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domingo, 27 de enero de 2013

Tomás de Aquino, Santo

Memoria litúrgica, 28 de enero
 
Tomás de Aquino, Santo
Tomás de Aquino, Santo

Presbítero y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de santo Tomás de Aquino, presbítero de la Orden de Predicadores y doctor de la Iglesia, que, dotado de gran inteligencia, con sus discursos y escritos comunicó a los demás una extraordinaria sabiduría. Llamado a participar en el Concilio Ecuménico II de Lyon por el papa beato Gregorio X, falleció durante el viaje en el monasterio de Fossanova, en el Lacio, el día siete de marzo, y muchos años después, en este día, sus restos fueron trasladados a Toulouse, en Francia (1274).

Fecha de canonización: 18 de julio de 1323 por el Papa Juan XXII
Nació hacia el año 1225, de la familia de los condes de Aquino. Estudió primero en el monasterio de Montecassino, luego en Nápoles.

A los 18 años, contra la voluntad del padre y hasta perseguido por los hermanos que querían secuestrarlo, ingresó en la Orden de Predicadores, y completó su formación en Colonia donde tuvo por Maestro a San Alberto Magno, y después en París. Mientras estudiaba en esta ciudad se convirtió de estudiante en profesor de filosofía y teología. Después enseñó en Orvieto, Roma y Nápoles.

Suave y silencioso (en París lo apodaron "el buey mudo"), gordo, contemplativo y devoto, respetuoso de todos y por todos amado, Tomás era ante todo un intelectual. Continuamente dedicado a los estudios hasta el punto de perder fácilmente la noción del tiempo y del lugar: durante una travesía por el mar, ni siquiera se dio cuenta de la terrible borrasca y el fuerte movimiento de la nave por el choque de las olas, tan embebido estaba en la lectura. Pero no eran lecturas estériles ni fin en sí mismas. Su lema, "contemplata aliis tradere", o sea, hacer partícipes a los demás de lo que él reflexionaba, se convirtió en una mole de libros que es algo prodigioso, más si se tiene en cuenta que murió a los 48 años.

En efecto, murió en la madrugada del 7 de marzo de 1274, en el monasterio cisterciense de Fossanova, mientras se dirigía al concilio de Lyon, convocado por el B. Gregorio X. Su obra más famosa es la Summa theologiae, de estilo sencillo y preciso, de una claridad cristiana, con una capacidad extraordinaria de síntesis. Cuando Juan XXII lo canonizó, en 1323, y algunos objetaban que Tomás no había realizado grandes prodigios ni en vida ni después de muerto, el Papa contestó con una famosa frase: "Cuantas proposiciones teológicas escribió, tantos milagros realizó".

El primado de la inteligencia, la clave de toda la obra teológica y filosófica del Doctor Angélico (como se lo llamó después del siglo XV), no era un intelectualismo abstracto, fin en sí mismo. La inteligencia estaba condicionada por el amor y condicionaba al amor. "Luz intelectual llena de amor - amor de lo verdadero pleno de alegría" -cantó Dante, que tradujo en poesía el concepto tomístico de inteligencia - bienaventuranza.

El pensamiento de Santo Tomás ha sido durante siglos la base de los estudios filosóficos y teológicos de los seminaristas, y gracias a León XIII y a Jacques Maritain ha vuelto a florecer en nuestros tiempos. Y tal vez particularmente actuales, más que las grandes Summae, son precisamente los Opúsculos teológico -pastorales y los Opúsculos espirituales.

Oración de San Tomás de Aquino

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.

Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento ¡Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.

¡Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Tomás, ¿Santo y sabio, o sabio y santo?
Porque la pureza de pensamiento exige la pureza de alma. Porque cuando el hombre se apaga para la carne se enciende para la idea
 
La Verdad, tan intensamente buscada y gloriosamente vivida.

Acertado anduvo el pintor moderno que, al caricaturizar el siglo XX, lo simbolizó en una cabezota de proporciones enormes y en un corazón del tamaño de una avellana.

¡Brochazo más exacto del Siglo XX!…Y en efecto qué de cosas no han salido de tal magín!: locomotoras aerodinámicas gigantescas, fábricas de electricidad, veloces aviones, radiodifusión, aviones cohete, vuelos espaciales, satélites en cadena, televisión, lana de cristal, telescopios potentes como un millón de ojos humanos, Rayos X, radium, transfusión de sangre, Rayos ultravioleta, anestesia por hielo, maravillas de la neurocirugía, Internet, cibernética, teléfonos celulares, sofimática, Rayos láser…Todo eso y mucho más ha concebido esa inteligencia gigantesca. Pero, ¿el corazón?; ¿el sentido moral?- Cero en el cociente: "Parturient montes, nascetur ridiculus mus".

Y, ¡qué consecuencias! Porque el hombre cabal, íntegro y equilibrado ha de crecer en todas direcciones y ha de desarrollar a un mismo ritmo entendimiento y voluntad, cabeza y corazón, es por lo que Alexis Carrel ha apodido decir que la humanidad del siglo XX está coja.

No ha acertado pues el siglo XX a darnos el tipo exacto del hombre íntegro, cabal, perfecto y equilibrado, porque tales notas sólo se hallan en quien logra proporciones exactas entre su intelecto y su corazón.

Y es el caso que el santo enraíza en el hombre y que donde no hay hombre no puede haber santo. Es por lo tanto necesario que estudiemos a Santo Tomás como hombre íntegro y, a través de este prisma, lograremos en ciernes, la síntesis del trabajo. Y por ello, como con una apostilla luminosa, podremos prologar el tema con el clásico aforismo: "Santo Tomás es el más santo de los sabios y el más sabio de los santos".

SANTO TOMÁS, SABIO

Un grupo de estudiantes se acerca a la portería del convento. La campanilla llama al Prior: -¿Fray Jacobo María Luís?

Que suban cuando gusten - ha contestado el Padre.

Celda monacal…Ventana ojival que junta las manos en perfecta actitud orante…Una mesa grande llena de libros…Un gran crucifijo…Libros hay también en el jergón…

Padre, nos parece tan absurdo el misterio de la Santísima Trinidad!!!…Hemos estudiado mucho, discutido más y hemos acordado que, pues no lo entendemos, ese misterio no puede ser real…

El Padre Monsabré les abarca con una mirada franca por la que pasan chispazos de inteligencia. - Yo conozco un fraile - les dice - que contra la Trinidad sabe más que vosotros.

Se admiran los estudiantes. Y aún se pasman más cuando el Padre empieza a leerles la questión 2ª de la 1ª parte de la Suma de Santo Tomás: "Videtur quod non". - "Videtur quod non". - "Videtur quod non"…

Y en los estudiantes el pasmo crece… Y llega a la cúspide.

Y sigue el Padre: "Sed contra est…Sed contra est… Sed contra est". Respondeo dicendum…

Y les clavó las banderillas. Y aquel libro asombró a los estudiantes. Y aquél y los otros, han pasmado a los siglos. Porque las Pirámides de Egipto asombran menos.

Por eso, expresando el sentir de la cristiandad, pudo muy bien decir Juan XXII en la canonización del Santo: "Después de los Apóstoles, ningún otro Doctor ha iluminado a la Iglesia con tanta luz". Y San Pío X: "En sus libros aprovecha más el hombre en un solo año que en el estudio de los demás en toda la vida". Y poco más o menos decía Lacordaire, el célebre dominico predicador de Notre Dame de París.

SANTO TOMAS, SANTO

Lector hebdomadario en refectorio es fray Tomás. El prior le manda que corrija una frase que, por otra parte, ha leido correctamente. Fray Tomás la corrige. - Los compañeros se admiran y le recriminan porque no ha hecho prevalecer su criterio sabiendo que estaba en lo cierto. Y responde Tomás: - "No interesaba entonces leer bien, sino obedecer al prior".

Antes le vimos sabio; acabamos de verlo santo.

Veamos ahora cómo se relacionan su santidad y su sabiduría hasta el punto de que este genio prócer sea sabio por santo y santo por sabio.

TOMÁS, SABIO POR SANTO

Porque la pureza de pensamiento exige la pureza de alma. Porque cuando el hombre se apaga para la carne se enciende para la idea. Porque - ha dicho Gratry - la mortificación de los sentidos es un prerrequisito par pensar y ella sola puede conducir a la clarividencia.

Y, por eso, si el Aquitanense es Doctor por el vuelo soberbio de su alado genio, es Angélico por la impoluta nitidez de su casta carne que, procedente de las riberas del Tirreno, se había revestido de las alburas del Carmelo y del Hermón. Atleta de la fe, casto, sobrio, pronto al ímpetu, pero lejos de todo exceso, era todo él un alma, una inteligencia servido por unos órganos, según la clásica definición.

Sabio por santo. - Así pensaba el Aguila y así hablaba el Buey Mudo: - "Te aconsejo - dice en su "Carta a un estudiante", de palpitante actualidad para nosotros, - que seas tardo en el hablar y que, absteniéndote de frecuentar lugares de disipación y en que se habla mucho, conserves la pureza de conciencia. Frecuenta, en cambio, la oración; y, amigo del retiro, podrás llegar al santuario de la sabiduría".

Y así lo cumplía el Gigante: Tres años permaneció taciturno y respetuoso en la escuela de Alberto Magno, entre sus condiscípulos religiosos y laicos, franceses, italianos y españoles, alemanes, ingleses y flamencos, hasta el punto de que aquella juventud apasionada, parlera y bulliciosa le motejase como "Buey Mudo".

¿Por qué estuviste tres años callado en la escuela de Alberto Magno? - le preguntó más tarde un amigo íntimo; y el santo, que rindió siempre tributo a la amistad, contestó a su interlocutor: - Porque aún no había aprendido a hablar en presencia de Alberto.

¡Digna atmósfera su silencio de su alma gigante!

En esta, como en otras ocasiones, Santo Tomás nos descubre que sabía y vivía que los más hermosos cantos de la naturaleza se oyen en el silencio de la anoche: el ruiseñor, el sapo de voz de cristal, el grillo, cantan en la noche. El gallo anuncia el día, pero no lo espera. El silencio del Angélico es el del místico que ve a Dios cerca y que intensamente desea acercárselo más. Por eso sigue en sus consejos a un estudiante: "estima tu celda, si deseas ser introducido en la bodega del vino". Consecuencia de su embriaguez de Bien fue su clarividencia.

Y SI FUE SABIO POR SANTO FUE SANTO POR SABIO

Porque siendo Vida la Verdad, cuando ésta crece, se intensifica la otra. Llega a la meta de la santidad quien realiza al ápice el plan de Dios sobre su vida. Ahora bien, si el intelectual - en frase de Sertillanges - es un consagrado, aparece claro a la luz de esta verdad, que entonces hará éste carne en su vida el plan de Dios, cuando llene íntegramente su vocación de intelectual.

Santo Tomás pues, siendo sabio y únicamente por serlo - por cuanto en el orden divino todo caso humano y cristiano es un caso incomunicable y único - plasmó el plan de Dios y, por ende, su santidad.

Destinado a ser lumbrera, no quiso ocultar bajo el celemín el resplandor grandioso que la Madre Iglesia esperaba del Sol de Aquino.

Y por ello, porque anduvo su camino - el que la Providencia le señalara, el único bueno para él, pues que para el sabio todos los caminos son malos menos el suyo, - Fray Tomás fulgura en la gloria "perfecte amantium quia facie ad faciem contemplantium", en frase de San Agustín, "quasi scintillae in perpetuas aeternitates".

Es esto lo que él pidió al Crucificado que le hablaba. El hecho místico sucedió así: Una noche entró en éxtasis ante el Crucificado. El Hermano Domingo de Caserta lo vió levantado en alto mientras oía una voz sobrenatural: "Bene scripsisti de me, Thoma". ¿Qué recompensa quires por tu trabajo?… Y dijo el Santo Doctor: "Ninguna más que Vos, oh Señor".

Santo Tomás llegó a la cúspide de la Gran Pirámide donde últimamente, se unen la Verdad y la Vida. Subió por aristas distintas; culminó en vértice común.

SANTO TOMÁS SABIO POR SANTO Y SANTO POR SABIO

En él - dijo Grabman - es imposible separar el santo del sabio. Porque la Verdad y la Vida, como la Sofía y el Amor eternos, siendo realidades distintas, coinciden. Un punto eterno le da origen. El mismo punto eterno, común y único prende, en su meta infinita, el broche eterno de la unión substancial.

 

Santo Tomás de Aquino
St-thomas-aquinas.jpg
Proclamado Doctor de la Iglesia el 11 de abril de 1567 por el papa San Pío V
NombreTommaso d'Aquino
ApodoDoctor Angélico
Nacimiento1224 ó 1225
Roccasecca, Nápoles, Reino de Sicilia
Fallecimiento7 de marzo de 1274
Abadía de Fossanuova, Lacio, Italia
Venerado enIglesia Católica
Canonización18 de julio de 1323 por el papa Juan XXII en Aviñón
Festividad28 de enero Novus Ordo
7 de marzo Vetus Ordo
AtributosHábito dominico, libro, sol en el pecho
PatronazgoTodos los establecimientos educativos católicos
Tomás de Aquino, en italiano Tommaso D'Aquino (Roccasecca o Belcastro,[1] Italia, 1224/1225Abadía de Fossanuova, 7 de marzo de 1274) fue un teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, el principal representante de la tradición escolástica, y fundador de la escuela tomista de teología y filosofía. Es conocido también como "Doctor Angélico" , "Doctor Común" y " Doctor Universal".
Es considerado santo por la Iglesia Católica. Su trabajo más conocido es la Suma Teológica, tratado en el cual pretende exponer de modo ordenado la doctrina católica. Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos en 1880. Su festividad se celebra el 28 de enero.

Biografía

No ha podido fijarse con exactitud la fecha de nacimiento de Tomás de Aquino,[2] sin embargo es probable que su nacimiento sucediera en 1224 o 1225. Igual problema presenta el lugar donde vio la luz, ya que distintos lugares se atribuyen este hecho.[3] Sin embargo, el lugar más aceptado es Roccasecca, un castillo situado en la cumbre de una montaña, cerca de Aquino, Italia.[4] Su familia pertenecía a la nobleza napolitana. Hijo del conde Landolfo de Aquino, estudió en la Abadía de Montecasino y después en la Universidad de Nápoles. En el año 1244 tomó el hábito de la Orden de Predicadores y conoció a Alberto Magno, con quien estudiaría en Colonia.
Posteriormente se doctoró, y en 1252 ejerció como maestro de Teología en la Universidad de París, y en otras ciudades europeas como Orvieto, Roma, Viterbo, Bolonia y Nápoles. Se ha dicho que muy pocos filósofos o teólogos han logrado escribir como él tanta cantidad de trabajos, de tan alta calidad, en el plazo que lo hizo Aquino, un poco menos de tres décadas.
Murió el 7 de marzo de 1274, cerca de Terracina, camino del Segundo concilio de Lyon. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, los restos mortales del gran filósofo y teólogo fueron trasladados a Tolosa de Languedoc, motivo por el cual la Iglesia católica celebra su memoria en esta fecha.
Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino fueron condenadas por el obispo de París, Étienne Tempier, quien en 1277 lanzó una gran condena de 219 tesis respecto a la Universidad de París. A pesar de esto (era una condena importante, pero local), Tomás de Aquino fue canonizado el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de 1325.

Trabajos de Tomás de Aquino

La obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa. Sus obras más extensas, y generalmente consideradas más importantes y sistemáticas, son sus Sumas: la Summa Theologiae, la Summa contra Gentiles y su Scriptum super Sententias. Aunque el interés y la temática principal siempre es teológico, cuenta también con varios comentarios a obras filosóficas, con obras filosóficas, polémicas o litúrgicas. A lo largo de la historia se le han atribuido obras espurias, que con el paso del tiempo han dejado de ser consideradas de su autoría. Así, sus obras se encuentran divididas en:
Tres síntesis teológicas, o summasNueve tratados en la forma de disputas académicasDoce disputas quodlibetales
Nueve exégesis sobre las Sagradas EscriturasUna colección de glosas de los Padres de la Iglesia sobre los EvangeliosOnce exposiciones sobre los trabajos de Aristóteles
Dos exposiciones de trabajos de BoecioDos exposiciones de trabajos de ProcloCinco trabajos polémicos
Cinco opiniones expertas, o responsaQuince letras sobre teología, filosofía o temas políticosUn texto litúrgico
Dos oraciones famosasAproximadamente 85 sermonesOcho tratados sobre teología

Pensamiento

El pensamiento de Aquino partía de la superioridad de las verdades de la fe, sin embargo, ello no le impidió presentar a la filosofía como un modo de conocimiento plenamente autónomo capaz de por un lado, concordar armónicamente con la teología, y por el otro, de tratar de forma independiente los más diversos aspectos de la realidad.
Se puede analizar su pensamiento de acuerdo a dos etapas:
Entre las obras más importantes de esta etapa podemos destacar: los comentarios a las obras de Pedro Lombardo, Boecio (Sobre la Trinidad), el opúsculo titulado De ente et essentia y el libro primero de la Suma contra Gentiles. La función de esta obra era servir de apoyo a los predicadores que tenían que discutir con judíos y musulmanes, valiéndose de argumentos racionales y filosóficos sin tener que basarse sólo en la fe.
  • Segunda (1259–1273). Sin cambiar su pensamiento precedente, domina en el filósofo el pensamiento aristotélico, logrando una síntesis entre platonismo y aristotelismo. Así comenta ampliamente la Ética a Nicómaco.
En este momento la universidad de París atraviesa un momento de gran inestabilidad que se manifiesta en la pugna entre franciscanos, de orientación agustiniana, y los dominicos, con fuertes influencias aristotélicas.
Tomás de Aquino realiza en esta etapa toda una síntesis de los problemas filosóficos más discutidos (fe–razón, creación, política). Entre sus obras podemos destacar: finaliza la Suma contra los gentiles, cuestiones disputadas sobre el mal, sobre el alma, opúsculos contra los averroístas, como De aeternitate mundi y el De unitate intellectus. La obra más importante de Tomás de Aquino es la Summa Theologiae (1265–1272), en la que logra una sistematización entre teología y filosofía.

Patronazgo

Es patrono católico de todos los centros de educación del mundo, declarado el 4 de agosto de 1880 por el papa León XIII.

 Influencias recibidas y repercusión posterior

La principal influencia recibida por Tomás de Aquino se encuentra en Aristóteles. De él toma la teoría hilemórfica, y sus aplicaciones en la antropología y epistemología, como la idea de que el alma y el cuerpo forman una única sustancia, aunque se separa del filósofo griego al considerar que el alma es inmortal. También asume de Aristóteles la diferenciación de seres en acto o en potencia o la tesis de que es la forma la que ordena y estructura la materia. Aplica la teoría del ser a Dios, diciendo que Dios es el ser total, causa de todo, pero cambia la noción aristotélica de un Dios exclusivamente ordenador de un Universo eterno por la noción cristiana de un Dios creador del Universo desde la nada (Creatio Ex nihilo). Toma influencias de su teoría del conocimiento que comienza con la experiencia sensible y se termina con la abstracción donde se llega al conocimiento de lo universal. También toma influencias en sus planteamientos éticos, en la idea de felicidad como fin último, el cual constituye el bien supremo; o las virtudes que se entienden como medio para llegar a ese fin. Todo ello lo recibe gracias a su maestro, Alberto Magno.
De Agustín de Hipona recibe dos de sus causas que explican la existencia de Dios, la que se explica en la primera vía, la del movimiento y la de la perfección. De Platón toma su idea de «participación» para explicar la relación entre el ser y los seres, del mismo modo que Platón explicaba la relación de las ideas con las cosas. Recibe influencias del pensamiento musulmán a través de Avicena, de quien toma la distinción de esencia y existencia y la vía de la contingencia, o de Averroes, de quien asume al menos algunos aspectos suyos en cuanto al problema de los universales, parte de su teoría del conocimiento, sobre el conocimiento divino de los seres particulares, sobre la inmaterialidad del primer motor, sobre Dios como acto puro y sobre el principio de individuación.
La repercusión posterior ejercida por Tomás de Aquino ha sido inmensa y se comprueba ya que su doctrina fue prácticamente el pensamiento oficial de la iglesia durante muchos siglos.
Con respecto a la ley natural, si bien no es una postura exclusiva de Tomás de Aquino, el concepto tiene un rol central en la postura oficial de la Iglesia. Aparece en el Derecho internacional gracias a los aportes hechos por tomistas de la segunda escolástica.
Algunos de los seguidores más conocidos anteriores al siglo XVIII fueron: Juan Capreolo, Paulo Barbo (también llamado Soncinas), Domingo de Flandria (o el Flandriense), Francisco Suárez, Francisco de Vitoria, Domingo Báñez, Tomás de Vio (también conocido como Cardenal Cayetano), Juan de Mariana, Francisco Silvestre de Ferrara (también conocido como el Ferrarense), Juan de Santo Tomás (o Juan Poinsot), Domingo de Soto, Francisco Zumel y Melchor Cano.

Véase también

Referencias

  1. Fra' Giovanni Fiore da Cropani, historiador calabrés del siglo XVII, en su obra Della Calabria illustrata (De la Calabria ilustrada) sostiene que Tomás de Aquino había nacido en Belcastro; una tesis sostenida también por Gabriele Barrio en su obra De antiquitate et situ Calabriae (Sobre la antigüedad y el lugar de Calabria, en cinco libros), y por Girolamo Marafioti, teólogo de la Orden de los Menores Observantes en su obra Cronache ed antichità della Calabria (Crónicas y antigüedades de la Calabria).
  2. COPLESTON, Frederick Charles (2000). El pensamiento de Santo Tomás (1a (6a reimpresión) edición). Fondo de Cultura Económica. México. pp. p. 7. ISBN 968-16.1215-9. 
  3. LUENGO, Gregorio (2001. Madrid). «Introducción». Suma de Teología de Santo Tomás de Aquino (4a edición). Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. pp. p. 30 - 33. ISBN 84-7914-131-X. 
  4. Historia Simple: Biografía de Santo Tomás de Aquino

Bibliografía

De Tomás de Aquino

  • Tomás de Aquino (edición preparada por Juan Cruz Cruz) (Octubre 2002). Comentarios a las sentencias de Pedro Lombardo, Volumen 1/1, El misterio de la Trinidad. Nombres y atributos de Dios. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-2031-1 (Vol. 1/1). 
  • Tomás de Aquino (edición preparada por Juan Cruz Cruz) (Abril de 2004). Comentarios a las sentencias de Pedro Lombardo, Volumen 1/2, Nombres y atributos de Dios. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-2175-X (Vol. 1/2). 
  • Tomás de Aquino, Pedro de Alverna (traducción de Ana Mallea) (Septiembre 2001). Comentarios a la Política de Aristóteles. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1904-6. 
  • Tomás de Aquino (traducción de Laura E. Corso de Estrada) (Agosto 2000). Cuestión disputada sobre las virtudes en general. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1806-6. 
  • Tomás de Aquino (traducción de Ana Mallea) (Marzo 2000). Comentario a la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1761-2. 
  • Tomás de Aquino (traducción de Juan Cruz Cruz) (Febrero 2001). Comentario a los libros de Aristóteles, Sobre el sentido y lo sensible, Sobre la memoria y la reminiscencia. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1846-5. 
  • Tomás de Aquino (traducción de Patricia Serrano Guevara) (1997). De las Virtudes. Universidad de los Andes. Santiago-Chile. ISBN 956-7160-12-0. 
  • Tomás de Aquino (traducción Humberto Giannini y Óscar Velásquez) (1996). De Veritate. Editorial Universitaria. Chile. ISBN 956-11-1265-5. 
  • Tomás de Aquino (traducción Laureano Robles y Ángel Chueca) (1989). La monarquía. Madrid: Tecnos S. A. ISBN 84-309-1764-0. 

 Sobre Tomás de Aquino

  • Louis Lachance (traducción Jorge Cervantes y Juan Cruz Cruz) (Mayo 2001). Humanismo político, Individuo y Estado en Tomás de Aquino. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1872-4. 
  • William E. Carroll (traducción de Óscar Velásquez) (2002). La creación y las ciencias naturales, Actualidad de Santo Tomás de Aquino. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica de Chile. ISBN 956-14-0705-1. 
  • Marie Dominique Chenu OP (1954). Introduction a l’étude de Saint Thomas d’Aquin. Paris: Institute d'études médiévales. 
  • Fernando Haya Segovia (1997). El ser personal. De Tomás de Aquino a la metafísica del don. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1487-7. 
  • Octavio Nicolás Derisi (1945). La doctrina de la inteligencia de Aristóteles a Santo Tomás. Buenos Aires: Cursos de cultura católica. 
  • Fernando Haya Segovia (1992). Tomás de Aquino ante la crítica. La articulación trascendental de conocimiento y ser. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-1171-1. 
  • C. Fabro, F. Ocáriz, C. Vansteenkiste, A. Livi (1990 (segunda edición)). Tomás de Aquino, también hoy. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-0678-5. 
  • Ángel Luis González (1979). Ser y participación. Estudio sobre la cuarta vía de Tomás de Aquino. Pamplona: EUNSA. ISBN 84-313-0576-2. 
  • F C. Copleston (2007). El pensamiento de Santo Tomas. Breviarios fondo de cultura económica. ISBN 978-968-16-1215-3. 

Enlaces externos



Dios le concedió una sabiduría e inteligencia extraordinarias,
en las que profundizó portentosamente y comunicó luego
con generosidad.

Santo Tomás de Aquino
El Doctor Angélico
Presbítero y Doctor de la Iglesia
(+1274)
SU VIDA
Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225.
Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino.
Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.
Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios.
Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.
Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.
Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.
Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.
Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad después.
Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.
A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.
En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.
En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.
En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.
El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".
De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: "Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.
Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".
Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.
Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.
Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.
Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: "Consideren superiores a los demás". Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".
Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del Ave María.
SU MUERTEEl Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".
Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.
Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.
Oración a Santo Tomás de Aquino
Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría;

¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría. 
¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza. Amén.  
Santo Tomás, fraile dominico,
es representado con el Esp
íritu Santo, un libro, una estrella o rayos de luz
sobre su pecho y la Iglesia.
Santo Tomás de Aquino
(c1225-74)
Fiesta: 28 de enero
Filósofo dominico y teólogo.
Doctor de la Iglesia, llamado "Doctor Angélico".
Autor de la Suma Teológica, obra insigne de teología.
Patrón de las escuelas católicas y de la educación.

Tomismo: La teología y filosofía que se fundamenta en las enseñanzas de Sto. Tomás.
Suma Teológica
 
Suma Teológica -completa   Suma
  La Suma Teológica contrastada con la ciencia

De la Suma
de Sto. Tomás:

Angeles  |  Obispo (estado episcopal)  |  Vida Activa y Contemplativa | Vida Consagrada
Naturaleza y racionalidad

Otras obras:Me saciaré de tu semblante -de su conferencia sobre el Credo
¡Oh banquete precioso y admirable! -Corpus Christi
En la cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes
Ver también:Enciclopedia Católica 
¿Muerte del Tomismo?

 


Nació en Roccasecca, cerca de Aquino, Nápoles.  El hijo menor de 12 hijos del Conde Landulf de Aquino.  Sus primeros estudios fueron con los benedictinos en Montecassino, cerca del castillo de sus padres.
Continúa por cinco años en la Universidad de Nápoles.  Allí supera a todos sus compañeros y se demuestra su portentosa inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos (comunidad recién fundada) y entra con ellos pero su familia se opone. Trata de huir hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos, lo apresan en el castillo de Rocaseca por dos años.  Aprovecha el tiempo en la cárcel estudiando la Biblia y la teología.
Los hermanos, al ver que no logran convencerle contra su vocación, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás la confronta con un tizón encendido y la amenaza con quemarle el rostro si se atreve a acercársele.  La mujer huyó espantada.

Después de su liberación, Tomas fue enviado a Colonia, Alemania, donde estudió bajo el Padre Dominico
San Alberto Magno.  Los compañeros al, ver a Tomás tan robusto y silencioso, lo tomaron por tonto, por lo que le pusieron como apodo: "El buey mudo".  Pero un día, uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó a San Alberto. Al leerlos, este les dijo a los estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero".  Mas aun que su sabiduría destacaba su devoción. Pasaba horas en oración y tenía un profundo amor a la Eucaristía.

Recibió el doctorado de teología en la Universidad de París  y a los 27 años es maestro en París (1252-1260). En 1259 el Papa lo llama a Italia donde por siete años recorre el país predicando y enseñando. En Orvieto (1261-1264), en Roma (1265-1267), en Viterbo (1268), en París (1269-1271) y en Nápoles (1272-1274). Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. En una ocasión, en la Universidad se traba una discusión acerca de la Eucaristía. Al no lograr ponerse de acuerdo, ambos bandos aceptan recurrir a Tomás para que diga la última palabra. Lo que él dice es aceptado por todos.
En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra maestra de 14 tomos. Fundamentándose en la Sagrada Escritura, la filosofía, la teología y la doctrina de los santos, explica todas las enseñanzas católicas. La importancia de esta obra es enorme. El Concilio de Trento contaba con tres libros de consulta principal: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.
Santo Tomás logró introducir la filosofía de Aristóteles en las universidades.
Su humildad: Según el santo, el aprendió más arrodillándose delante del crucifijo que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio.  Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con gran respeto y total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente. Su lema en el trato era: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Amor a la EucaristíaEl Papa le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta
Corpus Christi. Así compuso el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros cantos Eucarísticos clásicos.

Habiendo escrito Tomás bellos tratados acerca de Jesús Eucarístico, Jesús le dijo en visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?".  Respondió Tomás: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".
Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Compuso un tratado acerca del Ave María.
Final El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero enfermó cerca de Roma y lo recibieron en el monasterio cisterciense de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".  Allí murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero, fecha en la que se celebra su fiesta.
Canonizado en 1323, declarado Doctor de la Iglesia en 1567 y patrón de las universidades católicas y centros de estudio en 1880
Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia
fecha: 28 de enero
n.: c. 1225 - †: 1274 - país: Italia
canonización: C: Juan XXII 18 jul 1323
hagiografía: «Vidas de los santos», Alban Butler
Memoria de santo Tomás de Aquino, presbítero de la Orden de Predicadores y doctor de la Iglesia, que, dotado de gran inteligencia, con sus discursos y escritos comunicó a los demás una extraordinaria sabiduría. Llamado a participar en el II Concilio Ecuménico de Lyon por el papa beato Gregorio X, falleció durante el viaje en el monasterio de Fossanova, en el Lacio, el día siete de marzo, fecha en la que, años después, se trasladaron sus restos a la ciudad de Toulouse, en Francia.
patronazgo: patrono de los intelectuales católicos, de las escuelas y universidades católicas, de los teólogos, filósofos, estudiantes, libreros y los fabricantes de lápices, protector contra los rayos, el tiempo severo y las tormentas, para pedir por la castidad y la pureza.
oración:
Creador inefable, que de los tesoros de tu sabiduría formaste tres jerarquías de ángeles y con maravilloso orden las colocaste sobre el cielo empíreo, y distribuiste las partes del universo con suma elengancia.
Tú que eres la verdadera fuente de luz y sabiduría, y el soberano principio, dígnate infundir sobre las tinieblas de mi entendimiento un rayo de tu claridad, apartando de mí la doble oscuridad en que he nacido: el pecado y la ignorancia.
Tú, que haces elocuentes las lenguas de los niños, instruye mi lengua e infunde en mis labios la gracia de tu bendición.
Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facilidad para aprender, sutileza para interpretar, y gracia copiosa para hablar.
Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar.
Amén.
(Oración DE santo Tomás para antes de estudiar)

La familia de los condes de Aquino descendía en línea directa de los lombardos. Landulfo, el padre de Tomás, era caballero; su madre, Teodora, era de ascendencia normanda. Por su físico, Tomás era más nórdico que meridional: estatura imponente, anchas espaldas y tez clara. No conocemos con exactitud el año de su nacimiento (debió ser hacia 1225), en el castillo de Rocca Secca, cuyas ruinas dominan todavía, desde un alto acantilado, la llanura de Campania Felice y el pueblecito de Aquino. Tomás era el más joven de los cuatro hijos. Tenía también algunas hermanas, la más joven de las cuales murió fulminada por un rayo en la misma habitación que ocupaba el santo; éste escapó ileso. Se dice que tuvo durante toda su vida mucho miedo a las lempestades y que acostumbraba refugiarse en alguna iglesia cuando caían rayos. De ahí nació la costumbre popular de venerar a santo Tomás como abogado contra las tempestades y la muerte repentina.

A unos cuantos kilómetros al sur de Rocca Secca, se yergue sobre una llanura, la abadía de Monte Cassino, cuna de la vida monástica y uno de los sitios más venerables de Europa. Allí estuvo santo Tomás como oblato, desde los cinco hasta los doce años (cf. cap. LIX de la Regla de San Benito), cuando era abad un pariente suyo, Landulfo Sinbaldo, y allí recibió la primera instrucción. Sus padres le sacaron de la abadía, probablemente debido a la turbulencia del momento, y le enviaron a la Universidad de Nápoles, donde estudió durante cinco años e hizo sus primeros discípulos. En Nápoles se sintió atraído por la Orden de Predicadores, a cuya iglesia iba con frecuencia. Sus amigos, los frailes, le vieron con frecuencia absorto en oración, con el rostro resplandeciente; uno de ellos, el P. de San Julián, exclamó en cierta ocasión: «El Señor te tiene reservado para nuestra orden». Santo Tomás confió al prior que tenía ardientes deseos de ingresar en el convento. Teniendo en cuenta la oposición de su familia, el prior le aconsejó que cultivase su vocación y esperase tres años. El tiempo no hizo más que confirmar la vocación de Tomás, quien tomó el hábito de Santo Domingo hacia los diecinueve años de edad.

La noticia causó gran indignación en Rocca Secca. Su madre no se habría opuesto a que entrase en la Orden de San Benito, pues probablemente le imaginaba ya abad de Monte Cassino, pero no podía aceptar que hubiese abrazado una orden de mendicantes. Así pues, partió hacia Nápoles con la intención de disuadir a su hijo, pero los frailes enviaron rápidamente a Tomás al convento de Santa Sabina de Roma y, cuando Teodora llegó, ya no encontró allí a su hijo. El superior general de la orden decidió que Tomás le acompañase a Bolonia junto con otros religiosos, pero Teodora no estaba dispuesta a verse burlada de ese modo y avisó a sus hijos mayores, que servían en el ejército del emperador en Toscana, para que impidieran la partida de Tomás. Cuando el joven religioso se hallaba descansando a la vera del camino de Aquapendente, cerca de Siena, sus hermanos se presentaron con un pelotón de soldados. En vano intentaron arrancarle el hábito, pero sí lo llevaron prisionero a Rocca Secca y después al castillo de Monte San Giovanni, a cuatro kilómetros de distancia, donde le encerraron, sin permitir más visitas que las de su hermana Marotta, que no era precisamente devota. Al principio, trataron de hacerle cambiar de ideas por todos los medios de convicción posibles; después, empezaron a mitigar poco a poco la severidad de la prisión. Santo Tomás aprovechó el cautiverio para estudiar las «Sentencias» de Pedro Lombardo y aprender de memoria gran parte de la Sagrada Escritura. Se dice que fue entonces cuando escribió un tratado sobre los sofismas de Aristóteles. Al ver fracasados todos sus intentos, los hermanos de Tomás concibieron el infame proyecto de introducir en su habitación a una mujer de mala vida. Pero el santo tomó una tea ardiente para echarla fuera. Se dice que inmediatamente después, se durmió y tuvo un sueño en el que vio a dos ángeles que le ciñeron el pecho con una cuerda que simbolizaba la castidad.

El cautiverio duró dos años, hasta 1245, cuando pudo volver al convento. Sus superiores determinaron enviarle a estudiar bajo la dirección de san Alberto Magno. Tomás partió con el superior general, Juan el Teutón, que iba a París y de ahí prosiguió el viaje a Colonia. Las universidades estaban entonces llenas de clérigos jóvenes, ansiosos de aprender y discutir. Ni los profesores, ni los otros estudiantes apreciaron al principio, en su justo valor, al humilde y tímido religioso. Su silencio en las discusiones y su gigantesca estatura, le valieron el apodo de «el buey silencioso». Un compañero bien intencionado, compadecido de la aparente estulticia de Tomás, le ofreció preparar con él las lecciones de cada día, lo que el santo aceptó con humildad y agradecimiento; pero, cuando se toparon con un pasaje difícil que el condiscípulo de Tomás no entendía, éste se lo explicó con una claridad que lo dejó atónito. Poco después, otro condiscípulo de Tomás mostró al maestro una hoja de los apuntes del santo y aquél no pudo menos de admirar su profundidad. Al día siguiente, San Alberto examinó públicamente a Santo Tomás y al fin exclamó: «Hasta ahora hemos llamado al hermano Tomás 'el buey silencioso'; pues bien, yo os aseguro que sus mugidos se oirán en todo el mundo». Pero todavía más grande que su ciencia era su piedad. La ordenación sacerdotal no hizo sino aumentar su unión con Dios. Su discípulo y biógrafo, Guillermo de Tocco, nos dice que pasaba horas enteras en oración, de día y de noche. «Al llegar en la misa al momento de la consagración, observó que Tomás, absorto en los divinos misterios y alimentado con sus frutos, se deshacía en lágrimas».

Es bastante incierta la cronología de la vida de santo Tomás en esta época. Sólo se sabe positivamente que en 1252, cuando no era todavía más que bachiller, enseñaba en la Universidad de París, a instancias de san Alberto y del cardenal Hugo de Saintcher. Se hace notar que el sistema de los grados académicos no era entonces el mismo que ahora; generalmente se conferían según los méritos alcanzados en la enseñanza. Santo Tomás comentó en París la Sagrada Escritura y el Líber Sententiarum de Pedro Lombardo. A este propósito escribió sus comentarios sobre el «Libro de las Sentencias», sobre Isaías y sobre el Evangelio de San Mateo. Cuatro años más tarde, se le confió la cátedra de doctor, encargado de enseñar, discutir y predicar. Hacia el fin de este período, empezó a escribir la Summa contra Gentiles. De 1259 a 1268, el santo, que era ya el profesor más popular de París, estuvo en Italia, donde se le nombró predicador general y profesor de la escuela de la corte pontifical para alumnos selectos. Santo Tomás recorrió toda Italia y tuvo ocasión de enseñar y predicar en muchas ciudades. Hacia 1266, empezó a escribir la más famosa de sus obras: la «Summa Theologiae» (Suma Teológica).


En 1269 volvió a París. San Luis de Francia le profesaba tanta estima, que le consultaba todos los asuntos de importancia. Pero nada puede darnos una idea más precisa de la fama del santo, que la decisión de la Universidad de atenerse a su opinión, sobre una cuestión muy debatida hasta entonces: si en el Santísimo Sacramento los accidentes permanecían realmente o sólo en apariencia. Santo Tomás, tras una ferviente oración, escribió su respuesta en forma de tratado y lo depositó sobre el altar, antes de darlo a la luz pública. La Universidad aceptó su decisión, que la Iglesia adoptó más tarde, y el tratado se conserva todavía. A lo que sabemos, ésta fue la primera ocasión en que el Señor manifestó sensiblemente a santo Tomás su aprobación por lo que había escrito, diciéndole en una aparición: «Has hablado bien del Sacramento de mi Cuerpo». Al oír esto, el santo entró en un éxtasis tan largo, que los frailes tuvieron tiempo de reunirse para verlo elevado sobre el suelo. Entonces se oyó una voz que venía del crucifijo y repetía: «Has hablado bien de mí, Tomás. ¿Qué quieres en premio de ello?» El santo respondió: «No quiero ningún otro premio fuera de Ti, Señor». Se cuenta también una historia muy diferente acaecida un día en que el santo fue invitado a comer con el rey san Luis. Durante la comida tuvo una inspiración repentina acerca de una cuestión sobre la que estaba escribiendo y, dando un puñetazo sobre la mesa, exclamó en voz alta: «¡Este es el fin de la herejía maniquea!» Al ver al santo absorto, el prior le tiró de la capa y le recordó que estaba comiendo con el rey; Tomás volvió en sí de su distracción y pidió perdón al monarca.

Durante los dos períodos de su enseñanza en París, la Universidad estuvo sacudida por diversas agitaciones. En 1272, estalló una especie de «huelga general» en las facultades. Justamente en ese momento, santo Tomás fue llamado a Italia y nombrado rector de la casa de estudios de Nápoles. Ese fue el último cargo que ocupó. Al año siguiente, cuando celebraba la misa de la fiesta de san Nicolás, tuvo una visión que le afectó tan profundamente, que cesó de escribir y enseñar, sin acabar siquiera la Summa Theologiae. A los ruegos del hermano Reginaldo, replicó el santo: «Ya no es tiempo de escribir. Todo lo que he escrito me parece que no es sino paja, en comparación de lo que se me ha revelado». Se hallaba ya enfermo cuando el papa Gregorio X le pidió que asistiese al Concilio ecuménico de Lyon para la reunión de las Iglesias griega y latina y que llevase consigo su tratado «Contra los errores de los griegos». Su enfermedad se agravó tanto durante el viaje, que sus acompañantes le transladaron a la abadía cisterciense de Fossa Nuova, cerca de Terracina, donde el abad le cedió su propia celda y los monjes se pusieron a su servicio. Cediendo a los ruegos de los religiosos, el santo empezó a explicarles el «Cantar de los Cantares», pero la muerte le sorprendió antes de terminar. Hizo la última confesión con el P. Reginaldo de Priverno y, al recibir de manos del abad el Santo Viático, pronunció las famosas palabras: «Ahora voy a recibirte a Ti, que eres el precio de la redención de mi alma. Todos mis estudios, vigilias y trabajos han sido por tu amor. He enseñado y escrito mucho sobre el Sagrado Cuerpo de Jesucristo. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y en la Santa Iglesia Católica, a cuyo juicio las ofrezco y someto todas». Dos días después entregó el alma a Dios, en la madrugada del 7 de marzo de 1274, cuando no tenía más de cincuenta y cinco años de edad. A san Alberto, que se hallaba en Colonia en ese momento, se le saltaron las lágrimas ante toda la comunidad y dijo: «El hermano Tomás de Aquino, mi hijo en Cristo, la lumbrera de la Iglesia, ha muerto. Dios me lo ha revelado».

Santo Tomás fue canonizado en 1323, pero su cuerpo no volvió a poder de los frailes de Santo Domingo, sino hasta 1368. Fue trasladado con gran pompa a la catedral de Toulouse, donde descansa hasta hoy, aunque hubo un nuevo traslado de reliquias, dentro mismo de Toulouse, el 22 de octubre de 1974. San Pío V confirió a santo Tomás el título de Doctor de la Iglesia en 1567, y en 1880 León XIII le declaró patrono de las universidades, colegios y escuelas. No podemos hablar aquí, en detalle, de los escritos filosóficos y teológicos del santo, que comprenden veinte gruesos volúmenes. Gran parte de su obra está formada por los comentarios de Aristóteles, de cuyos escritos se valió para construir una síntesis cristiana de la filosofía. Se ha dicho que su método consistía en aplicar la geometría a la teología, ya que primero expone el problema o teorema y después las dificultades. Abundan en sus escritos las citas de pasajes de la Sagrada Escritura, de la Tradición de la Iglesia, de las principales obras teológicas y la conclusión consiste siempre en una respuesta categórica a cada una de las objeciones enunciadas al principio. Santo Tomás escribió también disertaciones sobre el Padrenuestro, el Ave María y el Símbolo de los Apóstoles, además de los comentarios sobre numerosos libros de la Sagrada Escritura y de los tratados sobre las cuestiones que se le consultaban. La más importante de sus obras es la Summa Theologiae, que es una exposición muy completa de la doctrina teológica de su tiempo. Se trata indudablemente de uno de los monumentos teológicos más grandes de su época. De las tres obras que había sobre la mesa en el Concilio de Trento, una era la «Summa» de santo Tomás y las otras dos, la Biblia y los Decretos de los Papas. El tiempo que ha pasado hace muy difícil comprender la influencia que santo Tomás ejerció sobre la mentalidad teológica de sus contemporáneos y sus sucesores inmediatos. Por lo demás, los trabajos del santo no se limitaron solamente al dogma, la apologética y la filosofía. Cuando el papa Urbano IV decidió establecer la fiesta de Corpus Christi, movido por las visiones de la beata Juliana de Lieja, pidió a Santo Tomás que compusiera el oficio litúrgico y la misa del día. En ellos muestra el santo su extraordinario dominio de la lengua, no menos que su exactitud doctrinal y su ternura de sentimientos. Casi todos los católicos conocen los himnos «Verbum Supernum» y «Pange lingua» con sus estrofas finales, «0 Salutaris» y «Tantum ergo», que se cantan durante la bendición con el Santísimo Sacramento. También otros himnos del santo, particularmente el «Lauda Sion» y el «Adoro te devote», son muy conocidos.

Entre las cualidades sobresalientes de santo Tomás hay que mencionar el espíritu de oración y la humildad. Como él lo afirmaba constantemente, había aprendido más al pie del crucifijo que estudiando en los libros. El hermano Reginaldo escribe: «Su maravillosa ciencia provenía menos de su genio que de la eficacia de sus oraciones. Tomás oraba con muchas lágrimas para obtener de Dios la luz sobre Sus misterios y el Señor se la daba a raudales». La modestia con que santo Tomás consideraba su genio era extraordinaria. En cierta ocasión en que le preguntaron si tenía tentaciones de orgullo y vanagloria, replicó: «no». En seguida añadió que, las raras veces en que le venían tales pensamientos, el sentido común le demostraba inmediatamente cuán vanos eran. Por lo demás, tenía tendencia a considerar que los otros eran mejores que él. Exponía sus opiniones con increíble modestia; jamás se dejó llevar por la cólera en las discusiones, por mucho que le provocasen y nunca se le oyó decir alguna cosa que hubiese podido herir a un tercero.

No poseemos sobre la vida de santo Tomás una información tan completa como seria de desear, sobre todo acerca de sus primeros años. Sin embargo, existe una buena cantidad de documentos contemporáneos. Guillermo da Tocco, el autor de la biografía que se halla en Acta Sanctorum, fue discípulo suyo; también lo fue Ptolomeo de Lucca, quien le consagró muchas páginas de su Historia Eclesiástica. Se conservan y han sido publicados por los bolandistas, muchos de los testimonios recogidos con miras a la canonización. En las cartas y crónicas de la época, así como en la gran obra de Denifle, Chartularium Universitatis Parisiensis, se encuentran muchas informaciones complementarias. Ver G. K. Chesterton, Saint Thomas Aquinas (1933); A. Sertillanges, St. Thomas Aquinas and his Work (1933). La obra más equilibrada, en la que la unción se une con la erudición crítica, es la de Angelo Walz, St. Thomas Aquinas (1945). Otro relato de la vida del santo, junto con artículos a él referidos, y algunas de sus obras, en Mercabá. También la Catholic Encyclopedia tiene un extenso e interesante artículo (aquí la versión castellana, pero no parece completa). En la Biblioteca de ETF hay también material de y sobre el Aquinate, basta poner «Aquino» en el buscador interno. Una breve pero excelente introducción a su obra está incluida en «La Filosofía en la Edad Media», de E. Gilson (en la Biblioteca de ETF hay versión en portugués, en la cual ocupa las páginas 652 a 671). Hay muchas ediciones en línea de la obra de santo Tomás, la que parece mejor de la Suma Teológica en castellano es la de el sitio de Hernán.
Cuadros:
-Stefano di Giovanni Sassetta: Tomás ante la cruz, 1423, Museos Vaticanos, Roma.
-Vittore Carpaccio: Santo Tomás en el cielo, entre san Marcos y Luis de Toulouse, 1507, Galería Estatal, Stuttgart, Alemania.

fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler

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