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Urbano V,
Beato |
CC Papa
Etimológicamente significa “habitante de la
ciudad”. Viene del latín.
Estamos en el año 1370. Es la triste época de
los Papas de Avignon simultaneando con los de Roma.
Se les conoce como
los desterrados de Avignon, ciudad amurallada y preciosa por su antigüedad y
casco histórico.
No le tocaron tiempos fáciles. Este Papa pertenece a los
de Avignon. Fue el mejor de los siete que hubo.
Era francés. Estudió y,
al acabar, abrazó la vida religiosa con los benedictinos.
Fue una persona
digna para la diplomacia, tan importante en aquellos días. Al morir el Papa, lo
hicieron en seguida obispo, cardenal y Papa.
¿Qué hizo de
especial?
Intentó reformar las costumbres. Le sentaban mal los lujos,
invitó a todos los que trabajaban con él a llevar una vida austera. La cultura
fue otra de sus grandes preocupaciones.
Se hizo ayudar de los
franciscanos y dominicos para que el Evangelio llegase a las tierras de
Bulgaria, Ucrania, Bosnia, Albania, Lituania y a Mongolia.
Pero lo que
más sobresale en él es que dejó Avignon y se fue al sitio de donde ningún
antipapa debería haber salido.
Esto ocurrió en el año 1366, con la
oposición del rey francés y de algunos eclesiásticos de renombre.
Todo el
mundo cristiano se sintió feliz de su retorno. Y en Roma hubo recibimientos y
homenajes como no se puede uno imaginar después de más de 50 años con dos Papas
al mismo tiempo.
Necesitaba emplearse a fondo en la ciudad
eterna.
Estaba muy abandonada. Fue él quien comenzó la reconstrucción de
los monumentos religiosos.
Su estancia o residencia la puso en el
Vaticano.
Ante el esplendor que tomaba la ciudad, comenzó el turismo de
gente sencilla e ilustre. Santa Brígida le disuadió para que n volviera a
Avignon Murió tal día como hoy del 1370.
¡Felicidades a los
Urbanos!
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