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miércoles, 29 de mayo de 2013

El Hijo del hombre va a ser entregado

Marcos 10, 32-45. Tiempo Ordinario. ¿Cuál es el camino que debe recorrer quien quiere ser discípulo? Es el camino de la obediencia total a Dios.
 
El Hijo del hombre va a ser entregado
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de Jerusalén, y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y la gente que lo seguía tenía miedo. Él se llevó aparte otra vez a los doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: Ya ven que nos estamos dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero al tercer día resucitará».
Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte». Él les dijo: ¿Qué es lo que desean?. Le respondieron: Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria». Jesús les replicó: No saben lo que piden. ¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que yo seré bautizado?. Le respondieron: Sí podemos. Y Jesús les dijo: Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado. Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reunió entonces a los doce y les dijo: «Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos.


Oración introductoria

Jesús, mucho nos falta a los hombres para comprenderte. Tú nos compartes los sentimientos de tu corazón referentes a tu pasión en Jerusalén, y nosotros tan sólo buscamos honores. Jesús, danos a probar lo gozoso que es el servicio abnegado. Te ofrezco esta meditación por todos los gobernantes. Abre sus corazones para que sepan desempeñar su misión en el servicio al prójimo.

Petición

Señor, concédeme verte en mis hermanos durante este día, no viendo tanto rostros y apariencias, cuanto almas que valieron cada gota de tu preciosísima sangre.

Meditación del Papa

En el pasaje del Evangelio se nos presenta el icono de Jesús como el Mesías -anunciado por Isaías (cf. Is 53) - que no vino para ser servido, sino para servir: su estilo de vida se convierte en la base de las nuevas relaciones dentro de la comunidad cristiana y de un modo nuevo de ejercer la autoridad.

Jesús va de camino hacia Jerusalén y anuncia por tercera vez, indicándolo a los discípulos, el camino a través del cual va a llevar a cumplimiento la obra que el Padre le encomendó: es el camino del don humilde de sí mismo hasta el sacrificio de la vida, el camino de la Pasión, el camino de la cruz. Y, sin embargo, incluso después de este anuncio, como sucedió con los anteriores, los discípulos manifiestan toda su dificultad para comprender, para llevar a cabo el necesario «éxodo» de una mentalidad mundana hacia la mentalidad de Dios. En este caso, son los dos hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, quienes piden a Jesús poder sentarse en los primeros puestos a su lado en la «gloria», manifestando expectativas y proyectos de grandeza, de autoridad, de honor según el mundo. Jesús, que conoce el corazón del hombre, no queda turbado por esta petición, sino que inmediatamente explica su profundo alcance: «No sabéis lo que pedís»; después guía a los dos hermanos a comprender lo que conlleva seguirlo.
¿Cuál es, pues, el camino que debe recorrer quien quiere ser discípulo? Es el camino del Maestro, es el camino de la obediencia total a Dios. Por esto Jesús pregunta a Santiago y a Juan: ¿estáis dispuestos a compartir mi elección de cumplir hasta el final la voluntad del Padre? ¿Estáis dispuestos a recorrer este camino que pasa por la humillación, el sufrimiento y la muerte por amor? Los dos discípulos, con su respuesta segura -«podemos»- muestran, una vez más, que no han entendido el sentido real de lo que les anuncia el Maestro. Y de nuevo Jesús, con paciencia, les hace dar un paso más: ni siquiera experimentar el cáliz del sufrimiento y el bautismo de la muerte da derecho a los primeros puestos, porque eso es «para quienes está preparado», está en manos del Padre celestial; el hombre no debe calcular, simplemente debe abandonarse a Dios, sin pretensiones, conformándose a su voluntad. Benedicto XVI, Homilía del 20 de noviembre de 2010.

Reflexión

«Quien no vive para servir, no sirve para vivir». Es una frase realmente fuerte, que expresa sin reparos el valor del servicio. Esforcémonos por ser un reflejo de Cristo entre nuestros familiares y compañeros de trabajo, pensando, actuando y hablando como lo haría Cristo. Enseñemos ante todo con la vida, que el servicio -aunque costoso y constante- es fuente de felicidad, y luego prediquemos nuestra experiencia con las palabras.

Propósito

El servicio alegre es capaz de cambiar nuestras vidas y las de los demás, por eso, hoy me ofreceré a hacer alguna actividad costosa del hogar: ayudando, acompañando o sustituyendo a la persona que lo suele hacer.

Diálogo con Cristo

¡Jesús, gracias por el gran regalo del servicio! Es una manera fantástica de llenar mi vida y la de cuantos me rodean con actos de alegría. Ayúdame a practicarla de ahora en adelante. Concédeme la gracia de perseverar en el servicio, haciendo de esta hermosa actitud una forma de vida.


El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz Beata Madre Teresa de Calcuta.
 
miércoles 29 Mayo 2013
Miércoles de la octava semana del tiempo ordinario

San Felix Zaragoza



Leer el comentario del Evangelio por
San Alfonso María de Ligorio : El hijo del hombre vino para dar su vida

Lecturas

Eclesiástico 36,1.4.5.10-17.

Ten piedad de nosotros, Señor, Dios de todas las cosas y míranos, y derrama tu temor en todas las naciones.
¡Haz que te reconozcan como nosotros te reconocimos: porque no hay otro Dios sino tú, Señor!
Danos nuevos signos, renueva tus maravillas, manifiesta tu gloria actuando y castigando.
Reúne a todas las tribus de Jacob y entrégales como al comienzo su heredad.
¡Ten piedad, Señor, de este pueblo que lleva tu nombre! ¡Piedad para Israel al que consideraste como tu primogénito!
Ten compasión de la ciudad santa, Jerusalén, del lugar de tu descanso.
Repleta a Sión con el relato de tus maravillas, y a tu pueblo con tu gloria.
Confirma las promesas que hiciste al principio, y haz que reaparezcan las profecías en tu nombre.
Dales su recompensa a los que en ti esperaron, y demuestra que tus profetas decían la verdad.
Escucha, Señor, la oración de tus servidores, escucha a tus sacerdotes cuando dan a tu pueblo la bendición de Aarón.
¡Y que todos en la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno!


Salmo 79(78),8.9.11.13.

No nos tengas rencor por faltas de nuestros padres, que tu misericordia corra a nuestro encuentro, pues ya no podemos más.
Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro, en atención a la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados en honor a tu nombre.
Que hasta ti llegue la queja del prisionero; con tu potente brazo salva a los condenados a muerte.
Y nosotros, tu pueblo, el rebaño de tu redil, te daremos gracias para siempre; de edad en edad diremos tu alabanza.



Marcos 10,32-45.

Continuaron el camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos. Los discípulos estaban desconcertados, y los demás que lo seguían tenían miedo. Otra vez Jesús reunió a los Doce para decirles lo que le iba a pasar:
«Estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley: lo condenarán a muerte y lo entregarán a los extranjeros,
que se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán. Pero tres días después resucitará.»
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.»
El les dijo: «¿Qué quieren de mí?»
Respondieron: «Concédenos que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda cuando estés en tu gloria.»
Jesús les dijo: «Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que yo estoy bebiendo o ser bautizados como yo soy bautizado?»
Ellos contestaron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «Pues bien, la copa que voy a beber yo, la beberán también ustedes, y serán bautizados con el mismo bautismo que voy a recibir yo;
pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me corresponde a mí el concederlo; eso ha sido preparado para otros.»
Cuando los otros diez oyeron esto, se enojaron con Santiago y Juan.
Jesús los llamó y les dijo: «Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.
Pero no será así entre ustedes. Por el contrario, el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse el servidor de todos,
y el que quiera ser el primero, se hará esclavo de todos.
Sepan que el Hijo del Hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.»


Extraído de la Biblia Latinoamericana.



Leer el comentario del Evangelio por

San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), obispo y doctor de la Iglesia
Novena de Navidad, discurso 6º

El hijo del hombre vino para dar su vida

El Señor eterno se ha dignado presentarse ante nosotros, primero como
un pequeño niño en un establo, después como un simple obrero en un
taller, más tarde como un criminal muriendo en la horca, y finalmente como
pan en una ofrenda. Aspectos numerosos, aspectos intencionales de Jesús,
aspectos que no tienen más que un efecto: el de mostrar el amor que tiene
por nosotros. Oh, Señor, ¿puedes inventar alguna cosa más para que te
amemos? “Aquel día diréis: Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso”
(Isaías 12,4). Almas redimidas, dad a conocer por todas partes las obras
de amor de este Dios lleno de amor. Él las concibió y realizó para que
todos los hombres se amaran, Él que, tras haberlos colmado de sus favores,
se donó a sí mismo, ¡y de tantas maneras! “Enfermo o herido,
¿deseas curarte? Jesús es la medicina”: Él te sana con su sangre. ¿La
fiebre te quema? Él es la fuente refrescante. ¿Te atormentan las pasiones
y problemas de este mundo? Él es la fuente de los consuelos espirituales y
del verdadero bienestar. “¿Temes a la muerte? Él es la vida. ¿Aspiras
a llegar al cielo? Él es el camino (Juan, 14,6)”: palabra de San
Ambrosio. Jesucristo no solo se dio a todos los hombres en general; él se
da también a cada uno en particular. Por eso San Pablo dijo: “Él me
amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2,20). Y San Juan
Crisóstomo afirma que “Dios nos ama tanto a cada uno de nosotros como a
toda la humanidad”. Así, mi querido hermano, si hubieras estado solo en
el mundo, el divino Redentor habría venido, habría dado su sangre y su
vida solo por ti.   

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