nuestra Señora de Lourdes (Francia), la Madonna di Loreto (Italia), Nuestra Señora de Luján (Argentina), Nuestra Señora de Guadalupe (México), Nuestra Señora del Rosario de Lima, Nuestra Señora de Cocharcas, Nuestra Madre de la Merced, Virgen del Carmen, Virgen de Urkupiña (Bolivia), Virgen de Chiquinquirá , Virgen de Coromoto, Virgen de Betania (Venezuela), Virgen del Milagro, Santísima Virgen de Guadalupe de Pacasmayo, Virgen de la Puerta y la Virgen de Chapi en (Perú), Santa Maria de la Antigua (PANAMA), La Inmaculada Concepción (USA), la Virgen del Quinche (Ecuador), Nuestra Señora del Rosario de Las Peñas, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo (Chile), Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé (Paraguay), Nuestra Señora de Suyapa (Honduras).

Referencias

  1. Trochu, Francois (1957). Saint Bernadette Soubirous, 1844-1879. Longmans (London). p. 480. ISBN 9780895552532. 
  2. Visentin, M.C. (2000). «María Bernarda Soubirous (Bernardita)». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. (en español). Diccionario de los Santos. España: San Pablo. pp. 1586-1596. ISBN 8428522596. 
  3. http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=19217
  4. http://anglicanuruguay.blogspot.com/2008/10/anglicanos-se-unen-en-jubileo-de.html
Virgen Nuestra Señora de La Paz (El Salvador)

Véase también


Dogma de fe

    
Un dogma (del griego δογμα, a su vez de δοκειν, dokein,þēņĚ "parecer") indica una creencia, doctrina o proposición sobre cuya verdad no se admiten dudas. Si bien los clásicos la emplearon para referirse en general a las afirmaciones de una persona o escuela, su uso contemporáneo está principalmente restringido a los principios que una religión afirma y cuyo acatamiento exige de todos los fieles.
El primer uso registrado en este sentido se remonta al Concilio de Jerusalén, y se conserva en el texto de Hechos 16:4, donde designa las instrucciones que el primer Concilio ecuménico dirigió a los protocristianos. En los textos de los Padres de la Iglesia el término pasó a indicar los preceptos instituidos por Jesús de Nazaret o por los apóstoles. De la escolástica data la distinción entre dogmas divinos, enseñados directamente por Jesús, apostólicos, enseñados por los apóstoles, o eclesiásticos, instituidos por concilios o papas posteriores.
De acuerdo a la doctrina contemporánea de la Iglesia Católica Romana, un dogma es una proposición de fe o de moral revelada por Dios, transmitida por la tradición apostólica, y propuesta formalmente por la Iglesia a los fieles, sea por la autoridad papal, por un concilio o simplemente por el magisterio ordinario de la sucesión apostólica de los obispos. La creencia en los dogmas de fe es condición indispensable para la pertenencia a la Iglesia cristiana; de acuerdo al principio de extra ecclesiam nulla salus ("no hay salvación fuera de la Iglesia"), se considera que la aceptación integral de los dogmas contenidos en el Catecismo es indispensable para la salvación del alma.
Los dogmas incluyen tanto la doctrina explícitamente presente en el texto de la Biblia como la contenida en la Tradición y formalizada por la enseñanza eclesiástica (Magisterio). Los artículos del Credo, la infalibilidad del Papa, la Inmaculada Concepción de María o la transubstanciación de la hostia y el vino en la misa son ejemplos de dogmas de la segunda clase.
Ésta es una lista incompleta pero representativa de las proposiciones que la Iglesia Católica considera dogmas de fe [cita requerida]:
  • Dogmas sobre Dios
  • Dogmas sobre Jesús
    • Jesús es verdadero Dios, consustancial al Padre, e hijo de Dios;
    • Jesús poseyó las dos naturalezas, humana y divina, sin transformarse o mezclarse;
    • Cada una de las dos naturalezas en Jesús poseyó una propia voluntad física y una propia operación física;
    • Jesús se inmoló en la cruz como verdadero y propio sacrificio;
    • Jesús rescató y reconcilió al hombre con Dios por medio del sacrificio de su muerte en la cruz;
    • Al tercer día después de su muerte, Jesús resucitó de entre los muertos;
    • Jesús subió en cuerpo y alma a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre;
  • Dogmas sobre María
    • Inmaculada concepción, María fue concebida sin pecado original.
    • La Maternidad divina, María, es verdaderamente madre de Dios (Hecho hombre).
    • Perpetua virginidad, María fue virgen antes, durante y perpetuamente después del parto.
    • La Asunción, María la Madre de Dios, luego de su vida terrenal fue elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial.


  • Dogmas sobre la creación
    • Todo cuanto existe fuera de Dios ha sido creado de la nada por Dios en cuanto a la totalidad de su sustancia;
    • El mundo fue creado en el tiempo;
    • El mundo es conservado por la voluntad divina;
  • Dogmas sobre la Iglesia
    • La Iglesia fue fundada por Jesús;
    • Jesús instituyó a Simón Pedro como primero entre los apóstoles y como cabeza visible de toda la Iglesia, confiriéndole inmediata y personalmente el primado de jurisdicción;
    • El Papa posee la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia, no solamente en cosas de fe y costumbres, sino también en la disciplina y gobierno de la Iglesia;
    • El Papa es infalible siempre que habla ex cathedra;
    • La Iglesia es infalible cuando define en materia de fe y costumbres;
  • Dogmas sobre la naturaleza humana
    • El pecado de Adán se propaga a todos sus descendientes por generación, no por imitación;
    • El hombre caído no podía redimirse a sí mismo;
    • El hombre consta de dos partes esenciales: el cuerpo material y el alma espiritual;
    • El hombre es un ser imperfecto, solo Dios es perfecto
  • Dogmas sobre los sacramentos
    • El bautismo es un verdadero sacramento instituido por Jesús;mediante el cual nos limpiamos del pecado original y entramos en gracia con Dios Padre
    • La Confirmación es verdadero y propio sacramento;mediante el cual confirmamos nuestra fe y recibimos los dones del Espíritu Santo
    • La Iglesia ha recibido de Cristo la potestad de perdonar los pecados cometidos después del bautismo.
    • La confesión sacramental de los pecados está prescrita por Dios y es necesaria para la salvación;solo mediante este sacramento somos perdonados de nuestros pecados
    • La eucaristía es verdadero sacramento instituido por Jesús; donde lo recibimos verdadera y únicamente mediante la forma del pan y vino, para alimentar nuestra alma
    • La unción de los enfermos es verdadero y propio sacramento instituido por Jesús; donde somos limpiados del pecado y preparados para entrar en el paraiso
    • El orden sacerdotal es un verdadero y propio sacramento instituido por Jesús;mediante el cual los elegidos por Dios desde el vientre de sus madres para proclamar el evangelio de Cristo se consagran a Dios
    • El matrimonio es un verdadero y propio sacramento instituido por la ley mosaica y confirmado por Jesús;
  • Dogmas sobre el más allá (novísimos)
    • Existe el paraíso, que consiste en la visión de Dios;
    • Existe el infierno, que consiste en el castigo del alma y el cuerpo;
    • Existe un purgatorio, donde los muertos en pecado venial purgan sus culpas antes de acceder al paraíso;
    • Jesús regresará para dar fin a este mundo;
    • Todos los muertos resucitaran con sus cuerpos en el último día
    • Jesús juzgará a muertos y vivos y los enviará al infierno o al paraíso según su justicia.

DOGMA
Ver también:
"dogmas" en el Catecismo

Doctrina y dogma
Dogmas
Dogma según el diccionario de la lengua española:
1. Pr
oposición que se asienta por firme y cierta y como principio innegable de una ciencia.
2. Doctrina de Dios revelada por Jesucristo a los hombres y testificada por la Iglesia.
3. Fundamento o puntos capitales de todo sistema, ciencia, doctrina o religión.

Los dogmas son aquellas doctrinas que la Iglesia propone para ser creídas como formalmente reveladas por Dios. Los dogmas pertenecen al depósito de la fe de una manera irreversible.
Una doctrina se reconoce como dogma por una de las siguientes razones:
1- Ha sido solemnemente definida como tal por el Magisterio de la iglesia. Esto puede ocurrir en un Concilio Ecuménico o por un pronunciamiento ex cathedra del Papa. (Ejemplo: La Inmaculada Concepción de María)
2- Ha sido enseñada como tal por la Tradición invariable de la Iglesia y no requiere ser proclamada dogmáticamente. (Ejemplo: La condena al aborto)

Negar algún dogma significa negar la misma fe, pues supone negar la autoridad de Dios, que lo ha revelado.



En el año 1950 el último dogma fue proclamado por Pio XII
Dios ha querido glorificar a su Madre de una manera plena, sin retardar para Ella lo que hará con los demás redimidos.
 
Mito 41: En el año 1950 el último dogma fue proclamado por Pio XII
Mito 41: En el año 1950 el último dogma fue proclamado por Pio XII
  En el año 1950 el último dogma pasado fue proclamado por el Papa Pio XII, la Asunción de la Virgen María.

Refutación y Argumentos Católicos

El núcleo del dogma sobre la asunción de María consiste en los siguientes contenidos: "Si María tuvo parte en la obra del Mesías y fue preservada del pecado por los méritos del Hijo, su participación quedaría parcial e incompleta sin una glorificación corporal".

Uno de los textos en que se meditó para este dogma es el pasaje de Ap 12,1 y ss, un texto donde la Madre del Mesías aparece radiante y trascendente, pero sin descuidar la situación terrena (de ahí los dolores del parto, la huida al desierto, etc.); pero no es el único. El dogma cita explícitamente los siguientes textos: Gn 3,15; en cuanto a la derrota sobre el pecado y la muerte por parte de Cristo, el dogma cita también Rm cc 5-6; 1Cor 15,21-26.54-57; 1Tim 1,17.

Un estudio atento de los padres de la Iglesia muestra que la Iglesia siempre ha visto en la figura de la Virgen a la Iglesia sin poderlas separar y ello a partir de los diversos escritos de Juan. Por otro lado, no se trata de la opinión del pueblo, sino de la fe que la Iglesia ha tenido siempre, en todas partes y que toda la Iglesia ha profesado. Esto ya lo había expresado un famoso escritor de medidados de los SS. IV y V: Vicente de Lerins. Del tema de la asunción se comenzó a hablar en una fecha muy cercana a la redacción de los Evangelios: el siglo II d.C. con san Justino, con Gregorio de Tours (recuérdese que el manuscrito más cercano al cuarto Evangelio se remontal aZo 120 y que Juan murió hacia el 100 de nuestra era), a lo que se sumó la liturgia de la dormición de la Virgen que se celebraba en Jerusalén a partir del S. VI y que se acogió en Roma en el siglo sucesivo. Es pues una tradición antiquísima. Los datos hablan por sí solos.

Doctrina.

Doctrina (del latín doctrina) es un conjunto coherente de enseñanzas o instrucciones. Pueden estar basadas en un sistema de creencias sobre una rama de conocimiento, campo de estudio o ciencia concreta, especialmente al cuerpo del dogma de una religión, tal como es enseñado por las instituciones del horario nuevo; ser los principios o posiciones que se mantienen respecto a una materia o cuestión determinadas; o un sistema de postulados, científicos o no (frecuentemente con la pretensión de validez general o universal).
En el ámbito jurídico, doctrina jurídica es la idea de derecho que sustentan los juristas. Si bien no originan derecho directamente, es innegable que en mayor o menor medida influyen en la creación del ordenamiento jurídico. También se utiliza la palabra doctrina para referirse a un principio legislativo.
El término adoctrinamiento ha adquirido connotaciones negativas a partir del siglo XX, viniendo a ser sinónimo de reeducación o lavado de cerebro.
La diferencia entre doctrina y educación consiste en que en la educación se persigue que el educando (la persona a educar) permanezca lo más superficial posible a los conocimientos acumulados y los analice; mientras que en la adoctrinación, el educando permanece dentro del cuerpo de conocimientos o creencias y absorbe sus enseñanzas. Por ejemplo, estudiar teología puede considerarse como un proceso de adoctrinación, cuyo equivalente educativo sería el estudio comparativo de las religiones.
El doctrinarismo o liberalismo doctrinario es una doctrina y práctica política de los denominados doctrinarios, un grupo político e ideológico francés del siglo XIX, que influyó notablemente en España (el Partido Moderado y Donoso Cortés).

Doctrinas ideológicas, filosóficas y religiosas

Doctrina católica

La doctrina católica es el conjunto de dogmas (procedentes de la Revelación a través de la Sagrada Escritura o la Sagrada Tradición y definidos por el Magisterio de la Iglesia) que la Iglesia Católica enseña como de creencia obligatoria el (dogma de fe). Son aquellos que cumplen con alguno de estos requisitos:
1-Fue formalmente creada por Dios (Ej.: la Presencia Real Eucarística).
2-Es una conclusión teológica (Ej.: la canonización de un santo)
3-Es parte de la ley natural (Ej.: la pecaminosidad de los anticonceptivos).
En cada caso, lo que lo constituye doctrina es la autoridad de la Iglesia que lo enseña. Esta enseñanza puede darse:
1-solemnemente (pronunciamientos ex cathedra por parte del Papa), o
2-por el magisterio ordinario (en el ejercicio de la Iglesia de su autoridad peremnia para enseñar). =Evitar ser pecaminoso para estar preparado a la segunda venida de nuestro señor Jesucristo.

Doctrina ortodoxa o de la cristiandad oriental

La principal discrepancia de la cristiandad oriental con la doctrina católica es la primacía del Papa, que se considera como simple obispo de Roma igual en jerarquía a los demás patriarcas. Otros dogmas son la polémica en torno al filioque, al pan ázimo para la eucaristía y algunos otros de naturaleza dogmática menos precisa, como los que permiten el matrimonio de los sacerdotes.

Doctrina protestante o evangélica

Martín Lutero, con sus lemas sola fides y sola scriptura, pone los dogmas bajo la sola luz de la interpretación libre de la Biblia por cada fiel (sacerdocio universal). Además de negar la autoridad del Papa, limita el número y funciones de los sacramentos, niega la utilidad de la vida consagrada y permite el matrimonio de los sacerdotes.
Calvino se distingue sobre todo por el concepto de la predestinación.
Otras iglesias reformadas (anglicanismo, episcopalianismo, presbiterianismo, metodismo, cuáqueros, etc.) tienen diferencias doctrinales más o menos acusadas entre sí y con el catolicismo.

Doctrinas militares

Doctrina de política exterior

Doctrinas políticas

Enlaces externos

doctrina es un conjunto de coherente que se forma instrucción 


Dogmas de la Iglesia católica apostólica romana

 
    
Los dogmas de la Iglesia Católica Apostólica Romana son todas aquellas afirmaciones doctrinales que la religion catolica mantiene.
De acuerdo con la constitución De Fide Catholica, emanada del concilio Vaticano I, cap. 3, «deben ser creídas con fe divina y católica todo aquello que está contenido en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y es propuesto por la Iglesia para ser creído como divinamente revelado, ora por solemne juicio, ora por su ordinario y universal magisterio». Fe divina es la que se le debe a Dios, fe católica es la que se le debe a la Iglesia. Los dogmas católicos son inmutables. Como dijo León XIII, «lejos de la mente de alguno el disminuir o suprimir, por cualquier razón, alguna doctrina que haya sido transmitida.» (Carta Testem benevolentiae, sobre el americanismo). Dice la misma constitución antes citada (cap. 4): «Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia [Can. 3]. “Crezca, pues, y mucho y poderosamente se adelante en quilates, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de cada uno, ora de cada hombre particular, ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia”.»

El credo

Todos y cada uno de los artículos del Credo de los Apóstoles son artículos de fe, y dogmas, para los católicos, esto es:
  • Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de María la Virgen. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.
  • Creencia monoteísta en un solo Dios en tres personas distintas: Padre Creador del Universo (Yavé), Hijo Redentor del mundo (Cristo) y el Consolador Espíritu Santo. Esta doctrina es conocida como trinitad (creencia en la Santísima Trinidad: un Dios único y «trino»).
Los Padres de la Iglesia consideraron herejía toda creencia que negara el carácter trinitario de la Divinidad (el gnosticismo, el arrianismo, el pelagianismo, entre otros). En el Credo de Nicea se expresó explícitamente esta doctrina, que fue preservada en credos posteriores del cristianismo, incluso los de la Reforma. Las Iglesias Ortodoxas son también profundamente trinitarias.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
  • Creencia en que Jesús, al ser Dios, nació sin pecado original.
que concebido por obra y gracia del Espíritu Santo nació de María Virgen
  • Creencia en la divinidad y humanidad de Jesucristo, basada en el evangelio de San Juan. Según esta doctrina, Jesucristo es Dios y hombre a la vez y, al ser Dios, vivió su vida terrenal sin pecado.
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado
descendió a los infiernos
al tercer día resucitó de entre los muertos
  • La resurrección de Cristo
subió a los cielos
  • La Ascensión a los cielos en cuerpo y alma
y está a la diestra de Dios Padre
desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
  • El Juicio Final
Creo en el Espíritu Santo
en la Santa Iglesia Católica,
la Comunión de los Santos,
el perdón de los pecados,
  • Perdón de los pecados: por medio del Bautismo o, como gracia derivada de la del Bautismo, cuando hay arrepentimiento sincero, gracia posterior a la confesión, si esta es posible, o antes de la confesión si esta no es posible pero el penitente se compromete a confesarse directamente ante Dios en cuanto lo sea. El sacerdote, como testigo presencial del pueblo de Dios, y en nombre de Dios, absuelve de todos los pecados en el sacramento de la Reconciliación. Esta absolución es válida, mientras haya auténtica contrición en el penitente.
Es indispensable comprender que la Iglesia Católica contempla la gracia del Bautismo, o sea el perdón de los pecados, más como un bien surgido de la realeza de Jesucristo, Rey de Reyes, que como un proceso jurídico o ritual.
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
  • la vida eterna después y por medio de la muerte
    • Cielo Estado en que el alma de los justos gozan eternamente de la visión beatífica (presencia de Dios)
    • Purgatorio, proceso de purificación por el que pasan ciertas almas que han recibido la salvación.
    • o Infierno. Estado en que los pecadores sufren de la ausencia eterna de Dios
Amén
  • Existencia de creaturas espirituales, que fueron creadas por Dios, llamados ángeles, una tercia parte de estos, se revelaron contra Dios, encabezados por Lucifer y fueron arrojados al Infierno, son llamados demonios.

Dogmas sobre Cristo

Los primeros Concilios de la Iglesia se enfocaron en definir los dogmas acerca de la Persona de Cristo, además de lo ya citados anteriormente sobre la Encarnación, la Filiación Divina, la Muerte, la Resurrección, su Ascensión y su segunda Venida, que forman parte del Credo citado, existen otros definidos por los Concilios posteriores:
  • Jesucristo es Verdadero Dios y Verdadero Hombre: Esto basado en las definiciones de los primeros concilios que sostienen que Jesús tiene una doble naturaleza, la divina y la humana, la segunda desde el momento de su encarnación del vientre de María, naturalezas unidas Dios perfecto y hombre perfecto, de alma racional y cuerpo, antes de los siglos engendrado del Padre según la divinidad, y el mismo en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, nacido de María Virgen según la humanidad, el mismo consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad. Porque se hizo la unión de dos naturalezas, por lo cual confesamos a un solo Señor y a un solo Cristo.
Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los Padres
Concilio Ecuménico de Calcedonia
Y predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o: quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin conmutación, sin separación, sin confusión, según la enseñanza de los Santos Padres; y dos voluntades, no contrarias —¡Dios nos libre!—, como dijeron los impíos herejes, sino que su voluntad humana sigue a su voluntad divina y omnipotente, sin oponérsele ni combatirla, antes bien, enteramente sometida a ella. Era, en efecto, menester que la voluntad de la carne se moviera, pero tenía que estar sujeta a la voluntad divina del mismo, según el sapientísimo Atanasio. Porque a la manera que su carne se dice g es carne de Dios Verbo, así la voluntad natural de su carne se dice y es propia de Dios Verbo, como Él mismo dice: Porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me ha enviado [Ioh, 6, 38], llamando suya la voluntad de la carne, puesto que la carne fue también suya. Porque a la manera que su carne animada santísima e inmaculada, no por estar divinizada quedó suprimida, sino que permaneció en su propio término y razón, así tampoco su voluntad quedó suprimida por estar divinizada, como dice Gregorio el Teólogo: “Porque el querer de Él, del Salvador decimos, no es contrario a Dios, como quiera que todo Él está divinizado”.

Dogmas marianos

  • Inmaculada Concepción de la Virgen María: los católicos afirman que la madre de Jesús fue preservada del pecado original por privilegio especial divino desde el momento mismo en que fue concebida en el seno de su madre, Santa Ana (Lc 1, 28). Esta doctrina, basada en el contenido del texto de Lc. 1, 28 («El ángel entró donde estaba María y le dijo: -Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo») y Lc 1, 42 («Y levantó la voz para decir con cálido acento: ¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!»), y en la Tradición Sagrada. El origen de por qué fue formulado este dogma está en el problema cristológico de la identidad de Jesús como Hombre y Dios al mismo tiempo y en la misma persona, según el dogma católico. Quienes se contraponían a este dogma argumentaban que si Cristo fue hombre en todos los sentidos, también lo sería como portador del pecado original (otro de los dogmas del catolicismo). De esta forma, tanto para defender el dogma de la identidad Hombre-Dios en la misma persona de Jesús como para defender el dogma de que Cristo fue Hombre en todos los sentidos menos en el pecado, surgió el dogma de la Inmaculada Concepción. La Inmaculada Concepción fue declarada dogma de fe por el papa Beato Pío IX en 1854. La aparición de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes a santa Bernadette Soubirous el 25 de marzo de 1858, revelando su identidad en los téminos "Yo soy la Inmaculada Concepción" (Qué soï era immaculado councepcioũ)[1] [2] fortalecería aún más la expresión del dogma en el sentir de la Iglesia Católica. La Comunión Anglicana, quien también sostiene la Inmaculada Concepción de María, ha honrado a la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Lourdes al peregrinar el Arzobispo de Canterbury y primado de la Comunión Anglicana Rowan Williams, a Lourdes y predicar ante 20.000 personas en la Eucaristía Internacional, siendo el Cardenal Kasper, del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad Cristiana el celebrante. Este hecho fue considerado muy auspicioso en orden a la unidad de los cristianos.[3] [4]
. sínodo de Letrán del año 649, presidido por el papa Martín I recalcó los tres momentos de la virginidad de María cuando enseñó que «la santa, siempre virgen e inmaculada María concibió del Espíritu Santo sin semilla, dio a luz sin detrimento y permaneció indisoluble su virginidad después del parto».
Virginidad antes del parto: . En Lc 1,26s vemos testimoniado que María llevó vida virginal hasta el instante de su concepción activa: «El ángel Gabriel fue enviado por Dios…a una virgen… y el nombre de la virgen era María». . La concepción virginal de María fue predicha en el Antiguo Testamento por el profeta Isaías en su célebre profecía de Emmanuel: «Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen dará a luz un hijo y llamará su nombre Emmanuel.»
. La Sagrada Escritura sólo testimonia indirectamente la perpetua virginidad de María después del parto. La interpretación tradicional de Lc 1,34: «¿Cómo sucederá esto, pues no conozco varón?», infiere de la respuesta de María que ella, por una especial iluminación divina, había concebida el propósito de permanecer siempre virgen.
. Nos consta también indirectamente la virginidad perpetua de María por el hecho de que le Salvador, al morir, encomendase a su Madre a la protección de San Juan, lo cual nos indica claramente que María no tuvo hijos fuera de Jesús.
. Como muy bien señala San Ambrosio de Milán, gran Padre latino del siglo IV, en su polémica contra el monje apóstata Joviniano, la virginidad de María, la virginidad total, es doctrina de la Iglesia desde la época neotestamentaria. En una epístola afirma el santo Obispo milanés: “no dice –la Sagrada Escritura- solo que una virgen concebirá, sino también que una virgen dará a luz. Pues lo que es la puerta del templo, aquella puerta exterior que mira a oriente y permanece cerrada… ¿no es María esta puerta, por la que el Salvador entró en el mundo… Ella que concibió y dio a luz como virgen?”.


  • Asunción de María. María fue llevada al cielo ("asumida, asunta")en cuerpo y alma después de su paso por la tierra. Esta doctrina pertenece a la más antigua Tradición de las Iglesias Católica y Ortodoxa (que hablan de la "dormición de la virgen" o del "Tránsito de María") y fue declarado dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950 mediante la constitución apostólica Munificentissimus Deus.
  • Maternidad divina: María es madre de Dios. Basada en el dogma de que Jesús tiene dos naturalezas unidas: Porque no nació primeramente un hombre vulgar, de la santa Virgen, y luego descendió sobre Él el Verbo; sino que, unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De esta manera [los Santos Padres] no tuvieron inconveniente en llamar madre de Dios a la santa Virgen. (Concilio de Éfeso)

Otros dogmas y creencias católicos

  • Iglesia: Jesucristo constituyo una Iglesia visible, a partir de la persona de Pedro y los demás apóstoles, para la salvación de los hombres y esa es la Santa Iglesia Católica y Apostólica, cuya cabeza visible es el Papa.
  • Creencia en que existen dos fuentes de Revelación una es la Escrita que es la Biblia, y otra la Tradición Apostólica, que son las enseñanzas de los apóstoles no escritas y transmitidas a lo largo de los siglos, por la Iglesia.
  • El Magisterio de la Iglesia, es el único facultado para la interpetación verdadera y definitiva de la revelación divina, y este es ejercido a través del Papa y los Obispos en comunión con él, que se ejerce también por medio de los Concilios Ecuménicos, estas definiciones cuando son solemnes (Magisterio extraordinario) son infalibles e irreformables, sin embargo la fe católica obliga a los fieles el asentimiento del Magisterio ordinario, que son los documentos de caracter pastoral del Papa y los obispos.
  • El valor de la oración, esto es, de la relación personal del individuo con su Creador.
  • La doctrina de la sucesión apostólica. Es decir que los apóstoles tras su partida de este mundo, dejaron sucesores en las personas de los obispos, quienes tienen las facultades de los apóstoles, para impartir los sacramentos, así como su autoridad.
  • El papa como vicario de Jesucristo en la Tierra, es decir la Cabeza visible de la Iglesia, que tiene autoridad sobre toda la Iglesia.
  • Infalibilidad del papa El papa es infalible en cuanto a todo lo declarado con respecto a la doctrina ("Ex cathedra").
  • Veneración de la Virgen María y de los Santos. Viene ya de la especial mención a la Virgen en el Credo. Se evidencia especialmente en un asombroso número de advocaciones (representaciones) marianas, recipientes cada una de un fervoroso culto popular, especialmente en procesiones y peregrinajes: Nuestra Señora del Pilar, de Guadalupe, de las Viñas (España), Nuestra Señora de Lourdes (Francia), la Madonna di Loreto (Italia), Nuestra Señora de Luján (Argentina), Nuestra Señora de Guadalupe (México), Nuestra Señora del Rosario de Lima, Nuestra Señora de Cocharcas, Nuestra Madre de la Merced, Virgen del Carmen, Virgen de Urkupiña (Bolivia), Virgen de Chiquinquirá , Virgen de Coromoto, Virgen de Betania (Venezuela), Virgen del Milagro, Santísima Virgen de Guadalupe de Pacasmayo, Virgen de la Puerta y la Virgen de Chapi en (Perú), Santa Maria de la Antigua (PANAMA), La Inmaculada Concepción (USA), la Virgen del Quinche (Ecuador), Nuestra Señora del Rosario de Las Peñas, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo (Chile), Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé (Paraguay), Nuestra Señora de Suyapa (Honduras).

Referencias

  1. Trochu, Francois (1957). Saint Bernadette Soubirous, 1844-1879. Longmans (London). p. 480. ISBN 9780895552532. 
  2. Visentin, M.C. (2000). «María Bernarda Soubirous (Bernardita)». En Leonardi, C.; Riccardi, A.; Zarri, G. (en español). Diccionario de los Santos. España: San Pablo. pp. 1586-1596. ISBN 8428522596. 
  3. http://www.30giorni.it/sp/articolo.asp?id=19217
  4. http://anglicanuruguay.blogspot.com/2008/10/anglicanos-se-unen-en-jubileo-de.HTML



Dogmas de la Iglesia católica

    
Iglesia católica
apostólica romana
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Basílica de San Pedro, en el Vaticano
En la Iglesia Católica Apostólica Romana, un dogma es una verdad absoluta, definitiva, inmutable, infalible, incuestionable y absolutamente segura sobre la cual no puede flotar ninguna duda.[1] Una vez proclamado solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, a no ser por el Papa o por decisión conciliar[1] Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la Doctrina católica[2] y cualquier católico está obligado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable.[3]
Los dogmas tienen estas características porque los católicos romanos confían que un dogma es una verdad que está contenida, implícita o explícitamente, la inmutable Revelación divina o que tiene con ella una "conexión necesaria".[3] Para que estas verdades se tornen en dogmas, ellas necesitan ser propuestas por la Iglesia Católica directamente a su fe y a la su doctrina, a través de una definición solemne e infalible por el Supremo Magisterio de la Iglesia (Papa o Concilio ecuménico con el Papa[4] ) y del posterior enseñanzas de estas por el Magisterio ordinario de la Iglesia. Para que tal proclamación o clarificación solemne acontezca, son necesarias dos condiciones:
  • el sentido debe estar suficientemente expresada como una auténtica verdad revelada por Dios;[5]
  • la verdad o doctrina en causa debe ser propuesta y definida solemnemente por la Iglesia siendo una verdad revelada y una parte integrante de la fe católica.[5]
Mas, "la definición de los dogmas a lo largo de la historia de la Iglesia no quiere decir que tales ver­dades solamente habían sido reveladas, sino que se tornaron más cla­ras y útiles para la Iglesia en su progre­sión en la fe".[6] Por eso, la definición gradual de los dogmas no es contradictoria con la creencia católica de que la Revelación divina es inalterable, definitiva e inmutable desde la ascensión de Jesús.
Los dogmas más importantes, que tratan de asuntos como la Santísima Trinidad y Jesucristo, "fueron definidos en los primeros concilios ecuménicos; o Concilio Vaticano I fue el último a definir verdades dogmáticas (primacía e infalibilidad del Papa)". Las definiciones de dogmas "más recientes están la Inmaculada Concepción [...] (1854) y de la Asunción de Nuestra Señora [...] (1950)".[6]

Lista de los dogmas proclamados por la Iglesia Católica

La Iglesia Católica proclama la existencia de muchos Dogmas, siendo 44 el número de sus principales dogmas. Ellos están subdivididos en 8 categorías diferentes:[5]

Dogmas sobre Dios

1- La Existencia de Dios
"La idea de Dios no es innata en nosotros, pero tenemos la capacidad para conocerlo con facilidad, y de cierto modo espontáneamente por medio de Su obra."
2- La Existencia de Dios como Objeto de Fe
"La existencia de Dios no es solo objeto de conocimiento de razón natural, sino que también es objeto de la fe sobrenatural."
3- La Unidad de Dios
"No existe más que un único Dios." (Juan 17:3)
4- Dios es Eterno
"Dios no tiene principio ni fin." (Salmo 90:2)
5- Santísima Trinidad
"En Dios hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (1Juan 5:7,8) y cada una de ellas posee la esencia divina que es numéricamente la misma."

Dogmas sobre Jesucristo

6- Jesucristo es el verdadero Dios (Juan 10:30) e hijo de Dios por esencia
"El dogma dice que Jesucristo posee la infinita naturaleza divina con todas sus infinitas perfecciones, por haber sido engendrado eternamente por Dios."
7- Jesús posee dos naturalezas que no se transforman ni se mezclan
"Cristo es poseedor de una íntegra naturaleza divina y de una íntegra naturaleza humana: la prueba está en los milagros y en el padecimiento."
8- Cada una de las naturalezas en Cristo posee su propia voluntad física y su propia operación física
"Existen también dos voluntades físicas y dos operaciones físicas de modo indivisible, de modo indivisible, de modo inseparable y de modo no confuso."
9- Jesucristo, además de hombre, es el Hijo natural de Dios.
"El Padre celestial cuando llegó a la plenitud, envió a los hombres su Hijo, Jesucristo."
10- Cristo se sacrificó en la cruz como verdadero y propio sacrificio
"Cristo, por su naturaleza humana, era al mismo tiempo sacerdote y ofrenda, pero por su naturaleza Divina, juntamente con el Padre y el Espíritu Santo, era lo que recibía el sacrificio."
11- Cristo nos rescató y reconcilió con Dios por medio del sacrificio de su muerte en la cruz
"Jesucristo quiso ofrecerse a sí mismo a Dios Padre, como sacrificio presentado sobre a ara de la cruz en su muerte, para conseguir para ellos el perdón eterno."
12- Al tercer día después de su muerte, Cristo resucitó glorioso de entre los muertos
"al tercer día, resucitado por su propia virtud, se levantó del sepulcro."
13- Cristo subió en cuerpo y alma a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre (Marcos 16:19; Lucas 24:50-51; Hechos 1:9-11; y Efesios 4:7-13)
"resucitó de entre los muertos y subió al cielo en Cuerpo y Alma."

Dogmas sobre la creación del mundo

14- Todo lo que existe fue creado por Dios a partir de la Nada (Génesis 1:12)
"La creación del mundo de la nada, no solo es una verdad fundamental de la revelación cristiana, sino también que al mismo tiempo llega a alcanzarla la razón con solo sus fuerzas naturales, basándose en los argumentos cosmológicos y sobre todo en el argumento de la contingencia."
15- Carácter temporal del mundo
"El mundo tuvo principio en el tiempo."
16- Conservación del mundo
"Dios conserva en la existencia a todas las cosas creadas."

Dogmas sobre el ser humano

17- El hombre está formado por cuerpo material y alma espiritual
"El humano como común constituido de cuerpo y alma."
18- El pecado de "Adán y Eva" se propaga a todos sus descendentes por generación, no por imitación
"Pecado, que es la muerte del alma, se propaga de "Adán" a todos sus descendentes (Romanos 5:12) por generación y no por imitación, y que es inherente a cada individuo."
19- El hombre caído no puede redimirse a si mismo
"Solamente un acto libre por parte del amor divino podría restaurar el orden sobrenatural, destruida por el pecado."

Dogmas marianos

20- La Inmaculada Concepción de María.
"La Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente en previsión de los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, preservada inmune de toda mancha de culpa original."
21- La Perpetua Virginidad de María[nota 1]
"La Santísima Virgen María es virgen antes, durante y después del parto de su Divino hijo, siendo mantenida así por Dios hasta su gloriosa Asunción."
22- María, Madre de Dios
"María, como una virgen perpetua, engendró a Cristo según la naturaleza humana, más que de ella nace, o sea, el sujeto nacido no tiene una naturaleza humana, pero si el supuesto divino que la sustenta, o sea, el Verbo. De ahí que el Hijo de María es propiamente el Verbo que subsiste en la naturaleza humana; entonces María es verdadera Madre de Dios, puesto que el Verbo es Dios. Cristo: Verdadero Dios y Verdadero Hombre."
23- La Asunción de María
"La Virgen María fue asunta a los cielos inmediatamente después que acabó su vida terrestre; su Cuerpo no sufrió ninguna corrupción como sucederá con todos los hombres que resucitarán hasta el final de los tiempos, pasando por la descomposición."

Dogmas sobre el Papa y la Iglesia

24-La Iglesia fue fundada por el Dios y Hombre, Jesucristo
"Cristo fundó la Iglesia, que Él estableció los fundamentos substanciales de la misma, no tocante a doctrina, culto y constitución."
25- Cristo nombró al Apóstol San Pedro como primero entre los Apóstoles, (Mateo 16:18) como "cabeza visible" de toda Iglesia, (Hechos 4:8-11) confiriéndole inmediata y personalmente el primado de la jurisdicción
"El Pontífice Romano es el sucesor del bien aventurado Pedro y tiene el primado sobre todo rebaño."
26- el Papa posee el pleno y supremo poder de jurisdicción sobre toda Iglesia, no solamente en cosas de fe y costumbres, también en la disciplina y gobierno de la Iglesia
"Conforme esta declaración, el poder del Papa es: de jurisdicción, universal, supremo, pleno, ordinario, episcopal, inmediato."
27- El Papa es infalible siempre que se pronuncia ex cathedra.
"Para comprender este dogma, conviene tener presente:
Sujeto de la infalibilidad papal es todo el Papa legítimo, en su cualidad de sucesor de Pedro y en otras personas u organismos (ex.: congregaciones pontificales) a quien el Papa confiere parte de su autoridad magistral."
El objeto de la infalibilidad son las verdades de fe y costumbres, reveladas o en íntima conexión con la revelación divina.
La condición de la infalibilidad es que el Papa pronuncie ex cátedra y solo cuando pronuncia "ex cátedra".
- Que hable como pastor y muestre de todos los fieles haciendo uso de su suprema autoridad.
- Que tenga la intención de definir alguna doctrina de fe o costumbre para que sea creída por todos los fieles. Las encíclicas pontificales no son definiciones ex cátedra, mas también no pueden estar en contradicción con el Magisterio Ordinario Universal.
La razón de la infalibilidad es la asistencia sobrenatural del Espíritu Santo, que preserva el supremo maestro de la Iglesia de todo error.
La consecuencia de la infalibilidad es que la definición ex cátedra de los Papas sean por sí mismas irreformables, sin la intervención ulterior de cualquier autoridad."
28- La Iglesia es infalible cuando hace definición en materia de fe y costumbres
"Están sujetos a la infalibilidad:
- El Papa, cuando habla ex cátedra.
- El episcopado pleno, con el Papa, que es la cabeza del episcopado, es infalible cuando se reúne en concilio ecuménico o disperso por el rebaño de la tierra, enseña y promueve una verdad de fe o de costumbres que siempre fue enseñada por la Iglesia.

Dogmas sobre los sacramentos

29- El Bautismo es verdadero Sacramento instituido por Jesucristo
"Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos a todas las personas, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." Mateo 28,19
30- La Confirmación es verdadero y propio Sacramento
"Este Sacramento concede a los bautizados la fortaleza del Espíritu Santo para que se consoliden interiormente en su vida sobrenatural y confiesen exteriormente con valentía su fe en Jesucristo."
31- La Iglesia recibió de Cristo el poder de perdonar los pecados cometidos después del Bautismo
"Fue comunicada a los Apóstoles y a sus legítimos sucesores el poder de perdonar y de retener los pecados para reconciliar a los fieles caídos después del Bautismo."
32- La Confesión Sacramental de los pecados está prescripta por Derecho Divino y es necesaria para la salvación
"Basta indicar la culpa de la consciencia apenas a los sacerdotes mediante confesión secreta."
33- La Eucaristía es verdadero Sacramento instituido por Cristo
"Aquel que coma Mi Carne y beba Mi Sangre tendrá vida eterna." (Juan 6:51,59)
34- Cristo está presente en el sacramento del altar por la Transubstanciación de toda a substancia del pan en su cuerpo y toda substancia del vino en su sangre
"Transubstanciación es una conversión en el sentido pasivo; es el tránsito de una cosa a otra. Cesan las sustancias de Pan y Vino, pues suceden en sus lugares el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La Transubstanciación es una conversión milagrosa y singular diferente de las conversiones naturales, porque no sólo la materia como también la forma del pan y del vino son convertidas; sólo los accidentes permanecen sin cambiar: continuamos viendo el pan y el vino, pero substancialmente ya no lo son, porque en ellos está realmente el Cuerpo, la Sangre, Alma y Divinidad de Cristo."
35- La Unción de los enfermos es verdadero y propio Sacramento instituido por Cristo
"¿Existe algún enfermo entre nosotros? Hagamos la unción del mismo en el nombre del Señor."
36- La Orden es verdadero y propio Sacramento instituido por Cristo
"Existe una jerarquía instituida por ordenación Divina, que consta de Obispos, Presbíteros e Diáconos."
37- El matrimonio es verdadero y propio Sacramento
"Cristo restauró el matrimonio instituido y bendito por Dios, haciendo que recobrase su primitivo ideal de la unidad
e indisolubilidad y elevándolo a la dignidad de Sacramento."

Dogmas sobre las últimas cosas

38-La Muerte y su origen
"La muerte, en el actual orden de salvación, es consecuencia primitiva del pecado."
39- El Cielo (Paraíso)
"Las almas de los justos que en el instante de la muerte se encuentran libres de toda culpa y pena de pecado entran en el cielo."
40- El Infierno
"El infierno es una posibilidad gracias a nuestra libertad. Dios nos hizo libres para amarlo o para rechazarlo. Si el cielo puede ser representado como un gran tamiz donde todos viven en plena comunión entre sí y con Dios, el infierno puede ser visto como soledad, división y ausencia del amor que genera y mantiene la vida. Se debe esforzar que la voluntad de Dios es la vida y no la muerte de quien quiere que sea. Jesús vino para salvar y no para condenar. En el límite, Dios no condena a nadie al infierno. Es nuestra opción fundamental, que va ser formada a lo largo de toda la vida, por nuestros pensamientos, actos e omisiones, que confirma o no el deseo de estar con Dios para siempre. De cualquier forma, no se puede usar el inferno para convencer a las personas a creer en Dios o a vivir la fe. Eso favorecería la creación de una religiosidad infantil y puramente exterior. Se debe privilegiar el amor y no el temor. Solo el amor mueve los corazones e nos hace adorar a Dios y amar al prójimo en espíritu y vida."
41- El Purgatorio
"Las almas de los justos que en el instante de la muerte están agravadas por pecados veniales o por penas temporales debidas al pecado van al purgatorio. El purgatorio es estado de purificación."
42- El Fin del mundo y la Segunda venida de Cristo
"En el fin del mundo, Cristo, rodeado de majestad, vendrá de nuevo para juzgar los hombres."
43- La Resurrección de los Muertos en el Último Día
"A los que creen en Jesús y comen de Su cuerpo y beben de Su sangre, Él les promete la resurrección."
44- El Juicio Universal
"Cristo, después de su regreso, juzgará a todos los hombres." (Mateo 25:31-34; Hechos 17:31)

Nota

  1. La Perpetua Virginidad de María enseña que María es virgen antes, durante y después del parto. Este dogma mariano es el más antiguo de la Iglesia Católica y Oriental Ortodoxa, que afirma la "real e perpetua virginidad misma en el acto de dar a luz el hijo de Dios hecho hombre." Así María fue siempre Virgen por el resto de su vida, siendo el nacimiento de Jesús como su hijo biológico, una concepción milagrosa. En el año 107, Ignacio de Antioquia ya describía la virginidad de María. Santo Tomás de Aquino también enseño esta doctrina (Summa theologiae III.28.2) que María dio el nacimiento milagroso sin abertura del útero, y sin prejuicio para el himen. Esta doctrina ya era un dogma desde el cristianismo primitivo, habiendo sido declarada por notables escritores como San Justino Mártir y Orígenes. El Papa Paulo IV lo reconfirmó en el Cum quorundam de 7 de Agosto de 1555, en el Concilio de Trento.

Referencias

  1. a b "Desarrollo y evolución del Dogma", del sitio Doctrina Católica
  2. LIGUORI PUBLICATIONS, Handbook for Today's Catholic (en portugués: Catecismo do Católico de Hoje, traduzido pelo Pe. José Raimundo Vidigal), sub sección "La doctrina católica".
  3. a b Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), n. 88
  4. CIC, n. 889-891
  5. a b c "¿Que es un Dogma?", del sitio Sociedad Católica
  6. a b Entrada "Definición dogmática", de la Enciclopedia Católica Popular

Véase también

Enlace externo



 Dogma
 
DEFINICIÓN
La palabra dogma (del griego dokein) se usa a veces, en los escritos de los autores clásicos antiguos, para significar una opinión o lo que parece verdadero a una persona; otras veces, para se�alar una doctrina o posición filosófica, especialmente si se trata de las peculiares doctrinas de una escuela particular de fil�sofos (Cfr. Cic. Ac. II,9). A veces también se refiere a un decreto u ordenanza p�blica, un dogma poieisthai. En la Sagrada Escritura se usa, en algunos casos, con el sentido de decreto o edicto de la autoridad civil, como en Lc 2,1: “Sucedi� que por aquellos d�as sali� un edicto [edictum, dogma] de C�sar Augusto”. (Cfr, Hch 17,7; Est 3,3). En otros, con sentido de norma de la ley mosaica, como es el caso de Ef 2,15: “Anulando en la carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos” (dogmasin). Y tambi�n se aplica a los decretos u �rdenes del Concilio Apost�lico de Jerusal�n: “Conforme iban pasando por las ciudades, les iban entregando, para que las observasen, las decisiones (dogmata) tomadas por los ap�stoles y presb�teros en Jerusal�n” (Hech 16,4). Entre los Padres m�s antiguos se acostumbraba nombrar dogmas a las doctrinas y preceptos morales ense�ados o promulgados por el Salvador o por los Ap�stoles. Y en ocasiones se hac�a una distinci�n entre dogmas divinos, apost�licos y eclesi�sticos, seg�n que la doctrina en cuesti�n hubiese sido ense�ada por Cristo o los Ap�stoles, o que hubiese sido transmitida a los fieles por la Iglesia.
Pero, siguiendo una larga tradici�n, actualmente entendemos por dogma una verdad que pertenece al campo de la fe o de la moral, que ha sido revelada por Dios, transmitida desde los Ap�stoles ya a trav�s de la Escritura, ya de la Tradici�n, y propuesta por la Iglesia para su aceptaci�n por parte de los fieles. Brevemente, “dogma” puede ser definido como una verdad revelada definida por la Iglesia. Las revelaciones privadas no constituyen dogmas, y algunos te�logos incluso limitan la palabra definida a doctrinas definidas solemnemente por el Papa o por un concilio general, mientras que una verdad revelada se convierte en dogma a�n cuando sea propuesta por la Iglesia por medio de su magisterio ordinario o su oficio de ense�ar. El concepto de dogma, entonces, abarca una doble relaci�n: con la revelaci�n divina y con la ense�anza autorizada de la Iglesia (Cfr. Nos. 85-95 del Catecismo de la Iglesia cat�lica, N.T.).
Las tres clases de verdades reveladas. Los te�logos distinguen tres clases de verdades reveladas: verdades reveladas formal y expl�citamente; verdades reveladas formal pero s�lo impl�citamente; y verdades reveladas s�lo virtualmente.
Se dice que una verdad es revelada formalmente cuando quien revela pretende transmitir ese mensaje directamente a trav�s de su propio lenguaje, para garantizarlo por la autoridad de su palabra. La revelaci�n es formal y expl�cita cuando se transmite en t�rminos claros y espec�ficos. Es formal pero impl�cita cuando el lenguaje no es tan claro y deben utilizarse cuidadosamente las reglas de interpretaci�n para determinar su significado. Y una verdad se llama s�lo virtualmente revelada cuando no est� garantizada por la palabra de quien transmite pero se puede deducir de algo que s� ha sido formalmente revelado. Ahora bien, las verdades reveladas formal y expl�citamente por Dios son indudablemente dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las propone o define. Tales son, por ejemplo, los art�culos del Credo de los Ap�stoles. De igual modo son dogmas en sentido estricto las verdades reveladas por Dios formalmente, pero en forma impl�cita. Ejemplo de ellas son las doctrinas de la transubstanciaci�n, de la infalibilidad papal, de la Inmaculada Concepci�n, algunas ense�anzas de la Iglesia acerca del Salvador, los sacramentos, etc. Toda doctrina definida por la Iglesia como algo contenido en la revelaci�n se debe aceptar como algo formalmente revelado, impl�cita o expl�citamente. Y es un dogma de fe que la Iglesia es infalible al definir esas dos clases de verdades reveladas. El rechazo deliberado de alguna de ellas constituye pecado de herej�a. Hay varias opiniones acerca de las verdades reveladas virtualmente. Y ello deriva de la diversidad de posturas respecto al objeto material de la fe (V�ase Fe). Baste decir aqu� que, seg�n algunos te�logos, las verdades reveladas virtualmente pertenecen al objeto material de la fe y solamente se convierten en dogmas en sentido estricto cuando la Iglesia las define o propone como tales. Para otros, esas verdades no pertenecen al objeto material de la fe divina, ni se convierten en dogmas, estrictamente hablando, por el hecho de ser definidas o propuestas, mas pueden ser llamadas dogmas mediatamente divinas, o eclesi�sticas. En la hip�tesis de que las conclusiones virtualmente reveladas no pertenezcan al objeto material de la fe, no se ha definido a�n si la Iglesia es infalible al definirlas. Sin embargo, en torno a esas verdades, la doctrina de la Iglesia es teol�gicamente cierta y no puede ser negada legalmente, de modo que aunque la negaci�n de un dogma eclesi�stico no sea formalmente una herej�a, s� significar�a el quebrantamiento de un v�nculo de fe y acarrear�a la expulsi�n de la Iglesia por un decreto de anatema o de excomuni�n.
 
DIVISIONES
 
Las divisiones del dogma son pr�cticamente las mismas que las de la fe. Los dogmas pueden ser (1) generales o especiales; (2) materiales o formales; (3) puros o mixtos; (4) simb�licos o no simb�licos; (5) y pueden diferir seg�n sus diversos grados de necesidad.
(1) Los dogmas generales forman parte de la revelaci�n destinada a toda la humanidad y transmitida por los Ap�stoles. Los especiales son aquellos que son revelados en forma privada. Estos �ltimos, en sentido estricto, no constituyen verdaderos dogmas, puesto que no son verdades reveladas a trav�s de los Ap�stoles, ni son definidos o propuestos por la Iglesia para ser aceptados universalmente por los fieles.
(2) Son dogmas materiales (o divinos, por si mismos, dogmas in se) aquellos que, sin tomar en consideraci�n si son o no definidos por la Iglesia, se aceptan simplemente como revelados. Dogma formal (o cat�lico, “en relaci�n con nosotros”, quoad nos) es aquel que puede ser reconocido como revelado y definido. Lo mismo que en el caso de los dogmas especiales, los materiales no pueden ser llamados dogmas en el sentido estricto de la palabra.
(3) Dogma puro es el que �nicamente puede ser conocido a trav�s de la revelaci�n, como es el caso de la Trinidad, la Encarnaci�n, etc. Dogma mixto es aquel que puede conocerse ya por la revelaci�n ya por el razonamiento filos�fico, como la existencia y los atributos de Dios. Ambas clases de dogma son tales estrictamente hablando, pues se pueden considerar revelados y definidos.
(4) Los dogmas contenidos en los s�mbolos o credos de la Iglesia son llamados simb�licos; los dem�s son no simb�licos.De ah� que todos los art�culos del Credo de los Ap�stoles sean verdaderos dogmas, pero no todos los dogmas pueden ser t�cnicamente llamados art�culos de fe, aunque as� se les conozca ordinariamente.
(5) Finalmente, hay dogmas a los cuales es indispensable adherirse por la fe como condici�n necesaria para salvarse, mientras que en otros tal adhesi�n s�lo se hace necesaria por un precepto divino. Unos dogmas deben ser conocidos y cre�dos expl�citamente, mientras que para otros basta una adhesi�n impl�cita.
 
CAR�CTER OBJETIVO DE LA VERDAD DOGM�TICA;ACEPTACI�N INTELECTUAL DEL DOGMA
 
Siendo el dogma una verdad revelada, su car�cter intelectual y su realidad objetiva dependen del car�cter intelectual y la realidad objetiva de la revelaci�n divina. De modo que aplicaremos aqu� al dogma las mismas conclusiones que se desarrollan, con mayor profundidad, en el art�culo sobre revelaci�n. �Debe reconocerse el dogma simplemente como una verdad revelada por Dios?. �Pueden aceptarse los dogmas como verdades objetivas, destinadas a ser entendidas por el entendimiento humano?. �Debemos creerlas con nuestra raz�n?. �Debemos admitir la distinci�n entre dogmas fundamentales y no fundamentales?
(1)Los racionalistas niegan la existencia de la revelaci�n divina sobrenatural y, por ende, de los dogmas religiosos. Cierta escuela m�stica ense�� que lo que Cristo inaugur� en el mundo fue una “nueva vida”. La teor�a modernista merece un tratamiento aparte, dada la condenaci�n que la Iglesia ha hecho de ella. Hay varias posiciones entre los modernistas. Aparentemente, algunos de ellos no niegan todo valor intelectual al dogma (Cf. Le Roy, “Dogme et Critique”). El dogma y la revelaci�n- afirman- se expresan en t�rminos de acci�n. De ese modo, cuando se dice que el Hijo de Dios “descendi� de los cielos”, los te�logos no quieren decir con ello que �l baj� del modo como bajan los cuerpos o como se dice que los �ngeles se desplazan de un sitio a otro, sino que intentan expresar la uni�n hipost�tica en t�rminos de acci�n. Cuando profesamos nuestra fe en Dios Padre- seg�n Le Roy- lo que decimos es que debemos actuar ante Dios como si fu�ramos sus hijos, pero que ni la paternidad de Dios, ni los dem�s dogmas de la fe, como la Encarnaci�n, la Trinidad, la Resurrecci�n, etc., forman una idea en la mente. Seg�n otros modernistas, Dios no ha revelado nada a la mente humana. Ellos opinan que la revelaci�n comenz� siendo una forma de conciencia del bien y el mal, y que la evoluci�n o desarrollo de la revelaci�n no consiste sino en el desarrollo del sentido religioso, el cual alcanz� su punto m�s alto, hasta el momento, en el moderno Estado liberal y democr�tico. Consecuentemente, siguiendo la l�gica de esos autores, los dogmas de fe, considerados como dogmas, no tienen ning�n significado para la raz�n, ni es necesario que creamos en ellos racionalmente. Podemos rechazarlos; basta que los utilicemos como gu�a para nuestra conducta. (Vease, Modernismo). En contra de esta doctrina, la Iglesia ense�a que Dios ha hecho revelaciones a la mente humana. Existen, indudablemente, atributos divinos relativos y algunos de los dogmas de fe pueden ser expresados usando simbolismos de acci�n, pero tambi�n presentan a la mente un significado distinto de la acci�n. La paternidad de Dios puede implicar que debemos actuar ante �l como hijos ante su padre, pero igualmente trae a la mente conceptos anal�gicos de nuestro Dios y Creador. Hay tambi�n verdades, como la Trinidad, la Resurrecci�n de Cristo, su Ascensi�n, etc., que constituyen hechos absolutamente objetivos y que pueden ser cre�dos a�n si sus consecuencias pr�cticas pudiesen ser ignoradas o minusvalorizadas. Los dogmas de la Iglesia, tales como la existencia de Dios, la Trinidad, la Encarnaci�n y la Resurrecci�n, los sacramentos, el juicio futuro, etc., tienen una realidad objetiva y son hechos tan reales y verdaderos como el hecho de que Augusto fue Emperador de Roma, o que George Washington fue presidente de los Estados Unidos.
(2) Procediendo abstractivamente a partir de la definici�n de la Iglesia, una vez que nuestra mente ha aceptado que �l nos habla, quedamos obligados a dar a Dios el honor de nuestro asentimiento a la verdad revelada. Incluso los ateos admiten, hipot�ticamente, que, si existiese un ser infinito distinto del mundo, deber�amos brindarle el honor de creer su divina palabra.
(3) Consecuentemente no es v�lido distinguir entre verdades reveladas fundamentales y no fundamentales para insinuar que hay verdades que, aunque se reconozcan como reveladas por Dios, pueden ser legalmente rechazadas. Sin embargo, si bien impl�citamente debemos creer toda verdad sustentada por la Palabra de Dios, s� somos libres de admitir que hay verdades m�s importantes que otras, y que algunas de ellas exigen ser conocidas expl�citamente, mientras que otras s�lo requieren una fe impl�cita.
EL DOGMA Y LA IGLESIA
Las verdades reveladas no adquieren su car�cter formal de dogmas hasta que son definidas o propuestas por la Iglesia. En tiempos recientes se ha sentido cierta hostilidad hacia la religi�n dogm�tica, considerada como un cuerpo de verdades definidas por la Iglesia. Tal hostilidad se acent�a cuando se considera que es el Papa quien las define. La teor�a del dogma tratada aqu� presupone la aceptaci�n de la doctrina de la infalibilidad del oficio de ense�ar de la Iglesia y del Pont�fice Romano. Es evidentemente necesario, por tanto, hacer notar algunos puntos: (1) lo razonable de la definici�n del dogma; (2) la inmutabilidad del dogma; (3) la necesidad de la fe en el dogma para salvaguardar la unidad de la Iglesia; (4) las inconsistencias que se le adjudican a la definici�n del dogma.
(1)Contrario a la teor�a de la interpretaci�n de la Escritura basada en el criterio individual, los cat�licos consideramos como algo totalmente inaceptable la postura de que Dios revel� al mundo un conjunto de verdades pero que no design� oficialmente a ning�n maestro para interpretarlas, ni a ning�n juez autorizado para resolver controversias al respecto. Esto es tan il�gico como pensar en una legislatura civil que hiciera leyes para todos y cediera a cada individuo el derecho y la obligaci�n de interpretarlas y de dirimir controversias de acuerdo a su criterio particular. La Iglesia y el Sumo Pont�fice han sido revestidos por Dios con el privilegio de la infalibilidad para poder llevar a cabo su funci�n como maestros universales en las esferas de la fe y de lo moral (Cfr. Nos. 889-892 y 2035 del Catecismo de la Iglesia Cat�lica, N.T.). Esta necesidad l�gica constituye un argumento irrefutable de que los dogmas definidos y ense�ados por la Iglesia son las verdades contenidas en la revelaci�n divina.
(2) Los dogmas de la Iglesia son inmutables. Los modernistas sostienen que los dogmas religiosos, como tales, no tienen ning�n significado intelectual; que nadie est� obligado a creerlos racionalmente; que pueden ser falsos; que basta que los utilicemos como gu�as de acci�n; que deber�n modificarse cuando el esp�ritu de la �poca los haga obsoletos; cuando pierdan su valor como reglas para una vida religiosa liberal. Pero seg�n la doctrina cat�lica la revelaci�n divina se dirige a la mente humana y expresa verdades genuinas y objetivas y, consecuentemente, los dogmas son verdades divinas inmutables. Son verdades perennemente inmutables que Augusto fue emperador de Roma y que George Washington fue el primer presidente de los Estados Unidos. La fe cat�lica sostiene que, del mismo modo, existen y existir�n verdades eternamente inmutables como las que afirman que hay tres personas en Dios, que Cristo muri� por nosotros, que resucit� de entre los muertos, que fund� la Iglesia, que instituy� los sacramentos. Podemos distinguir entre las verdades en si mismas y el lenguaje en el que estas se expresan. Puede ser que el significado pleno de ciertas verdades reveladas emerja s�lo paulatinamente, pero la verdad permanece siempre. Puede variar el lenguaje, o puede ser que �ste sea usado con diferente significado, pero siempre se podr� llegar a saber qu� sentido se les dio en el pasado a las palabras.
(3) Nuestra fe en las verdades reveladas no debe estar condicionada a su definici�n por la Iglesia. Basta que sepamos que Dios las revel�. La necesidad de creerlas una vez que han sido definidas o propuestas por la Iglesia se aplica a nuestra preservaci�n del v�nculo de la fe. (V�ase Herej�a).
(4) Por �ltimo, y contrario a lo que a se afirma en ocasiones, los cat�licos no admiten que los dogmas son creaciones arbitrarias de la autoridad eclesi�stica. Tampoco admiten que el n�mero de los dogmas se pueda incrementar al gusto, ni que sean instrumentos de subyugaci�n de los ignorantes, ni que se conviertan en obst�culos para la conversi�n de algunos. Mas no se puede dar soluci�n satisfactoria a esos cuestionamientos sin hacer referencia a asuntos m�s fundamentales. Las definiciones dogm�ticas ser�an arbitrarias si no existiese, como una instituci�n divina, el oficio infalible del magisterio eclesi�stico. Si, por otro lado, como aseguran los cat�licos, Dios ha establecido en su Iglesia una funci�n infalible, una definici�n dogm�tica no puede ser considerada algo arbitrario. La misma providencia divina que protege a la Iglesia del error la protege de una multiplicaci�n desordenada de dogmas. M�s a�n, siendo las definiciones dogm�ticas actos de aut�ntica interpretaci�n y promulgaci�n del significado de la revelaci�n divina, dif�cilmente pueden considerarse como instrumentos de subyugaci�n, ni obst�culos a la conversi�n. Todo lo contrario, la autorizada definici�n de la verdad y condenaci�n del error son argumentos s�lidos que pueden llevar a la Iglesia a aquellos que buscan la verdad sinceramente.
DOGMA Y RELIGI�N
Se ha acusado a la Iglesia Cat�lica a veces de que, como consecuencia de sus dogmas, la vida religiosa de sus fieles se reduce a creencias meramente especulativas y a formalidades sacramentales externas. Es una acusaci�n extra�a que nace de prejuicios o de falta de conocimiento de la vida de la Iglesia. Definitivamente, la vida en las instituciones conventuales o mon�sticas no es simple formalidad externa. Las pr�cticas religiosas externas de los seglares cat�licos, tales como la oraci�n p�blica, la confesi�n, la comuni�n, etc., exigen un cuidadoso auto examen interno, autodisciplina, y varios otros actos de religi�n interna. Y b�stenos observar la vida c�vica de los cat�licos, sus acciones de filantrop�a, sus escuelas y hospitales, orfanatos, sus organizaciones de caridad, etc., para convencernos de que la religi�n dogm�tica no degenera en meras formalidades exteriores. En contraste con eso, en las instituciones cristianas no cat�licas, a la disipaci�n de la religi�n dogm�tica sigue invariablemente la descomposici�n de la vida cristiana sobrenatural. Si llegase a desaparecer el sistema dogm�tico de la Iglesia Cat�lica, con su cabeza infalible, ning�n sistema basado en el criterio particular podr�a impedir que el mundo retornara al seguimiento de los ideales paganos. Ciertamente el dogma no es ni el principio �nico ni el fin �nico de la vida cat�lica. Si el cat�lico sirve a Dios, honra a la Trinidad, ama a Cristo, obedece a la Iglesia, frecuenta los sacramentos, participa en la Misa y cumple los mandamientos es porque cree racionalmente en Dios, en la Trinidad, en la divinidad de Cristo, en la Iglesia, en los sacramentos y en el sacrificio de la Misa, en la obligaci�n de cumplir los mandamientos. Es más, cree que todas esos contenidos constituyen verdades objetivas e inmutables.
 
DOGMA Y CIENCIA
 
A pesar de lo anterior, se objeta que el dogma limita la investigación, antagoniza la independencia de pensamiento e imposibilita la teología científica. Podemos pensar que esta objeción es planteada por protestantes o por no creyentes. Consideremos la objeción desde los dos puntos de vista (La lectura de la encíclica Fides et Ratio de S.S. Juan Pablo II, ser� de gran provecho en este punto, N.T.).
(1)Los cat�licos reconocen en el dogma una influencia que va más allá de la investigaci�n cient�fica y de la libertad de pensamiento. Los protestantes también profesan adherirse a ciertas creencias dogm�ticas supuestamente opuestas a la investigación cient�fica y en conflicto con los descubrimientos de la ciencia moderna. Antiguas dificultades relativas a la existencia de Dios, o a su demostrabilidad, al dogma de la creaci�n, los milagros, el alma humana, y la religi�n sobrenatural han sido vestidas con nuevos ropajes y promovidas por escuelas cient�ficas contempor�neas a partir de los m�s recientes descubrimientos de la Geolog�a, la Paleontolog�a, Biolog�a, Astronom�a, Anatom�a Comparativa y Fisiolog�a. Mas los protestantes, al igual que los cat�licos, profesan creer en Dios, en la creaci�n, en el alma, en la Encarnaci�n, en la posibilidad de los milagros. Tambi�n sostienen ellos que no hay conflicto entre las conclusiones genuinas de la ciencia y los dogmas bien entendidos de la religi�n cristiana. De ah� que los protestantes no puedan l�gicamente quejarse de que los dogmas cat�licos impiden el desarrollo cient�fico. Pero s� se insiste en que, en el sistema de la Iglesia Cat�lica, las creencias no admiten criterios individuales y que detr�s de los dogmas de la Iglesia est� la sombra pesada de su episcopado. Ciertamente, los cat�licos saben que la autoridad eclesi�stica est� detr�s de la fe dogm�tica, pero ello de ninguna manera ata su libertad intelectual. En todo caso, simplemente les hace preguntarse acerca de la constituci�n de la Iglesia. Los cat�licos encuentran dif�cil creer que Dios haya revelado a la humanidad un conjunto de verdades y que no haya establecido una autoridad viva para que interpretara, ense�ara y salvaguardara ese cuerpo de doctrina, y para que decidiera en casos de controversia. La autoridad del episcopado, en uni�n con el Supremo Pont�fice, para controlar la actividad intelectual es correlativa a su autoridad para ense�ar la verdad sobrenatural. La existencia de jueces y magistrados no ampl�a el �mbito de nuestras leyes civiles; ellos son la autoridad viva para interpretar y aplicar la ley. De modo semejante, la autoridad episcopal tiene como campo la verdad de la revelaci�n, y s�lo proh�be aquello que no concuerda con la totalidad de esa verdad.
(2) Al discutir la cuesti�n con los no creyentes, se hace notar que la ciencia es “la observaci�n y clasificaci�n, o coordinaci�n, de los datos o fen�menos individuales de la naturaleza”. Los cat�licos son absolutamente libres de emprender cualquier investigaci�n cient�fica en los t�rminos planteados por esa definici�n. No existe prohibici�n o restricci�n alguna para que los cat�licos observen y coordinen los fen�menos de la naturaleza. Algunos cient�ficos, sin embargo, no se constri�en a la ciencia en los t�rminos que ellos mismos la han definido. Proponen teor�as frecuentemente contrarias a la misma observaci�n experimental. Hay quien sostiene, como verdad cient�fica, que Dios no existe; que su existencia no es cognoscible; que el mundo no ha sido creado. No falta quien niega, en nombre de la ciencia, que el alma exista, o que sea posible la revelaci�n sobrenatural. Indudablemente que tales negaciones no tienen sustento en el m�todo cient�fico. El dogma cat�lico y la autoridad eclesi�stica limitan la actividad intelectual s�lo en la medida en que se considera necesario para salvaguardar las verdades de la revelaci�n. Si los cient�ficos no creyentes aplicasen tambi�n el m�todo cient�fico al estudiar el catolicismo, observando, comparando, haciendo hip�tesis y hasta formulando conclusiones cient�ficas, podr�an constatar que la fe dogm�tica para nada interfiere con la leg�tima libertad de los cat�licos para emprender investigaciones cient�ficas, para cumplir sus deberes ciudadanos o para desempe�ar cualquier otra forma de actividad que ayude al progreso y al saber. Ninguna teor�a contraria al dogma puede negar los hechos constatables de la multitud de servicios prestados por los cat�licos en todas las �reas del saber y del servicio social. (V�ase Fe, Infalibilidad, Revelaci�n, Ciencia, Verdad).
 
BIBLIOGRAF�A. Acta et Decreta Concilii Vaticani in Coll. Lac. (Friburgo, 1870-90), VII; SUAREZ, Opera Omnia: De Fide Theologic�; DE LUGO, Pera: De fide; VACANT, Etudes theologiques sur les constitutions du concile du Vatican (Paris, 1895); GRANDERATH, Constitutiones dogmaticae Sacrosancti Ecumenici Concilii Vaticani ex ipsis ejus actis explicatae atque illustratae (Friburgo, 1892); SCHEEBEN, Handbuch der katholischen Dogmatik (Friburgo, 1873); SCHWANE, Dogmengeschichte (2�. ed., Friburgo, 1895); MAZZELLA, De Virtutibus Infusis (Roma, 1884); BILLOT, Tractatus de Ecclesi� Christi (Roma, 1903); IDEM, De Virtutibus Infusis (Roma, 1905); NEWMAN, Idea of a University (Londres, 1899); RAHNER, Dogma (En Sacramentum Mundi, Nueva York, Londres, 1968); Catecismo de la Iglesia Cat�lica (Librer�a Editrice Vaticana-Asociaci�n de Editores del Catecismo, Madrid, 1993).
 
 
 
 
Título: Listado de Dogmas Católicos
 
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La siguiente exposición se refiere a todos los Dogmas Católicos (Sentencias con certidumbre teológica DE FE), que conoce la Teología Dogmática Católica. La exposición consta del dogma formulado y de su definición, es decir, los datos que hacen constar qué Sínodo, Concilio o Sumo Pontífice lo definieron como tal.
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I. INTRODUCCIÓN
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1. Grados de certidumbre teológica
1.-Tienen el supremo grado de certeza las verdades reveladas inmediatamente. El asenso de fe que a ellas se presta radica en la autoridad misma del Dios revelador (fides divina), y cuando la Iglesia garantiza con su proclamación que se hallan contenidas en la revelación, entonces dichas verdades se apoyan también en la autoridad del magisterio infalible de la Iglesia (fides católica). Cuando son propuestas por medio de una definición solemne del Papa o de un concilio universal, entonces son verdades de fe definida (de fide definita).
2.-Las verdades católicas o doctrinas eclesiásticas sobre las que ha fallado de forma definitiva el magisterio infalible de la Iglesia hay que admitirlas con un asenso de fe que se apoya únicamente en la autoridad de la Iglesia (fe eclesiástica). La certidumbre de estas verdades es infalible como la de los dogmas propiamente dichos.
3.-Verdad próxima a la fe (fidei proxima), es una doctrina considerada casi universalmente por los teólogos como verdad revelada, pero que la Iglesia no ha declarado todavía como tal de forma definitiva.
4.-Una sentencia perteneciente a la fe o teológicamente cierta (“ad fidem pertinens vel theologice certa”) es una doctrina sobre la cual no ha hecho todavía manifestaciones definitivas el magisterio eclesiástico, pero cuya verdad está garantizada por su conexión íntima con la doctrina revelada (conclusiones teológicas).
5.-Sentencia común es una doctrina que, aunque todavía cae dentro del campo de la libre discusión, es sostenida generalmente por todos los teólogos.
6.-Opiniones teológicas de inferior grado de certeza son las sentencias probables, más probable, bien fundada y la llamada sentencia piadosa, por tener en cuenta la piadosa creencia de los fieles (“sententia probabilis ,probabilior, bene fundata, pia”). El grado ínfimo de certeza lo posee la opinión tolerada, que sólo se apoya en débiles fundamentos, pero es tolerada por la Iglesia.
A propósito de la declaraciones del magisterio eclesiástico, hay que tener en cuenta que no todas las manifestaciones de dicho magisterio en materia de fe y costumbres son infalibles, y ,por tanto, irrevocables. Son infalibles únicamente las declaraciones del Concilio Ecuménico que representa al episcopado en pleno y las declaraciones del Romano Pontífice cuando habla ex cathedra. El magisterio del Romano Pontífice en su forma ordinaria y habitual no es infalible. Tampoco las decisiones de las congregaciones romanas (Congregación para la Doctrina de la Fe, Comisión Bíblica), son infalibles. No obstante, hay que acatarlas con interno asentimiento (assensus religiosus) motivado por la obediencia ante la autoridad del magisterio eclesiástico. No es suficiente como norma general el llamado respetuoso silencio. Excepcionalmente puede cesar la obligación de prestar el asenso interno cuando un apreciador competente, después de examinar reiterada y concienzudamente todas las razones, llega a la convicción de que la declaración radica en un error.
Tomado del: Manual de Teología Dogmática, de Ludwig Ott.
Bibliografía citada por el autor: S. Cartechini, De valore notarum theologicarum et de criteriis ad eas dignoscendas, R 1951. El mismo, Dall´opinione al domma. Valora delle note teologiche, R 1953.
 
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II. DIOS TRINO Y UNO (Dogmas)
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1.-Dios, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza a la luz de la razón natural por medio de las cosas creadas.
El Concilio del Vaticano definió: “Si quis dixerit, Deum unum et verum, creatorem et Dominum nostrum, per ea quae facta sunt naturali rationis humanae lumine certo cognosci non posse, a.s.” Dz 1806; cf. 1391, 1785
2.-La existencia de Dios no sólo es objeto del conocimiento de la razón natural, sino también objeto de la fe sobrenatural.
El símbolo de fe católico (Credo), comienza diciendo “Credo in unum Deum”. El Concilio del Vaticano enseña: “Sancta católica apostólica romana Ecclesia credit et confitetur, unum esse Deum”; Dz 1782. El mismo Concilio condena como herejía la negación de la existencia de Dios; Dz 1801.
3.-La esencia de Dios es incomprensible para los hombres.
El Concilio IV de Letrán (1215), y el Concilio del Vaticano llaman a Dios “incomprensible” (incomprehensibilis); El Concilio de Letrán le llama “inefable” (ineffabilis); Dz 428, 1782.
4.- Los bienaventurados en el Paraíso gozan de un conocimiento inmediato e intuitivo de la esencia divina.
S.S. Benedicto XII proclamó en la constitución dogmática Benedictus Deus (1336): “Vident (sc, animae sanctorum) ,divinam essentiam visione intuitiva et etiam faciali, nulla mediante creatura in ratione objecti visi se habente, sed divina essentia inmediate se nude, clare et aperte eis ostendente”. (Las almas de los bienaventurados ven la esencia divina en visión intuitiva y cara a cara, sin que se interponga criatura alguna como medio de la visión, sino mostrándoseles la divina esencia con toda inmediatez, diafanidad y claridad); Dz 530. El Concilio unionista de Florencia (1438/45), precisó así cuál era el objeto del conocimiento de Dios que poseen los bienaventurados: “intueri (sc. animas sanctorum) clare ipsum Deum trinum et unum, sicuti est” (las almas de los bienaventurados intuyen claramente al Dios trino y uno tal como es); Dz 693.
5.-La visión inmediata de Dios supera la natural capacidad cognoscitiva del alma y es, por tanto, sobrenatural.
El Concilio de Vienne (1311/12), condenó los errores de los begardos y beguinos: “Quod anima non indiget lumine gloriae ipsam elevante ad Deum videndum et eo beate fruendum”; Dz 475.
6.-El alma necesita la luz de la gloria para ver inmediatamente a Dios.
Dz 475.
7.-La esencia de Dios es también incomprensible para los bienaventurados del cielo.
Dz 428, 1782.
8.-Los atributos divinos se identifican realmente tanto con la esencia divina como entre sí.
El sínodo de Reims (1148) desaprobó la doctrina de Gilberto de Poitiers, “Credimus et confitemur simplicem naturam divinitatis esse Deum, nec aliquo sensu católico posse negari, quin divinitas sit Deus et Deus divinitas…credimus, nonnisi ea sapientia, quae est ipse Deus, sapientem esse, nonnisi ea magnitudine, quae est ipse Deus, mágnum esse”; Dz 389. El Concilio unionista de Florencia declaraba en el Decretum pro Iacobitis (1441): “En Dios todo es uno, siempre que no obste una oposición relativa”; Dz 703.
9.-Dios es absolutamente perfecto.
El Concilio del Vaticano enseña que Dios es infinito en cada perfección (“omni perfectione infinitus”); Dz 1782.
10.-Dios es actualmente infinito en cada perfección.
El Concilio del Vaticano dice de Dios que “es infinito en entendimiento y voluntad y toda perfección” (intellectu ac voluntate omnique perfectione infinitus); Dz 1782.
11.-Dios es absolutamente simple.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano enseñan que Dios es sustancia o naturaleza absolutamente simple (“substantia seu natura simples omnino”); Dz 428, 1782.
12.- No hay más que un solo Dios.
El símbolo niceno-constantinopolitano profesa “Credo in unum Deum”; Dz 54, 86. El Concilio IV de Letrán declara “Unus solus est verus Deus”; Dz 428; cf 1782. Se oponen a este dogma básico el politeísmo de los paganos y mormones, y el dualismo gnóstico-maniqueo.
13.-El único Dios es verdadero Dios en sentido ontológico.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano llaman a Dios “Deus verus” (Dios verdadero), pues Él sólo responde perfectamente a la idea de Dios.
14.-Dios posee una inteligencia infinita.
El Concilio del Vaticano muestra a Dios dotado de un entendimiento infinito (intellectu infinitus); Dz 1782. De ahí que Dios no pueda de modo alguno incurrir en error (“qui nec falli… potest”); Dz 1789.
15.-Dios es absolutamente veraz.
El Concilio del Vaticano dice que Dios no puede engañar (“qui nec falli… potest”); Dz 1789, cf. Dz 1782: “omni perfectione infinitus”.
16.- Dios es absolutamente fiel.
Cf. Dz 1789, 1782.
17.- Dios es la bondad ontológica absoluta, en sí y en relación con los demás.
El Concilio del Vaticano dice de Dios que “es infinito en entendimiento y voluntad y toda perfección” (intellectu ac voluntate omnique perfectione infinitus); Dz 1782, y que en la creación difundió sus bienes entre las criaturas (“per bona, quae creaturis impertitur”, Dz 1783)
18.- Dios es la absoluta bondad moral o santidad.
Dz 1782.La liturgia ensalza la santidad de Dios en el Sanctus de la Misa.
19.- Dios es absolutamente benigno.
Dz 1782.
20.-Dios es absolutamente inmutable.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano enseñan que Dios es inmutable (inconmmutabilis); Dz 428, 1782.
21.- Dios es eterno.
El símbolo Quicumque profesa: “Aeternus Pater, aeternus Filius, aeternus Spiritus Sanctus et tamen non tres aeterni, sed unus aeternus”; Dz 39.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano asignan a Dios el predicado de “eterno”; Dz 428, 1782.
22.-Dios es inmenso.
El símbolo Quicumque enseña: “Immensus Pater, immensus Filius, immensus Spiritus Sanctus, sed tamen non tres immensi, sed unus immensus”; Dz 39. El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano aplican a Dios el atributo de “inmenso”; Dz 428, 1782.
23.- Dios se encuentra presente en todo espacio creado (Dios es Omnipresente)
Contenido en el Dogma de la Inmensidad Divina como la parte en el todo.
24.-El conocimiento de Dios es infinito.
El Concilio del Vaticano dice que Dios es infinito en su inteligencia (“intellectu infinitus”); Dz 1782.
25.-Dios conoce todas las cosas puramente posibles.
Dz 1782.
26.-Dios conoce todo lo real que ha existido en el pasado, existe en el presente y existirá en el futuro.
Dz 1782.
27.-La voluntad de Dios es infinita.
El Concilio del Vaticano enseña que Dios posee una voluntad infinita (voluntate infinitus); Dz 1782.
28.-Dios quiere y se ama a sí mismo necesariamente, y a las cosas distintas de sí libremente.
El Concilio del Vaticano declaró: “Si quis dixerit Deum non voluntate ab omni necesítate libera, sed tam necesario creasse, quam necesario amat seisum, a.s.”; Dz 1805.
29.- Dios es Omnipotente.
El símbolo apostólico confiesa: “Credo in Deum Patrem omnipotentem”, cf. Dz 428, 1782.
30.-Dios es Señor de cielos y tierra.
Dz 1782.
31.- Dios es infinitamente justo.
Dz 1782.
32.- Dios es infinitamente misericordioso.
Dz 1782.
 
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III. DIOS TRINO EN PERSONAS (Dogmas)
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1.-En Dios hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y cada una de ellas posee la esencia divina que es numéricamente la misma..
La más antigua fórmula magisterial de fe en la Trinidad es el símbolo apostólico, que es su forma romana sirvió desde el siglo II para la enseñanza de los catecúmenos, y como profesión de fe en la administración del Bautismo, este símbolo está construido sobre la fórmula bautismal de Mateo 28, 29; Dz 1-12.
El símbolo niceno puso de manifiesto la divinidad del Hijo y su consustancialidad con el Padre; Dz 54.
El símbolo Quicumque, tiene una forma estructurada de la doctrina trinitaria de la Iglesia, en contra del sabelianismo y el triteísmo.
La formulación más perfecta de la doctrina trinitaria en la época patrística la constituye el símbolo del Concilio XI de Toledo (675), compuesto de textos de Padres de la Iglesia; Dz 275-281.
El Concilio IV de Letrán condenó el error triteísta de Joaquín de Fiore (Dz 428), y el Concilio de Florencia, que en el Decretum pro Iacobitis, presentó un compendio sobre la Trinidad. En su bula Auctorem fidei, el Papa Pío VI declara como acertada expresión referente a la Trinidad: “Deus unus in tribus personis discinctis”; Dz 1596.
Génesis 1:26, Éxodo 3:2-14, Lucas 1:35, Mateo 3:16, Juan 1:32, etc.
San Clemente Romano a los Corintios (46, 6); San Ignacio de Antioquia (Magn 13, 1; Eph 9, 1); San Justino (Apol. 1, 13); Atenágoras (Suppl.10); Tertuliano (Adv. Prax.).
2.-En Dios hay dos procesiones divinas inmanentes.
Los símbolos de Fe nos hablan de dos procesiones inmanentes en Dios: la generación del Hijo y la procesión del Espíritu Santo; cf Dz 86.
Juan 8:42, , Juan 15:26.
3.-El sujeto de las procesiones divinas inmanentes (en sentido activo y pasivo), son las personas divinas, no la naturaleza divina.
El Concilio IV de Letrán defendió la doctrina de Pedro Lombardo contra los ataques del abad Joaquín de Fiore, declarando “Illa res (sc. substantia divina), non est generans neque genita nec procedens, sed est Pater, qui generat, et Filius, qui gignitur, et Spiritus Sanctus, qui procedit”; Dz 432.
La Sagrada Escritura aplica sólo a las personas los verbos engendrar y proceder.
4.- La segunda persona divina procede la primera por generación y guarda con ella la relación de Hijo a Padre.
El símbolo Quicumque confiesa: “Filius a Patre solo est, non factus, nec creatus, sed genitus”, Dz 39; cf el símbolo niceno (Dz 54).
Juan 5:18, Romanos 8:32, Juan 4:9, Mateo 3:17, Romanos 8:29, Salmo 2:7, Hebreos 1:5.
5.-El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, como de un solo principio y por medio de una única espiración.
El segundo Concilio Universal de Lyon (1274), declaró contra el sínodo constantinopolitano ortodoxo: “Fideli ac devota professione fatemur, quod Spiritus Sanctus aeternaliter ex Patre et Filio, non tanquam ex duobus principiis, sed tanquam ex uno principio, non duabus spirationibus, sed unica spiratione procedit”; Dz 460, fc. El símbolo del Concilio Toledano del año 447 (Dz 19), el símbolo Quicumque (Dz 39), el símbolo del Concilio XI de Toledo en el año 675 (Dz 277), el Caput firmiter del Concilio IV de Letrán (Dz 428) y el Decretum pro Graecis e igualmente el Decretum pro Iacobitis del concilio unionista de Florencia (Dz 691, 703). La primera vez que el aditamento “et Filio” aparece introducido en el símbolo niceno-constantinopolitano es en el Concilio III de Toledo del año 589
Mateo 10:20, Gálatas 4:6, Hechos 16:7, Romanos 8:9, Filipenses 1:19, Juan 15:26.
Tertuliano (Adv.Prax.4), San Hilario (De Trin.XII, 56), San Ambrosio (De Spiritu Sancto 1, 120), San Agustín (In Ioan .tr.99,6; De Trin.XV,27,48).
6.-El Espíritu Santo no procede por generación.
El símbolo Quicumque confiesa, refiriéndose al Espíritu Santo: “nec genitus, sed procedens”; Dz 39; cf Dz 277, 303.
La Escritura y la Tradición sólo hablan de un Hijo Unigénito, y la Tradición ya negó explícitamente que el Espíritu Santo proceda por generación: San Atanasio (Ep. Ad Serap 1, 16), San Agustín, C. Maxim II 14, 1.
7.-Las relaciones en Dios se identifican realmente con la esencia divina.
El símbolo de Reims (1148), declaró contra Gilberto de Poitiers, que en Dios no hay realidades, bien sean relaciones o propiedades o singularidades o unidades o lo que fuere, que existan desde la eternidad y no sean idénticas con Dios (“quae non sint Deus”); Dz 391. La proposición positiva es: “Quidquid in Deo est, Deus est”. El Concilio unionista de Florencia declaró “In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationes oppositio”; Dz 703.
8.-En Dios todo es uno, mientras no exista oposición relativa.
El llamado principio fundamental trinitario, formulado primero por San Anselmo de Cantorbery (De processione Spiritus S.2) y confirmado después solemnemente por el Concilio de Florencia en el Decretum pro Iacobitis (1441): “In Deo omnia sunt unum, ubi non obviat relationis oppositio” (Dz 703).
9.-Las tres divinas personas in-existen entre sí o están la una en las otras (pericóresis trinitaria).
El Concilio de Florencia, en el Decretum pro Iacobitis enseñaba con San Fulgencio (De fide ad Petrum 1, 4): “Propter hanc unitatem Pater est totus in Filio, totus in Spiritu Sancto; Filius totus est in Patre, totus in Spiritu Sancto; Spiritus Sanctus totus est in Patre, totus in Filio”; Dz 704.
Juan 10:30; 10:38, Juan 14:9ss, 1Corintios 2, 10ss.
San Juan Damasceno (De fide orth. 1 8;I 14;III 5).
10.-Todas las operaciones de Dios ad extra son comunes a las tres divinas personas.
El Concilio IV de Letrán (1215), enseña en el capítulo Firmiter que las tres divinas personas constituyen un único principio de todas las cosas (“unum universorum principium”; Dz 428). El Concilio de Florencia declara en el Decretum pro Iacobitis (1441): “Pater et Filius et Spiritus Sanctus non tria principia creaturae, sed unum principium”, Dz 704, cf. Dz 254, 281, 284.
Juan 5:19, Juan 14:10
San Agustín (De Trin. 1 4, 7; Sermo 213, 6, 6).

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IV. DIOS CREADOR (Dogmas)
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1.-Todo cuanto existe fuera de Dios ha sido sacado de la nada por Dios en cuanto a la totalidad de su sustancia.
El Concilio del Vaticano declaró: “Si quis non confiteatur mundum resque omnes, quae in eo continentur, et spirituales et materiales, secundum total suma substantiam a Deo ex nihilo esse productas, a.s.”; Dz 1805, cf. El símbolo de fe y el capítulo Firmiter (Dz 428)
Isaías 42:8, Salmo 88:12, Ester 13:10, Génesis 1:1, 2Macabeos 7:28, Sabiduría 1:14.
El Pastor de Hermas (Mand. 1, 1); San Teófilo de Antioquia (Ad Autol. II 4, 10); San Ireneo (Adv. Haer 1, 22, I), Tertuliano (Adv. Hermogenem I), San Agustín (De Genesi contra Manichaeos)
2.-Dios fue movido por su bondad a crear libremente el mundo.
El Concilio del Vaticano declaró: “Deus bonitate sua et omnipotenti virtute, non ad augendam suma beatitudem nec ad acquirendam, sed ad manifestandam perfectionem suam per bona, quae creaturis impertitur, libérrimo consilio… utramque de nihilo condidit creaturam”; Dz 1783.
Proverbios 16:4, Orígenes (De Princ.. II, 9, 6), San Agustín (De doctr. Christ I 32, 35), San Juan Damasceno (De fide orth 11, 2).
3.-El mundo ha sido creado para gloria de Dios.
El Concilio del Vaticano definió: “Si quis… mundo ad Dei gloriam conditum esse negaverit, a.s.”; Dz 1805.
Salmo 18:2, Daniel 3:52ss, Salmo 146-150, Romanos 2:36, Tertuliano (Apol. 17)
4.-Las tres divinas personas constituyen un único y común principio de la creación.
El concilio unionista de Florencia declaró en el Decretum pro Iacobitis (1441): “Pater et Filius et Spiritus Sanctus non tria principia creaturae, sed unum principium”, Dz 705, cf. Dz 428.
Juan 5:19, Juan 14:10, Mateo 11:25, Juan 1:3, Colosences 1:15, 1Corintios 8:6, Hebreos 1:2, San Agustín (De Trin. V 13, 14).
5.-Dios creó el mundo libre de toda coacción externa y de toda necesidad interna.
El Concilio del Vaticano declaró que Dios “con libérrima decisión” (liberrimo consilio)y con voluntad libre de toda coacción (voluntate ab omni necessitate libera), realizó el acto creador; Dz 1783, 1805, cf. Dz 706.
Salmo 134:6, Apocalipsis 4:11, Sabiduría 9:1, San Agustín (Enarr. In Ps 134:10), San Ireneo (Adv. Haer. II, 1, 1; 3 8, 3).
6.-Dios creó un mundo bueno..
El Concilio de Florencia declaró en el Decretum pro Iacobitis (1441), contra los errores del maniqueísmo, que no hay naturaleza que sea mala en sí, puesto que toda naturaleza en cuanto tal, es buena: “nullamque mali asserit esse naturam, quia omnis natura, in quantum natura est, bona est”; Dz 706, cf. Dz 428.
Génesis 1:31, Eclesiástico 39:21, 1Timoteo 4:4.
7.-El mundo tuvo principio en el tiempo.
El Concilio IV de Letrán, y el Concilio del Vaticano señalan: “simbul ab initio temporis utramque de nihilo condidit creaturam”; Dz 428, 1783. Al mismo tiempo condenaron la teoría de la eternidad del mundo; Dz 501-503.
Juan 17:5, Efesios 1:4, Salmo 101:26, Génesis 1:1, Salmo 89:2, Juan 17:24.
Taciano (Or. Ad Graecos 5), San Ireneo (Adv. Haer II 34, 2), San Basilio (In Hexaem. hom 1,7).
8.-Dios ha creado Él sólo el universo. (incomunicabilidad del poder creador)
El Concilio IV de Letrán definió que la Santísima Trinidad es “principio único del universo, hacedor de todas las criaturas”; Dz 428.
Isaías 44:24, Hebreos 3:4, Salmo 88:12, Juan 1:3, Apocalipsis 4:11, San Ireneo (Adv. haer. IV 20, 1), San Agustín (De Civ. Dei XII 24).
9.-Dios conserva en la existencia a todas las cosas creadas.
En contra del deísmo, que sostiene que Dios abandonó el mundo a sí mismo, el Concilio del Vaticano declaró: “Dios protege con su providencia todas las cosas que ha creado”, es decir, las preserva de caer en la nada; Dz 1784, cf. Catecismo Romano 1 2, 21: “Si la providencia divina no conservara las cosas con el mismo poder con que las creó en un principio, volverían en seguida a recaer en la nada.”.
Sabiduría 11:26, Juan 5:17, Colosences 1:17, Hebreos 1:3, San Agustín (De Gen. ad litt . V 20, 40), San Ireneo (Adv. haer. II 34, 2s.).
10.-Dios protege y gobierna con su providencia a todas las criaturas.
El Concilio del Vaticano, en contra del fatalismo pagano, deísmo y materialismo, enseña: “Universa, quae condidit, Deus providentia sua tuetur atque gubernat, attingens a fine usque ad finem fortiter et disponens omnia suaviter”; Dz 1784; cf. Dz 239 s.
Sabiduría 6:8, Hechos 17:25, 1Pedro 5:7.
San Juan Crisóstomo (Ad Stagyrium), Teodoreto de Ciro (10 sermones de providencia).
11.- El primer hombre fue creado por Dios.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano definen: “utramque de nihilo condidt creaturam, spiritualem et corporalem… ac deinde humanam quasi communem ex spiriti et corpore constitutam”; Dz 428, 1783.
Génesis 1:27, Génesis 2:7, San Agustín (In. Io. tr. 9, 10).
12.-El hombre consta de dos partes esenciales: el cuerpo material y el alma espiritual.
El Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano enseñan: “deinde (condidit creaturam) humanam quasi communem ex spiritu et corpore constitutam”; Dz 428, 1783.
Génesis 2:7, Eclesiastés 12:7, Mateo 10:28, 1Corintios 5:3.
13.-El hombre no posee más que una sola alma racional.
Contra el tricotomismo de Platón, los maniqueos, gnósticos y apolinaristas, y Anthon Gunter, el VII Concilio Universal de Constantinopla (869-870), condenó la teoría bianímica declarando: “unam animam rationabilem et intellectualem habere hominem”; Dz 338.
Cf. Anterior.
14.-El alma racional es inmediatamente la forma sustancial del cuerpo.
Así lo declaró el Concilio de Vienne, contra Platón, Descartes y Leibnitz, “quod anima rationalis seu intellectiva sit forma corporis humani per se et essentialiter”; Dz 481; cf 738, 1655.
Génesis 2:7, Ezequiel 37:1ss., Símbolo Quicumque (Dz 40), San Agustín (De Civ. Dei XXI 3, 2), San Juan Damasceno (De fide orth. Il, 12).
15.- Cada hombre posee un alma individual e inmortal..
El V Concilio de Letrán (1512-17), condenó a los neoaristotélicos de tendencia humanista que enseñaban el monopsiquismo averroísta (que cree que el alma racional es en todos los hombres la misma numéricamente y que esa alma universal goza de inmortalidad), definió el Concilio: “damnamus et reprobamus omnes asserentes animam intellectivam mortalem esse aut unicam in cunctis hominibus”; Dz 738.
Génesis 15:15, Deuteronomio 31:16, 1Reyes 2:10, Sabiduría 2:23, Mateo 10:28, Filipenses 1:23.
16.-Dios ha señalado al hombre un fin último sobrenatural.
El Concilio del Vaticano funda la necesidad absoluta de la revelación en la destinación del hombre a un fin sobrenatural: “Deus ex infinita bonitate sua ordinavit hominem ad finem supernaturalem, ad participanda scilicet bona divina, quae humanae mentis intelligentiam omnino superant”; Dz 1786, cf. Dz 1808.
1Corintios 13:12, Juan 3:2.
17.- Nuestros primeros padres estaban dotados de gracia santificante antes del pecado original.
En contra del pelagianismo y el racionalismo moderno, el Concilio de Trento enseña: “primum hominem Adam… sanctitatem et iustitiam, in qua constitutus fuerat, amisisse”; Dz 788, cf Dz 1921
Romanos 5:12ss., Efesios 1:10, 1Corintios 6, 11. San Agustín (De Gen. ad litt. VI 24, 35).
18.- Nuestros primeros padres estaban dotados de inmortalidad corporal.
El Concilio de Trento definió que el castigo por el pecado fue la muerte corporal, que antes no se tenía: “Si quis non confiteur, primum hominem adam… incurrisse, per offensam praevaricationis huiusmodi, iram et indignationem Dei, atque ideo mortem, quam antea illi comminatus fuerat Deus, a.s.”; Dz 788, cf. Dz 101, 175, 1078, 2123.
Génesis 2:17, Sabiduría 1:13, Romanos 5:12, San Agustín (De Gen. ad litt. VI 25, 36).
19.-Nuestros primeros padres pecaron gravemente en el Paraíso transgrediendo el precepto divino que Dios les había impuesto para probarles.
El Concilio de Trento definió que Adán perdió la justicia y la santidad por transgredir el precepto divino; Dz 788.
Génesis 2:17 y 3, 1, Eclesiástico 25:33, 2Corintios 11:3, Juan 8:44, San Agustín (Op. Imperf. c. Jul 1 105).
20.- Los protoparentes perdieron por el pecado la gracia santificante y atrajeron sobre sí la cólera y el enojo de Dios.
Dz 788.
Génesis 3:16.
21.-Los protoparentes quedaron sujetos a la muerte y al señorío del diablo.
Dz 788.
Génesis 3:15, Juan 12:31, 2Corintios 4:4, Hebreos 2:14, 2Pedro 2:19.
22.- El pecado de Adán se propaga a todos sus descendientes por generación, no por imitación (existencia del pecado original).
El Concilio de Trento declaró en el Decretum super peccato originali, que Adán pecó para todos y no sólo para sí mismo; Dz 789-791.
Salmo 50:7, Job 14:4, Romanos 5:12-21, San Agustín (De nupt. et concup. 11 12, 25), San Cipriano (Contra Iul. 1 6, 22).
23.-El pecado original se propaga por generación natural.
El Concilio de Trento define: “propagatione, non imitatione transfusum ómnibus”; Dz 790.
24.-En el estado de pecado original, el hombre se halla privado de la gracia santificante y de todas sus secuelas, así como también de los dones preternaturales de integridad.
Dz 788 s.
Juan 12:31, 2Corintios 4:4, Hebreos 2:14, 2Pedro 2:19.
25.-Las almas que salen de esta vida en estado de pecado original están excluidas de la visión beatífica de Dios.
El segundo concilio universal de Lyon (1274), y el concilio de Florencia declararon: “Illorum animas, qui in actuali mortali peccato vel solo originali decedunt, mox in infernum descendere, poenis tamen disparibus puniendas”; Dz 464, 693; cf. 493 a.
Juan 3:5.
26.-Dios, al principio del tiempo, creó de la nada unas sustancias espirituales que son llamadas ángeles.
Así lo declaran el Concilio IV de Letrán y el Concilio del Vaticano: “simul ab initio temporis utramque de nihilo condidit creaturam, spiritualem et corporalem, angelicam videlicet et mundanam”; Dz 428, 1783.
Éxodo 20:11, Colosences 1:16, Salmo 148:2-5.
27.-La naturaleza de los ángeles es espiritual.
Los Concilios IV de Letrán y el del Vaticano identifican la naturaleza espiritual con los ángeles: “simul ab initio temporis utramque de nihilo condidit creaturam, spiritualem et corporalem, angelicam videlicet et mundanam”; Dz 428, 1783.
1Reyes 22:21, Daniel 3:86, Sabiduría 7:23, 2Macabeos 3:24, Mateo 8:16, Apocalipsis 1:4, Efesios 6:12.
28.- Los espíritus malos (demonios), fueron creados buenos por Dios, pero se hicieron malos por su propia culpa.
El Concilio IV de Letrán declaró contra el dualismo de gnósticos y maniqueos: “Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali”, Dz 428, cf. Dz 427.
2Pedro 2:4, Judas 6, Juan 8:44, San Gregorio Magno (Moralia XXXIV 21, S.th. 1 63, 3)
29.-La misión secundaria de los ángeles buenos es proteger a los hombres y velar por su salvación.
Desde el Siglo XVI se celebra una fiesta especial para honrar a los ángeles custodios. El Catecismo Romano (IV 9, 4), enseña: “La Providencia divina ha confiado a los ángeles la misión de proteger a todo el linaje humano y asistir a cada uno de los hombres para que no sufran perjuicios”.
Hebreos 1:14, Salmo 90:11, Judith 13:20, Tobías 5:27, Daniel 3:49, Orígenes (Contra Celsum VIII 34).
30.- El diablo, por razón del pecado de Adán, posee cierto dominio sobre los hombres.
El Concilio de Trento cita, entre muchas consecuencias del pecado de Adán, la esclavitud bajo el poder del diablo; Dz 788, 793.
Juan 12:31, 2Corintios 4:4, Hebreos 2:14, Juan 3:8, 2Pedro 2:4, Judas 6.

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V. DIOS REDENTOR: La Persona del Redentor (Dogmas)
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1.-Jesucristo es verdadero Dios e Hijo de Dios por esencia.
El símbolo Quicumque establece: “Est ergo fides recta, ut credamus et confiteamur, quia Dominus noster Jesús Christus, Dei Filius, Deus et homo est. Deus est ex substantia Patris ante saecula genitus, et homo est ex substantia matris in saeculo natus, perfectus Deus, perfectus homo”; Dz 40; cf. Dz 54, 86, 148, 214 s., 290.
Salmo 2:7, Hebreos 1:5, Mateo 3:17, Lucas 3:22, Juan 1:1-3, Mateo 15:25, Mateo 28:18, Juan 20:31, Filipenses 2:5-11, La Didaché (10, 6), San Clemente Romano (Cor. 36, 2-4), San Ignacio de Antioquia (Eph. 1, 1, 7; Rom. 6, 3, Smyrn. 1, 1), San Policarpo (Phil. 2, 1;12, 2), Martyrium Policarpi 14, 3; 17, 3.
2.-Cristo asumió un cuerpo real, no simplemente aparente.
El Concilio de Calcedonia (451), llama a Cristo “Dios y hombre verdadero”; Dz 148. El Decretum pro Iacobitis del Concilio de Florencia condenó el docetismo (Dz. 462, 710).
Lucas 24:39, Juan 4:2, Juan 1:1, Romanos 5:15, 1Corintios 15:21, 1Corintios 1:23, San Ignacio de Antioquia (Philad. 5, 1).
3.-Cristo no solamente asumió un cuerpo, sino también un alma racional.
El apolinarismo, contrario a esta doctrina, fue condenado en el sínodo de Alejandría presidido por San Atanasio (362), en el segundo Concilio universal de Constantinopla, y en el sínodo Romano presidido por el Papa San Dámaso (382); Dz 85, 65). El Concilio de Calcedonia enseña a propósito de la verdadera humanidad de Cristo: “Es perfecto en su humanidad, verdadero hombre, constando de alma racional y de cuerpo, consustancial con nosotros en cuanto a su humanidad”; Dz 148.
Así lo profesa también el símbolo Quicumque: “perfectus homo ex anima rationali et humana carne subsistens”; Dz 40. Lo mismo declaró el Concilio de Vienne; Dz 480, cf. Dz 710.
Mateo 26:38, Lucas 23:46, Mateo 27:50, Juan 19:30, Marcos 15:37, San Clemente Romano (Cor. 49, 6), San Ignacio de Antioquia (Smyrn. 4, 2), San Gregorio Nacianceno (Ep. 101 ad Cledonium, cf. S.th. III 6, 1).
4.- Cristo fue verdaderamente engendrado, y nació de una hija de Adán, la Santísima Virgen María.
Los símbolos eclesiásticos lo han admitido así desde un principio. El símbolo apostólico dice “natus ex Maria Virgine”; el símbolo Quicumque profesa: “ex substantia matris in saeculo natus”, Dz 40.
Génesis 22:18, Mateo 1:9-27, Romanos 1:3, Mateo 1:16, Lucas 1:31, Gálatas 4:4, San Ignacio de Antioquia (Smyrn. 1, 1, Eph. 18, 2), Tertuliano (De carne Christi 20; S.th. III 4, 6).
5.-La naturaleza divina y la humana se hallan en Cristo unidas hipostáticamente, es decir, en unidad de persona.
El III Concilio de Éfeso (431), confirmó los doce anatematismos de San Cirilo de Alejandría, pero sin definirlos formalmente.
El Concilio de Calcedonia (451), definió que las dos naturalezas de Cristo se unen “en una sola persona y una sola hipóstasis”; Dz 148.
El nombre de “unión hipostática” fue formulado solemnemente por el V Concilio de Constantinopla (553); Dz 217.
Juan 8:57, Romanos 9:5, 1Corintios 2:8, Hechos 3:15, Juan 1:14, San Ignacio de Antioquia (Eph. 1, 1; 7, 2; 18, 2; Rom. 6, 3; Pol. 3, 2), San Gregorio Nacianceno (Eph. 101, 4), Tertuliano (Adv. Prax. 27), San Agustín (Ep. 137, 3, 9).
6.-Cada una de las dos naturalezas en Cristo posee una propia voluntad física y una propia operación física.
El monotelismo fue condenado por la Iglesia en el sínodo Lateranense del año 649, siendo Papa Martín I (Dz 263 s.), en la Epístola dogmática ad imperatores del Papa Agatón. Los Concilios V de Constantinopla y el de Calcedonia proclamaron: “Proclamamos igualmente, conforme a la enseñanza de los Santos Padres, que en Él hay también dos voluntades físicas y dos operaciones físicas indivisamente, inconvertiblemente, inseparablemente, inconfusamente. Y estas dos voluntades físicas no se oponen la una a la otra como afirmaron los herejes”; Dz 291.
Mateo 29:39, Lucas 22:42, Juan 6:38, Hebreos 10:9, San Atanasio (De incarn. Dei Verbi et c Arianos 21), San León Magno (Epístola dogmatica Dz. 144), San Juan Damasceno (De fide orth III 15).
7.-La unión hipostática de la naturaleza humana de Cristo con el Logos Divino tuvo lugar en el instante de la concepción.
Así lo confiesa el símbolo apostólico: “Filium eius unicum Dominum nostrum, qui conceptus est de Spiritu Sancto”.
Romanos 1:3, Gálatas 4:4, San Agustín (De Trin. XIII 17, 22), San Cirilo de Alejandria (Ep. 39).
8.-La unión hipostática no cesará nunca.
La doctrina de Marcelo de Ancyra fue condenada como herética por el Concilio II de Constantinopla (381), que añadió al símbolo de fe la confesión “Cuius regni nmon erit finis”; Dz 86, cf. Dz 283.
Lucas 1:33, Hebreos 7:24, San Cirilo de Jerusalén (Cat. 15:27)
9.-El acto de la unión hipostática fue realizado en común por las tres divinas personas.
El símbolo del Concilio XI de Toledo (675), establece: “Es necesario creer que la encarnación del Hijo de Dios es obra de toda la Trinidad, porque las obras de la Trinidad son inseparables”; Dz 284.
El Concilio IV de Letrán declara: “Unigenitus Dei Filius Jesús Christus a tota Trinitate communiter incarnatus”; Dz 429.
El Credo Católico reza “Fue concebido por obra del Espíritu Santo”.
Juan 3:16, Juan 4:9, Hebreos 10:5, Filipenses 2:7, Mateo 1:18, San Agustín (De Trin. II 5, 9).
10.-La Segunda Persona de la Trinidad es la única que se hizo hombre.
El sínodo de Reims así lo declaró en contra de Gilberto de Poitiers, quien negaba la igualdad entre Deus y divinitas: “Credimus ipsam divinitate… incarnatam esse, sed in Filio”; Dz 392, cf. S.th.III 3, 1-4.
Juan 1:14.
11.-Jesucristo, aún como hombre, es Hijo natural de Dios.
El Concilio plenario de Francfort (794), condenó el adopcionismo de Elipando de Toledo y Félix de Urgel, definiendo que Cristo es hijo natural de Dios aún siendo hombre (Dz. 311 ss.)
Romanos 8:32, Juan 1:14, Mateo 3:17, San Agustín (C. Secundinum Manich. 5).
12.- Hay que adorar al Dios-Hombre Jesucristo con un solo culto: el de latría absoluto que corresponde únicamente a Dios.
El Concilio de Éfeso condenó la “coadoración” propugnada por los nestorianos (Dz. 120), el V Concilio de Constantinopla ratificó la decisión de Éfeso (Dz. 221). El Papa Pío VI declaró contra el Sínodo de Pistoia (“Humanitas ipsaque caro vivifica Christi adoratur, non quidem propter se et tanquam nuda caro, sed prout unita divinitti”), Dz. 1561.
Mateo 28:9 y 17, Juan 5:23, Filipenses 2:10, Hebreos 1:6, Martyrium Policarpi 17:3, Contra la acusación de sarcolatría predican San Atanasio (Ep. Ad Adelphium 3), San Juan Damasceno (De fide orth III 8, IV 3), San Ambrosio (De Spiritu S. III, 11, 79), San Agustín (Enarr. in Ps. 98, 9).

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VI. DIOS REDENTOR: La Obra del Redentor (Dogmas)
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1.-El hijo de Dios se hizo hombre para redimir a los hombres.
El símbolo niceno-constantinopolitano profesa: “Qui propter nos homines et propter nostram salutem descendit de coelis et incarnatus est”, Dz. 86.
Isaías 35:4, Mateo 1:21, Lucas 2:11, Lucas 19:10, 1Timoteo 1:15, Juan 3:17.
2.-El hombre caído no podía redimirse a sí mismo.
El Concilio de Trento enseña que el hombre caído no podía liberarse de la muerte ni por naturaleza ni por la Ley mosaica; Dz. 793.
Romanos 3:23, San Agustín (Enarr. in Ps. 95, 5).
3.-Cristo es legislador y juez de los hombres.
El Concilio de Trento definió contra el luteranismo: “Si quis dixerit, Christum Iesum a Deo hominibus datum fuisse ut redemptorem, cui fidant, non etiam ut legislatorem, cui oboediant, a.s.”, Dz 831.
El símbolo apostólico profesa: “Sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis, inde venturus es iudicare vivos et mortuos”.
Lucas 1:32, Juan 18:37, Mateo 22:21, Mateo 28:18, Apocalipsis 1:5, 19:16, Juan 5:22, Martyrium Policarpi 9:3, San Ireneo (Adv. Haer 1 10, 1), San Justino (Apol. 1 41, Dial. 73).
4.- El Dios-Hombre Jesucristo es Sumo Sacerdote.
Así lo enseña el Concilio de Éfeso (431), junto con San Cirilo de Alejandría, Dz. 122.
El Concilio de Trento enseña: “Oportuit… sacerdotem alium secundum ordinem Melchisedech surgere, Dominum nostrum Iesum Christum”, Dz. 938.
Salmo 109:4, Mateo 22:42 ss., Hebreos 5, 6 y 10.
San Clemente Romano (Cor. 36, 1), San Ignacio de Antioquia (Philad. 9, 1), San Policarpo (Phil. 12, 2).
5.-Cristo se inmoló a sí mismo en la cruz como verdadero y propio sacrificio.
El Concilio de Éfeso lo definió así, Dz. 122. El Concilio de Trento confirma esta doctrina: “Qui in ara crucis semel se ipsum cruente obtulit”, Dz. 938 y 951.
Hebreos 8:10, Juan 1:29, Efesios 5:2, 1Corintios 5:7.
Epístola de Bernabé 7:3, San Clemente de Alejandría (Paedagogus 1 5, 23 1), San Agustín (De civ. Dei X 20; De Trin. IV 14, 19).
6.-Cristo nos rescató y reconcilió con Dios por medio del sacrificio de su muerte en la cruz.
El Concilio de Trento define: “Este Dios y Señor nuestro, Jesucristo, quiso ofrecerse a sí mismo a Dios Padre como sacrificio presentado sobre el ara de la cruz en su muerte, para conseguir para ellos (los hombres necesitados de redención), el eterno rescate”, Dz. 938.
Mateo 20:28, 1Timoteo 2:6, Romanos 3:24, Tito 2:14, Colosences 1:13, San Ireneo (Adv. Haer. V 14, 3).
7.-Cristo mereció ante Dios recompensa por su pasión y muerte.
El Concilio de Trento enseña: “qui sua sanctissima passione.. nobis iustificationem meruit”, Dz. 7.
Filipenses 2:9, Hebreos 2:9.
8.-Después de su muerte, Cristo, con el alma separada del cuerpo, bajó al limbo de los justos.
El símbolo apostólico contiene el artículo “descendit ad inferos”, el símbolo Quicumque contiene el mismo artículo (Dz. 40). El Concilio IV de Letrán precisa: “Descendit ad inferos…sed descendit in anima”, Dz. 429.
Mateo 12:20, Juan 2:3, Hechos 2:24, Colosences 1:18, Salmo 15:10, Romanos 10:6 ss., San Ignacio de Antioquia (Magn. 9, 2), Tertuliano (De anima 7:55), San Hipólito (De Anticristo 26, 45), San Agustín (Ep. 164, 2, 3).
9.-Al tercer día después de su muerte, Cristo resucitó glorioso de entre los muertos.
Todos los símbolos antiguos expresan esta verdad de la Fe. El Concilio XI de Toledo precisa” virtute propria sua”, Dz. 286.
Isaías 53:10, Mateo 12:40; 16:21; 17:22; 20:19, Juan 2:19, Mateo 28, Marcos 16, Hechos 4:33, Todos los Santos Padres de la Iglesia, por unanimidad dan testimonio de la Resurrección de Cristo, oponiéndose al materialismo pagano y al judaísmo.
10.-Cristo subió en cuerpo y alma a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Todos los símbolos posteriores al símbolo apostólico confirman lo que dice éste: “Ascendit ad coelos, sedet ad dexteram Dei Patris omnipotentis”, El Capítulo Firmiter precisa: “Ascendit pariter in utroque”, Dz. 429.
Juan 6:63, Marcos 16:19, Hechos 1:9, Efesios 4:8 ss., Hebreos 4:14, 1Pedro 3:22.

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VII. DIOS REDENTOR: La Madre del Redentor (Dogmas)
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1.-María es verdadera Madre de Dios.
El símbolo apostólico muestra la base en el artículo “nació de María Virgen”. El Concilio de Éfeso (431), proclamó con San Cirilo, en contra de Nestorio: “Si alguno no confesare que Emmanuel es verdaderamente Dios, y que, por lo tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, , porque parió según la carne al Logo de Dios hecho carne. s.a.”, Dz. 113.
Los diversos concilios ecuménicos que trataron este punto confirmaron esta doctrina.
Juan 2:1, Lucas 1:43, Gálatas 4:4, San Ignacio de Antioquia (Eph. 18:2), Orígenes, Eusebio de Cesárea, Atanasio, Epifanio y los Capadocios, entre otros, ya usan el término . San Gregorio Nacianceno (Ep. 101, 4).
2.-María fue concebida sin mancha de pecado original (Inmaculada Concepción).
S.S. Pío IX proclamó el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis, que era verdad revelada por Dios, que: “la beatísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original por singular privilegio y gracia de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, el Salvador del género humano” .Dz 1641.
Génesis 3:15, Lucas 1:28, Lucas 1:41, San Efrén (Carmina Nisib. 27), San Justino (Dial. 100), San Ireneo (Adv. haer. III 22, 4), Tertuliano (De carne Christi 17).
3.-María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto (Perpetua Virginidad).
El sínodo de Letrán (649), recalcó los 3 momentos de la Virginidad de María, S.S. Paulo IV declaró “Beatissimam Virginem Mariam… pertitisse semper in virginatis integritate, ante partum scilicet, in partu ,et perpetuo post partum”, Dz. 993.
Antes del Parto: Lucas 1:26, Isaías 7:14, Lucas 1:34, San Ignacio de Antioquia (Smyrn 1, 1), Orígenes (Contra Celsum 1 34 s., S.th. III 28, 1).
En el Parto: Ezequiel 44:2, Isaías 66:7, San Ambrosio (Ep. 42), otorgado en el título “siempre virgen”, (V Concilio de Constantinopla, Dz. 214).
Después del Parto: Lucas 1:34, Juan 19:26, Orígenes (In Luc.hom.7), San Ambrosio (De inst.virg. Et S Mariae virginitate perpetua), San Jerónimo (de perpetua virginititate B. Mariae adv. Helvidium), San Agustín (de haeresibus 56, 84), San Epifanio (Haer. 78, contra los antidicomarianitas). San Basilio dice: “Los que son amigos de Cristo no soportan oír que la Madre de Dios cesó alguna vez de ser virgen” (Hom. In s. Christi generationem n.5), San Juan Damasceno en De Fide orth IV. 14.
Desde el siglo IV, los santos padres como Zenón de Verona, San Agustín y San Pedro Crisólogo emplean la fórmula “Virgo concepit, virgo peperit, virgo permansit”.
La antigua teología luterana, en el Articuli Smacaldici P. I art. 4, dice de María: “ex Maria, pura, sancta semper virgine”.
4.- María fue asunta al cielo en cuerpo y alma (Asunción de María).
S.S. Pío XII proclamó el 1 de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentissimus Deus, como dogma revelado por Dios que María fue asunta en cuerpo y alma al cielo: “pronuntiamus, declaramus et definimus divinitus revelatum dogma esse: Immaculatam Deiparam semper Virginem Mariam, expleto terrestris vitae cursu, fuisse corpore et anima ad caelestem gloriam assumptam”.
Mateo 27, 52-3, Gregorio de Tours, Seudo-Modesto de Jerusalén, Germán de Constantinopla, Andrés de Creta, Juan de Damasco y Teodoro de Estudión.

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VIII. DIOS SANTIFICADOR: La Gracia (Dogmas)
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1. Introducción a la Gracia y la Gracia Actual
1.-Existe un influjo sobrenatural de Dios sobre las potencias del alma que precede a toda libre decisión de la voluntad.
Así lo enseña el Concilio de Trento: “A Dei per Christum Iesum praevanente gratia”), Dz. 797.
Apocalipsis 3:20, Juan 6:44.
2.-Existe un influjo sobrenatural de Dios sobre las potencias del alma que coincide temporalmente con el libre ejercicio de la voluntad humana.
El Concilio de Trento lo definió en Dz. 797 y Dz. 810.
1Corintios 15:10, San Agustín (Contra duas ep. Pel. 11 9, 21=Dz 193), San Agustín (De gratia et libero arb. 17, 33), San Gregorio Magno (Moral XVI 25, 30).
3.-Para cada acto saludable es absolutamente necesaria la gracia interna y sobrenatural de Dios.
El Concilio II de Orange (529) enseña en su canon 9: “Quoties bona agimus, Deus in nobis atque nobiscum, ut operemur, operatur” (Dz. 182). El Concilio de Trento confirma esta doctrina, (Can. 1-3, Dz. 811-813).
Juan 15:1, Efesios 4:15, 1Corintios 12:3, San Agustín (In Ioh. tr. 81, 3).
4.- Para el comienzo de la fe y la salvación, es absolutamente necesaria la gracia interna y sobrenatural.
El Concilio II de Orange, declaró en su canon 5: “Si quis… initium fidei ipsumque credulitatis affectum… non per gratiae donum, id est per inspirationem Spiritus Sancti… sed naturaliter nobis inesse dicit, Apostolicis dogmatibus adversarius approbatur”; Dz. 178. El Concilio de Trento lo confirma (Dz. 797).
Efesios 2:8, Juan 6:44, Juan 6:65, Hebreos 12:2, San Juan Crisóstomo (In ep. ad Hebr. hom. 28, 2)
5.-El justificado no puede permanecer hasta el fin de la justicia recibida sin un particular auxilio de Dios.
El Concilio II de Orange que aún los regenerados por el Bautismo han de pedir incesantemente el auxilio de Dios, Dz. 183. El Concilio de Trento llama a la perseverancia final un don de Dios (“mágnum illud usque in finem perseverantiae donum”), Dz. 826. Trento enseña también: “Si quis dixerit, iustificatum vel sine speciali auxilio Dei in acepta iustitia perserverare posse vel cum eo non posse, a.s.”, Dz. 832.
Filipenses 1:6, Lucas 18:1, 1Tesalonicenses 5:17, Mateo 26:41, Lucas 21:36.
San Agustín (De dono perseverantiae).
6.-El justo, sin un especial privilegio de la gracia de Dios, no es capaz de evitar durante toda su vida todos los pecados, aún los veniales.
El Concilio de Trento definió contra los pelagianos: “Si quis hominem semel iustificatum dixerit… posse in tota vita peccata omnia, etiam veniala, vitare, nisi ex speciali Dei privilegio, quemadmodum de beata Virgine tenet Ecclesia, a.s.”Dz. 833, cf. Dz. 107ss.
Santiago 3:2, Mateo 6:12, San Agustín cita a (1era. de Juan 1:8) en De nat. et. grat. 36, 42.
7.-El hombre, aún en el estado de naturaleza caída, puede conocer con su entendimiento natural verdades religiosas y morales.
S.S. Clemente XI reprobó a los jansenistas (que sostenían la herejía contraria), en Dz. 1398. El Concilio del Vaticano refuta esta herejía, al elevar a categoría de DOGMA la cognoscibilidad natural de Dios.
8-.Para realizar una acción moralmente buena no es precisa la gracia santificante.
El Concilio de Trento lo definió así: “Si quis dixerit, opera omnia, quae ante iustificationem fiunt, quacunque ratione facta sint, vere esse peccata vel odium Dei mereri, a.s.”, Dz. 817, cf. Dz. 1035, 1040, 1399.
Ezequiel 18:30, Zacarías 1:3, Salmo 50:19, San Agustín (De spiritu et litt. 28, 48).
9.-En el estado de naturaleza caída, resulta moralmente imposible al hombre, sin revelación sobrenatural, conocer con firme certidumbre y sin mezcla de error todas las verdades religiosas y morales del orden natural.
El Concilio del Vaticano, siguiendo la línea de Santo Tomás, define: “A esta revelación divina hay que atribuir el que todas aquellas cosas divinas que de por sí no son inaccesibles a la razón sean conocidas por todos, en el estado presente del género humano, con facilidad, firme certidumbre y sin mezcla alguna de error”, Dz. 1786.
10.-La gracia no puede merecerse de condigno ni de congruo por las obras naturales.
El Concilio II de Orange, enseña que no hay méritos que precedan a la gracia: “Nullis meritis gratiam praveniri”, Dz. 191. El Concilio de Trento enseña: “nullis eorum exsistentibus meritis”, Dz. 797.
Romanos 3:9, Romanos 11:26, Efesios 2:8, 2Timoteo 1:9, Tito 3:4, 1Corintios 4:7., San Agustín (Enarr. in Ps. 30 sermo 1, 6).
11.-Dios da a todos los justos gracia suficiente (“gratia proxime vel remote sufficiens”), para observar los preceptos divinos.
El Concilio II de Orange así lo definió en Dz. 200, y el Concilio de Trento lo puntualizó más: “Si quis dixerit, Dei preacepta homini etiam iustificato et sub gratia constituto esse ad observandum impossibilia”, Dz. 828.  La doctrina jansenista contraria fue condenada como herética (Dz. 1092).
Salmo 32:18, Juan 14:21, Romanos 5:8-10, 1era. De Juan 5:3, 1Corintios 10:13, San Agustín (De nat. et grat. 26, 29).
Así lo decreta el Concilio de Trento; Dz. 805, 825, 827.
Romanos 8:29 ss., Mateo 25:34, Juan 10:27, Hechos 13:48, San Agustín (De dono persev. 23, 65).
Aunque no definido con estas palabras, esta doctrina es universal de la Iglesia. El sínodo de Valence (855), enseña: “fatemur praedestunationem impiorum ad mortem”, Dz. 322.
Mateo 25:41, Romanos 9:22, San Agustín (Contra Iul. III 18, 35).
14.-La voluntad humana sigue siendo libre bajo el influjo de la gracia eficaz. La gracia no es irresistible.
El Concilio de Trento declaró contra los reformadores: “Si alguno afirmare que la libre voluntad del hombre, cuando es movida y excitada por Dios, no coopera nada, mediante su consentimiento, con Dios que la excita y mueve, contribuyendo ella a disponerse para recibir la gracia de la justificación; y si afirmare igualmente que la voluntad no fuera capaz de contradecir a la gracia, si quisiera (“neque posse disentiré, si velit”), antes bien se comporta del todo inactivamente y con pura pasividad (“mere passive”) como algo inerte; ese tal a.s.” Dz. 814.
S.S. Inocencio X condenó como herética la proposición de Jansenio de que en el estado de naturaleza caída, jamás se resiste a la gracia interior. Dz. 1093.
Deuteronomio 30:19, Eclesiástico 15:18, Mateo 23:37, Hechos 7:51, 1Corintios 15:10.
15.-Existe una gracia verdaderamente suficiente y que permanece, no obstante, ineficaz (“gratia vere ete mere sufficiens”).
Según el Concilio de Trento, el hombre, con la ayuda de la gracia proveniente, puede disponerse para la gracia de la justicicación: “potest disentiré, si velit”, Dz. 814.
Mateo 23:37, Hechos 7:51, San Agustín (De spiritu et litt, 34:60).

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2. La Gracia Habitual
16.-El pecador, con la ayuda de la gracia actual, puede y debe disponerse para recibir la gracia de la justificación.
Contra los reformadores, que negaban la posibilidad y necesidad de prepararse para la justificación, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit… nulla ex parte necesse esse, eum (sc. impium) suae voluntatis motu praeparari atque disponi, a.s.” Dz. 819, cf. Dz. 797 ss., 814, 817.
Zacarías 1:3, Trenos o Lamentaciones 5:21, , San Agustín (Sermo 169, 11, 13).
17.- Sin la fe no es posible la justificación de un adulto.
El Concilio de Trento enseña: “per fidem iustificari dicimur, quia fides est humanae salutis initium, fundamentum et radix omnis iustificationis”, Dz. 801, cf. Dz. 799: “si qua (sc. fide) nulli unquam contigit iustificatio”. En cuanto al objeto de la fe justificante, el Tridentino declara: “Si quis dixerit, fidem iustificantem nihil aliud esse quam fiduciam divinae misericordiae, a.s.”, Dz. 822.
Marcos 16:16, Juan 20:31, Hebreos 11:6, Marcos 1:15, Tertuliano (De paenit. 6; De spect. 24), San Agustín (Sermo 43, 1, 1).
18.- A la fe hay que añadir, además, otros actos dispositivos.
En contra de los reformadores, para quienes la fe era la única causa de justificación (Sola Fide), el Concilio de Trento declaró que además de la fe se requieren otros actos dispositivos, Dz. 819.
Eclesiástico 1:27, Proverbios 14:27, Eclesiástico 2:9, Lucas 7:47, Juan 3:14, Ezequiel 18:30; 33:11, Santiago 2:24, San Agustín (De Trin. XV 18, 32).
19.- La gracia santificante santifica el alma.
Según la doctrina del Concilio de Trento, la justificación es una santificación y renovación del hombre interior (“sanctificatio et renovatio interioris hominis”), Dz. 799.
1Corintios 6:11, Efesios 4:24, Catecismo Romano II, 2, 49.
20.-La gracia santificante convierte al justo en amigo de Dios.
El Concilio de Trento lo enseña diciendo que la justificación hace justo al injusto y amigo al enemigo (“ex inimico amicus”), Dz. 799.
Juan 15:14 ss., Sabiduría 7:14, Efesios 2:19, Romanos 5:10, San Juan Crisóstomo (In. Ep. Ad Rom. Hom. 14, 6).
21.- La gracia santificante convierte al justo en hijo de Dios y le confiere el título a la herencia del cielo.
Lo dice el Concilio de Trento: “translatio.. in statum gratiae et adoptionis filiorum Dei”, Dz. 796.
Tito 3:7, Romanos 8:15 ss., Gálatas 4:5 ss.
22.-Con la gracia santificante se infunden en el alma las tres virtudes teologales o divinas de la fe, esperanza y caridad.
El Concilio de Trento enseña: “En la justificación, el hombre, por hallarse incorporado a Cristo, recibe, junto con la remisión de los pecados, la fe, la esperanza y la caridad”, Dz. 800.
Romanos 5:5, 1Corintios 13:8, San Juan Crisóstomo (In actus Apost. hom. 40, 2).
23.- Sin especial revelación divina, nadie puede saber con certeza de fe si se encuentra en estado de gracia.
Contra los reformadores, que se proclamaban “salvos” con seguridad, el Concilio de Trento definió: “Si alguien considera su propia debilidad y su deficiente disposición, puede abrigar temor y recelo respecto de su estado de gracia, puesto que nadie es capaz de saber con certeza de fe no sujeta a error si ha alcanzado la gracia de Dios”, Dz. 802.
1Corintios 4:4, Filipenses 2:12, 1Corintios 9:27.
24.-La medida de la gracia de justificación que los justos reciben no es en todos la misma.
La Doctrina de Sola Fide impedía a los reformadores entender distintos grados de justificación, el Concilio de Trento los refuta en Dz. 799.
Al mismo tiempo, Trento trató de la doctrina protestante según la cual las obras son simplemente “fruto” de la justificación, definiendo: “Si quis dixerit, iustitiam acceptam non conservari atque etiam non augeri coram Deo per bona opera, a.s.”, Dz. 834.
Efesios 4:7, 1Corintios 12:11, 2Pedro 3:18, Apocalipsis 22:11, San Jerónimo (Adv. Iov. 11 23), San Agustín (Ep. 167, 3, 13).
25.-La gracia recibida podemos acrecentarla por medio de buenas obras.
Misma que número 24.
26.-La gracia de justificación se puede perder, y se pierde por cada pecado grave.
En contra de Calvino, quien sostenía que la pérdida de la gracia era imposible, y en contra de Lutero, que concedía la pérdida de la gracia sólo por el pecado de incredulidad, el Concilio de Trento decretó que el estado de gracia se pierde por cualquier pecado grave, Dz. 808, conservándose la gracia en existencia del pecado venial.
Ezequiel 18:24; 33:12, Mateo 26:41, 1Corintios 10:12, 1Corintios 6:9, ejemplos de los ángeles caídos, de los primeros padres, de Judas y de San Pedro, San Jerónimo (Adv. Iov. 11 1-4).
27.-El justo, por medio de sus buenas obras, adquiere verdadero derecho a recompensa por parte de Dios.
El Concilio II de Orange lo define: “Se debe recompensa por las buenas obras si éstas se realizan. Más, para que éstas se realicen, precede la gracia, y ésa no se debe a nadie”, Dz. 191. El Concilio de Trento lo ratifica, Dz. 809.
Mateo 5:12, Mateo 25:34 ss., Lucas 6:38, Romanos 2:6, 1Corintios 3:8, Colosenses 3:24, Hebreos 10:35; 11:6, 2Timoteo 4:8, San Ignacio de Antioquia (Carta a Policarpo 1, 3), San Justino (Apol. 1 43), San Agustín (Ep. 194, 5, 19).
28.-El justificado merece, por sus buenas obras, el aumento de la gracia santificante, la vida eterna y el aumento de la gloria celestial.
El Concilio de Trento enseña: “Si quis dixerit, iustificatum bonis operibus… non vere mereri augmentum gratiae, vitam aeternam ep ipsius vitae aeternae (si tamen in gratia decesserit) consecutionem, atque etiam gloriae augmentum, a.s.”, Dz. 842
Mateo 19:29; 25:46, Romanos 2:6, Santiago 1:12, 2Corintios 9:6, Mateo 16:27, Romanos 2:6, 1Corintios 3:8, Apocalipsis 22:12, Tertuliano (Scorp. 6), San Jerónimo (Adv. Iov. II 32-34).

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IX. DIOS SANTIFICADOR: La Iglesia (Dogmas)
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1.-La Iglesia fue fundada por el Dios-Hombre Jesucristo.
El Concilio del Vaticano declara así: “El Pastor Eterno y Obispo de nuestras almas (1Pedro 2:25), decidió edificar la santa Iglesia a fin de hacer perenne la obra salvadora de la redención, y para que en ella, como en la casa del Dios vivo, se reunieran todos los fieles con el vínculo de una fe y una caridad”, Dz. 1821, San Pío X, en contra del modernismo, afirmó esta verdad de fe, Dz. 2145.
Miqueas 4:1-3, Mateo 16:18, Mateo 4:18 ss., Lucas 16:13, Lucas 22:19, Juan 20:23, Mateo 28:19, Juan 20:21, Efesios 2:20, Hechos 20:28, Efesios 5:25-27, San Clemente Romano (Cor. 42), San Cipriano (De unit .eccl. 4 y 6).
2.-Cristo instituyó la Iglesia para continuar en todos los tiempos su obra salvadora.
En el Dz.1821, el Concilio del Vaticano define: “ut salutiferum redemptionis opus perenne redderet”, S.S. Leon XIII lo afirma en la encíclica Satis Cognitum.
Juan 17:18, Juan 10:10, Lucas 19:10, Mateo 28:19 ss., Lucas 10:16, Mateo 18:18, Marcos 16:15, 1Corintios 4:1, 2Corintios 5:20.
3.-Cristo dio a su Iglesia una constitución jerárquica.
El Concilio de Trento lo definió así, en contra de los reformadores, quienes negaban el sacerdocio consagrado (doctrina protestante del “sacerdocio universal”): “Si quis dixerit, in Ecclesia Catholica non esse hierarchiam divina ordinatione institutam, a.s.”, Dz. 966, S.S. Pío VI rechazó como herétia la doctrina galicana del Sínodo de Pistoia, que sostenía que la autoridad eclesiástica divinamente instituida era universal, y que de la Iglesia pasaba a los pastores.
Juan 20:21, Mateo 28:19 ss., Lucas 10:16, Mateo 18:18, Marcos 16:15, Romanos 1:5, 2Corintios 5:148 ss., Marcos 16:20, Hechos 15:28 ss., 1Corintios 11:34, 1Corintios 5:3-5, Hechos 2:41, 1Timoteo 4:14, 2Timoteo 1:6, Tito 1:5.
4.- Los poderes jerárquicos concedidos a los apóstoles se transmitieron a los obispos (sucesión apostólica).
El Concilio de Trento así lo define en Dz. 960, El Concilio del Vaticano reafirmó la doctrina de la sucesión apostólica: “Así como Jesús envió a los apóstoles, que había escogido del mundo, lo mismo que Él había sido enviado por el Padre, de la misma manera quiso que en Su Iglesia hubiera pastores y maestros hasta la consumación de los siglos”, Dz. 1821. “Tales pastores y maestros son los obispos, sucesores de los apóstoles”, Dz. 1828: “episcopi, qui positi Spiritu Sancto in Apostolorum locum successerunt”.
Mateo 28:20, Tito 2:1 (poder de enseñar), Tito 2:15 (poder de regir), 1Timoteo 5:22, Tito 1:5 (poder de santificar), San Clemente Romano (Cor. 42, 4), San Ignacio de Antioquia (Eph. 3, 2), (Smyrn. 8, 1-2; 9, 1), San Justino Mártir (Apol. 1 65 y 67), San Ireneo de Lyon (Adv. haer. III 3, 1), Tertuliano (De praescr. 32).
5.-Cristo constituyó al Apóstol San Pedro como primero entre los apóstoles y como cabeza visible de toda la Iglesia, confiriéndole inmediata y personalmente el primado de jurisdicción. (Primado de Pedro).
Son opositores a este dogma los ortodoxos, sectas y todos los protestantes, que define el Concilio del Vaticano así: “Si quis dixerit, beatum Petrum Apostolum non esse a Christo Domino constitutum Apostolorum omnium principem et totius Ecclesiae militantis visibile caput; vel eundem honoris tantum, non autem verae propriaeque iurisdictionis primatum ab eodem Domino nostro Iesu Christo directe et immediate accepisse, a.s.”, Dz. 1823.
El título “Christi Vicarius” aparece en el Dz. 694.
Juan 1:42, Marcos 3:16, Mateo 10:2, Marcos 5:37, Mateo 17:1, Mateo 26:37, Lucas 5:3, Mateo 17:27, Lucas 22:32, Lucas 24:34, 1Corintios 15:5, Mateo 16; 17-19 (Esa cita Cf. Isaías 22:22, Apocalipsis 1:18; 3:7), Juan 21: 15-17 (Esta cita Cf. Hechos 20:28), Hechos 1:15; 2:14; 4:8; 10:1; 15:17, Gálatas 1:18, Tertuliano (De monog. 8), San Cipriano (De unit. eccl. 4), Clemente de Alejandría (Quis dives salvetur 21, 4), San Cirilo de Jerusalén (Cat. 2, 19), San León Magno (Sermo 4, 2).
6.-Por institución de Cristo, San Pedro tendrá en todos los tiempos sucesores de su primado de jurisdicción sobre toda la Iglesia.
El Concilio del Vaticano definió: “Si quis dixerit, non esse ex ipsius Christi Domini institutione seu iure divino, ut beatus Petrus in primatu super universam Ecclesiam habeat perpetuos successores, a.s.”, Dz. 1825.
La teología lo señala como consecuencia lógica de la naturaleza y finalidad del Primado de Pedro (Juan 21:19), al estar sujeto a la ley de la muerte, se necesitaba que otro tomara el cargo de San Pedro, (Juan 21:15-17).
En el Concilio de Éfeso, el legado papal Felipe declaró “Pedro sigue viviendo y juzgando ahora en sus sucesores”, Dz. 112, 1824, San Pedro Crisólogo (Ep. 25, 2), San León Magno (Sermo 3, 2).
7.-Los sucesores de San Pedro en el primado son los obispos de Roma.
El Concilio del Vaticano, precedido por los concilios de Lyon (1274), y Florencia (1439), declaró: “Si quis dixerit… Romanum Pontificem non esse beati Petri in eodem primatu succesorem, a.s.”, Dz. 1825, cf. Dz. 466, 694.
El dogma dice que únicamente el obispo de Roma es poseedor efectivo del primado. No se ha definido por qué título está vinculado el primado a la sede romana.
Sobre la estancia de San Pedro en Roma:
1Pedro 5:13, San Clemente Romano (Cor. 6, 1), San Ignacio de Antioquia (Rom. 4, 3), Dionisio de Corinto (Eusebio. Historia Eclesiástica II 25, 8), San Ireneo de Lyon (Adv. haer. III, 1, 1; 3,2ss.), el escritor Gayo (Eusebio, Historia Eclesiástica II, 25 ss.), Tertuliano (De praescr. 36; Adv. Marc. IV 5; Scorp. 15), San Clemente de Alejandría (Eusebio, Historia Eclesiástica VI 14, 6).
8.-El Papa (sucesor de San Pedro), posee la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia no solamente en cosas de fe y costumbres, sino también en la disciplina y gobierno de la Iglesia.
El Concilio del Vaticano define: “Si alguno dijere que el obispo de Roma tiene únicamente el oficio de inspección o dirección, y no la plena y suprema potestad de jurisdicción sobre toda la Iglesia, no solamente en cosas de fe y costumbres, sino también en todo lo que respecta a la disciplina y gobierno de la Iglesia esparcida por todo el orbe de la tierra; o que tiene la parte más importante pero no la plenitud total de este supremo poder, o que esta potestad suya no es ordinaria e inmediata, bien sea sobre todas y cada una de las Iglesias o sobre todos y cada uno de los pastores y fieles, sea anatema”, Dz. 1831, cf. Dz. 1827, CIC 218.
9.-El Papa es infalible siempre que habla ex-cathedra.(Infalibilidad Papal)
El Concilio del Vaticano define: “Cuando el Obispo de Roma habla ex cathedra, es decir, cuando desempeñando el oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, y usando de su suprema autoridad apostólica define una doctrina de fe o costumbres para que sea mantenida por toda la Iglesia, entonces, por la asistencia divina que le fue prometida a San Pedro, goza de aquella infalibilidad que nuestro divino Redentor quiso que tuviera su Iglesia cuando esta diese una definición en materia de fe o costumbres. Por eso tales definiciones del Obispo de Roma son irreformables por sí mismas y no por razón del consentimiento de la Iglesia”, Dz. 1839, Dz. 466, 694, 1833-35.
Mateo 16:18, no es posible la unidad de la Iglesia sin la fe verdadera, luego cuando el Papa define una verdad de fe, esta es correcta. Lucas 22:31, San Ignacio de Antioquia (Rom. Inscr.; Rom. 3, 1), en su carta a los Romanos, San Ignacio no les da instrucción ni les advierte de errores., San Ireneo de Lyon (Adv. haer. III 3, 2), San Cipriano (Rom. 1, 8; Ep. 59, 14), San Jerónimo llama al Papa Dámaso a decidir en una cuestión debatida en Oriente (Ep. 15, 1), San Agustín acepta como definitivo el dictamen del Papa Inocencio I en la controversia pelagiana (Sermo 131, 10, 10), San Pedro Crisólogo (En San Leon I, Ep. 25, 2).
10.-Los obispos poseen, por derecho divino, potestad ordinaria de jurisdicción sobre su diócesis.
Así lo define el Concilio Vaticano en Dz. 1828, cf. Encíclica Satis Cognitum de S.S. León XIII, CIC 329.
11.-Cristo ha fundado la Iglesia.
Cf. La Iglesia fue fundada por el Dios-Hombre Jesucristo.
12.- Cristo es la Cabeza de la Iglesia.
S.S. Bonifacio VII declaró en la bula Unam Sanctam: “La Iglesia constituye un solo cuerpo místico cuya cabeza es Cristo”, Dz. 468, el Concilio de Trento confirma: “Cristo Jesús infunde sin cesar su virtud en los justificados, como lo hace la cabeza en los miembros y la vid en los sarmientos”, Dz. 809.
Colosenses 1:18, Efesios 5:23, Efesios 4:15, Colosenses 2:19.
13.-La Iglesia es infalible cuando define en materia de fe y costumbres.
Concilio del Vaticano, Dz. 1839.
Juan 14:16, Mateo 28:20, Romanos 1:5, 1Timoteo 3:15, Lucas 10:16, Mateo 10:40, Juan 13:20, San Ireneo de Lyon (Adv. haer. III 24, 1), San Cipriano (Ep. 59, 7).
14.-El objeto primario de la infalibilidad son las verdades, formalmente reveladas, de la fe y la moral cristiana.
Así lo define el Dz. 1839.
15.-El episcopado en pleno es infalible cuando, reunido en concilio universal o disperso por el orbe de la tierra, enseña y propone una verdad de fe o costumbres para que todos los fieles la sostengan.
Así se deduce a partir de la definición tridentina (Dz. 960) y vaticana (Dz. 1821).
16.-La Iglesia fundada por Cristo es única y una.
El símbolo niceno-constantinopolitano dice: “Credo unam… Ecclesiam”, Dz. 86, el Concilio del Vaticano dice: “Para que toda la multitud de los fieles se conservara en la unidad de la fe y la comunión (in fidei et communionis unitate), puso a San Pedro a la cabeza de todos los demás apóstoles, estableciendo en él el principio visible y el fundamento perpetuo de esta doble unidad”, Dz. 1821, cf. León XIII, Satis Cognitum en el Dz. 1960.
Mateo 28:19, Marcos 16:15, Juan 17:20, 1Timoteo 3:15, Romanos 12:4 ss., Efesios 4:3-6, 1Corintios 1:10, Tito 3:10, Gálatas 1:8, San Ireneo (Adv. haer. I 10, 2), San Cipriano (De eccl. cath. unit. 6), Optato de Milevi (De schism. Donat II 2 s), San Jerónimo (Adv. Iov. 1 26).
17.- La Iglesia fundada por Jesucristo es santa.
El símbolo apostólico confiesa: “Credo… sanctam Ecclesiam”, Dz. 2, El Concilio del Vaticano atribuye a la Iglesia “santidad eximia e inagotable fecundidad en todos los bienes”, Dz. 1794.
Mateo 13:33, Mateo 5:13-14, 1corintios 1:2, 1Timoteo 3:15, Efesios 5:25-27, Tito 2:14, Efesios 4:11-13, Orígenes (C. Celsum III 29; cf. 1 26), San Agustín (Sermo 214, 11).
18.- A la Iglesia no pertenecen tan sólo miembros santos, sino también pecadores.
La doctrina contraria de Lutero y Quesnel, fue condenada por Clemente XI y Pío VI, siendo confirmada esta reprobación por Pío XII en su encíclica Mystici Corporis: “No cualquier pecado, aunque sea una transgresión grave, aleja por su misma naturaleza al hombre del cuerpo de la Iglesia, como lo hacen el cisma, la herejía, o la apostasía”.
Mateo 13:24-30, Mateo 13:47-50, Mateo 25:1-13), Mateo 18:15-17, 1Corintios 11:18ss., 2Corintios 12:20 ss.
19.- La Iglesia fundada por Cristo es católica.
La primera confesión es el símbolo apostólico: “Credo.. sanctam Ecclesiam catholicam”, Dz. 6, cf. Dz. 86, 1686.
Génesis 22:18, Salmo 2:8, Isaías 2:2, Ezequiel 17:22-24, Daniel 2:35, Malaquias 1:11, Mateo 24:14, Lucas 24:47, Mateo 28:19, Hechos 1:8, Romanos 10:18, San Ignacio de Antioquia fue el primero en emplear el título “Iglesia Católica” (Smyrn. 8, 2), San Cirilo de Jerusalén (Cat. 18, 23), San Agustín (Ep. 93, 7, 23).
20.-La Iglesia fundada por Cristo es apostólica.
El símbolo niceno-constantinopolitano reza: “Credo… apostolicam Ecclesiam”, Dz. 86.
Referencias: Cristo fundó la Iglesia.
San Ireneo de Lyon lista a los obispos de Roma (Adv. haer. III 3, 3), San Cipriano (Ep. 69, 3), San Agustín (Contra ep. Manichaei 4, 5).
21.- Todos los hombres tienen necesidad de pertenecer a la Iglesia para conseguir la salvación.
El Concilio IV de Letrán declara en el Caput Firmiter: “Una sola es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual nadie se salva” (extra quam nullus omnino salvatur), Dz. 430, el Concilio de Florencia lo ratificó (Dz. 714), el Papa Inocencio III (Dz. 423), Bonifacio VIII (Dz. 468), Clemente VI (Dz. 570b), Benedicto XIV (Dz. 1473), Pío IX (Dz. 1647), León XIII (Dz. 1955), y Pío XII en su encíclica Mystici Corporis.
Lucas 10:16, Mateo 10:40, Marcos 15:15 ss., 1Timoteo 2:4, Hechos 4:12, Gálatas 1:8, Tito 3:10, San Ireneo de Lyon (Adv. haer. III 24, I), Orígenes dice específicamente: “extra ecclesiam nemo salvatur” (In Iesu Nave. Hom. 3, 5), San Cipriano dice: “salus extra ecclesiam non est”, (Ep. 73, 21).
22.-Es lícito y provechoso invocar a los santos del cielo e invocar su intercesión.
El Concilio de Trento enseña: “Es bueno y provechoso implorar la ayuda de los santos”, Dz. 984, en contra de los reformadores.
Josué 5:14, Tobías 12:16, Daniel 8:17, Mateo 18:10, 1Corintios 13:12, 1Juan 3:2, 2Macabeos 15:11-16, Jeremías 15:1, Tobías 12:12, Apocalipsis 5:8; 8:3, Martyrium Polycarpi 17:3, Tertuliano (De corona mil. 3), San Cipriano (Ep. 39, 3), San Jerónimo (Contra Vigil. 6), San Agustín (Contra Faustum XX 21), San Hipólito (In Dan. II 30), Orígenes (De orat. II, cf. Exhort ad mart.20 y 38), San Cipriano (Ep. 60, 5), San Jerónimo (Ep. 109, 1), Cat. Rom. III 2, 14.
23.- Es lícito y provechoso venerar las reliquias de los santos.
En contra de los reformadores, el Concilio de Trento declaró la validez del culto a las reliquias (Dz. 985).
Éxodo 13:19, 2Reyes 13:21, 2Reyes 2:13, Hechos 19:12, Martyrium Polycarpi 18:2, San Jerónimo (Contra Vigil. 4 ss), Teodoreto de Ciro (Graec. Affect. Curatio 8), San Juan Damasceno (De fide orth. IV 15 s).
24.-Es lícito y provechoso venerar las imágenes de los santos.
En contra de los iconoclastas, el VII Concilio de Nicea (787) definió como permitido, el erigir venerables y santas imágenes para tributarles veneración obsequiosa, según doctrina de San Basilio (De Spiritu S. 18, 45), Dz. 302.
El Concilio de Trento renovó esta declaración contra los reformadores, Dz. 986.
Números 21:8, San Juan Damasceno, Germán y Nicéforo de Constantinopla, Teodoro de Estudión.
25.-Los fieles vivos pueden ayudar a las almas del purgatorio por medio de sus intercesiones (sufragios).
El II Concilio de Lyon (1274), y el Concilio de Florencia definieron con mismas palabras: “Para mitigar semejantes penas, le son de provecho [a las almas del purgatorio], los sufragios de los fieles vivos, a saber: las misas, las oraciones y limosnas y otras obras de piedad que suelen hacer los fieles a favor de otros fieles según las disposiciones de la Iglesia”. Dz. 464, 693.
El Concilio de Trento al refutar la teoría reformadora de la inexistencia del purgatorio, observó: “animasque ibi detentas fidelium suffragis, potissimum vero acceptabili altaris sacrificio iuvari”, Dz. 983.
2Macabeos 12:42-46, 2Timoteo 1:18, Acta Pauli et Theclae 28 ss., Tertuliano (De monogamia 10; De Cor. Mil. 3; De exhort. cast. II), San Cipriano (Ep. 1, 2), San Cirilo de Jerusalén (Cat. myst.5, 9ss.), San Juan Crisóstomo (In Phil. hom. 3, 4), San Agustín (De cura pro mortuis gerenda I, 3; Conf. IX 11-13).

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X. DIOS SANTIFICADOR: Sacramentos, Bautismo y Confirmación (Dogmas)
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1. DE LOS SACRAMENTOS EN GENERAL
1.-Los sacramentos del Nuevo Testamento contienen la gracia que significan y la confieren a los que ponen estorbo.
En contra de los reformadores, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit, sacramenta Novae Legis non continere gratiam, quam significant, aut gratiam ipsam non ponentibus obicem non conferre, a.s.”, Dz. 849.
Juan 3:5, Tito 3:5, Efesios 5:26, Hechos 8:18, 2Timoteo 1:6, 1Pedro 3:21, San Juan Crisóstomo (In. Ioh. hom. 26, 1), San Leon Magno (Sermo 24, 3; 25, 5).
2.-Los sacramentos actúan “ex opere operato”.
La Teología Escolástica creó esta fórmula, que significa que los sacramentos obran en virtud del rito sacramental que se realiza. El Concilio de Trento la utilizó en contra de los reformadores: “Si quis dixerit, per ipsa Novae Legis sacramenta ex opere operato non conferri gratiam, a.s.”, Dz. 851.
3.-Todos los sacramentos del Nuevo Testamento confieren la gracia santificante a quienes los reciben.
El Concilio de Trento enseña que “per quae omnis vera iustitia (gratia sanctificans), vel incipit vel coepta augetur vel amissa reparatur”, Dz. 843ª;cf. 849-851.
2Timoteo 1:6, Juan 3:5, Tito 3:5, Efesios 5:26, Hechos 8:17, Juan 6:55.
4.- Hay tres sacramentos: el bautismo, la confirmación y el orden, que imprimen en el alma un carácter, es decir, una marca espiritual indeleble, y que, por tanto, no pueden repetirse.
En contra de los wycleffitas y los reformadores, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit, in tribus sacramentis, baptismo scilicet, confirmatione et ordine, non imprimi characterem in anima, hoc est signum quoddam spirituale et indelebile, unde sea iterari non possunt, a.s.”, Dz. 852, cf. Dz. 411, 695.
2Corintios 1:21 ss., Efesios 1:13, Efesios 4:30, San Cirilo de Jerusalén (Procat. 16), San Agustín (Ep. 98, 5; De bapt. VI I, I y passim).
5.-El carácter sacramental es una marca espiritual impresa en el alma.
Concilio de Trento, Dz. 852.
6.-El carácter sacramental permanece, cuando menos, hasta la muerte del que lo posee.
Dz. 852 (signum indelebile),  San Cirilo de Jerusalén (Procat. 17).
7.-Todos los Sacramentos del Nuevo Testamento fueron instituidos por Jesucristo.
En contra de los reformadores, que consideraban a los sacramentos como “inventos de hombres”, el Concilio de Trento declaró: “Si quis dixerit, sacramenta Novae Legis non fuisse omnia a Iesu Christo Domino nostro instituta, a.s.”, Dz. 844.
San Ambrosio (De sacr. IV 4, 13), San Agustín (In Ioh., tr. 5, 7).
8.-Hay siete sacramentos de la Nueva Alianza.
El Concilio de Trento declaró en contra de las variaciones que en el número de sacramentos tienen los reformadores: “Si quis dixerit, sacramenta Novae Legis… esse plura vel pauciora quam septem, a.s.”, Dz. 844.
9.-Los sacramentos de la Nueva Alianza son necesarios al hombre para alcanzar la salvación.
En contra de la doctrina protestante de Sola Fide, Trento declaró: “Si quis dixerit, sacramenta Novae Legis non esse ad salutem necessaria, sed superflua, et sine eis autem eorum voto per solam fidem homines a Deo gratiam iustificationis adispici, licet omnia singulis necessaria non sint, a.s.”, Dz. 847.
10.-Para administrar válidamente los sacramentos, es necesario que el ministro realice como conviene los signos sacramentales.
El Concilio de Trento se pronunció contra los reformadores: “Si quis dixerit, in ministris, dum sacramenta conficiunt et conferunt, non requiri intentionem saltem faciendi quod facit Ecclesia, a.s.”, Dz. 854, cf. Dz. 424, 672, 695, 752.
11.-Para recibir digna o fructuosamente los sacramentos, se requiere disposición moral en todo aquel que ha llegado al uso de razón.
El Dz. 849 establece: “non ponentibus obicem”.

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2. DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO
12.-El bautismo es un verdadero sacramento instituido por Cristo.
El Concilio de Trento confirmó la doctrina universal de la Iglesia en Dz. 844.
Ezequiel 36:25, Mateo 3:11-13, Juan 3:3-5, Mateo 28:18, Marcos 16:15, Didakhé c.7, Epístola de Bernabé 11:11, Pastor de Hermas (Sim. IX 16), San Justino Mártir (Apol. 1 61).
13.-La materia remota del sacramento del Bautismo es el agua verdadera y natural.
El Concilio de Trento lo definió para oponerse a Lutero, quien indicaba que cualquier líquido era apto para el Bautismo: “Si quis dixerit aquam veram et naturalem non esse de necesítate baptismi, a.s.”, Dz. 858.
La Sagrada Escritura sólo reconoce al agua como materia del bautismo: Juan 3:5, Hechos 10:47, Efesios 5:26, Hebreos 10:22. La Tradición lo mantiene, sobre todo la explicación exhaustiva de la Didakhé C. 7, Tertuliano (De bapt. 1_;S.th.III 66, 3), San Cipriano testimonia la consagración del agua bautismal (Ep. 70, 1).
14.-El Bautismo confiere la gracia de justificación.
Así dice el Concilio de Trento: “Si alguno negare que por la gracia de nuestro Señor Jesucristo conferida en el Bautismo se perdona el reato de la culpa original, o se atreviere a afirmar que no se quita todo aquello que tiene en sí el verdadero y propio carácter de pecado, ese tal a.s.”, Dz. 792.
Hechos 2:38, 1Corintios 6:11, Hechos 22:16, Romanos 6:3, Tito 3:5, Epístola de Bernabé 11:11, Pastor de Hermas (Sim. IX 16), San Cipriano (Ad Donatum 4).
15.-El Bautismo produce la remisión de todas las penas debidas por el pecado, tanto las eternas como las temporales.
El Concilio de Trento enseña: “In renatis nihil odit Deus… ita ut nihil prorsus eos ab ingressu coeli remoretur”, Dz.792, cf. Dz. 696.
Romanos 6:3 ss., Tertuliano (De bapt. 5), San Agustín (De peccatorum meritis et remissione II 28, 46).
16.- El bautismo recibido válidamente (aunque sea de manera indigna), imprime en el alma del que lo recibe una marca espiritual indeleble, el carácter bautismal; y por eso este sacramento no se puede repetir.
Dz. 852, 867.
17.- Es necesario recibir el Bautismo para la Salvación.
El Concilio de Trento declaró en contra de la teoría protestante de Sola Fide: “Si quis dixerit, baptismum liberum esse, hoc est non necessarium ad salutem, a.s.”, Dz. 861, cf. Dz. 791.
Necesidad de medio según Juan 3:5 y Marcos 16:16, y necesidad de precepto en adultos según Mateo 28:19, Tertuliano (De bapt. 12, 1), Pastor de Hermas (Sim. IX 16).
18.- El Bautismo puede administrarlo válidamente cualquier persona.
El Concilio IV de Letrán enseña: “sacramentum baptismi… in forma Ecclesiae a quocumque rite collatum proficit ad salutem”, Dz. 430, el Decretum Pro Armenis lo puntualizó más, extendiendo la facultad de bautizar a los laicos, siempre y cuando lo hagan en la forma ordinaria en que lo hace la Iglesia y que tengan la intención de hacer lo que Ella hace, Dz. 696.
Hechos 10:48, 1Corintios 1:17, Hechos 8:38, Sínodo de Elvira (Can. 38, Dz. 452d), San Jerónimo (Dial. c. Lucif. 9), San Agustín (Contra ep. Parm. II 13-29), el Concilio de Trento acepta como válido el bautismo administrado por herejes, Dz. 860.
19.- El Bautismo puede ser recibido válidamente por cualquier persona no bautizada que se halle en estado de peregrinación.
El dogma prohibe pues, administrar el bautismo a los muertos o bautizarse por ellos como hacían los cerintianos y marcionitas, y como lo hacen actualmente sectas modernas como los mormones. En el caso de adultos, la preparación para el bautismo se colige en Marcos 16:16, Mateo 28:19, Hechos 2:38.
20.-Es válido y lícito el bautismo de los niños que no tienen uso de razón.
En contra de los anabaptistas, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit, párvulos… esse rebaptizandos aut praestare omití eorum baptisma, quam eos non actu proprio credentes baptizari in sola fide Ecclesiae, a.s.”, Dz. 869.
1Corintios 1:16, Hechos 16:15 y 33; 18:8; 11:14, Colosenses 2:11, 1Timoteo 2:4, Mateo 19:14, Juan 3:5, San Ireneo (Adv. haer. II 22, 4), Tertuliano (De bapt. 18), San Hipólito (Traditio Apostólica), Orígenes (In Lev. Hom. 8, 3; Comm. In Rom. 5, 9), San Cipriano (Ep. 64, 2), San Gregorio Nacianceno (Or. 40, 28).

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3. DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
21.-La Confirmación es verdadero y propio sacramento.
El Concilio de Trento definió contra los reformadores: “Si quis dixerit, confirmationem baptizatorum otiosam caeremoniam esse et non potius verum et proprium sacramentum, a.s.”, Dz. 871.
Joel 2:28, Ezequiel 39:29, Juan 14:16, Lucas 24:49, Hechos 1:5, Hechos 2:4, Hechos 8:14 ss., Hechos 19:6, Hebreos 6:2, Tertuliano (De bapt. 6; De carnis resurrectione 8), San Hipólito de Roma (Tradición Apostólica), Papa Cornelio (Ep. ad Fabium Ant. Eusebio, Historia Eclesiástica VI 43, 15), San Cipriano (Ep. 73, 9), Sínodo de Elvira (Can. 38 y 77), San Cirilo de Jerusalén dedica a la confirmación su Tercera Catequesis Mistagógica, San Ambrosio (De sacr. III 2, 8-10; De myst. 7, 42), San Jerónimo (Dial. c. Luciferianos 8 s), Inocencio I (Sermo 24, 6), San Agustín (De Trinit. XV, 26, 46; In Ep. I Ioh. Tr. 6, 10), San León Magno (Sermo 24, 6), Seudo-Dionisio (De eccl. hier. 4, 3-11).
22.-La confirmación imprime en el alma una marca espiritual indeleble, y por eso este sacramento no se puede repetir.
Concilio de Trento, Dz. 852.
San Cirilo de Jerusalén (Procat. 17).
23.- El ministro ordinario de la confirmación es únicamente el obispo.
El Concilio de Trento declaró contra todos los protestantes, y contra la Iglesia Ortodoxa Griega: “Si quis dixerit, sanctae confirmationis ordinarium ministrum non esse solum episcopum, sed quemvis simplicem sacerdotem, a.s.”, Dz. 873.
Según el Libro Hechos de los Apóstoles, sólo los apóstoles confirmaban, por lo cual el poder ordinario de confirmar pasa a sus sucesores que son los Obispos.
San Hipólito (Tradición Apostólica), San Cipriano (Ep. 73, 9), San Jerónimo (Dial. c. Lucif. 9), Dz. 98 del Papa Inocencio I, San Juan Crisóstomo (In Actus homil. 18, 3).
 
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XI. DIOS SANTIFICADOR: La Eucaristía (Dogmas)
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1. De la Presencia Real de Cristo y su modo de Verificación
1.-En el Sacramento de la Eucaristía, se hallan verdadera, real y sustancialmente presentes el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
En contra de las herejías protestantes, el Concilio de Trento definió: “Si quis negaverit, in sanctissimae Eucharistiae sacramento contineri vere, realiter et substantialiter corpus et sanguinem una cum anima et divinitate Domini nostri Iesu Christi ac proinde totum Christum, sed dixerit, tantummodo esse in eo ut in signo vel figura aut virtute, a.s.”, Dz. 883.
Juan 6:22-71, Mateo 26:26-28, Marcos 14:22-24, Lucas 22:15-20, 1Corintios 11:23-25, San Ignacio de Antioquia (Smyrn. 7, 1; Philad. 4), San Justino Mártir (Apol. 65), San Ireneo de Lyon (Adv. haer. IV 18, 4), Orígenes (Contra Celsum VIII 33), Tertuliano (De carnis resurr. 8), San Cipriano (De dominica orat. 18), San Cirilo de Jerusalén (4ª. Y 5ª. Cat. myst.), San Juan Damasceno (De Fide Orth. IV 13), San Hilario de Poitiers (De Trin. VIII 14), San Ambrosio (De sacr. IV 4-7), San Agustín (Sermo 227).
2.-Cristo está presente en el sacramento del altar por transustanciarse toda la sustancia de pan en Su Cuerpo y toda la sustancia de vino en Su sangre.
Lutero proponía una forma diferente de verificación de la presencia real, llamada “consustanciación”, la mayoría de los protestantes actuales siguen la herejía de afirmar que las palabras de Cristo son “simbólicas” en su significado, pero el Concilio de Trento los refuta: “Si quis dixerit, in sacrosanto Eucharistiae sacramento remanere substantiam panis et vini una cum corpore et sanguine Domini nostri Iesu Christi, negaveritque mirabilem illam et singularem conversionem totius substantiae panis in corpus et totius substantiae vini in sanguinem, manentibus dumtaxat speciebus panis et vini, quam quidem conversionem catholica Ecclesia aptissime transsubstantiationem appellat, a.s.”, Dz. 884.
Cf. Palabras de la Institución, Tertuliano (Adv. Marc. IV 40), San Cirilo de Jerusalén (Cat. myst. 4, 2; 5, 7), San Gregorio de Nisa (Or. Cat. 37), San Juan Crisóstomo (De prodit. Iudae hom. 1, 6), San Ambrosio (De sacr. IV 4, 14s.).
3.-Las especies de pan y vino permanecen después de la transustanciación.
El Dz. 884 definido por el Tridentino, incluye sobre las especies: “manentibus dumtaxat speciebus panis et vini”.
4.- En la Eucaristía están verdaderamente presentes el cuerpo y la sangre de Cristo, juntamente con su alma y divinidad y, por tanto, se halla verdaderamente presente Cristo todo entero.
El Concilio de Trento definió la totalidad de la presencia real: “Si quis negaverit, in ss. Eucharistiae sacramento contineri vere, realiter et substantialiter corpus et sanguinem una cum anima et divinitate Domini nostri Iesu Christi ac proinde totum Christum, a.s.”, Dz. 883.
Romanos 6:9, Juan 6:54 y 56, cf. V. 57, 1Corintios 11:27, San Ambrosio (De myst. 9, 58).
5.-Bajo cada una de las especies está presente Cristo todo entero.
El Concilio de Constanza fue el primero en elevar a dogma esta proposición, en contra de los hussitas, quienes exigían la comunión bajo ambas especies, el Concilio de Trento lo confirma en contra de los reformadores: “Si quis negaverit, in venerabili sacramento Eucharistiae sub unaquaque specie… totum Christum contineri, a.s.”, Dz. 885.
6.-En todas y cada una de las partes de ambas especies, después de efectuada la separación, se halla presente Cristo todo entero.
El Concilio de Trento definió: “Si quis negaverit… sub singulis cuiusque speciei partibus separatione facta totum Christum contineri, a.s.”, Dz. 885.
7.-Después de efectuada la consagración, el cuerpo y la sangre de Cristo están presentes de manera permanente en la Eucaristía.
En contra de Lutero, quien sostenía que la presencia real se limitaba al tiempo que dure la celebración de la Cena, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit, peracta consecratione in admirabili Eucharistiae sacramento non esse corpus et sanguinem Domini nostri Iesu Christi, sed tantum in usu, dum sumitur, non autem ante vel, post, et in hostiis seu particulis consecratis, quae post communionem reservantur vel supersunt, non remanere verum corpus Domini, a.s.”, Dz. 886.
8.-A Cristo, presente en la Eucaristía, se le debe culto de verdadera adoración (latría).
En contra de los reformadores, que llamaban “adoradores de pan” a los católicos, el Concilio de Trento declaró: “Si quis dixerit, in sancto Eucharistiae sacramento Christum unigenitum Dei Filium non esse culto latriae etiam externo adorandum, a.s.”, Dz. 888.
La prueba bíblica se basa en probar la presencia real de Cristo, y la verdadera adoración debida a Cristo., San Cirilo de Jerusalén (Cat. myst. 5, 22), San Ambrosio (De Spiritu Sancto III, 11, 79), San Agustín (Enarr. in Ps. 98, 9).

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2. LA EUCARISTÍA COMO SACRAMENTO
9.-La Eucaristía es verdadero sacramento instituido por Cristo.
Dz. 844.
Lucas 22:19, 1Corintios 11:24.
10.-La materia para la confección de la Eucaristía es el pan y el vino.
La definición en sí está en el Denzinger 877 y 884, el Decretum Pro Armenis enseña con Santo Tomás: “cuius materia est panis triticeus”; Dz. 698.
Mateo 26:17, Marcos 14:12, Mateo 26:29, Marcos 14:25.
11.-A los que no han llegado al uso de la razón no es necesaria para salvarse la recepción de la Eucaristía.
El Concilio de Trento declaró esto en contra de teólogos calvinistas y griego-ortodoxos: “Si quis dixerit, parvulis, antequam ad annos discretionis pervenerint, neccesariam esse Eucharistiae communionem, a.s.”, Dz. 937. Con esto se descarta la necesidad de medio y/o necesidad de precepto.
Marcos 16:16 sólo pide Fe y Bautismo, Romanos 8:1 no exige la recepción eucarística como necesaria para la salvación.
San Agustín (De peccat. meritis et remissione 1 20, 27; 24, 34).
12.-La comunión bajo ambas especies, para cada fiel en particular, no es necesaria ni por razón de un precepto divino ni como medio para conseguir la salvación.
El Concilio de Trento hizo frente a los reformadores, como había hecho frente el Concilio de Constanza a los hussitas: “Si quis dixerit, ex Dei praecepto vel ex necesítate salutis omnes et cíngulos Christi fideles utramque speciem sanctissimi Eucharistiae sacramenti sumere debere, a.s.”, Dz. 934, cf. Dz. 626.
13.-Únicamente el sacerdote ordenado válidamente posee el poder de consagrar.
El Concilio IV de Letrán trató este punto en contra de los valdenses, quienes de por sí rechazaban la jerarquía eclesiástica, y atribuían a todos los fieles los mismos poderes: “Este sacramento sólo puede realizarlo el sacerdote ordenado válidamente”, Dz. 430. El Concilio de Trento lo subrayó también al tratar la doctrina protestante del “sacerdocio universal”, Dz. 961, 949.
Lucas 22:19, 1Corintios 11:24, el mandato de Cristo se dirige únicamente a los apóstoles y por ende, a sus sucesores, San Justino (Apol. 1 65), San Cipriano (Ep. 63, 14), el Concilio de Nicea en su canon 18 negó expresamente a los diáconos el poder de efectuar la Eucaristía.
14.-El sacramento de la Eucaristía puede ser recibido válidamente por cualquier persona bautizada que se halle en estado de peregrinación (in statu vitae), aunque se trate de un párvulo.
Definición en Denzinger 933, San Cipriano (De lapsis 25; Const. Apost. VIII 13, 14).
15.-Para recibir dignamente la Eucaristía se requieren el estado de gracia e intención recta y piadosa.
El Concilio de Trento condenó la doctrina de que la “fides informis”, era preparación suficiente para recibir la Cena, Dz. 893. Define que la preparación (en pecado mortal), incluye confesión o en caso de necesidad, una contricción perfecta, Dz. 880, cf. Dz. 1985.
1Corintios 11:28, Juan 13:4 ss., Didahké 9, 5; 10, 6; 14, 1, San Justino (Apol. 1 66), San Agustín (In Ioh. tr. 26, 11).

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3. LA EUCARISTÍA COMO SACRIFICIO
16.- La Santa Misa es verdadero y propio sacrificio.
Los reformadores empezaron atribuyendo a su “Cena del Señor”, un sentido sacrificial impropio, y en contra de esta herejía, el Concilio de Trento declaró: “Si quis dixerit, in Missa non offerri Deo verum et proprium sacrificium, aut quod offerri non sit aliud quam nobis Christum ad manducandum dari, a.s.”, Dz. 948.
Figura paleotestamentaria en el Sacrificio de Melquisedec (Génesis 14:18), citado por San Agustín como figura del Sacrificio de la Misa (De Civ. Dei XVI 22), San Cipriano (Ep. 63, 4).
Dios anuncia el Sacrificio de la Misa (Malaquías 1:10 ss).
En las palabras de la institución, Lucas 22:20 utiliza la expresión en presente “touto to poterion… to yperymon ekjynomenon”, indicando que el “cáliz se está derramando”, el fragmento de Lucas 22:19 trata de la institución permanente del Sacrificio Eucarístico.
Hebreos 13:10, 1Corintios 10:16-21.
Didahké 14 cita a Malaquías 1, 11 y 14, San Clemente Romano (Cor. 44, 4), San Ignacio de Antioquia utiliza la expresión “thysiasterion” en Philad 4., la cual significa “altar de sacrificio”.
San Justino Mártir cita a Malaquías en su Dial. 41 como referencia indudable al Sacrificio de la Misa, San Ireneo de Lyon enseña el Sacrificio de la Misa como cumplimiento de la profecía de Malaquías (Adv. haer. IV 17, 5; IV 18, 2 y 4), Tertuliano (De orat. 19), San Cipriano (Ep. 63, 4), San Cirilo de Jerusalén en su Quinta Catequesis Mistagógica habla de la solemnidad eucarística como sacrificio espiritual, de oficio divino incruento y de reconciliación, San Juan Crisóstomo (In. Rom. hom. 8, 8), San Ambrosio (In. Ps. 38, 25), San Agustín (De Civ. Dei. X 20; cf. Ep. 98, 9), cita a Malaquías (Tract. adv. Iud. 9, 13).
17.- En el Sacrificio de la Misa se representa y conmemora el Sacrificio de la Cruz, y se aplica su virtud salvadora.
El Concilio de Trento enseña: “Cristo dejó a Su Iglesia un sacrificio visible en cual se representase aquel sacrificio cruento que había de realizar una vez en la cruz, se conservase su memoria hasta el fin de los siglos y se nos aplicase su virtud salvadora para remisión de los pecados que cometemos a diario”, Dz. 938.
1Corintios 11:26, San Justino (Dial. 117, 3), cf. San Cipriano (Ep. 63, 9 y 17).
18.-En el Sacrificio de la Misa y en el de la Cruz, son idénticos la hostia y el sacerdote primario, lo que difiere únicamente es el modo de hacer la oblación.
El Concilio de Trento declaró: “Una eademque est hostia, idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se ipsum tunc in cruce obtulit, sola offerendi ratione diversa.”, Dz. 940, cf. la encíclica Mediator Dei, de Pío XII.
19.- El sacrificio de la Misa no sólo es sacrificio de alabanza y acción de gracias, sino también de propiciación e impetración.
El Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit, Missae sacrificium tantum esse laudis et gratiarum actionis… non autem propitiatorium… neque pro vivis et defunctis, pro peccatis, poenis, satisfactionibus et aliis necessitatibus offerri debere, a.s.”, Dz. 950.
Propiciación: Mateo 26:28, Hebreos 5:1, Tertuliano da testimonio del ofrecimiento de la Misa por los difuntos (De cor. mil. 3), San Cirilo de Jerusalén designa a la Misa como “sacrificio de conciliación” (“thysia ilasmoy”), en Cat. Myst. 5, 10

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XII. DIOS SANTIFICADOR: La Penitencia (Dogmas)
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1. DE LA POTESTAD DE LA IGLESIA PARA PERDONAR LOS PECADOS
1.-La Iglesia ha recibido de Cristo la potestad de perdonar los pecados cometidos después del Bautismo.
El Concilio de Trento lo definió así en contra primariamente de los reformadores, y secundariamente de los valdenses, cátaros, hussitas y wiclifitas. Los reformadores empezaron aceptando la Penitencia, pero su teoría de la justificación los llevó a negar todo poder de la Iglesia para perdonar los pecados, cf. Concilio de Trento, Dz. 894, 913.
Mateo 16:19, Isaías 22:22, Apocalipsis 1:18; 3:17, Juan 20:21 ss., Didahké 14:1, San Clemente Romano (Cor. 57, 1), San Ignacio de Antioquía (Philad. 8, 1), San Policarpo (Phil. 6, 1), el Pastor de Hermas (Mand. IV 13, 6), San Justino (Dial. 141), San Ireneo de Lyon (Adv. Haer. I 6, 3; I 13, 5 y 7; IV 10, 1), Eusebio (Hist. Eccl. V 28, 12), Tertuliano (De poenitentia, 1-6; 7-12), San Clemente de Alejandría (Quis dives salvetur 39, 2, cf. 42), Orígenes (In Lev. Hom. 2, 4, cf. C. Celsum III 51), San Cipriano (De lapsis 16), San Ambrosio (De poententia), San Juan Crisóstomo (De sacerd. III 5).
2.-Por medio de la absolución eclesiástica se perdonan verdadera e inmediatamente los pecados.
En contra de los reformadores, para quienes la absolución es una mera declaración, la Iglesia declaró que la potestad de absolución es verdadera y real potestad de perdón, Dz. 919.
Juan 20:23, , Dz. 43, San Cipriano dice “remissio facta per sacerdotes” (De lapsis 29), San Juan Crisóstomo (De sacerd. III 6).
3.-El poder eclesiástico de perdonar se extiende a todos los pecados sin excepción.
La Iglesia siempre se opuso a los montanistas y novacianos, y el Concilio de Trento define: “quoties post baptismum in peccata labuntur”, Dz. 911, cf. 895, 430.
Mateo 16:19, Mateo 18:18, Juan 20:23, San Paciano (Ep. 3, 12), San Ambrosio (De poenit. I 13, 10).
4.- El ejercicio del poder eclesiástico de perdonar los pecados constituye un acto judicial.
El Concilio de Trento lo definió así: “Si quis dixerit absolutionem sacerdotis non esse actum iudicialem, a.s.”, Dz. 919.

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2. EL PERDÓN DE LOS PECADOS COMO SACRAMENTO
5.-El perdón de los pecados que se concede en el tribunal de la penitencia es un verdadero y propio sacrificio distinto del Bautismo.
El Concilio de Trento declara: “Si quis dixerit in catholica Ecclesia poenitentiam non esse vere et proprie sacramentum, a.s.”, Dz. 911, cf. 912.
6.-La contricción perfecta solamente opera la justificación extrasacramental cuando va unida al deseo de recibir el sacramento (“votum sacramenti”).
El Concilio de Trento enseña: “Reconciliationem ipsi contritioni sine sacramenti voto, quod in illa includitur, non esse adscribendam”, Dz. 898.
Ezequiel 18:21 ss.; 33:11ss., Salmo 31:5, Juan 14:21ss., Lucas 7:47, 1Juan 4:7, Los Padres comentan a propósito de 1Pedro 4:8, que la contricción perfecta alcanza el perdón de los pecados, cf. San Clemente Romano (Cor. 49, 5), Orígenes (In Lev. Hom. 2, 4), San Pedro Crisólogo (Sermo 94).
7.-La contricción motivada por el temor es un acto moralmente bueno y sobrenatural.
En contra de Lutero, el Concilio de Trento declaró que la contricción motivada por el temor es “un don de Dios y un impulso del Espíritu Santo, con el cual el penitente se prepara el camino para la justificación”, Dz. 898, define a la atrición como “dolor verdadero y provechoso”, Dz. 915.
Mateo 10:28, Éxodo 20:20, Salmo 118, 120, Mateo 5:29, Juan 5:14, Tertuliano (De poenit. 12), San Agustín (Enarr. in Ps. 127, 7s), San Juan Crisóstomo (De statuis 15, 1).
8.-La confesión sacramental de los pecados está prescrita por derecho divino y es necesaria para la salvación.
En contra de los reformadores, el Concilio de Trento define: “Si quis negaverit, confessionem sacramentalmen vel institutam vel ad salutem necessariam esse iure divino, a.s.”, Dz. 916, cf. Dz. 587, 670, 724.
Orígenes (In Lev. Hom. 2, 4), (In. Ps. 37, hom. 2, 6), Dz. 145.
9.-En virtud de una ordenación divina, hay obligación de confesar todos los pecados mortales, indicando su especie, número y circunstancias que cambien las especie.
El Concilio de Trento recalcó de manera especial que hay que confesar también los pecados ocultos y los que se cometen contra los dos últimos preceptos del decálogo (de pensamiento y deseo), Dz. 899, 917.
10.-La confesión de los pecados veniales no es necesaria, pero sí lícita y provechosa.
Así dice el Concilio de Trento: “taceri tamen citra culpam multisque aliis remediis expiari possunt”, Dz. 899. Cf. Dz. 917.
11.-Dios no siempre perdona todas las penas temporales debidas por el pecado al perdonar la culpa del mismo y su castigo eterno.
El Concilio de Trento declaró contra los reformadores: “Si quis dixerit, totam poenam simul cum culpa remitti semper a Deo, satisfactionemque poenitentium non esse aliam quam fidem, qua apprehendunt Christum pro eis satisfecisse, a.s.”, Dz. 922, cf. Dz. 807, 840, 904, 925.
El Tridentino se remite a la Escritura: Génesis 3:16, Números 12:14; 14:19, 2Samuel 12:13, Mateo 16:24; 10:38), San Agustín (In Ioh., tr. 124, 5)
12.-El sacerdote tiene el derecho y el deber de imponer al penitente saludables y convenientes obras satisfactorias, según la índole de los pecados y la capacidad del penitente.
El Concilio de Trento declaró: “Debent sacerdotes Domini… pro qualitate criminum et poenitentium facultate salutares et convenientes satisfactiones iniungere”, Dz. 905.
13.-Las penitencias extrasacramentales, como son los ejercicios voluntarios de penitencia y el sufrimiento paciente de las pruebas divinas, poseen también valor satisfactorio.
El Concilio de Trento declaró que “por medio de las penas que Dios envía, soportadas con paciencia, así como también por medio de las obras de penitencia realizadas voluntariamente, tales como ayunos, oraciones, limosnas y otras obras de piedad, se da satisfacción a Dios (en virtud de los méritos de Cristo), por los pecados (por lo que respecta a la pena temporal)”, Dz. 923, cf. Dz. 906.
14.-La forma del sacramento de la penitencia consiste en las palabras de la absolución.
Dz. 896, cf. Dz. 699.
En la Iglesia Latina las palabras de la absolución son: “Ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti, Amen”.
15.-La absolución, en unión con los actos del penitente, opera la remisión de los pecados.
El Concilio de Trento condenó la herejía contraria de los reformadores en Dz. 919.
16.- El efecto principal del sacramento de la penitencia es la reconciliación del pecador con Dios.
El Concilio de Trento declaró: “res et effectus huius sacramenti quantum ad eius vim et efficatiam pertinet, reconciliatio est cum Deo”, Dz. 896.
17.- Para lograr la salvación, tienen necesidad del sacramento de la penitencia todos los que hubieren caído en pecado mortal después de recibido el bautismo.
El Concilio de Trento parangona la necesidad de la penitencia junto con el bautismo, Dz. 895.
San Juan Damasceno (De fide orth. IV 9), San Filastro (De haer. 89), San Gregorio Nacianceno (Or. 39, 17), San Jerónimo (Ep. 130, 9).
18.-Solamente los obispos y sacerdotes son los poseedores del poder eclesiástico de absolver.
El Concilio de Trento refutó a Lutero, definiendo: “Si quis dixerit… non solos sacerdotes esse ministros absolutionis, a.s.”, Dz. 920, cf. Dz. 670, 753.
Mateo 18:18, Juan 20:23, San Cipriano (De lapsis 29), San Basilio (Regulae brevius tractatae, reg. 288), San Ambrosio (De poen. I 2, 7), San León I (Ep. 108, 2), Dz. 146.
19.- La absolución impartida por diáconos, clérigos de rango inferior y laicos no puede ser considerada como verdadera absolución sacramental.
San Cipriano (Ep. 18, 1)
20.- El sacramento de la Penitencia puede ser recibido por todo bautizado que después del bautismo haya cometido un pecado mortal o venial.
Dz. 911, 917.
21.-La Iglesia tiene potestad para conceder indulgencias.
En contra de Wicleff y Lutero, el Concilio de Trento declaró: “Sacrosancta synodus… eos anathemate damnat, qui (indulgentias) aut inutiles esse asserunt, vel eas concedendi in Ecclesia potestatem esse negant”, Dz. 989, 998.
22.- El uso de las indulgencias resulta útil y saludable a los fieles.
Dz. 989, 998.

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XIII. DIOS SANTIFICADOR: Unción de los Enfermos, Orden y Matrimonio (Dogmas)
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1. DEL SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
1.-La extremaunción es verdadero y propio sacramento.
[1]   Define el Concilio de Trento: “Si quis dixerit, extremam unctionem non esse vere et proprie sacramentum a Christo Domino institutum et a beato Iacobo Apostolo promulgatum, sed ritum tantum acceptum a Patribus aut figmentum humanum, a.s.”, Dz. 926. Su Santidad San Pío X condenó la sentencia modernista de que el apóstol Santiago no pretendió en su carta hablar de un sacramento, sino recomendar una “práctica piadosa”, Dz. 2048.
Marcos 6:13, Santiago 5:14, San Hipólito (Traditio Apostolica), Su Santidad Inocencio I (Dz. 99), San Cesario de Arlés (Sermo 13, 3; 50, 1; 52, 5; 184, 5), Beda el Venerable, de la época carolingia (Expos. Ep. Iac. 5, 14), cf. Testimonio del patriarca armenio Juan Mandakuni (Discurso XXV).
2.-El óleo es la materia remota de la extremaunción.
El Decretum pro Armenis (1439), enseña: “cuius materia est oleum olivae per episcopum benedictum”, Dz. 700, cf. 908.
Santiago 5:14
3.-La forma consiste en la oración del sacerdote por el enfermo mientras le aplica la unción.
La Iglesia Latina usa las siguientes palabras: “Per istam sanctam unctionem et suam piissimam misericordiam indulgeat tibi Dominus, quidquid per visum (auditum, odorantum, gustem et locutionem, tanctum, gressum) delisqui. Amen”, Dz. 700, 908, cf. 1996.
Santiago 5:14.
4.- La extremaunción confiere al enfermo la gracia santificante para aliviarle y reconfortarle.
Estos dos dogmas (5 y 4) se enseñan en el Decretum pro Armenis: “Effectus vero est mentis sanatio et, in quantum autem expedit, ipsius etiam corporis”, Dz. 700, el Concilio de Trento lo confirma, Dz. 927, 909.
5.-La extremaunción opera la remisión de los pecados mortales y veniales todavía existentes.
Estos dos dogmas (5 y 4) se enseñan en el Decretum pro Armenis: “Effectus vero est mentis sanatio et, in quantum autem expedit, ipsius etiam corporis”, Dz. 700, el Concilio de Trento lo confirma, Dz. 927, 909.
6.-La extremaunción produce a veces el restablecimiento de la salud corporal si ello conviene a la salud del alma.
Definido en el Denzinger 909.
7.-La extremaunción sólo puede ser administrada válidamente por los obispos y presbíteros.
Contra los reformadores, que por presbíteros entendían a los “ancianos” de la comunidad, el Concilio de Trento declaró que el término “presbíteros”, aplica a los sacerdotes ordenados por el obispo: “Si quis dixerit presbyteros Ecclesiae… non esse sacerdotes ab episcopo ordinatos, sed aetate seniores in quavis communitate, ob idque proprium extremae unctionis ministrum non esse solum sacerdotem, a.s.”, Dz. 929.
Santiago 5:14 da a los laicos la instrucción específica de llamar a los presbíteros.
8.-La extremaunción sólo puede ser recibida válidamente por los fieles que se hallaren gravemente enfermos.
Dz. 910

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2. DEL SACRAMENTO DEL ORDEN SACERDOTAL
9.-El orden es un verdadero y propio sacramento instituido por Cristo.
En contra de los protestantes, que proponían como teoría el “sacerdocio universal de los laicos”, el Concilio de Trento declaró que existe en la Iglesia de Cristo un sacerdote visible y externo (Dz. 961), una jerarquía de institución divina (Dz. 966); el Tridentino define: “Si quis dixerit ordinem sive sacram ordinationem non esse vere et proprie sacramentum a Christo Domino institutum, a.s.”, Dz. 963.
Hechos 6:6, Hechos 14:22, 2Timoteo 1:6, 1Timoteo 4:14, 1Timoteo 5:22, San Gregorio Niseno (Or. in baptismum Christi), San Agustín (Contra ep. Parmeniani II 13, 28).
10.-El presbiterado es sacramento.
El Concilio de Trento lo define en el Denzinger 963, también lo enseña así Su Santidad Pío XII en la constitución apostólica Sacramentum Ordis, Dz. 3001.
11.-Los obispos son superiores a los presbíteros.
En contra de los reformadores, el Concilio de Trento declaró: “Si quis dixerit, episcopos non esse presbyteris superiores, a.s.”, Dz. 967.
San Jerónimo (Ep. 146, 1; In ep. ad. Tit. 1, 5).
12.-El sacramento del orden confiere gracia santificante a todo aquel que lo recibe.
El Decretum pro Armenis enseña con Santo Tomás: “Effectus (sc. Ordinis) augmentum gratiae, ut quis sit idoneus minister”. En su encíclica Ad catholici sacerdotii, S.S. Pío XI enseña: “El sacerdote recibe por el sacramento del orden… una nueva y especial gracia y una particular ayuda, por la cual… está capacitado para responder dignamente y con ánimo inquebrantable a las altas obligaciones del ministerio que ha recibido, y para cumplir las arduas tareas que del mismo dimanan”, Dz. 2275.
1Timoteo 4:14, 2Timoteo 1:6
13.-El sacramento del orden imprime carácter en todo aquel que lo recibe.
El Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit per sacram ordinationem… non imprimi characterem, a.s.”, Dz. 964; cf. 852.
San Agustín (Contra ep. Parmeniani II 13, 28; De bono coniugali 24, 32).
14.-El sacramento del orden confiere al que lo recibe una potestad espiritual permanente.
Definido en el Denzinger 960.
15.-El ministro ordinario de todos los grados del orden, tanto de los sacramentales como de los no sacramentales, es sólo el obispo consagrado válidamente.
El Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit episcopos non habere potestatem confirmandi et ordinandi, vel eam quam habent, illis esse cum presbyteris communem, a.s.”, Dz. 967, cf. 701.
Hechos 6:6; 14:22, 2Timoteo 1:6, sólo los apóstoles y sus sucesores (discípulos), aparecen como ministros de este sacramento.
San Hipólito de Roma (Traditio Apostolica), San Epifanio (Haer. 75, 4), San Jerónimo (Ep. 146, 1).

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3. DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO
16.-El matrimonio es verdadero y propio sacramento instituido por Cristo.
En contra de los reformadores, el Concilio de Trento definió: “Si quis dixerit matrimonium non esse vere et proprie unum ex septem Legis evangelicae sacramentis, a Christo Domino institutum, sed ab hominibus in Ecclesia inventum, neque gratiam conferre, a.s.”, Dz. 971, 967, 424, 465, 702.
1Corintios 7:39, 1Corintios 7:10, Efesios 5:32, San Ignacio de Antioquía (Pol. 5, 2), Tertuliano (Ad uxorem II 9), San Agustín (De moribus ecclesiae catholicae et de moribus manichaeorum 389; De bono conjugali 401; De nuptiis et concupiscentia 419/420) La Teología Escolástica ya estudió el Matrimonio como sacramento, pero a pesar de ello la Iglesia Oriental (el Cisma de Oriente es anterior a la escolástica), reconoce y considera al matrimonio como sacramento.
17.- Del contrato matrimonial, que es sacramento, se origina el vínculo conyugal, que une a los esposos durante toda su vida en indisoluble comunidad de vida.
Definido en el Denzinger 969.
San Agustín (De nuptiis et concupiscentia I 10, 11), Romanos 7:2 , 1Corintios 7:8ss. y 39, 1Timoteo 5:14.
18.-El sacramento del matrimonio confiere gracia santificante a los contrayentes.
El Concilio de Trento define: “Si quis dixerit matrimonium… neque gratiam conferre, a.s.”, Dz. 971, cf. 969.

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XIV. DIOS CONSUMADOR (Dogmas)
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1.-.– La muerte, en el actual orden de salvación, es consecuencia punitiva del pecado.
El Concilio de Trento así lo afirma en su decreto sobre el pecado original, Dz. 788.
Génesis 2:17, Romanos 5:12, 1Corintios 15:21.
2.-Todos los hombres, que vienen al mundo con pecado original, están sujetos a la ley de la muerte.
Definido en Denzinger 789.
Hebreos 9:27, excepto algunas excepciones como Enoc y Elías, Hebreos 11:5, Génesis 5:24, 2Reyes 2:11, 1Corintios 15:51.
3.-Las almas de los justos que en el instante de la muerte se hallan libres de toda culpa y pena de pecado entran en el cielo.
El antiguo símbolo oriental y el símbolo apostólico en su redacción más reciente (siglo V), contienen la confesión: “Creo en la vida eterna”, Dz. 6 y 9. El Papa Benedicto XII declaró en la constitución dogmática Benedictus Deus, que las almas completamente purificadas entran en el cielo.
Salmo 48:16, Salmo 72:26, Daniel 12:2, 2Macabeos 6:26, Sabiduría 3:1-9; 5:16ss., Mateo 25:10, Lucas 14:15ss, Mateo 5:8, 1Corintios 2:9, 2Corintios 12:4, Romanos 2:7, Romanos 8:18, Juan 3:16 y 36, 1Juan 3:2, Apocalipsis 7:9-17, etc.
San Agustín (De Civ. Dei XXII 29s.).
4.- La felicidad del cielo dura por toda la eternidad.
Su Santidad Benedicto XII declaró: “Y una vez que haya comenzado en ellos esa visión intuitiva, cara a cara, y ese goce, subsistirán continuamente en ellos esa misma visión y ese mismo goce sin interrupción ni tedio de ninguna clase, y eso durará hasta el juicio final, y de este, indefinidamente, por toda la eternidad”, Dz. 530.
Mateo 6:20, Lucas 12:33, Mateo 25:46, Mateo 19:29, Romanos 2:7, 1Corintios 9:25, 1Pedro 5:4, San Agustín (De Civ. Dei XII 13, 1 cf. X 30; XI 13).
5.-El grado de felicidad celestial es distinto en cada uno de los bienaventurados según la diversidad de sus méritos.
El Decretum pro Graecis del Concilio de Florencia, declara que las almas de los plenamente justos “intuyen claramente al Dios Trino y Uno, tal cual es, aunque unos con más perfección que otros según la diversidad de sus merecimientos”, Dz. 693, el Concilio de Trento lo confirma en el Dz. 842.
Mateo 16:27, 1Corintios 3:8, 2Corintios 9:6, Juan 14:2, Tertuliano (Scorp. 6), San Agustín (In Ioh., tr. 67, 2), San Jerónimo (Adv. Iovin. II 18-34, S. Th. I 12, 6).
6.-Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal van al infierno.
A este dogma se oponen principalmente los ateos, agnósticos, materialistas, religiones orientales y Testigos de Jehová.
El símbolo Quicumque confiesa: “Y los que obraron mal irán al fuego eterno”, Dz. 40, Benedicto XII declaró en la constitución dogmática Benedictus Deus: “Según la común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte, bajan al infierno, donde son atormentadas con suplicios infernales”, Dz. 531, cf. 429, 464, 693, 835, 840.
Daniel 12:2, Judit 16:20, Isaías 66:24, Sabiduría 4:19, Mateo 5:29, Marcos 9:43, Marcos 9:46ss., Mateo 8:12, Lucas 13:28, Hebreos 10:26-31, Apocalipsis 21:8, etc., San Ignacio de Antioquía (Eph. 16, 2), San Justino (Apol. II 9), Martyrium Polycarpi 2, 3, San Ireneo de Lyon (Adv. haer. IV 28, 2).
7.- Las penas del infierno duran toda la eternidad.
El capítulo Firmiter del Concilio IV de Letrán: “Aquellos {los réprobos} recibirán con el diablo suplicio eterno”, Dz. 429, cf. Dz. 40, 835, 840, un Sínodo de Constantinopla (543) reprobó la doctrina origenista de la apocatástis, Dz. 211.
Daniel 12:2, Judit 16:21, Mateo 18:8; 25:41, Judas 7, Mateo 25:46, 2Tesalonicenses 1:9, Mateo 3:12, Marcos 9:42ss., San Ignacio de Antioquía (Eph. 16, 2), San Justino (Apol. II 9), Martyrium Polycarpi 2, 3, San Ireneo de Lyon (Adv. haer. IV 28, 2), Tertuliano (De poenit. 12), San Agustín (De Civ. Dei XXI 23; Ad Orosium 6, 7; Enchir. 112).
8.-Las almas de los justos que en el instante de la muerte están gravadas por pecados veniales o por penas temporales debidas por el pecado, van al purgatorio. (Existencia del Purgatorio).
La existencia del purgatorio la negaron primero los griegos ortodoxos, posteriormente todos los protestantes, a excepción de algunas ramas anglicanas.
Los Concilios de Lyon y Florencia refutaron a los griegos orientales: “Las almas que partieron de este mundo en caridad con Dios, con verdadero arrepentimiento de sus pecados, antes de haber satisfecho con verdaderos frutos de penitencia por sus pecados de obra y omisión, son purificadas después de la muerte con las penas del purgatorio”, Dz. 464, 693, cf. Dz. 456, 570., el Concilio de Trento lo confirmó refutando así a los reformadores: “purgatorium esse animasque ibi detentas fidelium suffragiis… iuvari”, Dz. 983.
2Macabeos 12:42-46, Mateo 12:32, 1Corintios 3:10-15, Mateo 5:26, San Gregorio Magno (Dial. IV 39), San Cesario de Arlés (Sermo 179), Tertuliano (De anima 58), San Cipriano (Ep. 55, 20), San Agustín (De Civ. Dei XXI 13; Enarr. in Ps. 37, 3, Enchir. 69).
9.-Al fin del mundo, Cristo, rodeado de majestad, vendrá de nuevo para juzgar a los hombres.
El símbolo apostólico confiesa: “Y desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. El símbolo niceno-constantinopolitano añade “cum gloria”, Dz. 86, 40, 54, 287, 429.
Mateo 16:27, Lucas 9:26, Marcos 8:38, Mateo 24:30, Marcos 13:26, Lucas 21:27, Juan 6:39, , 1Tesalonicenses 4:15-17, Didahké 16, 8.
10.-Todos los muertos resucitarán con sus cuerpos en el último día.
El símbolo apostólico confiesa: “Creo… en la resurrección de la carne”. El símbolo Quicumque acentúa la universalidad de la resurrección: “Cuando venga el Señor, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos”, Denzinger 40.
Isaías 26:19, Daniel 12:2, 2Macabeos 7:9ss; 14:46, Mateo 22:29, Lucas 14:14, Mateo 5:29, Juan 5:29, Juan 6:39, Juan 11:25, Hechos 4:1ss., 1Corintios 15:20-23, Filipenses 3:21, San Clemente Romano (Cor. 24-26), San Agustín (Enchir. 84-93).
11.-Los muertos resucitarán con el mismo (numéricamente) cuerpo que tuvieron en la tierra.
El capítulo Firmiter del Concilio IV de Letrán, declara: “Todos aquellos resucitarán con el propio cuerpo que ahora llevan”, Dz. 429, cf. Dz. 16, 40, 287, 347, 427, 464, 531.
2Macabeos 7:11, 1Corintios 15:53, Seudo-Clemente (2Cor. 9:1-5), San Justino (Apol. I 18), San Epifanio (Haer. 64), San Jerónimo (Adv. Ioannem Hierosolymitanum).
12.-Cristo, después de su retorno, juzgará a todos los hombres.
Casi todos los símbolos de fe profesan que Cristo, al final de los siglos, “vendrá a juzgar a vivos y muertos”.
Sabiduría 4:20; 5:24, Amós 5:18-20, Salmo 1:5, Proverbios 2:21, Isaías 66:15ss., Mateo 7:22, Mateo 16:27, Juan 5:22ss. y 27), Hechos 10:42, 1Pedro 4:5, 2Timoteo 4:1, Romanos 2:5-16, Filipenses 1:6, San Policarpo (Phil. 7, 1), Epístola de Bernabé 7, 2, San Justino (Apol. 1, 8), San Ireneo (Adv. haer. I 10, 1), San Agustín (De Civ. Dei XX)

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“SEA PARA GLORIA DE DIOS”
 
 

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