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Deogratias,
Santo |
Obispo
Martirologio Romano: En Cartago, ciudad del
norte de África (hoy Túnez), san Deogratias (Diosgracias), obispo, que redimió a
muchos cautivos capturados por los vándalos, ofreciéndoles cobijo en dos grandes
basílicas dotadas de camas y lechos (457/458)..
Con el rey de los
vándalos Genserico, hijo ilegítimo de Godegiselo al frente, los bárbaros pasan
Hispania y llegan hasta África. Son arrianos y frecuentemente calificados como
gente cruel, dura, inclemente y devastadora.
Cartago fue invadida en el
año 439 y allí es el lugar geográfico en donde tiene lugar nuestro relato
hodierno. Los nuevos dueños hacen según costumbre una limpieza general entre la
gente más influyente en el pueblo; a los nobles que no matan los destierran; los
obispos son considerados igualmente como un poder digno de tener en cuenta a la
hora de asentar los territorios conquistados y se les pone más allá de las
fronteras por lo poco; los bienes materiales de unos y otros son incautados y
pasan a otras manos, porque para algo son las guerras. Ya el obispo Quodvultdeus
fue metido con otros en una nave a la deriva y colocados en algún punto del
amplio mar para morir sin remedio. De este modo, estuvieron los fieles de
Cartago sin pastor por catorce años.
A ruegos del emperador Valentiniano
III permitió Genserico que fuera mandado a aquellos cristianos romanos un
obispo; se llamaba Deogracias y recibió la consagración en el año 453. Un hombre
probo, limpio, sabio y santo.
Roma era un fruto sumamente apetecido para
los bárbaros. Genserico le puso sitio con su ejército y la toma en el año 455.
Cada rincón de la Ciudad Santa muestra en los catorce días de saqueo las
consecuencias de la invasión bárbara; se ven incendios y hay destrucción por
todas partes. Los tesoros cambian de mano porque son el botín y una parte de la
población es llevada cautiva a África. Los prisioneros se distribuyen entre los
vándalos y los mauritanos naturales del país produciéndose en cada caso un drama
personal: las familias han quedado rotas, los padres son separados de sus hijos
y las esposas están sin sus maridos.
El obispo Deogracias realiza una
labor humanitaria de primer orden que es obra de misericordia en esta coyuntura
de emergencia. Vende los vasos sagrados de oro y plata que están al servicio del
altar para rescatar a los cautivos pagando su precio; habilita los templos de
san Fausto y san Severo para que sirvan de hospital, asilo y residencia donde se
pueda prestar un socorro inmediato a los enfermos y a los más débiles; él mismo
no se dispensa de atender personalmente a los que están cerca con el peso de la
cruz a sus espaldas dándoles el apoyo y consuelo que necesitan. Reza y hace; es
lo que manda la caridad.
En Cartago se palpa lo evidente. Todos miran en
Deogracias a un adelantado de los derechos humanos que aún no se habían
inventado. Lo hizo tan bien al susurro de la caridad que los envidiosos aún
quisieron quitarlo de en medio sin que el buen Dios les diera esa oportunidad
porque se lo llevó antes, justo en el año 456.
San Deogracias de Cartago, obispo
fecha: 5 de enero fecha en el calendario anterior: 22 de marzo †: c. 458 - país: África Septentrional otras formas del nombre: Deogratias, Diosgracias canonización: pre-congregación
En Cartago, san Deogracias, obispo, que redimió a muchos cautivos apresados por los vándalos, ofreciéndoles cobijo en dos grandes basílicas dotadas de camas y esteras.
Cuando Cartago fue asolada por los vándalos, en el 439, los arrianos expulsaron al obispo Quodvultdeus y lo abandonaron, junto con la mayor parte de sus clérigos, en un barco inundado para que muriera. Sin embargo, la nave llegó con bien a Nápoles. Después de catorce años, durante los cuales Cartago permaneció sin pastor, Genserico, a instancias de Valentiniano, permitió la consagración de otro obispo. Fue este un sacerdote llamado Deogracias quien, con su ejemplo y doctrina, fortaleció la fe de su pueblo y logró ganarse el respeto, tanto de paganos, como de arrianos.
Dos años después de la consagración del obispo, Genserico saqueó Roma y volvió al África con gran cantidad de cautivos. Estos infortunados fueron distribuidos entre los vándalos y los habitantes de la Mauritania, con absoluta arbitrariedad; los esposos fueron separados de sus mujeres y los padres, de sus hijos. Para rescatarlos, Deogracias vendió lo cálices de oro y plata y los ornamentos del altar, hasta que logró redimir a gran número de familias. Como no había en Cartago casas suficientes para acomodarlas, el obispo cedió un par de iglesias grandes, las acondicionó con lechos y organizó un reparto diario de comida. Algunos de los espíritus más ruines entre los arrianos, resintieron su actividad y le acechaban para matarle, pero los planes fracasaron.
Consumido por sus esfuerzos, sin embargo, Deogracias murió después de un episcopado de poco más de tres años y fue profundamente llorado por sus fieles y por los exilados, que habían encontrado en él un gran protector. Los cartagineses cristianos habrían despedazado su cuerpo para guardar reliquias, pero fue enterrado secretamente mientras se cantaban las oraciones públicas y así se evitó su profanación.
Víctor, obispo de Vita, en su Historia Persecutionis Vandalicae, es la autoridad principal para lo que conocemos de san Deogracias. Véase Acta Sanctorum, marzo, vol. III, pág 384.
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