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lunes, 24 de junio de 2013

Cirilo de Alejandría, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia, 27 de junio
 
Cirilo de Alejandría, Santo
Cirilo de Alejandría, Santo

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Cirilo, obispo y doctor de la Iglesia, que elegido para ocupar la sede de Alejandría, en Egipto, trabajó con empeño para mantener íntegra la fe católica, y en el Concilio de Éfeso defendió los dogmas de la unidad de persona en Cristo y la divina maternidad de la Virgen María (444).

Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.
San Cirilo nació en el año 370, y desde el 412 al 444, año de su muerte, tuvo firmemente en mano las riendas de la Iglesia de Egipto, dedicándose al mismo tiempo en una de las épocas más difíciles en la historia de la Iglesia de Oriente a la lucha por la ortodoxia, en nombre del Papa san Celestino. En esta firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía demostrada en defensa de la verdad católica está la santidad del luchador obispo de Alejandría, aunque reconocida tardíamente, por lo menos en Occidente.

En efecto, solamente bajo el pontificado de León XIII su culto se extendió a toda la Iglesia latina, y tuvo el título de “doctor”.

Por la defensa de la ortodoxia, contra el error de Nestorio, obispo de Constantinopla, corrió el riesgo de ser desterrado y durante algunos meses vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros—escribió—por la fe de Cristo estamos listos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas las incomodidades de la vida y la misma muerte”.

En el concilio de Éfeso, del que Cirilo fue protagonista, quedó derrotado su adversario Nestorio, que había suscitado una verdadera tempestad en el seno de la Iglesia, pues negaba la maternidad divina de María.

Título de gloria para el obispo de Alejandría fue el haber elaborado en esta ocasión una auténtica y límpida teología de la Encarnación. “El Emanuel tiene con seguridad dos naturalezas: la divina y la humana. Pero el Señor Jesús es uno, único verdadero hijo natural de Dios, al mismo tiempo Dios y hombre; no un hombre deificado, semejante a los que por gracia se hacen partícipes de la divina naturaleza, sino Dios verdadero que por nuestra salvación apareció en la forma humana”. De particular interés es la cuarta de las siete homilías que pronunció durante el concilio de Efeso, el célebre Sermo in laudem Deiparæ. En este importante ejemplo de predicación mariana, que da comienzo a un rico florecimiento de literatura en honor de la Virgen, Cirilo celebra las grandezas divinas de la misión de María, que es verdaderamente Madre de Dios, por la parte que tuvo en la concepción y en el parto de la humanidad del Verbo hecho carne.

Controversista maravilloso, Cirilo volcaba los ríos de su fecunda oratoria. Teólogo de mirada aguda, fue al mismo tiempo celoso pastor de almas. En efecto, además de sus tratados exclusivamente doctrinales, tenemos de él 156 Homilías sobre san Lucas de carácter pastoral y práctico, y las más conocidas Cartas pastorales, que se encuentran en 29 homilías pascuales.

Hipatia y Cirilo de Alejandría, errores en una leyenda negra

El uso, y abuso, de leyendas negras con el único fin de querer desprestigiar a la Iglesia. no es una novedad, es algo que históricamente se repite cíclicamente pese a que ya una y otra vez la verdad siempre brilla.

La relación entre Hipatia y San Cirilo, actualizada en nuestros días por una película que no vamos a nombrar, no fue tan truculenta como nos quieren hacer creer. Veamos algunos de los tantos errores históricos en que caen los enemigos de la Iglesia, ahora disfrazados de productores cinematográficos:

1) Hipatia, protagonista de la misma, no fue asesinada siendo joven y hermosa, sino que murió en el año 415, a los 61 años de edad (una anciana en aquella época) Claro, que sabiendo que el espectador se suele identificar con el protagonista -y por tanto también con la ideología que pretende transmitir-, no se ha dudado en recurrir a la guapa actriz Rachel Weisz, de 38 años. Es más fácil que el espectador se identifique con alguien atractivo, joven y bello (el caso de esta actriz), que con un personaje histórico feo o viejo (la verdadera Hipatia a la edad en que murió)

2) Hipatia no destacó por ser astrónoma, ni se adelantó a Kepler en más de mil años, sino que simplemente fue una filósofa de la escuela platónica. Esta es la única referencia histórica que existe sobre ella, y se debe al obispo cristiano Sinesio de Cirene, quien, al contrario de como le pinta la película, hablaba bien de ella.

3) Dicho obispo, a quien la película muestra como traidor y cómplice en el asesinato de la filósofa, murió dos años antes que ella, por lo que es imposible que tuviera nada que ver con su muerte.

4) Hipatia también tenía buenas relaciones con otros cristianos, como es el caso del curial Amonio o del Patriarca Teófilo, así como de muchos cristianos fervientes que, contemporáneos con los sucesos, no dudaron en defender su personalidad. Como por ejemplo, Timoteo, en su Historia Eclesiástica. También fue un cristiano, Sócrates Escolástico, quien en su Historia Eclesiástica (VII,15), escrita con posterioridad a la muerte de la alejandrina, la encomió como "modelo de virtud".

5) Hipatia no fue virgen "para ser igual que un hombre y poder ejercer una profesión con plena dedicación", como ha declarado la protagonista de la película, quien se considera "feminista radical", sino porque, coherente con su filosofía platónica, ejercía la "Sofrosine" (el dominio de uno mismo a través de las virtudes, entendidas como el control de los instintos y las pasiones).

6) La mujer no fue libre en Grecia y Roma hasta que llegó el cristianismo y la sometió la sujeción del hombre, como quiere transmitir la película, sino que en Grecia la mujer era considerada como un objeto más de la casa, y en Roma no era una «sui iuris», es decir, titular de derechos, sino que era considerada "capiti diminutio", como un niño o un incapacitado y, por tanto, estaba sometida a la tutela o la "manus" del padre o del marido. Por el contrario, fue el cristianismo el que consideró al hombre y a la mujer iguales en naturaleza, pues ambos son hijos de Dios y hermanos en Cristo; y prueba de ello es que las primeras manifestaciones de mujeres libres autodeterminándose, pese a la voluntad de sus padres o del estado, fueron las primeras mártires cristianas víctimas de las persecuciones romanas, tales como Santa Inés, Santa Ágata o Santa Cecilia.

Presentar a la mujer en el ámbito de lo que fue la sociedad pagana, en unas condiciones de emancipación como las que caracterizan a Hipatia, resultaría absolutamente incomprensible si no se advierte al mismo tiempo que es el creciente desarrollo del cristianismo y su concepción de igual dignidad de hombre y mujer que lo hacen posible. El paganismo, los clásicos griegos y romanos, confieren a la mujer un papel subalterno y esencialmente doméstico y para nada vinculado a las instituciones públicas, excepto en determinados y específicos cultos religiosos. Es decir, Hipatia es el resultado de la evolución de una sociedad influenciada de manera creciente por el cristianismo. Esto Amenábar lo oculta.

De la misma manera que Amenábar presenta a Hipatia, es necesario recordar otras figuras de mujeres filósofas o escritoras, como Eudocia, nacida en una familia pagana como Atenais y convertida luego al cristianismo. La presencia pública de mujeres en una sociedad que se estaba cristianizando sólo se explica por este último hecho, lo cual contradice frontalmente lo que Amenábar nos relata.

7) Fue precisamente San Cirilo de Alejandría -personaje que en el fondo persigue la leyenda de Hipatia- el que más ha exaltado en la historia de la humanidad la condición femenina, pues a él se debe la expresión "Theotokos", palabra griega que significa "Madre de Dios". Él fue quien derrotó a la herejía nestoriana en el Concilio de Éfeso del año 431. En esencia, la disputa consistía en si María era madre de Cristo o madre de Dios. San Cirilo consiguió que se convocase un concilio en Éfeso, lugar donde vivió sus últimos años la Virgen María, y logró que la Iglesia declarase el primer dogma mariano de la historia: María, Madre de Dios. Hasta aquel momento nadie en la historia había conseguido colocar a un ser humano mujer por encima de cualquier hombre.

8) Hipatia nunca fue directora de la Biblioteca de Alejandría, ni ésta fue destruida por los cristianos, sino que fue incendiada por Julio César, saqueada como el resto de la ciudad por Aureliano en el año 273, y rematada por Diocleciano en 297. En el año 391 fue destruido lo que quedaba del templo del Serapeo después de la destrucción por los judíos en tiempos de Trajano, y también el repaso que le pegó Diocleciano, quien, para conmemorar la hazaña, puso allí su gran columna, razón por la cual los cristianos lo destruyeron, ya que él era el símbolo de las persecuciones que sufrieron durante trescientos años. Pero lo que allí quedaba de la biblioteca era tanto como lo que restaba en otros sitios.

9) El paganismo siguió existiendo en Alejandría hasta que llegaron los árabes. Concretamente, el neoplatonismo siguió floreciendo allí hasta varios siglos después de la muerte de Hipatia: la escuela platónica de Alejandría continuó funcionando con normalidad durante más de 200 años, hasta que lo recuperó el Renacimiento cristiano. Además, su más brillante exponente fue San Agustín, coetáneo de Hipatia.

La historia de Hipatia ha sido objeto de una recurrente manipulación, fundamentalmente con el fin de atacar a la Iglesia: desde la Ilustración hasta el feminismo radical actual. Amenábar, pues, no es original ni siquiera en eso. Según el "iluminado" Voltaire, "desde la muerte de Hipatia hasta la Ilustración, Europa está sumida en la oscuridad; la Ilustración, al rebelarse contra la autoridad de la Iglesia, la revelación y los dogmas, vuelve a abrir la iluminación de la razón". En cuanto al segundo ejemplo de manipulación -el del feminismo radical-, podemos observar el que hace Úrsula Molinaro, según el cual Hipatia fue la campeona del amor libre, pese a que en realidad era virgen.

La verdadera historia de Hipatia se ha transformado artificialmente en la leyenda del "Crimen de Alejandría", cuyo protagonista principal es el obispo San Cirilo. La atribución directa a este último del asesinato de Hipatia se debe al escritor pagano Damascio, último escolarca de la Academia de Atenas y autor de la "Vida de Isidoro" (una apología del paganismo de finales del s.V y principios del s.VI), quien exiliado en Persia tras su cierre por orden de Justiniano, y dispuesto a azuzar las maledicencias contra San Cirilo, a quien tuvo por rival -en un tiempo de rivalidades religiosas fortísimas y extremas-, le atribuyó el homicidio sin más fundamento que sus propias conjeturas. Porque esto y no otra cosa es lo que, desde entonces y hasta hoy, siguen haciendo cuantos rivalizan endemoniadamente contra la Fe católica. Han pasado siglos desde el lamentable episodio y nadie ha podido aportar otro cargo contra el gran santo de Alejandría que no fuera la sospecha, el rumor, la hipótesis trasnochada o la presunción prejuiciosa.

Pero la leyenda en sí misma surge en 1720, con la obra de John Toland (irlandés, hijo ilegítimo de un sacerdote católico, que se hizo protestante y posteriormente activo militante del ateísmo en la Gran Logia de Londres) Después vino Voltaire; después, el historiador Edward Gibbon, quien, para argumentar su tesis acerca de que el cristianismo es la causa interna de la decadencia del Imperio Romano, utiliza la leyenda de Hipatia y declara a Cirilo responsable de todos los conflictos que estallaron en Alejandría en el siglo V. Más tarde llegarán las versiones románticas de Leconte de Lisle y otros, y finalmente el feminismo radical, para el que Hipatia fue la primera mártir de la misoginia propia del cristianismo. Todos los autores citados, y alguno más, tienen una cosa en común: son masones reconocidos. De nuevo, la Masonería aparece de fondo, entre bambalinas, cada vez que surgen ataques mediáticos contra la religión, y concretamente contra el cristianismo (enemigo secular de su ideología y por tanto de su imposición a todo el mundo) como ha hecho siempre, empleando para ello diferentes medios adaptados a cada momento histórico)

El maltrato y la muerte de Hipatia no es imputable a los cristianos, como tampoco lo es a San Cirilo de Alejandría. El origen de tal acusación se debe, como se ha señalado antes, al pagano Damascio, enemigo acérrimo de San Cirilo, y simplemente ha sido repetida desde entonces por todos los enemigos de la Iglesia para atacarla. No hay mentira mayor que la que sostiene que "los historiadores coinciden en responsabilizar a Cirilo de Alejandría por el asesinato de Hipatia". Coinciden los enemigos frenéticos de la Iglesia Católica, no los historiadores o los genuinos estudiosos del caso:

No coinciden (y discrepan con la leyenda negra oficial impuesta finalmente por el Iluminismo) el arriano Filostorgio, el sirio Juan de Éfeso, los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet, o el erudito Christopher Haas en su "Alexandria in Late Antiquity: Topography and Social Conflict", publicado en 2006. No coincide tampoco Thomas Lewis, quien redactara ya en 1721 la célebre impugnación de la mentira a la que tituló sugestivamente "La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland". No coincide Miguel Ángel García Olmo, quien advierte en la maniobra acusadora un "afán de mancillar la ejecutoría de un pastor teólogo de vida esforzada y ejemplar como fue Cirilo de Alejandría, venerado en Oriente y en Occidente"; y ni siquiera se atreve a coincidir Gonzalo Fernández, quien en su obra "La muerte de Hypatia", del año 1985, a pesar de la ninguna simpatía que manifiesta hacia el santo, llamando tiránico a su ministerio, concluye en que "ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos". Los parabolani eran los miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio, principalmente entre los enfermos, y que en su momento respondieron incondicionalmente a San Cirilo, recibiendo la acusación de consumar el linchamiento de Hipatia. Recuérdese que también Aguinis menciona a "un grupo de monjes", como causa instrumental del delito. No coinciden los hechos. Porque el mismo San Cirilo, que lamentó y reprobó el crimen de Hipatia, amonestó enérgicamente en su Homilía Pascual del 419 a la plebe alejandrina, dada a participar en turbamultas feroces y sanguinarias como la que puso desdichado fin a la vida de la filósofa. Si no se le cree al santo, las novelas de Lawrence Durrel -concretamente las de su Cuarteto de Alejandría- resultan una buena fuente para conocer el carácter sangriento y cruel de esas tropelías feroces del populacho alejandrino. Sin olvidarnos de que fueron esas mismas hordas las que dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el 361 y 457 respectivamente.

El anticristianismo de la película es, pues, más que obvio, y nada disimulado; el mensaje de fondo se puede resumir en tres puntos:

1) Los cristianos son violentos, machistas y contrarios al progreso, la cultura y la razón.

2) Jesús podría haber sido magnífico, pero no sus seguidores.

3) Según el propio Amenábar, la civilización antigua era un prodigio de ilustración "de no haberse dado ese traspiés que fue la Edad media y la caída del Imperio Romano, y de no haberse paralizado el mundo durante 500 años".

Con estos prejuicios ideológicos, totalmente ajenos a la verdad histórica, es lógico que Amenábar denuncie el inventado fanatismo de la intolerancia religiosa. Lo curioso es que para ello tenga que mirar al pasado, manipulándolo además -¿más desmemoria histórica?- y no refleje uno de los mayores integrismos actuales, que justamente va en la dirección opuesta: la actual intolerancia antirreligiosa, de la que él es, de nuevo hay que decirlo, simple punta de lanza. La Hipatia que retrata el director no es la real, pero a los espectadores no se les va a advertir esa ausencia de base histórica, sino que se les pretende hacer creer justo lo contrario.

Parece que Amenábar ha ´olvidado´ un pequeño detalle en su película: los que persiguieron masivamente, reprimieron, torturaron y mataron fueron los paganos a los cristianos en nombre del paganismo y de razones que hoy nos parecen brutalmente irracionales, como lo constatan las propias actas de los juicios romanos. Amenábar engaña y miente con las imágenes y el argumento, que hace de la película más cara rodada en España un simple panfleto político anticristiano. Al final va a tener razón: la situación de entonces se parece a la actual (los paganos persiguiendo a los cristianos, y no como él nos lo quiere vender).
 
 
San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia
fecha: 27 de junio
fecha en el calendario anterior: 9 de febrero
n.: c. 380 - †: 444 - país: Egipto
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Cirilo, obispo y doctor de la Iglesia, que, elegido para ocupar la sede de Alejandría de Egipto, mostró singular solicitud por la integridad de la fe católica, y en el Concilio de Éfeso defendió el dogma de la unidad y unicidad de las personas en Cristo y de la divina maternidad de la Virgen María.
oración:
Señor, tú que hiciste de tu obispo san Cirilo de Alejandría un defensor invicto de la maternidad divina de la Virgen María, concédenos a cuantos la proclamamos verdadera Madre de Dios llegar, por la encarnación de tu Hijo, a la salvación eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Se ha llamado a san Cirilo el Doctor de la Encarnación, como a San Agustín se le dio el título de Doctor de la Divina Gracia. En la misa siria y maronita se le conmemora como «Torre de la verdad e intérprete del Verbo de Dios hecho carne». Toda su vida se apegó a la regla de nunca fomentar doctrina alguna que no hubiera aprendido de los antiguos Padres, pero sus libros contra Juliano el Apóstata demuestran que también había leído a los escritores profanos. El mismo decía a menudo que descuidaba la elocuencia humana, y ciertamente es de lamentar que no haya cultivado un estilo más claro y que hubiera escrito en un griego más puro. A la muerte de su tío Teófilo en 412, fue elevado a la sede de Alejandría. Comenzó a ejercer su autoridad haciendo que se cerrasen las iglesias de los novacianos y se apoderó de sus vasos sagrados, una acción condenada por el historiador eclesiástico Sócrates; no sabemos las razones que tuvo para obrar de esta manera. Luego echó fuera a los judíos, que eran numerosos y que habían gozado de privilegios en la ciudad desde tiempos de Alejandro el Grande. Tomó esta medida por la actitud sediciosa y por varios actos de violencia cometidos por ellos; aunque tuvo la aprobación del emperador Teodosio, esto exasperó a Orestes el gobernador. Esta desdichada desavenencia con Orestes acarreó graves dificultades.

Había una mujer pagana, Hypatia, de carácter noble, que en aquel tiempo era la profesora de filosofía más influyente en Alejandría. Su fama era tan grande, que acudían a ella discípulos de todas partes. Entre sus discípulos se contaba al gran obispo Synesio, que le presentaba sus obras para que ella las criticara. Era muy respetada por el gobernador, quien consultaba con ella asuntos aún de la administración civil. En ninguna parte había un populacho tan indómito, más inclinado a desórdenes y actos de violencia que en Alejandría. Habiendo entrado en ellos la sospecha de que Hypatia había provocado al gobernador contra su obispo, la plebe la atacó en las calles (año 424), sacándola de su carroza, y despedazando su cuerpo, con pena inmensa y escándalo de todos los buenos, particularmente de Cirilo. Sólo otro hecho sabemos referente a este primer período de su episcopado. Habían anidado ciertos prejuicios contra san Juan Crisóstomo, cuando estuvo con Teófilo en el Sínodo de la Encina; Cirilo tenía algo de la obstinación de su tío, y no era fácil inducirlo a incluir el nombre del Crisóstomo en los dípticos de la Iglesia de Alejandría.

En el año 428, Nestorio, un sacerdote monje de Antioquía, fue elegido arzobispo de Constantinopla. Este enseñaba, al igual que algunos de su clero, que había dos personas distintas en Cristo, la de Dios y la de hombre, unidas solamente por una unión moral, por lo que según ellos, Dios-cabeza (Dios parte superior o principal) moraba en la humanidad meramente como en su templo. Consiguientemente, negaba la Encarnación de Dios hecho hombre. También decía que no se debía llamar a la Santísima Virgen Madre de Dios, sino sólo del hombre Cristo, cuya humanidad era únicamente el templo de la divinidad y no una naturaleza hipostáticamente unida a la Persona divina. Sus homilías resultaron muy ofensivas y levantaron protestas de todos lados contra los errores que contenían. San Cirilo le envió una suave amonestación, pero Nestorio le respondió con altivez y desprecio. Ambas partes apelaron al papa san Celestino I, quien después de examinar la doctrina en un concilio de Roma, la condenó y pronunció sentencia de excomunión y destitución contra Nestorio, a menos que en los siguientes diez días, a partir de la fecha en que recibiera aviso de la sentencia, se retractara de sus errores. San Cirilo, quien fue nombrado para ver que la sentencia se cumpliera, le envió a Nestorio, con su tercera y última citación, doce proposiciones con anatemas que debía firmar como prueba de su ortodoxia. Nestorio, sin embargo, se mostró más obstinado que nunca. Aunque es discutible si Nestorio sostenía todas las opiniones que se le atribuyen, él fue sin ninguna duda quien originó la herejía que lleva su nombre.

Esto dio ocasión a que se convocara el tercer concilio general, que se celebró en Efeso en 431, al que asistieron doscientos obispos con san Cirilo a la cabeza, como obispo de mayor edad y representante del papa Celestino. Nestorio estaba en la ciudad, pero se negó a comparecer; entonces, después de haber leído sus sermones y otras pruebas recibidas en su contra, sus doctrinas fueron condenadas y se pronunció la sentencia de excomunión y destitución. Seis días después, llegaron a Éfeso el arzobispo Juan de Antioquía, con cuarenta y un obispos que no habían podido llegar a Éfeso a tiempo. Estaban a favor de Nestorio, aunque no compartían sus errores, de los cuales ciertamente lo consideraban inocente. En lugar de asociarse al concilio, se reunieron aparte y tuvieron la presunción de destituir a san Cirilo, acusándolo a su vez de herejía. Ambos partidos apelaron al emperador, quien ordenó arrestaran a Cirilo y a Nestorio y los pusieran en prisión. Cuando llegaron los tres legados del papa Celestino, el asunto tomó otro aspecto. Después de cuidadosa consideración de lo que se había hecho, los legados confirmaron la condenación de Nestorio, aprobaron la conducta de Cirilo, y declararon nula e inválida la sentencia que se había pronunciado contra él. Así, fue rehabilitado honrosamente y, aunque los obispos de la provincia de Antioquía continuaron su cisma por un tiempo, hicieron las paces con san Cirilo en 433, condenaron entonces a Nestorio y dieron una declaración clara y ortodoxa de su propia fe. Nestorio se retiró a su antiguo monasterio de Antioquía, pero después fue desterrado al desierto egipcio.

San Cirilo, que así triunfó de la herejía por su intrepidez y valor, pasó el resto de su vida sosteniendo la fe de la Iglesia y trabajando en las labores de su sede, hasta su muerte en 444. Los alejandrinos le dieron el título de Maestro del Mundo, mientras que el papa Celestino lo llamaba «el generoso defensor de la fe católica» y «varón apostólico». Fue hombre de carácter fuerte e impulsivo, valiente, pero algunas veces demasiado vehemente y aun violento. El abad Chapman ha comentado que con más paciencia y diplomacia de su parte se hubiera evitado que surgiera la Iglesia nestoriana, que por largo tiempo fue una potencia en el Oriente. Pero tenemos que agradecerle la firme e inflexible posición que tomó con respecto al dogma de la Encarnación, actitud que llevó a las declaraciones claras del gran concilio que presidió. Aunque desde su tiempo el nestorianismo y el pelagianismo han tratado de levantar la cabeza tomando diferentes nombres en varias regiones del mundo, nunca más han llegado a ser una verdadera amenaza para la Iglesia católica. Debemos agradecer a Cirilo que en nuestras generaciones no tengamos duda alguna sobre lo que debemos creer con respecto al misterio sobre el cual fundamos nuestra fe como cristianos. Fue declarado Doctor de la Iglesia Universal en 1882, y en el decimoquinto centenario de su muerte, en 1944, el Papa Pío XII escribió una encíclica, «Orientalis Ecclesiae», sobre «esta lumbrera de la sabiduría cristiana y héroe valiente del apostolado».

La gran devoción que este santo tuvo al Santísimo Sacramento, se pone de manifiesto por la frecuencia con lo que subraya los efectos que produce en aquellos que lo reciben dignamente. Afirma con énfasis que por la Sagrada Comunión formamos un mismo cuerpo con Cristo y seguramente debe ser difícil para los que tienen la misma fe definida en los seis primeros concilios generales, cerrar los ojos ante la evidente convicción con que San Cirilo afirmaba su doctrina eucarística, antes del año 431. En una carta a Nestorio, que recibió el beneplácito general y oficial de los Padres de Efeso, escribían «Proclamando la muerte según la carne del Hijo unigénito de Dios, engendrado, o sea, Jesucristo, y confesando su Resurrección de entre los muertos y su Ascensión al Cielo, celebramos el sacrificio incruento en nuestras iglesias; y así nos acercamos a las condiciones místicas, y nos santificamos por la participación de la Carne sagrada y Sangre preciosa de Cristo el Salvador de todos nosotros. Y lo recibimos, no como carne ordinaria (que Dios no lo permita), ni como carne de un hombre santificado y asociado con el Verbo, de acuerdo con la unidad del rito, o teniendo un morador divino, sino realmente como la verdadera carne del Verbo mismo» (Migne, PG., LXXVII, 113). Y a Calosyrius, obispo de Arsinoe le escribió: «He oído decir que la consagración sacramental no aprovecha para la santificación, si una porción de la misma se guarda para otro día. Al decir esto yerran. Porque Cristo no se altera, ni su Cuerpo sagrado se cambia; sino que la virtud de la consagración y la gracia que da vida todavía permanecen en ella» (Migne, PG , LXXVI, 1073).

Nuestro conocimiento de san Cirilo se deriva principalmente de sus propios escritos y de los escritores eclesiásticos Sócrates, Sozomeno y Teodoreto. El aspecto de su vida y obra presentada por Butler es el aspecto tradicional, y no se hacen en este artículo referencias a las discusiones que, debido principalmente al descubrimiento en 1895 de la obra de Nestorio conocida como «Bazar de Heráclides de Damasco», se han entablado desde entonces sobre el heresiarca y sus enseñanzas; según algunos autores, esa obra permitiría afirmar que, si bien las condenas de Cirilo a las doctrinas tal cual él las entendía son correctas, no necesariamente coinciden con lo que realmente Nestorio decía, dejando así a salvo su voluntad de constituir una herejía.

Existe abundante literatura sobre San Cirilo. SS Benedicto XVI, dentro de la serie de catequesis dedicadas a los Padres de la Iglesia, brindó a la persona de san Cirilo la del 3 de octubre del 2007, obviando -el contexto catequético y de escasez de tiempo seguramente así lo aconsejaban- las discusiones en torno al carácter de Cirilo y su influencia en la justicia o no de su actuación en los temas de Hypatia, san Juan Crisóstomo, Nestorio, etc. También puede consultarse el artículo a el dedicado en el Diccionario de la Filososofía de Ferrater Mora, y con más pertinencia, los artículos dedicados tanto a Cirilo como a Nestorio en el tomo II de la Patrología de Quasten (BAC) (no puedo asegurar que la versión referenciada en el web esté bien copiada del Quasten, en todo caso siempre es más seguro la consulta directa del libro, que se consigue con facilidad).

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
 

Cirilo de Alejandría

   
San Cirilo de Alejandría
Patriarca de la Iglesia ortodoxa
Cyril of Alexandria.jpg
IglesiaIglesia ortodoxa de Alejandría
PredecesorTeófilo I
SucesorDióscoro I
Información personal
TítulosPatriarca de Alejandría
Nacimientoc. 370-373
Alejandría, Bandera de Imperio bizantino Imperio bizantino
Fallecimientoc. 444
Santidad
Festividad27 de junio Novus Ordo
9 de febrero Vetus Ordo
18 de enero y 9 de junio Bizantino
Atributosvestimentas obispo griego
Venerado enIglesia copta, Iglesia católica, Iglesia ortodoxa
PatronazgoAlejandría
Cirilo de Alejandría
Proclamado Doctor de la Iglesia el 28 de julio de 1882 por el papa León XIII
Cirilo de Alejandría (Alejandría, c. 370/3 - Ibidem, 444) fue un eclesiástico romano natural de Egipto, Patriarca de Alejandría desde 412 hasta su muerte.
Sobrino del poderoso obispo Teófilo, acompañó a su tío al Sínodo de la Encina (403), en el cual fue depuesto Juan Crisóstomo. Más tarde sucedió a su tío como obispo y patriarca de la sede alejandrina (412). Muchos se opusieron a su nombramiento, quizá por su genio impaciente y dominador. Su episcopado se caracterizó por la presión contra judíos, paganos y otras confesiones cristianas, así como por sus roces con las autoridades imperiales y su lucha de poder con el Patriarcado de Constantinopla.
Sus obras atestiguan un conocimiento extenso, además de la Biblia y de los escritores eclesiásticos, de los autores no cristianos de su época. Parece ser que durante un tiempo se retiró al desierto, donde recibió de los monjes educación ascética, según se deduce de las cuatro cartas que le escribió Isidoro de Pelusio. Es considerado santo por las Iglesias Católica, Ortodoxa y Copta.
En 1882 Cirilo fue proclamado doctor de la Iglesia por el Papa León XIII, quien al mismo tiempo atribuyó el mismo título a otro importante exponente de la patrística griega, san Cirilo de Jerusalén. Esta proclamación se basó en su firmeza al servicio de la doctrina y en la valentía demostrada en defensa de la verdad católica, en particular contra el supuesto error de Nestorio, patriarca de Constantinopla, por lo que corrió el riesgo de ser desterrado y durante algunos meses vivió la humillación de la cárcel: “Nosotros —escribió— por la fe de Cristo estamos dispuestos a padecerlo todo: Las cadenas, la cárcel, todas las incomodidades de la vida y la misma muerte”.

Vida

El 17 de octubre del año 412 sucede a su tío en el patriarcado alejandrino. Su episcopado continuó su feroz lucha de poder entre las sedes de Alejandría y Constantinopla, pero además se caracterizó por un nuevo aumento de la presión contra paganos, herejes y judíos (tras la calma de los últimos años de Teófilo) y sus roces con el poder imperial. Uno de sus primeros actos fue la persecución de los novacianos (a pesar de la existencia de un edicto imperial de tolerancia hacia ellos): ordenó cerrar por la fuerza sus iglesias, expulsándolos del país, y decomisó el patrimonio tanto eclesiástico como privado del obispo novaciano Teopento.
Cirilo persiguió también a los mesalianos (del sirio msaliyane = orantes), que ya habían sido declarados herejes en el sínodo de Side de Panfilia del año 390. Los mesalianos defendían la creencia que la salvación sólo se puede ganar gracias a la continua oración.
En 414, Cirilo instigó una serie de motines antijudíos y expropió casi todas las sinagogas de la capital egipcia para convertirlas en iglesias cristianas. El Patriarca hizo comparecer ante sí a los principales líderes judíos, lo cual suscitó una revuelta nocturna de protesta ante tales actos. En respuesta a este suceso, una gran muchedumbre, dirigida por Cirilo, asaltó y destruyó la sinagoga principal y saqueó las propiedades de los judíos. Por último, el Patriarca desterró a los judíos de Alejandría involucrados en los disturbios, incluidos mujeres y niños, privados de su hacienda y de alimentación, en un número de, presuntamente, cien mil o incluso de doscientos mil.[cita requerida]
El prefecto Orestes se quejó ante el emperador Teodosio II por estos actos. Inmediatamente una horda de 500 monjes del desierto de Nitria partió hacia Alejandría para proteger al Patriarca, ante su inminente deposición. Al ver que el Prefecto estaba en un carro, los monjes se abalanzaron sobre él y uno de ellos, llamado Amonio, hirió de un golpe en la cabeza a Orestes. Amonio fue apresado, torturado y ejecutado. Cirilo rindió al atacante honores de mártir.[1]
En 415 ó 416 una turba de cristianos fanáticos asesinó a la célebre filósofa Hipatia, maestra del prefecto Orestes. Debido a ello, durante siglos se ha acusado a Cirilo de ser el principal responsable de la muerte de la filósofa, aunque no hay certeza sobre su papel en la misma. El autor más cercano a los hechos, Sócrates Escolástico, indica que la muerte fue causa de oprobio para Cirilo y la iglesia de Alejandría, lo que sugiere una implicación del patriarca y su entorno en los hechos.[2] La acusación aparece formulada con más claridad en la obra de Damascio, filósofo pagano del siglo VI que sufrió la persecución del emperador Justiniano I, y cuyo testimonio sobre Hipatia aparece recogido en la enciclopedia bizantina Suda.[3] El obispo copto del siglo VII Juan de Nikiû confirma los hechos y justifica la muerte de Hipatia, a la que presenta como una bruja peligrosa.[4] El propio Cirilo reprochó a los alejandrinos su carácter levantisco y pendenciero en su homilía pascual del año 419. En 422 otra turba asesinó al sucesor de Orestes como prefecto imperial, Calisto.
Cirilo fue una figura de relieve por el desarrollo teológico de sus escritos, en especial por su defensa de la unión entre la divinidad y la humanidad de Jesús, frente a las tesis de Nestorio, que en el año 428 ascendió a la sede de Constantinopla. Cirilo aprovechó el error dogmático de Nestorio para deponerlo de su sede. Participó activamente en el Concilio de Éfeso (431), convocado por el emperador Teodosio II, y logró que se proclamara a María la Theotokos: [1]Madre de Dios. Cirilo presidió el Concilio bajo la autoridad el Papa Celestino I.
Cirilo abrió las sesiones con 154 obispos de su partido sin esperar a que llegaran los obispos antioquenos, sirviéndose de cuantiosísimos sobornos durante todo el proceso. Sus regalos fueron tan abrumadores que, de hecho, logró que el emperador Teodosio II, en principio contrario al patriarca alejandrino, cambiara de parecer, y acabara por deponer y desterrar a su rival dogmático.[5]

Obra

Sus numerosas obras están recopiladas en 10 tomos de la Patrologia Graeca de Migne. Aun cuando no se opuso a las decisiones del Concilio de Nicea, tampoco era proclive al uso de la terminología admitida en ese sínodo debido, según afirmaba, a que se trataba de expresiones que no están contenidas en la Biblia y pertenecen más bien a la filosofía griega.[6]
Exégesis escriturística:
  • Comentario al Evangelio de San Juan;
  • Glaphyra;
  • Sobre la adoración y el culto en espíritu y en verdad.
Polémicas:
  • Contra las blasfemias de Nestorio;
  • Tesoro de la santa y consustancial Trinidad: frente a los arrianos.

Véase también

Referencias

  1. Sócrates Escolástico, Historia Ecclesiastica 7. 14; tr. inglesa en la Red.
  2. Sócrates Escolástico, Historia Ecclesiastica 7. 15.
  3. Suda s.v. Hipatia (Ypsilon 166).
  4. Juan de Nikiû, Chronica, 84.87-103; tr. inglesa en la Red.
  5. Blázquez Martínez, J.Mª. (2008): El soborno en la Iglesia Antigua, pp. 9-12.
  6. Cf. (Moliné 1995: 480).

Bibliografía

Enlaces externos



Predecesor:
Teófilo I
Arzobispo de Alejandría
412444
Sucesor:
Dióscoro I
 
 
 
 

San Atanasio
y San Cirilo (derecha)
 
San Cirilo de Alejandría
(
376-444)
Etim. del nombre: "Ciris": mandar, quien manda
.
Fiesta: 27 de junio
Patriarca de Alejandría,
Doctor de la Iglesia
De sus obras: Cristo entregó su cuerpo para la vida de todosEfusión del Espíritu Santo sobre toda carne Comentario de Juan
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos Comentario de Juan
A todos alcanzó la misericordia divina Comentario a Romanos 15,7
Dios nos ha reconciliado por medio de Cristo y nos ha confiado el ministerio de esta reconciliación. Comentario a 2 Corintios
Defensor de la maternidad divina de la Virgen María

Alabanzas de la Madre de Dios -Homilía pronunciada en el Concilio de Éfeso


Su autoridad sirvió santamente los designios de Dios. San Cirilo es famoso por su defensa de la ortodoxia contra la herejía, particularmente contra el nestorianismo.
Arzobispo de Alejandría (Egipto). Defensor de la doctrina que proclama a María la Theotokos: Madre de Dios.  Esta doctrina fue proclamada como dogma en el Concilio de Efeso (431) que San Cirilo presidió bajo la autoridad el Papa Celestino.  Su gran oponente era Nestóreo, patriarca de Constantinopla.
Al ponerse en duda que María es madre de Dios se ponía en duda la identidad de Jesucristo quien es una persona divina.  Por eso San Cirilo no solo aportó a la Mariología sino también a la Cristología.
El argumento de San Cirilo:  María es la Theotokos, no porque ella existiese antes de Dios o hubiese creado a Dios.  Dios es eterno y María Santísima es una criatura de Dios.  Pero Dios quiso nacer de mujer. La persona que nace de María es divina por lo tanto ella es madre de Dios.
Su santa defensa de la verdad le ganó la cárcel y muchas luchas pero salió victorioso.
Testimonio de San Cirilo al final del Concilio de Efeso:
"Te saludamos Ho María, Madre de Dios, verdadero tesoro de todo el universo, antorcha que jamás se apagará, templo que nunca será destruido, sitio de refugio para todos los desamparados, por quien ha venido al mundo el que es bendito por los siglos. Por ti la Trinidad ha recibido más gloria en la tierra; por ti la cruz nos ha salvado; por ti los cielos se estremecen de alegría y los demonios son puestos en fuga; el enemigo del alma es lanzado al abismo y nosotros débiles criaturas somos elevados al puesto de honor".
Y sobre la realidad histórica que se vivía:
"No se puede imaginar la alegría de este pueblo fervoroso cuando supo que el Concilio había declarado que María sí es Madre de Dios y que los que no aceptaran esa verdad quedan fuera de la Iglesia. Toda la población permaneció desde el amanecer hasta la noche junto a la Iglesia de la Madre de Dios donde estábamos reunidos los 200 obispos del mundo. Y cuando supieron la declaración del Concilio empezaron a gritar y a cantar, y con antorchas encendidas nos acompañaron a nuestras casas y por el camino iban quemando incienso. Alabemos con nuestros himnos a María Madre de Dios y a su Hijo Jesucristo a quien sea todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos".
 
San Cirilo de Alejandría: El más famoso sermón de la antigüedad
 
Fue pronunciado por San Cirilo de Alejandría según unos, en el Concilio de Éfeso celebrado en el año 431, (en la definición del Dogma de su Divina Maternidad); según otros, inmediatamente concluido el Concilio:
“Salve, oh santa y misteriosa Trinidad, que nos has convocado a todos nosotros en esta Iglesia de Santa María, la Madre de Dios. Salve oh María, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, Madre y Virgen, por quién es llamado bendito, en los Santos Evangelios, el que viene en nombre del Señor.
Te saludamos, a ti que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quién la Santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo, por quien toda la creación sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien ha sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión.
Y ¿qué más diré? Por ti, el Hijo unigénito de Dios ha iluminado a los que vivían en tinieblas y en sombra de muerte; por ti, los profetas anunciaron las cosas futuras; por ti, los apóstoles predicaron la salvación a los gentiles; por ti, los muertos resucitan; por ti, reinan los reyes, por la santísima Trinidad.
¿Quién habrá que sea capaz de cantar como es debido las alabanzas de María? Ella es madre y virgen a la vez; que cosa tan admirable! Es una maravilla que me llena de estupor.
¿Quién ha oído jamás decir que le esté prohibido al constructor habitar en el mismo templo que él ha construido?
¿Quién podrá tachar de ignominia el hecho de que la sirviente sea adoptada como madre?”. (Homilía IV: PG 77, 992)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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