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lunes, 3 de junio de 2013

Alfonso Navarrete, Beato

Mártir en Japón, Junio 1
Alfonso Navarrete, Beato
Alfonso Navarrete, Beato

Mártir

Martirologio Romano: En Omura, en Japón, beatos mártires Alfonso Navarrete, de la Orden de Predicadores, Fernando de San José de Ayala, de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, y León Tanaka, religioso de la Compañía de Jesús, que fueron degollados a causa de la fe cristiana, por decisión del supremo mandatario Hideta (1617).

Etimológicamente: Alfonso = Aquel guerrero totalmente preparado para el combate, es de origen germánico.
Nace en Logroño, España, el 21 de septiembre de 1571.

Es hijo del convento de San Pablo de Valladolid. Embarca para Manila en 1598 y vuelve a España en 1602, pero vuelve a Filipinas al frente de una expedición misionera en 1611.

Fue enviado inmediatamente al Japón, siendo allí vicario provincial de la misión. El mismo se presentó voluntariamente a confesar su fe y a sufrir el martirio, muriendo decapitado, después de numerosos tormentos, en la isla de Tokasima el 1 de junio de 1617.

Sus virtudes más salientes fueron la piedad, la misericordia, la gratitud y la devoción al rosario.

Encabeza la lista de los numerosos mártires beatificados por Pío IX el 7 de julio de 1867.
Beatos Alfonso Navarrete, Fernando de San José de Ayala y León Tanaka, mártires
fecha: 1 de junio
†: 1617 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Omura, en Japón, beatos mártires Alfonso Navarrete, de la Orden de Predicadores, Fernando de San José de Ayala, de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, y León Tanaka, religioso de la Compañía de Jesús, que, por decisión del comandante supremo Hidetada, fueron decapitados a causa de la fe cristiana.
Ver más información en:
205 Mártires del Japón, 1617 - 1632

El beato Fray Alfonso Navarrete abandonó en 1611 las Filipinas por el Japón, buscando un campo de acción más peligroso para su misión. Con la cooperación de varios miembros de otras órdenes religiosas, fray Alfonso organizó en Nagasaki, entre diversas obras de beneficencia, las hermandades para atender a los enfermos y rescatar de la muerte a los niños recién nacidos que abandonaban sus desalmados padres. Animado por un fervor ardiente, el dominico se enfrentaba a menudo con el peligro, sin cuidarse de las consecuencias. En una ocasión, increpó valientemente y aun detuvo a una muchedumbre de rufianes japoneses que estaban maltratando a una pobre mujer cristiana. Cuando llegaron a Nagasaki las noticias de que la persecución había arreciado en Omura, muchos de los fieles vieron a fray Alfonso que, al orar, cayó en un éxtasis que lo levantó varios palmos del suelo. Durante aquel arrobamiento se sintió llamado a alentar la fe de los cristianos perseguidos y, sin dilación, partió a Omura. Ahí, verdaderas muchedumbres acudían a buscar consuelo en el ministerio sacerdotal de fray Alfonso y de otra fraile agustino, el beato Fernando de Ayala.

El inusitado movimiento de tanta gente llamó la atención del gobernador, quien mandó poner bajo custodia a los dos religiosos. Al principio fueron tratados con cierta consideración, pero en vista de que los cristianos de los alrededores, incluyendo a varias encumbradas damas, asediaban el lugar de la reclusión para acercarse a los presos, el gobernador ordenó que fueran ejecutados. El l de junio de 1647, los dos frailes fueron decapitados, junto con un catequista japonés, León Tanaka.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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