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lunes, 1 de abril de 2013

Liturgia de las Horas. Jueves Santo. Ciclo C. 28 de marzo, 2013.



Jueves Santo.
Propio del tiempo
INVITATORIO

    A continuación se dice el salmo
Invitatorio, con la antífona:
    Adoremos a Cristo, el Señor, en esta solemnidad de san José.
(T. P.: Aleluya, aleluya).


INVITATORIO V. Señor, abre mis labios.

R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
Ant A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado
y por nosotros murió, venid, adorémosle.
HIMNO ¡Triste de mí que he cruzado
de la vida los senderos
por largo tiempo sin veros,
ojos del Crucificado!
Mas, de vuestra luz privado,
me fue contraria la suerte...
¡Ojos muertos del Dios fuerte,
olvidad viejos agravios
y haced que os besen mis labios
en la hora de mi muerte! ¡Ojos de Cristo, miradme!
¡Ojos muertos, conmovedme!
¡Ojos tiernos, atraedme!
¡Ojos llorosos, bañadme!
¡Ojos sin luz, alumbradme!
¡Ojos piadosos, seguidme
por donde mi planta yerra,
y por el haz de la tierra
hacia el cielo conducidme! Amén. SALMODIA Ant.1 Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso
damos gracias a tu nombre. - Salmo 43-
--I--
¡Oh Dios!, nuestros oídos lo oyeron,
nuestros padres nos lo han contado:
la obra que realizaste en sus días,
en los años remotos. Tú mismo, con tu mano, desposeiste a los gentiles,
y los plantaste a ellos;
trituraste a las naciones,
y los hiciste crecer a ellos. Porque no fue su espada la que ocupó la tierra,
ni su brazo el que les dio la victoria;
sino tu diestra y tu brazo y la luz de tu rostro,
porque tú los amabas. Mi rey y mi Dios eres tú,
que das la victoria a Jacob:
con tu auxilio embestimos al enemigo,
en tu nombre pisoteamos al agresor. Pues yo no confío en mi arco,
ni mi espada me da la victoria;
tú nos das la victoria sobre el enemigo
y derrotas a nuestros adversarios. Dios ha sido siempre nuestro orgullo,
y siempre damos gracias a tu nombre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant.1 Nos diste, Señor, la victoria sobre el enemigo; por eso
damos gracias a tu nombre. Ant. 2 Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al
oprobio. --II-- Ahora, en cambio, nos rechazas y nos avergüenzas,
y ya no sales, Señor, con nuestras tropas:
nos haces retroceder ante el enemigo,
y nuestro adversario nos saquea. Nos entregas como ovejas a la matanza
y nos has dipersado por las naciones;
vendes a tu pueblo por nada,
no lo tasas muy alto. Nos haces el escarnio de nuestros vecinos,
irrisión y burla de los que nos rodean;
nos has hecho el refrán de los gentiles,
nos hacen muecas las naciones. Tengo siempre delante mi deshonra,
y la vergüenza me cubre la cara
al oír insultos e injurias,
al ver a mi rival y a mi enemigo. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 2 Perdónanos, Señor, y no entregues tu heredad al
oprobio. Ant. 3 Levántate, Señor, y redimenos por tu misericordia. --III-- Todo eso nos viene encima,
sin haberte olvidado
ni haber violado tu alianza,
sin que se volviera atrás nuestros pasos;
y tú nos arrojaste a un lugar de chacales
y nos cubriste de tinieblas. Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios
y extendido las manos a un dios extraño,
el Señor lo habría averiguado,
pues él penetra los secretos del corazón. Por tu causa nos degüellan cada día,
nos tratan como ovejas de matanza.
Despierta, Señor, ¿por qué duermes?
levántate, no nos rechaces más.
¿Por qué nos escondes tu rostro
y olvidas nuestra desgracia y opresión? Nuestro aliento se hunde en el polvo,
nuestro vientre está pegado a suelo.
Levántate a socorrernos,
redímenos por tu misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3 Levántate, Señor, y redimenos por tu misericordia. VERSÍCULO V. Cuando sea yo levantado en alto sobre la tierra.
R. Atraeré a todos hacia mí. PRIMERA LECTURA Del libro de las Lamentaciones
2, 11-22 Mis ojos están anegados en llanto, se estremecen mis
entrañas, se derrama por tierra mi hiél, por la ruina
de la hija de mi pueblo, mientras desfallecen los niños
lactantes en las plazas de la ciudad. Preguntaban a sus madres: «¿Dónde hay pan y vi-
no?», mientras desfallecían, como los heridos, por las
calles de la ciudad, mientras expiraban en brazos de sus
madres. ¿Quién se te iguala, quién se te asemeja, ciudad de
Jerusalén?, ¿a quién te compararé, para consolarte, vir-
gen, hija de Sión? Inmensa como el mar es tu desgra-
cia: ¿quién podrá curarte? Tus profetas te ofrecían vi-
siones falsas y engañosas; y no te denunciaban tus cul-
pas para cambiar tu suerte, sino que te anunciaban
visiones falsas y seductoras. Los que van por el camino se frotan las manos al
verte, silban y menean la cabeza contra la ciudad de
Jerusalén: «¿Es ésta la ciudad más hermosa, la alegría
de toda la tierra?» Se burlaron a carcajadas de ti todos
tus enemigos, silbaron y rechinaron los dientes dicien-
do: «La hemos arrasado; éste es el día que esperába-
mos: lo hemos conseguido y lo estamos viendo.» El Señor ha realizado su designio, ha cumplido la
palabra que había pronunciado hace tiempo: ha destrui-
do sin compasión; ha exaltado el poder del adversario,
ha dado al enemigo el gozo de la victoria. Grita con
toda el alma al Señor; laméntate, Sión, derrama torren-
tes de lágrimas, de día y de noche, no te concedas re-
poso, no descansen tus ojos. Levántate y grita de noche, al relevo de la guardia,
derrama como agua tu corazón en presencia del Señor,
levanta hacia él las manos, por la vida de tus niños,
desfallecidos de hambre en las encrucijadas: «Mira, Señor, fíjate: ¿a quién has tratado así? ¿Cuán-
do las mujeres se han comido a sus hijos, a sus hijos
tiernos? ¿Cuándo han asesinado en el templo del Señor
a sacerdotes y profetas? Se tienden en el suelo de las
calles muchachos y ancianos, mis jóvenes y mis donce-
llas cayeron a filo de espada; el día de tu ira diste
muerte, mataste sin compasión. Convocaste, como para
una fiesta, terrores que me cercan: el día de tu ira nadie
pudo salvarse ni escapar. A los que yo crié y alimenté
los aniquiló el enemigo.» Responsorio R. Jerusalén, levántate y despójate de tus vestidos de
gloria; vístete de luto y aflicción. * Porque en ti ha
sido ajusticiado el Salvador de Israel. V. Derrama torrentes de lágrimas, de día y de noche;
que no descansen tus ojos. R. Porque en ti ha sido ajusticiado el Salvador de
Israel. SEGUNDA LECTURA De la Homilía de Melitón de Sardes, obispo, Sobre la
Pascua
Los profetas predijeron muchas cosas sobre el mis-
terio pascual, que es el mismo Cristo, al cual sea la
gloria por los siglos de los siglos. Amén. Él vino del cie-
lo a la tierra para remediar los sufrimientos del hom-
bre; se hizo hombre en el seno de la Virgen, y de ella
nació como hombre; cargó con los sufrimientos del
hombre, mediante su cuerpo, sujeto al dolor, y destruyó
los padecimientos de la carne, y él, que era inmortal por
el Espíritu, destruyó el poder de la muerte que nos tenía
bajo su dominio. Él fue llevado como una oveja y muerto corno un
cordero; nos redimió de la seducción del mundo, como
antaño de Egipto, y de la esclavitud del demonio, como
antaño del poder del Faraón; selló nuestras almas con
su Espíritu y los miembros de nuestro cuerpo con su
sangre. Él, aceptando la muerte, sumergió en la derrota a Sa-
tanás, como Moisés al Faraón. Él castigó la iniquidad y
la injusticia, del mismo modo que Moisés castigó a
Egipto con la esterilidad. Él nos ha hecho pasar de la esclavitud a la libertad,
de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, de la
tiranía al reino eterno, y ha hecho de nosotros un sa-
cerdocio nuevo, un pueblo elegido, eterno. Él es la Pas-
cua de nuestra salvación. Él es quien sufría tantas penalidades en la persona
de muchos otros: él es quien fue muerto en la persona
de Abel y atado en la persona de Isaac, él anduvo pere-
grino en la persona de Jacob y fue vendido en la per-
sona de José, él fue expósito en la persona de Moisés,
degollado en el cordero pascual, perseguido en la per-
sona de David y vilipendiado en la persona de los pro-
fetas. Él se encarnó en el seno de la Virgen, fue colgado en
el madero, sepultado bajo tierra y, resucitando de entre
los muertos, subió a lo más alto de los cielos. Éste es el cordero que permanecía mudo y que fue
inmolado; éste es el que nació de María, la blanca ove-
ja; éste es el que fue tomado de entre la grey y arras-
trado al matadero, inmolado al atardecer y sepultado
por la noche; éste es aquel cuyos huesos no fueron que-
brados sobre el madero y que en la tumba no experi-
mentó la corrupción; éste es el que resucitó de entre los
muertos y resucitó al hombre desde las profundidades
del sepulcro. Responsorio R. Todos los hombres pecaron y se hallan privados de
la gloria de Dios; son justificados gratuitamente,
mediante la gracia de Cristo, en virtud de la reden-
ción realizada en él; * a quien Dios ha propuesto
como instrumento de propiciación, por su propia
sangre y mediante la fe. V. Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del
mundo. R. A quien Dios ha propuesto como instrumento de pro-
piciación, por su propia sangre y mediante la fe. ORACIÓN. Oremos:
Dios nuestro, digno, con toda justicia, de ser amado
sobre todas las cosas, derrama sobre nosotros los do-
nes de tu gracia, para que la herencia celestial, que la
muerte de tu Hijo nos hace esperar confiadamente,
logre ser alcanzada por nosotros en virtud de su resu-
rrección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. CONCLUSIÓN. V. Bendigamos al Señor.
R, Demos gracias a Dios.



Laudes
Jueves de Pascua

Cirio Pascual
INVITATORIO V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza. Ant Verdaderamente ha resucitado el Señor, Aleluya.

HIMNO
El agua pura, don de la mañana,
da a los ojos el brillo de la vida,
y el alma se despierta cuando escucha
que el ángel dice: "¡Cristo resucita!" ¡Cómo quieren las venas de mi cuerpo
ser música, ser cuerdas de la lira,
y cantar, salmodiar como los pájaros,
en esta Pascua santa la alegría! Mirad cuál surge Cristo transparente:
en medio de los hombres se perfila
su cuerpo humano, cuerpo del amigo
deseado, serena compañía. El que quiera palparlo, aquí se acerque,
entre con su fe en el Hombre que humaniza,
derrame su dolor y su quebranto,
de riendas al amor, su gozo diga. A ti, Jesús ungido, te ensalzamos,
a ti, nuestro Señor, que depositas
tu santo y bello cuerpo en este mundo,
como en el campo se echa la semilla. Amén. SALMODIA Ant. 1 Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina
al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya. - Salmo 62 - ¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansias de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. ¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos. En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a las sombras de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 1 Cristo ha resucitado y con su claridad ilumina
al pueblo rescatado con su sangre. Aleluya. Ant. 2 Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos
un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya. Cántico.
Dn. 3,57-88. 56
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor. Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor bendecid al Señor. Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor. Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor. Rocíos y nevadas bendecid al Señor;
témpanos y hielos, beendecid al Señor. Escarchas y nieve, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor. Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor. Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos. Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor. Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor. Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor. Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor. Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos. Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos. No se dice Gloria al Padre. Ant. 2 Ha resucitado del sepulcro nuestro Redentor; cantemos
un himno al Señor, nuestro Dios. Aleluya. Ant. 3 Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo
había anunciado. Aleluya. -Salmo 149- Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey. Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos: para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes coa argollas,
a los nobles con esposas de hierro. Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3 Aleluya. Ha resucitado el Señor, tal como os lo
había anunciado. Aleluya. LECTURA BREVE Rm 8, 10-11 Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo
haya muerto por causa del pecado, el espíritu tiene
vida por la justificación. Y si el Espíritu de aquel que
resucitó a Jesús de entre los muertos habita en voso-
tros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre
los muertos vivificará también vuestros cuerpos mor-
tales por obra de su Espíritu que habita en vosotros. RESPONSORIO BREVE Éste es el día en que actuó el Señor: sea él nuestra
alegría y nuestro gozo. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y
les dijo: "La paz sea con vosotros." Aleluya. Cántico de Zacarías
Lc 1, 68-79
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con
nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham. Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Se presentó Jesús en medio de sus discípulos y
les dijo: "La paz sea con vosotros." Aleluya. PRECES.
Glorifiquemos a Cristo resucitado y siempre pre-
sente en su Iglesia, y supliquémosle, diciendo:
Quédate con nosotros, Señor.


Señor Jesús, vencedor del pecado y de la muerte,
permanece en medio de nosotros, tú que vives por
los siglos de los siglos.


Señor, ven a nosotros con tu poder invencible
y muéstranos la bondad de Dios Padre.


Señor, ayuda al mundo abrumado por las discordias,
ya que tú solo tienes el poder de salvar y recon-
ciliar.


Confírmanos en la fe de la victoria final
y arraiga en nosotros la esperanza de tu manifes-
tación gloriosa.


Se pueden añadir algunas [Intenciones] libres
 



Porque Jesucristo nos ha hecho participar de su pro-
pia vida, somos hijos de Dios y por ello nos atrevemos
a decir:
Padre nuestro .............














ORACIÓN. Oh Dios, que has redimido a pueblos diversos en la
confesión de tu nombre, concede a los que han renacido
en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una
misma caridad en sus vidas. Por nuestro Señor Jesucris-
to, tu Hijo. CONCLUSIÓN. V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.


Nona
Jueves de Pascua

Cirio Pascual Martha de Jesús+
1941-2008
Daniel +
1972-2001
INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. HIMNO Reina el Señor allí donde ninguno
ciñe corona que haya dado el mundo;
reina el Señor allí donde la vida
sin lágrimas es río de delicias. Reina el Señor, el compasivo siervo,
que en sus hombros cargó nuestro madero;
vive el muerto en la cruz, el sepultado
y con hierro sellado y custodiado. Cruzó el oscuro valle de la muerte
hasta bajar a tumba de rebeldes;
fingía que era suya nuestra pena,
y en silencio escuchó nuestra sentencia. Pero reina el Señor, la tierra goza,
y ya se escuchan los cánticos de boda.
¡Gloria al Señor Jesús resucitado,
nuestra esperanza y triunfo deseado! Amén. SALMODIA Ant. 1 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. Salmo 125 Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían:
"El Señor ha estado grande con ellos."
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 1 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. Ant. 2 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. Salmo 126 Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas. Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen! La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud. Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 2 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. Ant. 3 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. Salmo 127 ¡Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien;
tu mujer, como una vid fecunda,
en medio de tu casa; tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa:
ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los dias de tu vida;
que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel! Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3 Si habéis sido resucitados con Cristo, buscad
las cosas de arriba. LECTURA BREVE Cf. Col 1, 12-14 Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capa-
ces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado de dominio de la tinieblas, y nos ha
transladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre
hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. V. Éste es el día en que actuó el Señor. Aleluya.
R. Sea él nuestra alegría y nuestro gozo. Aleluya.   OREMOS: Oh Dios, que has redimido a pueblos diversos en la
confesión de tu nombre, concede a los que han renacido
en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una
misma caridad en sus vidas. Por nuestro Señor Jesucris-
to, tu Hijo.   CONCLUSIÓN. V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.


Vísperas
Jueves de Pascua

Cirio Pascual Martha de Jesús+
1941-2008
Daniel +
1972-2001
INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. HIMNO Es la Pascua real, no ya la sombra,
la verdadera Pascua del Señor;
la sangre del pasado es sólo un signo,
la mera imagen de la gran unción. En verdad, tú, Jesús, nos protegiste
con tus sangrientas manos paternales;
envolviendo en tus alas nuestras almas,
la verdadera alianza tú sellaste. Y, en tu triunfo, llevaste a nuestra carne
reconciliada con tu Padre eterno;
y desde arriba, vienes a llevarnos
a la danza festiva de tu cielo. Oh gozo universal, Dios se hizo hombre
para unir a los hombres con su Dios;
se rompen las cadenas del infierno,
y en los labios renace la canción. Cristo, Rey eterno, te pedimos
que guardes con tus manos a tu Iglesia,
que protejas y ayudes a tu pueblo
y que venzas con él a las tinieblas. Amén. SALMODIA Ant. 1 María Magdalena y la otra María fueron a ver
el sepulcro. Aleluya. - Salmo 109 - Oráculo del Señor a mi Señor:
"Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrados de tus pies." Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. "Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendre, como rocío,
antes de la aurora." El Señor lo a jurado y no se arrepiente:
" tú eres sacerdote eterno
según el rito Melquisedec." El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente,
por eso levantara la cabeza. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 1 María Magdalena y la otra María fueron a ver
el sepulcro. Aleluya. Ant. 2 Venid y ved el lugar donde habían puesto al
Señor. Aleluya. --Salmo 113A-- Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio. El mar, al verlos, huyó,
el Jordán se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos. ¿Qué té pasa, mar, que huyes,
y a ti, Jordán que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como corderos?. En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob,
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 2 Venid y ved el lugar donde habían puesto al
Señor. Aleluya. Ant. 3 Dijo Jesús: "No temáis. Id y decid a mis hermanos
que vayan a Galilea, que allí me verán." Aleluya. Cántico
Ap 19, 1-7
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
Porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya. Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya. Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya. Aleluya.
Llegó la boda del Cordero.
Su esposa se ha embellecido
R. Aleluya. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. 3 Dijo Jesús: "No temáis. Id y decid a mis hermanos
que vayan a Galilea, que allí me verán." Aleluya. LECTURA BREVE 1Pe 3, 18.22 Cristo murió una sola vez por nuestros pecados,
siendo justo murió por nosotros los injustos, para lle-
varnos a Dios. Fue entregado a la muerte según la
carne, pero fue resucitado según el espíritu, Él, des-
pués de subir al cielo, está a la diestra de Dios y le
están sometidos los ángeles, las dominaciones y las
potestades. RESPONSORIO BREVE Éste es el día que actuó el Señor: sea él nuestra
alegría y nuestro gozo. Aleluya. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Mirad mis manos y mis pies; soy yo. Aleluya. Cántico de la Santísima Virgen María
Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
--como lo había prometido a nuestros padres--
en favor de Abraham y su descendencia
por siempre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mirad mis manos y mis pies; soy yo. Aleluya. PRECES.
Glorifiquemos a Cristo, resucitado de entre los
muertos como primicia de los que han dormido, y su-
pliquémosle diciendo:
Tú que has resucitado de entre los muertos, es-
cucha, Señor, nuestra oración.


Acuérdate, Señor, de tu Iglesia santa, edificada so-
bre el cimiento de los apóstoles y extendida hasta
los confines de mundo:
que tus bendiciones abundantes se derramen so-
bre cuantos creen en ti.


Tú, Señor, que eres médico de nuestros cuerpos
y de nuestras almas,
visítanos con tu amor y sálvanos.


Tú que experimentaste los dolores de la cruz y aho-
ra estás lleno de gloria,
levanta y consuela a los enfermos y líbralos de sus
sufrimientos.


Tú que anunciaste la resurrección a los que yacían
en las tinieblas del abismo,
libra a los prisioneros y oprimidos y da pan a los
hambrientos.


Se pueden añadir algunas intenciones libres 

 



Tú, Señor, que en la cruz destruiste nuestra muerte
y mereciste para todos el don de la inmortalidad,
concéde a nuestros hermanos difuntos la vida nue-
va de tu reino.


Terminemos nuestra oración con las palabras del
Señor:
Padre Nuestro ........
















ORACIÓN. Oh Dios, que has reunido a pueblos diversos en la
confesión de tu nombre, concede a los que han renacido
en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una
misma caridad en sus vidas. Por nuestro Señor Jesucris-
to, tu Hijo.   CONCLUSIÓN. V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
R, Amén.


INVOCACIÓN INICIAL V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme V. Gloria al Padre, y al Hijo , y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los
siglos de los siglos. Amén. EXAMEN DE CONCIENCIA Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada
que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente
nuestros pecados. V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti. V. Muéstranos, Señor, tu misericordia
R. Y danos tu salvación. V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. HIMNO Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche. Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche. Tú, a quien yo he negado, Señor
en este día.
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche,
Amén. SALMODIA Ant. Mi carne descansa serena. Salmo 15
Cristo y sus miembros
esperan la resurrección.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien."
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen. Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me emcanta mi heredad. Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente,
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Mi carne descansa serena. LECTURA BREVE 1Ts 5,23 Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente
y que todo vuestro ser, alma y cuerpo, sea custodiado
sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo. RESPONSORIO BREVE V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R.Te encomiendo mi espíritu. V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. CÁNTICO EVANGÉLICO Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en
paz. Cántico de Simeón
Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras
dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en
paz.   ORACIÓN. Señor, Dios nuestro, concédemos un descanso tranquilo
que restaure nuestras fuerzas, desgastadas ahora por el
trabajo del día; así, fortalecidos con tu ayuda, te serviremos
siempre con todo nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.   BENDICIÓN.   V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila
y una santa muerte.
R, Amén.     ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María !

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