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jueves, 27 de diciembre de 2012

Pedro y Juan en el sepulcro

Juan 20, 2-9. Fiesta de San Juan apóstol y evangelista. ¡Jesús está vivo! Es la certeza de la fe.
Pedro y Juan en el sepulcro
Del santo Evangelio según san Juan 20, 2-9


El primer día después del sábado, María Magdalena vino corriendo a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:"Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto". Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Observó los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vió y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos.

Oración introductoria

Señor Jesús, creo, espero y te amo. Quiero en esta oración recostarme espiritualmente sobre tu pecho, como lo hizo el apóstol san Juan y hablar contigo durante estos momentos de corazón a corazón.

Petición

Señor, dame el don de conocerte para que pueda amarte más y así pueda seguirte mejor.

Meditación del Papa

Según Juan, María Magdalena lo encontró vacío y supuso que alguien se había llevado el cuerpo de Jesús. El sepulcro vacío no puede, de por sí, demostrar la resurrección; esto es cierto. Pero cabe también la pregunta inversa: ¿Es compatible la resurrección con la permanencia del cuerpo en el sepulcro? ¿Puede haber resucitado Jesús si yace en el sepulcro? ¿Qué tipo de resurrección sería ésta? [...] "No conocer la corrupción": ésta es precisamente la definición de resurrección. Sólo la corrupción era considerada como la fase en la que la muerte era definitiva. Con la descomposición del cuerpo que se disgrega en sus elementos -un proceso que disuelve al hombre y lo devuelve al universo-, la muerte ha vencido. Ahora, aquel hombre ya no existe más como hombre; sólo puede permanecer tal vez como una sombra en los infiernos. En esta perspectiva, era fundamental para la Iglesia antigua que el cuerpo de Jesús no hubiera sufrido la corrupción. Sólo en ese caso estaba claro que no había quedado en la muerte, que en Él la vida había vencido efectivamente a la muerte. (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, segunda parte, p. 97-98.)

Reflexión

El texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Cristo Resucitado. No se trata de un aparición, sino literalmente de una de las "etapas que los discípulos han tenido que recorrer" para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos San Juan sentía que una certeza se fue apoderando de su corazón, la certeza de la fe: "Jesús está vivo".

"Jesús está vivo", esta convicción llena el corazón de todo creyente cristiano. La fe en la Persona viva de Jesucristo tiene el poder de abrir nuestros ojos para reconocerlo operante y presente en los sacramentos de la Iglesia, en los demás hombres, sobre todo en los que sufren y en nosotros mismos. Cristo, a través de su Iglesia, "está vivo" y pone su tienda en medio de nosotros.

Pero así como Jesucristo nació primero en el seno del Padre Eterno y luego en el seno de la Virgen María, así también tiene que nacer en nuestro corazón. Esto es lo que sucede en cada acto de fe.

Por eso tiene también sentido volver a celebrar su nacimiento en estas fechas. Sí, Belén fue un acontecimiento único, que ocurrió hace más de 2000 años, cuando, en un momento histórico concreto, el Hijo de Dios tomó nuestra carne y nació de la Virgen María. Pero este acontecimiento va teniendo sus repercusiones en la historia de los hombres como una piedra lanzada al centro de un lago, cuyo impacto va provocando ondas que se perciben hasta en los rincones más remotos del lago.

Por eso, Belén no es un acontecimiento aislado. A todas horas Cristo puede nacer en el corazón de cada hombre dispuesto a acogerlo. Con Él nuestro interior se alumbra y esto siempre nos da la certeza de que "está vivo".

Propósito

Ser testimonio de alegría cristiana y esperanza en mi entorno social y familiar.

Diálogo con Cristo

Gracias, Padre, por estos minutos de oración, quiero salir de esta meditación decidido a trabajar para que muchos otros tengan la dicha de experimentar tu amor. Me has llamado a ser tu discípulo y misionero, con tu gracia, Señor, lo podré lograr.

jueves 27 Diciembre 2012
Fiesta de San Juan, Apóstol y evangelista

San Juan Apóstol



Leer el comentario del Evangelio por
Ruperto de Deutz : El discípulo que ha “penetrado el misterio de Dios, en el que están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col 2,3)

Lecturas

Epístola I de San Juan 1,1-4.

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, es lo que les anunciamos.
Porque la Vida se hizo visible, y nosotros la vimos y somos testigos, y les anunciamos la Vida eterna, que existía junto al Padre y que se nos ha manifestado.
Lo que hemos visto y oído, se lo anunciamos también a ustedes, para que vivan en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Les escribimos esto para que nuestra alegría sea completa.


Salmo 97(96),1-2.5-6.11-12.


¡El Señor reina! Alégrese la tierra,
regocíjense las islas incontables.
Nubes y Tinieblas lo rodean,
la Justicia y el Derecho son la base de su trono.

Las montañas se derriten como cera
delante del Señor, que es el dueño de toda la tierra.
Los cielos proclaman su justicia
y todos los pueblos contemplan su gloria.

Nace la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alégrense, justos, en el Señor
y alaben su santo Nombre.



Juan 20,2-8.

Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Ruperto de Deutz (c. 1075-1130), monje benedictino
Tratado sobre las obras del Espíritu Santo, IV, 10; SC 165

El discípulo que ha“penetrado el misterio de Dios, en el que están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col 2,3)

En proporción a la gracia que hacía que Jesús le amaba y que le había
hecho reposar en el pecho de Jesús en Cena (Jn 13,23), Juan recibió en
abundancia [los dones del Espíritu] la inteligencia y la sabiduría (Is
11,2) - la inteligencia para comprender las Escrituras; la sabiduría para
redactar sus propios libros con un arte admirable. A decir verdad, no
recibió este don desde el momento en que reposó su cabeza en el pecho del
Señor, si más tarde lo pudo sacar de su corazón " donde estaban escondidos
todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia " (Col. 2,3). Cuando dice
que entrando en la tumba "vio y creyó ", reconoce "que todavía no conocían
las Escrituras, y que hacía falta que Jesús resucitara de entre los
muertos" (Jn 20,9). Como los otros apóstoles, Juan recibió la plenitud,
cuando vino el Espíritu Santo [en Pentecostés], cuando se dio la gracia a
cada uno "según la medida del don del Cristo " (Ef 4,7)... El Señor Jesús
amó a este discípulo más que a otros, y le descubrió los secretos del
cielo... para hacer de él el evangelista del misterio profundo del que el
hombre mismo no puede decir nada: el misterio del Verbo, la Palabra de
Dios, el Verbo que se hizo carne. Es el fruto de este amor. Pero, aunque
le amaba, no es a él a quien Jesús le dijo: "Tu eres Pedro y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16,18)... Amando a todos sus discípulos y
sobre todo a Pedro con un amor de espíritu y de alma, nuestro Señor amó a
Juan con un amor del corazón... En cuanto al apostolado, Simón Pedro
recibió el primer puesto y "las llaves del Reino de los cielos " (Mt
16,19); Juan, obtuvo otra herencia: el espíritu de inteligencia, " un
tesoro de alegría y de gozo" (Eclo. 15,6).



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Conoce más acerca de la Fiesta de San Juan apóstol que hoy celebramos.

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