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viernes, 22 de marzo de 2013

Lecturas del domingo de ramos




Domingo, marzo 24, 2013
Domingo de Ramos

Primera Lectura:
Salmo Responsorial:
Segunda Lectura:
Evangelio:
Isaías 50:4-7
Salmo 22:8-9, 17-20, 23-24
Filipenses 2:6-11
Lucas 22:14 -- 23:1-56 o 23:1-49
 
Liturgia de las Horas: Propio del Salterio
Color: Rojo
Santoral

Lecturas de la liturgia
  • Primera Lectura: Isaías 50, 4-7
    "No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado"Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
    Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
    El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
    El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

  • Salmo Responsorial: 21

 "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere." R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R

  • Segunda Lectura: Filipenses 2, 6-11

  •  "Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo"Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;
    al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
    Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
    Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
    de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
    y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

  • Evangelio: Lucas 22, 14-23. 56

  •  "He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer"C. Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
    + - «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
    C. Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
    + - «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.»
    Haced esto en memoria mía
    C. Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
    + - «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
    C. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
    + - «Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»
    ¡Ay de ése que entrega al Hijo del hombre!
    «Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero, ¡ay de ése que lo entrega!»
    C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso.
    Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve
    C. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
    + - «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.
    Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
    Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.»
    Tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos
    C. Y añadió:
    + - «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.»
    C. Él le contesto:
    S. -«Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.»
    C. Jesús le replicó:
    + - «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.»
    Tiene que cumplirse en mí lo que está escrito
    C. Y dijo a todos:
    + - «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?»
    C. Contestaron:
    S. - «Nada.»
    C. Él añadió:
    + - «Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada, que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: Fue contado con los malhechores." Lo que se refiere a mí toca a su fin.»
    C. Ellos dijeron:
    S. - «Señor, aquí hay dos espadas.»
    C. Él les contesto:
    + - «Basta.»
    En medio de su angustia, oraba con más insistencia
    C. Y salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
    + - «Orad, para no caer en la tentación.»
    C . Él se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba, diciendo:
    + - «Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
    C - Y se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
    + - «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.»
    Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?
    C. Todavía estaba hablando, cuando aparece gente; y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
    Jesús le dijo:
    + - «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»
    C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
    S. - «Señor, ¿herimos con la espada?»
    C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
    Jesús intervino, diciendo:
    + - «Dejadlo, basta.»
    C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
    + - «¿Habéis salido con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.»
    Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente
    C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos.
    Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
    S. - «También éste estaba con él.»
    C. Pero él lo negó, diciendo:
    S. - «No lo conozco, mujer.»
    C. Poco después lo vio otro y le dijo:
    S. - «Tú también eres uno de ellos.»
    C. Pedro replicó:
    S. - «Hombre, no lo soy.»
    C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
    S. - «Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.»
    C. Pedro contestó:
    S. - «Hombre, no sé de qué me hablas.»
    C. Y, estaba todavía hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
    Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?
    C. Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, dándole golpes.
    Y, tapándole la cara, le preguntaban:
    S. - «Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?»
    C. Y proferían contra él otros muchos insultos.
    Lo hicieron comparecer ante su Sanedrín
    C. Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
    S. - «Si tú eres el Mesías, dínoslo.»
    C. Él les contesto:
    + - «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder.
    Desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.»
    C. Dijeron todos:
    S. - «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»
    C. Él les contestó:
    + - «Vosotros lo decís, yo lo soy.»
    C. Ellos dijeron:
    S. - «¿Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
    C. Se levantó toda la asamblea, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato.
    No encuentro ninguna culpa en este hombre
    C. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:
    S. - «Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.»
    C. Pilato preguntó a Jesús:
    S. - «¿Eres tú el rey de los judíos?»
    C. Él le contestó:
    +, - «Tú lo dices.»
    C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
    S. - «No encuentro ninguna culpa en este hombre.»
    C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
    S. - «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.»
    C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.
    Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio
    C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.
    Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.
    Pilato entregó a Jesús a su arbitrio
    C. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
    S. - «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
    C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
    S. - «¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.»
    C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
    Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
    S. - «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
    C. Él les dijo por tercera vez:
    S. - «Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
    C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
    Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.
    Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí
    C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
    Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
    Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
    + - «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado." Entonces empezarán a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasara con el seco?»
    C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
    Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
    C. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
    Jesús decía:
    + - «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
    C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.
    Éste es el rey de los judíos
    C. El pueblo estaba mirando.
    Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
    S - «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
    C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
    S. - «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
    C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
    Hoy estarás conmigo en el paraíso
    C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
    S. - «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
    C. Pero el otro le increpaba:
    S. - «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
    C Y decía:
    S. - «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
    C. Jesús le respondió:
    + - «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
    Padre,a tus manos encomiendo mi espíritu
    C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
    + - «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
    C. Y, dicho esto, expiró.
    Todos se arrodillan, y se hace una pausa
    C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
    S. - «Realmente, este hombre era justo.»
    C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho.
    Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
    José colocó el cuerpo de Jesús en un sepulcro excavado
    C. Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea, pueblo de Judea, y que aguardaba el reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca,
    donde no habían puesto a nadie todavía.
    Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta, prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.

 

Isaías  50: 4 - 7

4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;
5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
7 Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.



Salmo  22: 8 - 9, 17 - 20, 23 - 24
8 todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza:
9 «Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»
17 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies.
18 Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran,
19 repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
20 ¡Mas tú, Yahveh, no te estés lejos, corre en mi ayuda, oh fuerza mía,
23 ¡Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré!:
24 «Los que a Yahveh teméis, dadle alabanza, raza toda de Jacob, glorificadle, temedle, raza toda de Israel».


Filipenses  2: 6 - 11
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.


Lucas  22: 14 - 71
14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;
15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.»
17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
19 Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
20 De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.
21 «Pero la mano del que me entrega está aquí conmigo sobre la mesa.
22 Porque el Hijo del hombre se marcha según está determinado. Pero, ¡ay de aquel por quien es entregado!»
23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
25 El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;
26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
27 Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
29 yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
31 «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo;
32 pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»
33 El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
34 Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces.»
35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada.»
36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada;
37 porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: "Ha sido contado entre los malhechores." Porque lo mío toca a su fin.»
38 Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas.» El les dijo: «Basta.»



Lucas  23: 1 - 56
1 Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato.
2 Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.»
3 Pilato le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: «Ningún delito encuentro en este hombre.»
5 Pero ellos insistían diciendo: «Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.»
6 Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
7 Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén.
8 Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera.
9 Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada.
10 Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia.
11 Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato.
12 Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados.
13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis.
15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
16 Así que le castigaré y le soltaré.»
18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.»
23 Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes.
24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
Lucas: 23:1 , 49


1 Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato.
2 Y comenzaron a acusarlo, diciendo: «Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías».
3 Pilato lo interrogó, diciendo: «¿Eres tú el rey de los judíos?». «Tú lo dices», le respondió Jesús.
4 Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: «No encuentro en este hombre ningún motivo de condena».
5 Pero ellos insistían: «Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí».
6 Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.
7 Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. en esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.
8 Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.
9 Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.
10 Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.
11 Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.
12 Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.
13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo,
14 y les dijo: «Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan;
15 ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte.
16 Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».
17 [En cada fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso.]
18 Pero la multitud comenzó a gritar: «¡Que muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!».
19 A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio.
20 Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús.
21 Pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!».
22 Por tercera vez les dijo: «¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad».
23 Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.
24 Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.
25 Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.
26 Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.
27 Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
28 Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.
29 Porque se acerca el tiempo en que se dirá: "¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron!"
30 Entonces se dirá a las montañas: "¡Caigan sobre nosotros!", y a los cerros: "¡Sepúltennos!"
31 Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?».
32 Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados.
33 Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
34 Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
35 El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!».
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre,
37 le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!».
38 Sobre su cabeza había una inscripción: «Este es el rey de los judíos».
39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
40 Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
41 Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo».
42 Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».
43 El le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
44 Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
45 El velo del Templo se rasgó por el medio.
46 Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.
47 Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: «Realmente este hombre era un justo».
48 Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.
49 Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.


 

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