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Nuestra Señora de Guadalupe |
Historia de la fiestaAunque las diferentes
advocaciones de la Virgen María son muy numerosas, la Iglesia
le da especial importancia a las tres apariciones de la
Virgen María en diferentes partes del mundo:
Aparición de la Virgen
de Guadalupe: 12 de Diciembre de 1531 en México.
Aparición de
la Virgen de Lourdes: 11 de Febrero de 1858 en
Francia.
Aparición de la Virgen de Fátima: 13 de Mayo de
1917 en Portugal.
Debemos recordar que es la misma Virgen
María la que se ha aparecido en los distintos lugares,
en estos tres momentos para ayudarnos y animarnos a seguir
adelante en nuestro camino al cielo. En estas apariciones, la
Virgen nos ha pedido rezar el Rosario, acudir al Sacramento
de la Penitencia y hacer sacrificios para la salvación del
mundo. La Virgen de Guadalupe es muy importante para la fe
de todos los mexicanos, pues en ella nuestra Madre del
Cielo manifestó claramente su amor de predilección por este pueblo,
dejando un hermoso mensaje lleno de ternura y dejando su
imagen grabada en un ayate como muestra de su amor. En
el Nican Mopohua se puede encontrar la historia
completa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, pero
aquí presentamos un resumen de la misma: Hace muchos años, los
indios aztecas que vivían en el valle de México, no
conocían a Jesús. Ellos tenían muchos dioses y eran guerreros.
Los misioneros eran unos sacerdotes que vinieron de España y
que poco a poco fueron evangelizando a los indios. Les
enseñaron a conocer, amar e imitar a Jesús en la
religión católica y los bautizaron. Entre los primeros que
se bautizaron, había un indio muy sencillo llamado Juan Diego, quien iba todos los sábados a aprender
la religión de Cristo y a la misa del pueblo
de Tlatelolco. El sábado 9 de Diciembre de 1531, cuando
Juan Diego pasaba por el Cerro del Tepeyac para llegar
a Tlatelolco, escuchó el canto de muchos pájaros y una
voz que le decía: "Juanito, el más pequeño de mis
hijos, ¿a dónde vas?". Al voltear Juan Diego vio una
Señora muy hermosa. La Señora le dijo: "Yo soy la siempre
Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios. He venido hasta
aquí para decirte que quiero que se me construya un
templo aquí, para mostrar y dar mi amor y auxilio
a todos ustedes". La Virgen le dijo a Juan Diego que
fuera a ver al Obispo y le contara lo que
Ella le había dicho. Juan Diego salió de la casa del
Obispo muy triste porque no le creyó. Entonces fue al
Cerro del Tepeyac a pedirle a la Virgen que mejor
mandara a un hombre más importante porque a él no
le creían. La Señora le dijo a Juan Diego que volviera
el domingo a casa del Obispo. Esta vez, el Obispo
le dijo que le trajera una señal, es decir, una
prueba de que la Señora de verdad era la Virgen. Juan
Diego no pudo ir al día siguiente al Tepeyac, pues
su tío Bernardino se puso muy enfermo y fue por
un médico. Fue hasta el martes, cuando al pasar por
el cerro para ir por un sacerdote que confesara a
su tío, se le apareció la Virgen y le dijo:
"Juanito, Juan Dieguito; ¿No estoy yo aquí que soy tu
madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿Por qué te preocupas?”.
Después, le hizo saber que su tío ya estaba curado
y le pidió que subiera a la punta del cerro
a cortar unas rosas y las guardara en su ayate.
Juan Diego se sorprendió de aquella orden, pues era invierno
y no era tiempo de rosas. Sin embargo, obedeció y
encontró las rosas tal como la Virgen le había dicho.
Se las llevó y Ella le dijo: "Hijo mío, el
más pequeño, estas rosas serán la prueba que llevarás al
obispo". Juan Diego fue de nuevo a ver al Obispo y
le dijo que la Virgen le había mandado la prueba
de que Ella era realmente la Virgen. Al soltar su ayate,
las rosas cayeron al suelo y apareció dibujada en la
tela la preciosa imagen de la Virgen de Guadalupe. Fue entonces
cuando el Obispo creyó que la Virgen quería que le
construyeran en ese lugar un templo. El ayate permaneció un tiempo
en la capilla del Obispo Fray Juan de Zumárraga. El
26 de diciembre de 1531 lo trasladaron a una ermita
construida al pie del Tepeyac.
En 1754, Benedicto XIV nombró
a al Virgen de Guadalupe patrona de la Nueva España,
desde Arizona hasta Costa Rica.
El 12 de octubre de
1895 se llevó a cabo la coronación pontificia de la
imagen, concedida por León XIII.
En 1904, San Pío X
elevó el santuario de México a la categoría de Basílica
y en 1910 proclamó a la Virgen de Guadalupe,
Patrona de toda América Latina.
En 1945, Pío XII le dio
el título de la Emperatriz de América. El 12 de
Octubre de 1976 se inauguró la nueva Basílica de Guadalupe.
Miles de personas de México y del mundo entero, visitan
cada año la Basílica de Guadalupe, en donde está la
hermosa pintura que la Virgen pintó a Juan Diego en
su ayate para pedirle a Nuestra Madre su amor, su
protección y su ayuda. Las peregrinaciones no sólo se llevan a
cabo en México, las hay en todos los países del
mundo a diferentes templos. Algunas personas van de rodillas, porque
le hacen una promesa a la Virgen cuando le piden
un favor. En las peregrinaciones, la gente va haciendo oración,
sacrificios y cantando. Muchas veces, las peregrinaciones vienen de muy
lejos y se tardan varios días en llegar a darle
gracias a la Virgen por algún milagro o favor que
les concedió. El amor a la Virgen es lo que
mueve a todas estas personas a irla a visitar desde
su ciudad. En las peregrinaciones, las personas suelen llevar estandartes con
la imagen de la Virgen y mantas donde escriben el
nombre de su pueblo, de su familia, de su empresa. Oración
a la Virgen de GuadalupePréstame Madre tus ojos, para con
ellos poder mirar, porque si con ellos miro, nunca volveré
a pecar. Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque
si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar. Préstame Madre tu
lengua, para poder comulgar, pues es tu lengua patena de
amor y santidad. Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que
así rendirá el trabajo una y mil veces más. Préstame Madre
tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierta con tu
manto al Cielo he de llegar. Préstame Madre a tu Hijo,
para poder yo amar. Si tu me das a Jesús,
qué más puedo yo desear y ésta será mi dicha
por toda la eternidad. Amén. Canciones guadalupanas La GuadalupanaDesde el Cielo,
una hermosa mañana (bis) La Guadalupana (tres veces)bajó al Tepeyac. Suplicante juntaba
sus manos (bis)y eran mexicanos (tres veces) su porte y
su faz. Su llegada llenó de alegría (bis) De luz y armonía
(tres veces) el Anáhuac. Junto al monte pasaba Juan Diego (bis) Y
acercóse luego (tres veces) al oír cantar. A Juan Diego la
Virgen le dijo (bis)este cerro elijo (tres veces) para hacer
mi altar. Y en la tilma entre rosas pintada (bis)Su imagen
amada (tres veces)se dignó dejar. Desde entonces para el mexicano (bis)Ser
guadalupano (tres veces) es algo esencial.En sus penas se postra
de hinojos (bis)Y eleva sus ojos (tres veces)hacia el Tepeyac. Himno
a la Virgen de GuadalupeMexicanos volad presurosos del pendón de
la Virgen en pos, y en la lucha saldréis victoriosos
defendiendo a la patria y a Dios. De la santa montaña
en la cumbre apareció como un astro María ahuyentando con
plácida lumbrelas tinieblas de la idolatría. Es patrona del indio, su
mantoal Anáhuac protege y da gloria; elevad mexicanos el canto,alabanza
y eterna victoria. En Dolores brilló refulgente cual bandera su imagen
sagrada dando arrojo al patriota insurgente y tomando invencible su
espada. Siempre así lucirá; invasores hollar quieren Anáhuac la tierra flameará
nuevamente en la guerra. En redor de esa enseña brill ante
todo el pueblo luchará, volará,y por siempre en las lides
triunfantecon arrojo sacarlas habrá. Rosario a la Virgen GuadalupanaEn estos misterios
se medita en las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Al iniciar cada misterio, se lee el pasaje y se
hace la petición, se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y
un Gloria y al final, se canta alguna estrofa de
las canciones propias de la Virgen de Guadalupe. Primer Misterio: La
Virgen de Guadalupe trae un mensaje de paz a su
pueblo. “Sabe y ten entendido, tú, el más pequeño de mis
hijos, que soy yo la siempre Virgen Santa María, Madre
del verdadero Dios por quien se vive; del Creador, en
quien está todo; y es Señor del cielo y de
la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un
templo para en él mostrar y dar todo mi amor,
compasión, auxilio y defensa, pues yo soy su piadosa Madre”.
Pedir a la Virgen María por todos aquellos que no
la conocen y no la valoran como su Madre. Segundo Misterio:
Juan Diego comparte a la Virgen su humildad y su
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pequeñez a los ojos de los hombres. “Te ruego encarecidamente, Señora
y niña mía, que alguno de los principales, conocido, respetado
y estimado, le encargues que lleve tu mensaje para que
le crean, porque yo soy un hombrecillo, soy un cordel,
soy una escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy
gente menuda.” Pedir a la Virgen que nos ayude a darnos
cuenta del valor de la humildad y la sencillez de
corazón. Tercer Misterio: María de Guadalupe escogió a Juan Diego por
su sencillez y no por su sabiduría. “Oye hijo mío, el
más pequeño, ten entendido que son muchos mis servidores y
mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y
hagan mi voluntad, pero es de todo punto preciso que
tú mismo solicites y ayudes y con tu mediación,
que se haga mi voluntad”. Pedir a la Virgen que nos
ayude a saber transmitir la palabra de Cristo a los
demás. Cuarto Misterio: La Virgen María cura a Juan Bernardino como
signo de que quiere salud y felicidad para su pueblo.
“Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño,
que es nada lo que te asusta y aflige; no
se turbe tu corazón; no temas a esa enfermedad ni
alguna otra angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu
Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu
salud? ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más
has menester? No te apene ni te inquiete otra cosa,
no te aflija la enfermedad de tu tío, que no
morirá ahora de ella. Está seguro de que ya sanó". Pedir
a la Virgen que, como Juan Diego, sepamos acompañar en
la enfermedad, la angustia y el dolor a los que
están cerca de nosotros. Quinto Misterio: María nos deja su imagen
para recordarnos su ternura, su amor y su constante protección. Juan
Diego trajo a la Señora del Cielo las diferentes rosas
que fue a cortar; las que, así como las vio,
cogió con sus manos y otra vez se las echó
en el regazo diciendo: “Hijo mío, el más pequeño, esta
diversidad de rosas es la prueba y señal que llevarás
al obispo, le dirás en mi nombre que vea en
ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú
eres mi embajador, muy digno de confianza.” Pedir a la Virgen
que, como Ella, sepamos escuchar y ayudar a nuestros hermanos.
Nuestra Señora de Guadalupe (México)
Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.
De acuerdo a la tradición mexicana, 1 la Virgen María de Guadalupe se apareció cuatro veces a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. Según el relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras una cuarta aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego llevó en su ayate
unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan
en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de
la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de
Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de Santa María, morena y con
rasgos mestizos.
Las mariofanías
tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese
mismo año. La fuente más importante que las relata es el Nican mopohua, atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605) y publicado en 1649 por el presbítero Miguel Sánchez en su libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, contribuyendo a divulgar ampliamente la devoción guadalupana.
Historia en la Iglesia católica
Según la tradición católica, el santo Juan Diego Cuauhtlatoatzin ―a quien en 1990 Juan Pablo II tituló «el confidente de la dulce Señora del Tepeyac»― 2 nació en 1474 en Cuauhtitlán, entonces reino de Texcoco, perteneciente a la etnia de los chichimecas. Se llamaba Cuauhtlatoatzin, que en su lengua materna significaba «águila que habla», o «el que habla con un águila».
Ya adulto y padre de familia, atraído por la doctrina de los padres franciscanos
llegados a México en 1524, recibió el bautismo junto con su esposa
María Lucía. Celebrado el matrimonio cristiano, vivió castamente hasta
la muerte de su esposa, fallecida en 1529. Hombre de fe, fue coherente
con sus obligaciones bautismales, nutriendo regularmente su unión con
Dios mediante la eucaristía y el estudio del catecismo.
El 9 de diciembre de 1531, mientras se dirigía a pie a Tlatelolco, en un lugar denominado Tepeyac, tuvo una aparición de la Virgen María,
que se le presentó como «la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre
del verdadero Dios». La Virgen le encargó que en su nombre pidiese al
Obispo capitalino el franciscano Juan de Zumárraga,
la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición. Como el
Obispo no aceptó la idea, la Virgen le pidió que insistiese. Al día
siguiente, domingo, Juan Diego volvió a encontrar al prelado, quien lo
examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas en
confirmación del prodigio.
El 12 de diciembre de 1531, mientras el santo se dirigía de nuevo a
la Ciudad, la Virgen se le volvió a presentar y le consoló, invitándole a
subir hasta la cima de la colina de Tepeyac para recoger flores y
traérselas a ella. No obstante la fría estación invernal y la aridez del
lugar, Juan Diego encontró unas flores muy hermosas. Una vez recogidas
las colocó en su «tilma» y se las llevó a la Virgen, que le mandó
presentarlas al Sr. Obispo como prueba de veracidad. Una vez ante el
obispo el santo abrió su «tilma» y dejó caer las flores mientras que en
el tejido apareció, inexplicablemente impresa, la imagen de la Virgen de Guadalupe, que desde aquel momento se convirtió en el corazón espiritual de la Iglesia en México.
El santo, movido por una tierna y profunda devoción a la Madre de
Dios, dejó a los suyos, la casa, los bienes y su tierra y, con el
permiso del Obispo, pasó a vivir en una pobre casa junto al templo de la
«Señora del Cielo». Su preocupación era la limpieza de la capilla y la
acogida de los peregrinos que visitaban el pequeño oratorio, hoy
transformado en basílica, símbolo elocuente de la devoción mariana de
los mexicanos a la Virgen de Guadalupe.
En espíritu de pobreza y de vida humilde Juan Diego recorrió el
camino de la santidad, dedicando mucho de su tiempo a la oración, a la
contemplación y a la penitencia. Dócil a la autoridad eclesiástica, tres
veces por semana recibía la Santísima Eucaristía.
En la homilía que Su Santidad pronunció el 6 de mayo de 1990 en ese
Santuario, indicó cómo «las noticias que de él nos han llegado elogian
sus virtudes cristianas: su fe simple [...], su confianza en Dios y en
la Virgen; su caridad, su coherencia moral, su desprendimiento y su
pobreza evangélica. Llevando una vida de eremita, aquí cerca de Tepeyac,
fue ejemplo de humildad». 2
Juan Diego, laico fiel a la gracia divina, gozó de tan alta estima
entre sus contemporáneos que estos acostumbraban decir a sus hijos: «Que
Dios os haga como Juan Diego». 2
Juan Diego murió en 1548, con fama de santidad. Su memoria, siempre
unida al hecho de la aparición de la Virgen de Guadalupe, atravesó los
siglos, alcanzando la entera América, Europa y Asia.
El 9 de abril de 1990, ante Su Santidad fue promulgado en Roma el decreto De vitae sanctitate et de cultu ab immemorabili tempore Servo Dei Ioanni Didaco praestito.
El 6 de mayo de 1990, en esa Basílica, Juan Pablo II presidió la
solemne celebración en honor de Juan Diego, decorado con el título de
beato.
Precisamente en aquellos días, en la misma arquidiócesis de la ciudad
de México, tuvo lugar un hecho extraordinario que la Iglesia católica
atribuyó a la intercesión de Juan Diego, con el cual se abrió la puerta
que condujo a la actual celebración. En las palabras de Juan Pablo II,
Juan Diego «representa todos los indígenas que reconocieron el evangelio
de Jesús». 2
. Finalmente, Juan Diego Cuauhtlatoatzin fue canonizado por el propio
Juan Pablo II en una celebración realizada en la ciudad de México, el
miércoles 31 de julio de 2002, durante uno de sus viajes apostólicos. 3
Documentos históricos aprobados por la Iglesia católica
La Iglesia católica aprobó como ciertos algunos documentos en los cuales se afirma la existencia del indio Juan Diego:
- El Nican Mopohua, texto náhuatl, la lengua azteca, escrito
hacia 1545 por Antonio Valeriano (1516-1605), ilustre indio tepaneca,
alumno y después profesor y rector del Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco, Gobernador de México durante treinta y cinco años; publicado
en 1649 por Luis Lasso de la Vega, capellán de Guadalupe; y traducido
al español por Primo Feliciano Velázquez en 1925. Este documento
precioso es probablemente el primer texto literario náhuatl, pues antes
de la conquista los aztecas tenían solo unos signos gráficos, como
dibujos, en los que conseguían fijar ciertos recuerdos históricos, el
calendario, la contabilidad, etc.4
- El Testamento de Juana Martín, del 11 de marzo de 1559, que afirma ser vecina de Juan Diego. El original, en náhuatl, se halla en la Catedral de Puebla.5
- El Inin Huey Tlamahuizoltin o Huei Tlamahuiçoltica,
texto náhuatl compuesto hacia 1580, quizá por el padre Juan González,
intérprete del obispo Zumárraga, traducido por Mario Rojas. Es muy
breve, y coincide en lo sustancial con el Nican Mopohua.
- El Nican Motecpana, texto náhuatl escrito hacia 1600 por Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1570-1649), bisnieto del último emperador chichimeca,
alumno muy notable del Colegio de Santa Cruz, que se convirtió en
gobernador de Texcoco, escritor y heredero de los papeles y documentos
de Valeriano, entre los cuales recibió el Relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. En este texto afirma la existencia de Juan Diego, y varios milagros obrados por la Virgen en su nuevo templo.
- El Testamento de Juan Diego, manuscrito del XVI, conservado en el convento franciscano de Cuautitlán, y recogido después por Lorenzo Boturini.6
- Varios Anales, en náhuatl, del siglo XVI, como los
correspondientes a Tlaxcala, Chimalpain, Cuetlaxcoapan, México y sus
alrededores, hacen referencia a los sucesos guadalupanos.
- Las Informaciones de 1666, hechas a instancias de Roma, en
las que depusieron 20 testigos, 8 de ellos indios ancianos. Entre los
testigos se contó a don Diego Cano Moctezuma, de 61 años, nieto del
emperador, alcalde ordinario de la ciudad de México.
- En el siglo XVII hay varias Historias de las apariciones de Guadalupe, publicadas por el bachiller Miguel Sánchez (1648), el bachiller Luis de Becerra Tanco (1675), el padre Francisco de Florencia S. J. (1688) y el presbítero Carlos de Sigüenza y Góngora (1688).
Origen de esta historia
El Nican Mopohua (‘aquí se narra’, en idioma náhuatl)
es el título de la narración en la que se cuentan las apariciones de la
Virgen de Guadalupe. El elegante y complejo texto no está escrito en un
náhuatl original sino en el lenguaje reformado en los conventos
jesuitas.
El texto original que fue impreso en 1649 por el bachiller criollo Luis Lasso de la Vega ( 1605- 1660), capellán del santuario de Guadalupe. Él se lo atribuye al doctor don Antonio Valeriano de Azcapotzalco (c. 1520 – c. 1605),
que habría sido un indígena noble del siglo anterior (pariente de
Moctezuma Xocoyotzin, noveno rey azteca), y quien como estudiante del
Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco habría sido uno de los
alumnos nahuas de fray Bernardino de Sahagún
(1499-1590). Según Lasso de la Vega, el indígena Valeriano había oído
la historia directamente de labios de Juan Diego (quien ―según el mismo
Lasso― habría fallecido en 1548).
Basándose en la fecha del Primer Concilio Provincial Mexicano ―que se celebró en la ciudad de México entre junio y noviembre de 1555―, el historiador Edmundo O’Gorman ( 1906- 1995) opinaba que Antonio Valeriano había escrito el Nican mopohua en 1556.
En ese sínodo, el arzobispo Montúfar ordenó que se examinaran las
historias de los santuarios y de los iconos venerados en México, y que
todos los que no tuvieran suficiente fundamento se destruyeran. Montúfar
le habría ordenado al indígena Valeriano que escribiera una historia
milagrosa que legitimara en México el culto a la Virgen de Guadalupe de
España (que era la devoción del arzobispado de México).
El título del libro se deriva de las dos primeras palabras del texto,
impresas en gruesos caracteres en su primera publicación. Forma parte
de un texto más extenso, el Huei tlamahuizoltica (‘muy maravillosamente’, que son las dos palabras iniciales del texto). Este Huei tlamahuizoltica incluye ―además del Nican mopohua― textos introductorios, oraciones y el Nican motecpana
(‘Aquí se pone en orden’) que es la lista de algunos milagros
atribuidos a la Virgen en los años que siguieron a su primera aparición.
El sacerdote católico Luis Becerra Tanco ( s. XVII) cuenta que en una fiesta del 12 de diciembre de 1666
―solo diecisiete años después de la publicación del texto náhuatl― oyó a
unos indígenas que durante la danza cantaban en náhuatl cómo la Virgen
María se le había aparecido al indígena Juan Diego, cómo había curado al
tío de este y cómo se había aparecido en la tilma ante el obispo. 7
La obra está escrita en fina prosa poética ( tecpiltlahtolli: ‘lengua noble’) y tuvo varias traducciones, siendo las más difundidas las de:
- 1666: presbítero Luis Becerra Tanco
- antes de 1688: Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (historiador y gobernador de Texcoco, 1578-1650) traducción parafrástica al castellano, que aparece en La estrella del norte de México (1688) del presbítero Francisco de Florencia.
- 1886: presbítero Agustín de la Rosa (traducción directa del náhuatl al latín).
- 1926: licenciado Primo Feliciano Velázquez
- 1978: presbítero Mario Rojas Sánchez (de la diócesis de Huejutla).
- 1978: presbítero Ángel María Garibay Kintana (1892-1967).
- 1989: Guillermo Ortiz de Montellano
- 2002: Miguel León-Portilla (primera traducción laica).
Aparición de la Virgen ante San Juan Diego y Juan Bernardino
Según el relato narrado en el Nican Mopohua, la Virgen María se había manifestado un siglo antes al indígena Juan Diego, quien era originario de Cuautitlán (que pertenecía al señorío de Texcoco), y a su tío Juan Bernardino, ambos convertidos al cristianismo pocos años atrás a raíz de la conquista española.
El Nican Mopohua dice que la Virgen le reveló el nombre
«Guadalupe» a Bernardino cuando este se encontraba enfermo de gravedad.
Los críticos escépticos opinan que es imposible que la Virgen se haya
nombrado a sí misma Guadalupe ante el anciano, ya que Juan Bernardino no
entendía la lengua castellana traída por los españoles al Nuevo Mundo,
por tanto el diálogo tuvo que haberse desarrollado en la lengua nativa,
que era el náhuatl (lengua viva hablada por más de 2,5 millones de personas), en la que no existen las consonantes g ni d.
Una explicación de este error podría ser que la aparición haya dicho
que era la Virgen Tequatlasupe, y que ―debido a que para los españoles
era muy difícil de pronunciar ese nombre― los españoles la llamaron
«Virgen de Guadalupe» (relacionándola con la Virgen de Guadalupe extremeña).
El obispo de México probablemente tenía interés en que el nombre de
la virgen fuera el de Guadalupe, para así contar con la simpatía de Hernán Cortés, quien era devoto de la Virgen de Guadalupe ―patrona de su región ( Extremadura, España)― y que llevaba consigo una imagen de madera.
Una segunda explicación es que quizá la Virgen de Guadalupe se
comunicase en el idioma nativo de Juan Diego, pero usó su nombre de
Guadalupe ( extremeño de origen árabe).
Etimología del nombre
Según algunos guadalupanos [cita requerida], el nombre de la Virgen de Guadalupe podría ser una deformación de un nombre original desconocido ―pronunciado en idioma náhuatl― con el que el indígena Juan Diego habría mencionado a la Virgen que se le había aparecido.
Varios escritores [cita requerida]
han tratado de identificar palabras en idioma náhuatl que suenen
parecido a Guadalupe y tengan algún significado religioso, para que
pudieran ser el nombre que dijo la Virgen:
- coatlallope: ‘la que aplasta a la serpiente’ (siendo coatl: ‘serpiente’, a: preposición y llope: ‘aplastar’).
- tequantlanopeuh: ‘la que tuvo origen en la cumbre de las peñas’.
- tequatlasupe: ‘la que aplasta la cabeza de la serpiente’.
- tlecuatlahlope: ‘la que nos salva de ser comidos’.
- tlecuauhtlacupeuh: ‘la que viene volando de la luz como el águila de fuego’.
- tlecuauhtlapcupeuh: ‘la que procede de la región de la luz como el águila de fuego’.
Origen del culto a la Virgen de Guadalupe en el Tepeyac
El Tepeyac era el centro del culto a la diosa de la tierra antes de la llegada de los españoles. En la imagen, la más famosa efigie de Coatlicue. Cultura mexica, Posclásico Tardío (ss. XII-XV).
Desde la época prehispánica, el Tepeyac había sido un centro de devoción religiosa para los habitantes del valle de México. En esta eminencia geográfica localizada en lo que fuera la ribera occidental del lago de Texcoco se encontraba el santuario más importante de la divinidad nahua de la tierra y la fertilidad. Esta diosa era llamada Coatlicue ( náhuatl: cóatl-cuéitl, «Señora de la falda de serpientes») ?, que por otros nombres también fue conocida como Teteoinan ( náhuatl: téotl-nan, «dios-madre»«Madre de los dioses») ? o Tonantzin ( náhuatl: to-nan-tzin, «Nuestra venerable madrecita») ?. El templo de Tonantzin Coatlicue fue destruido completamente como resultado de la Conquista.
Conocedores de la importancia religiosa del santuario indígena del
Tepeyac, los franciscanos decidieron mantener en el lugar una pequeña
ermita. La decisión de mantener una ermita ocurrió en el marco de una
intensa campaña de destrucción de las imágenes de los dioses
mesoamericanos, a los que se veía como una amenaza para la
cristianización de los indígenas. 8 Uno de los primeros registros sobre la existencia de la ermita corresponde a la década de 1530. [cita requerida]
Los indígenas se dirigían al lugar siguiendo la tradición prehispánica.
Dos décadas más tarde, no solo los indígenas acudían a la ermita del
Tepeyac a venerar -según documentos de la época-la imagen aparecida de
la Virgen María. En efecto, a mediados del siglo XVI, la devoción hacia la imagen se había extendido entre los criollos.
La tradición católica cree que la aparición de la imagen de la Virgen
de Guadalupe fue en el año 1531, diez años después de la caída de
México-Tenochtitlan en manos de los españoles. Esta fecha aparece
registrada en el Nican mopohua, uno de los capítulos que integran el Huei tlamahuizoltica, obra en lengua náhuatl escrita por Luis Lasso de la Vega y que la tradición atribuyó al indígena Antonio Valeriano. 9
En 1555, Montúfar ordenó la remodelación de la ermita y la confió al clero secular. 10
Los primeros registros de la aparición de la imagen mariana en la
ermita corresponden precisamente a los años de 1555 y 1556. Entre otros
testimonios tempranos del suceso se encuentran los Diarios de Juan Bautista y los Anales de México y sus alrededores. El primer documento afirma que «en el año de 1555 fue cuando se apareció Santa María de Guadalupe, allá en Tepeyacac», 11 mientras que los Anales ubican el suceso un año más tarde: «1556 XII Pedernal: descendió la Señora a Tepeyácac; en el mismo tiempo humeó la estrella». 12 En el siglo XVII, el chalca Domingo Francisco Chimalpahin Quauhtlehuanitzin recogería los primeros documentos en sus Relaciones de Chalco, en los cuales ubica el suceso en 1556:
Año 12-Pedernal, 1556 años. Iba quedando bien doblado y fuerte el
muro de piedra que daría la vuelta a toda la ciudad de México. Para la
obra hicieron reunir a toda la gente de todos los pueblos del rumbo, por
orden de los jefes y según disposiciones de don Luis de Velasco,
Visurrey. Así pudo terminarse la muralla. También entonces ocurrió la
aparición, dicho sea con respeto, de nuestra querida madre, Santa María
de Guadalupe en el Tepeyácac.13
Imagen original en la Nueva Basílica del Tepeyac.
Al fortalecimiento del culto a la Virgen del Tepeyac contribuyó de manera decisiva la realización del Primer Concilio mexicano,
que se celebró en la Ciudad de México entre el 29 de junio y el 7 de
noviembre de 1555. El concilio fue organizado por el arzobispo Alonso de
Montúfar y reunió a numerosos representantes de las órdenes monásticas
de la Nueva España, entre ellos al franciscano Pedro de Gante; así como a los obispos Martín Sarmiento de Hojacastro (Tlaxcala), Tomás de Casillas (Chiapas), Juan López de Zárate (Oaxaca) y Vasco de Quiroga (Michoacán). 14
Entre otras cosas, el Primer Concilio de la Iglesia novohispana
resolvió reglamentar la manufactura de las imágenes religiosas,
especialmente las realizadas por los indígenas. También se decidió
favorecer el culto a los santos patrones de cada pueblo y todas las
advocaciones marianas. 15
Desde la llegada de los franciscanos a México en 1524, los indígenas
fueron instruidos en la pintura y se les permitió la producción de
imágenes religiosas. De modo que cuando Montúfar se pronunció a favor de
acabar con las «abusiones de pinturas e indecencia de imágenes»
producidas por los indígenas que «no saben pintar ni entienden bien lo
que hacen», 16
en realidad estaba atacando la obra de los misioneros franciscanos
representados por Pedro de Gante. El enfrentamiento sobre la producción
de las imágenes religiosas y su papel en la cristianización
de los indígenas era también el reflejo de los desencuentros entre el
arzobispo de México y los franciscanos en lo referente al culto de la
Virgen del Tepeyac. El 6 de septiembre de 1556, Montúfar predicó una
homilía en la cual se pronunciaba partidario de la promoción del culto a
la Guadalupana entre los indígenas. 17
El 8 de septiembre de ese mismo año (1556), el arzobispo obtuvo una
respuesta sumamente crítica por parte de los franciscanos en boca de Francisco de Bustamante. 18 La labor de la Orden Franciscana en la cristianización de América había estado imbuida por la filosofía erasmiana
que rechazaba la veneración de las imágenes, de modo que cuando
Montúfar se mostró favorable a difundir el culto de la imagen del
Tepeyac lo que obtuvo en contestación fue la siguiente declaración de
Bustamante:
[...] la devoción de esta ciudad ha tomado en una ermita e casa de
Nuestra Señora que han intitulado de Guadalupe, es un gran perjuicio de
los naturales porque les da a entender que hace milagros aquella imagen
que pintó el indio Marcos.
Padre Francisco de Bustamante, sermón del 8 de septiembre de 1556, en el texto Información de 1556. 19
La disputa entre los franciscanos y el arzobispado de México se
resolvió en favor de este último. Para ello, Montúfar y sus partidarios
tuvieron que moderar su discurso sobre la índole del culto a la Virgen
de Guadalupe, aproximándose aparentemente a los preceptos defendidos por
los franciscanos. 20
La promoción oficial del culto guadalupano por parte de la Iglesia
novohispana se inscribe en un proceso más amplio en el que la
perspectiva humanista de los franciscanos y su obra misional fue
sustituida por los preceptos adoptados oficialmente por medio de las
resoluciones del Concilio de Trento.
De acuerdo con estas, la Iglesia debería promover y conservar el culto a
las imágenes de Cristo, la Virgen y todos los santos, en una clara
reacción contra la iconoclastia protestante que prosperaba en el norte de Europa. 21
Bernardino de Sahagún (1499-1590), gran conocedor de la cultura y lengua de los nahuas, fue uno de los críticos al culto de la Virgen de Guadalupe durante el siglo XVI.
De modo pragmático, el arzobispado de México
hizo caso omiso de las advertencias vertidas por los franciscanos sobre
la confusión que podía generar el culto de la imagen del Tepeyac entre
los recién cristianizados indígenas del centro de México. A la voz de
Francisco de Bustamante se sumaría después la de otros misioneros, entre
ellos, Bernardino de Sahagún (1499-1590):
Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy
solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El
uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama
Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla y ahora se llama Nuestra
Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre
de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre;
allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos
de muy lejanas tierras [...]; y ahora que está allí edificada la iglesia
de Nuestra Señora de Guadalupe también la llaman Tonantzin tomada
ocasión de los predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la
llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin
no se sabe de cierto, pero esto sabemos de cierto que el vocablo
significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua, y es
cosa que se debía remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios
Señora Nuestra no es Tonantzin sino Dios y Nantzin; parece esta
invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de
este nombre Tonantzin y vienen ahora a visitar a esta Tonantzin de muy
lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa,
porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a
ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.
Debate histórico y controversias
La historicidad de la aparición ha sido controvertida desde las
primeras publicaciones del suceso en 1647, y una considerable cantidad
de literatura ha sido publicada discutiendo los problemas que surgen
cuando se intenta entender la aparición como un acontecimiento
históricamente certero.
Fray Juan de Zumárraga (1468-1548) vivió muchos años, y se conservan de él muchas cartas y notas, y un catecismo ―llamado Regla cristiana―
editado (corregido y censurado) por él. Pero en ninguno de estos textos
menciona haber sido testigo del milagro que le adjudicarían más de un
siglo más tarde. Por el contrario, dentro del catecismo ―que fue
publicado en Nueva España antes de su muerte―, se pregunta lo siguiente:
«¿Por qué ya no ocurren milagros?».
La respuesta es: «Porque piensa el Redentor del mundo que ya no son menester».
Dos apologistas guadalupanos ―Primo Feliciano Velázquez y Fortino
Hipólito Vera― sostuvieron que se refiere a que el Redentor ya no
realiza milagros «pedidos por curiosidad».
Tan pronto como en 1556, Francisco de Bustamante,
dirigente de los franciscanos en la colonia, pronunció un sermón ante
el virrey y los miembros de la Real Audiencia. En ese sermón desacreditó
los orígenes sagrados de la imagen. Contradiciendo el sermón que el
arzobispo Alonso de Montúfar predicara dos días antes, Bustamante
indicó:
La devoción que ha estado creciendo en nuestra iglesia dedicada a
Nuestra Señora, llamada de Guadalupe, en la ciudad es gravemente
perjudicial para los nativos, porque les hace creer que la imagen
pintada por Marcos el indio es milagrosa.
Padre Francisco de Bustamante, sermón del 8 de septiembre de 1556, en el texto Información de 1556. 19
Algunos historiadores [cita requerida] consideran que la imagen fue hecha para representar sincréticamente a la Virgen María y a la madre diosa azteca Tonantzin
en el Tepeyac ―el cual se cree que era el sitio de adoración de la
diosa― proporcionando una forma de que los españoles del siglo XVI
ganaran el apoyo de la población indígena de México. Puede haber
proporcionando a los indígenas mexicanos de siglo XVI un medio para
practicar secretamente sus religiones nativas.
El misionero y lingüista Bernardino de Sahagún
(1499-1590) apoyó la misma opinión: escribió que el santuario del
Tepeyac era extremadamente popular pero preocupante, porque la gente
llamaba a la Virgen de Guadalupe con el nombre Tonantzin. Sahagún dijo que los adoradores afirmaban que en náhuatl Tonantzin significaba ‘madre de Dios’ ―pero él los refutó diciendo que «madre de Dios» en náhuatl sería Dios y nantzin. Sahagún, al escribir sobre la devoción del Tepeyac en su libro Historia general de las cosas de Nueva España, dijo que el origen del culto «no se sabía de cierto».
El historiador del siglo XIX Joaquín García Icazbalceta ―especialista en fray Juan de Zumárraga―
negó la historia de la aparición e indicó en un informe confidencial al
obispo Labastida, en 1883, que nunca existió tal persona llamada Juan Diego.
Varios escritores religiosos se encargaron de responder a la afirmación de Icazbalceta:
- Primo Feliciano Velázquez en La aparición de Santa María de Guadalupe,
- Fortino Hipólito Vera (obispo de Cuernavaca) en Contestación histórico-crítica,
- Agustín de la Rosa en su Defensa de la aparición guadalupana
- Joel Romero Salinas ―en tiempos modernos― en su libro Eclipse guadalupano.
Muchos historiadores y algunos sacerdotes, incluyendo el sacerdote historiador estadounidense Stafford Poole y el antiguo abad de la Basílica de Guadalupe Guillermo Schulenburg,
han rechazado la veracidad de la aparición. Schulenburg causó en
particular una conmoción cuando afirmó en 1996 en la revista católica Ixthus
que Juan Diego fue «un símbolo, no una realidad». Schulenburg no fue el
primero en desacreditar el acontecimiento tradicional ni el primer
católico en dejar su puesto después de su cuestionamiento de la historia
de Guadalupe. En 1897, Eduardo Sánchez Camacho, obispo de Tamaulipas fue forzado a dejar su puesto después de expresar una similar opinión. Cabe señalar que la Santa Sede
ordenó una extensa investigación ante la postura de Schulenburg, y
finalmente se consideró históricamente probada la existencia de Juan
Diego como persona real. Tres historiadores, Eduardo Chávez Sánchez,
José Luis Guerrero Rosado y Fidel González Fernández, publicaron esta
investigación en el libro El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego (México: Porrúa, 1999).
En 1982, el experto restaurador de arte José Sol Rosales examinó la imagen con estereomicroscopía e identificó sulfato de calcio, hollín de pino, en colores blanco y azul, tierras verdes (suciedad), redes hechas de carmín y otros pigmentos, y también oro.
Rosales encontró en el trabajo materiales y métodos coincidentes con
los del siglo XVI. Dos siglos antes, en 1751, el mejor pintor de la
Nueva España, el oaxaqueño Miguel Cabrera, había dictaminado que la
imagen no podía explicarse como humanamente hecha. En 1979 los
norteamericanos Philip Callahan y Jody Brant Smith fotografiaron la
imagen con cámara infrarroja y no encontraron explicación científica
para la hechura del manto, túnica, manos y rostro de la Virgen.
Norberto Rivera Carrera, arzobispo de México, comisionó un estudio en 1999 acerca de la factura del ayate, Leoncio Garza Valdés, un pediatra y microbiólogo que había trabajado previamente en el Sudario de Turín,
reclamó una inspección de fotografías de la imagen, encontraron tres
distintas capas de pintura, al menos una de la cual tenía iniciales
pintadas sobre ella, también indicó que el pintado original mostró
sorprendentes similitudes a la original Señora de Guadalupe encontrada en Extremadura, España,
en la segunda muestra de pintura mostrando otra Virgen con rasgos
indígenas. Sin embargo no pudo citar ningún otro observador
independiente que vea las mismas características. Garza Valdés también
afirmó que la tela en donde fue pintada la imagen era de cáñamo e hilo,
no de fibras de agave como se creía. Gilberto Aguirre,
un colega de Garza Valdés que llevó la pintura a estudios en 1999,
examinó las mismas fotografías e indicó que, si bien estaba de acuerdo
en que la pintura había sido extensamente forzada, se oponía a las
conclusiones de Garza Valdés y sostuvo que las condiciones de
realización del estudio fueron inadecuadas. La inexistencia de
fotografías que comprueben la tesis de Garza Valdés, y el hecho de que
esas tres imágenes sobrepuestas implicarían anacronismos históricos, ha
desacreditado en medios investigativos las conclusiones de Garza Valdés.
Varias imágenes similares han aparecido a través de la historia mexicana, en el pueblo de Tlaltenango, en el estado de Morelos,
una pintura de Nuestra Señora de Guadalupe es reclamada que apareció
milagrosamente en el interior de una caja que dos viajeros desconocidos
dejaron en una residencia. Los propietarios de la residencia llamaron al
padre local después de la tentedora noticia, aromas de flores y sándalo
se desprendían de la caja. La imagen ha sido venerada desde su
encuentro el 8 de septiembre de 1720, y es aceptada como una aparición
válida por las autoridades católicas locales
La historia
El Nican Mopohua dice que uno de los testigos de las apariciones de la Virgen de Guadalupe fue fray Juan de Zumárraga, primer obispo de la ciudad de México, D. F..
La Virgen María, en su advocación de Virgen de Guadalupe, se apareció en varias ocasiones ante el converso mexica Juan Diego Cuauhtlatoatzin el sábado 12 de diciembre de 1531 en el cerro del Tepeyac
y le pidió que fuera en busca del obispo y le dijera que ella
solicitaba la creación de un templo en ese lugar. El indígena fue en
busca de fray Juan de Zumárraga
para contarle de la solicitud de la virgen, pero fray Juan no creyó en
las apariciones, pues este tipo de historias de apariciones espirituales
era común, así que le pidió una prueba.
En respuesta a la petición del obispo, la Virgen pidió al indígena que, como pudiera, cortara unas rosas de Castilla
de la cumbre del cerro y se las llevara al obispo (En ese tiempo era
invierno y la zona del cerro era una zona árida, no apta para el
crecimiento de flores como las rosas). El indígena obedeció y guardó las
rosas dentro de su tilma o ayate. Juan Diego bajó del cerro y pidió una
audiencia ante el obispo para mostrarle la prueba. Al llegar donde
estaba el obispo, el indio estiró su ayate para tender las rosas sobre
la mesa. Sobre el ayate aparece la imagen estilizada (claramente
artística, no fotográfica) de la Virgen de Guadalupe. La prueba para el
fraile no fueron solamente las rosas, sino el milagro de la imagen de la
Virgen de Guadalupe sobre el ayate.
La imagen que hoy en día conocemos sería la misma que la de ese día del año 1531.
Sincretismo
El culto a la Virgen de Guadalupe podría ser un sincretismo con la diosa mexica Tonantzin (que significa ‘nuestra madre’), la diosa de la muerte; la cual se sabe que los mexicas veneraban en ese mismo cerro del Tepeyac.
Fray Bernardino de Sahagún lo menciona en uno de sus textos:
Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy
solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El
uno de estos es aquí en México, donde está un montecillo que se llama
Tepeacac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama Nuestra
Señora de Guadalupe. En este lugar tenían un templo dedicado a la madre
de los Dioses, que ellos la llamaban Tonantzin, que quiere decir nuestra
madre. Allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a
ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas de todas estas
comarcas de México, y traían muchas ofrendas: venían hombres y mujeres y
mozos y mozas.
En los escritos de Puebla (que se utilizaron para probar la santidad
del indio Juan Diego) se eliminó ―quizá deliberadamente, para evitar
controversias acerca del sincretismo que se estaba realizando― el
siguiente párrafo:
Era grande el concurso de gente en estos días; y todos decían «vamos a
la fiesta de Tonantzin»; y ahora que está allí edificada la Iglesia de
Nuestra Señora de Guadalupe, también la llaman Tonantzin, tomando
ocasión de los predicadores, que a Nuestra Señora la Madre de Dios la
llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin
no se sabe de cierto; pero esto sabemos de cierto, que el vocablo
significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua; y es
cosa que se deberá remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios,
Señora nuestra, no es Tonantzin sino Dios y Nantzin. Parece esta
invención satánica para paliar la idolatría debajo la equivocación de
este nombre Tonantzin y vienen ahora á visitar á esta Tonantzin de muy
lejos, tan lejos como antes; la cual devoción también es sospechosa
porque en todas partes hay muchas Iglesias de Nuestra Señora y no van a
ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin como antiguamente.
La Virgen de Guadalupe en la historia de México
La Virgen María de Guadalupe ha tenido un lugar importante en la historia de México, desde un poco después de la Conquista de México, hasta nuestros días.
Independencia
Los Guadalupes, una sociedad secreta impulsada por los ideales
liberales insurgentes, toman su nombre en honor de la Virgen de
Guadalupe como símbolo de unidad nacional. Fueron los principales
precursores de la Independencia de México. El movimiento de
independencia de México tuvo como primer estandarte la Virgen de
Guadalupe. En su camino de Dolores a San Miguel el Grande Miguel Hidalgo y Costilla se detuvo a orar en la iglesia de Atotonilco (Guanajuato)
mientras sus seiscientos hombres esperaban en el atrio. Al salir
enarboló la única imagen capaz de unir al pueblo para la empresa de la
Independencia Nacional. La inscripción que se puso en las banderas de la
revolución fue «Viva la religión. Viva nuestra Madre Santísima de
Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno».
El 11 de marzo de 1813, desde Ometepec (Guerrero), expide José María Morelos
un decreto exaltando a la Guadalupana, «para que sea honrada y todo
varón declare ser devoto de la Santa Imagen, soldado y defensor de la
Patria» y dos años después pediría como última concesión ir a orar a la
virgen antes de ser ejecutado en Ecatepec en 1815. 23
Primer Imperio de México
Agustín I de México crea la Orden Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe. A la muerte del emperador, en el otoño de 1821 cayó en desuso.
México independiente
- Manuel Félix Fernández
acampaba a un lado del arroyo en la Sierra Mixteca. Uno de sus hombres
se atrevió a bajar hasta el agua y fue abatido por los arcabuces
enemigos. El bravo general arrojó su sable a la otra orilla y gritó: «Va
mi espada en prenda, voy por ella». Toda la tropa lo siguió hasta la
victoria y él, agradecido, cambió su nombre por Guadalupe Victoria en agradecimiento a la Virgen por la victoria concedida. Posteriormente sería el primer presidente de México.
- Otro presidente, el general Vicente Guerrero, peregrinó a Guadalupe para depositar personalmente a los pies de la Virgen las banderas y trofeos ganados a Barradas.
- Antonio López de Santa Anna, Reactiva 30 años después de su fundación la Orden Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe y consiguió el reconocimiento de la iglesia católica en 1854 por disposición del Papa Pío IX. Ese mismo año volvió a caer en desuso con el triunfo de la Revolución de Ayutla.
- Ignacio Manuel Altamirano, en su libro Pasajes y leyendas y costumbres de México, cuenta del presidente, general Juan Álvarez,
antiguo insurgente, que «...hizo su peregrinación oficial a la Villa de
Guadalupe», y repite la misma frase hablando del general Ignacio Comonfort, también presidente de México.
- El licenciado Benito Juárez, presidente de la República, expide un decreto el 11 de agosto de 1859 por el que se declara día festivo el 12 de diciembre, y Sebastián Lerdo de Tejada,
Ministro de Justicia, Relaciones y Gobernación, comenta este hecho
llamando «intocable» a la fecha guadalupana. Ambos sucesos se realizaron
con fines sociopolíticos, más que religiosos.
- Valentín Gómez Farías encabeza una moción para «entronizar en el Congreso Nacional a Nuestra Santísima Madre de Guadalupe».
Segundo Imperio de México
Maximiliano I crea la Orden de Guadalupe una de las órdenes imperiales de México (originalmente Orden Nacional de Nuestra Señora de Guadalupe), conocida oficialmente en el imperio como Orden Imperial de Nuestra Señora de Guadalupe
Siglo XX
- El licenciado Manuel Garibi Tortoler cuenta que cuando se dio la orden de expulsar de México al general Plutarco Elías Calles (presidente de la República y fundador del Banco de México),
los comisionados para ejecutar la orden lo sorprendieron durmiendo; en
la mesa de noche, junto a su lecho, encontraron una imagen de la Virgen
de Guadalupe y una lámpara encendida ante ella sin embargo se cuenta que
lo que hacía era leer el libro Mi lucha de Adolfo Hitler.[cita requerida]
- El entonces presidente de México Adolfo López Mateos (1958-1964)
fue cuestionado en una gira por Venezuela por una periodista quien le
preguntó si la imagen de la Virgen de Guadalupe iba a formar parte del
intercambio cultural México-Venezuela y la respuesta del presidente
mexicano fue: «La imagen de la Virgen de Guadalupe no está sujeta a
intercambio alguno, la imagen pertenece al pueblo creyente de México»;
en rueda de prensa en Río de Janeiro,
afirmó: «La imagen de la Virgen de Guadalupe no es considerada una obra
pictórica porque las manos que la pintaron no son de este mundo..., es
sin duda la más valiosa reliquia del género religioso que existe en
México».
- En el año 2000, el entonces presidente electo Vicente Fox Quesada
al conocer el resultado de las elecciones levantó un estandarte de la
Virgen de Guadalupe, así mismo visitó la Basílica de Guadalupe en los
días posteriores, hecho que molestó a no creyentes y a grupos masónicos,
además de violar la ley al participar en actividades religiosas como
representante del Ejecutivo.
Canonización de Juan Diego
En 1998, la Congregación Vaticana para las Causas de los Santos
decidió crear una comisión histórica para investigar la existencia
histórica de Juan Diego.
Esta comisión encontró en la tradición oral indígena, decisiva en
cualquier estudio de los pueblos mexicanos, y en algunos documentos como
el llamado Códice Escalada, fundamentos suficientes para afirmar la historicidad del indígena.
En el año 2002 el papa Juan Pablo II canonizó a Juan Diego, como se señaló anteriormente.
Guadalupanos antiaparicionistas
Existen algunas opiniones contrarias, dentro de la misma religión católica.
En 1995, Guillermo Schulenburg ( abad-director de la Basílica de Guadalupe) declaró a la revista católica mexicana Ixtus lo siguiente: 24
- Ixtus: ¿Existió Juan Diego?
- Schulenburg: No. Es un símbolo, no una realidad.
- Ixtus: ¿Entonces cómo encaja la beatificación que de él hizo el papa?
- Schulenburg: Esa beatificación es un reconocimiento de culto,
no es un reconocimiento de la existencia física y real del personaje;
por lo mismo, no es propiamente una beatificación.
Semanas después de esta serie de declaraciones, Schulenburg tuvo que renunciar a su cargo de abad de la basílica de Guadalupe (habiendo ejercido el cargo por más de treinta años). 25
Tela de lino y cáñamo (no maguey)
Los fieles guadalupanos creen que la tela milagrosa está hecha de maguey.
El primer estudio de la tela se remonta al año 1666. Algunos pintores
de aquel tiempo obtuvieron el permiso para examinar atentamente la
tilma y con sorpresa constataron que la pintura no tenía una preparación
de fondo y por lo tanto era imposible pensar que la imagen hubiera sido
pintada al óleo o al temple. Además, el agave, del que estaba hecha la
tilma, es un material extremadamente deteriorable. Expuesto, sin ningún
tipo de protección, en un lugar donde el clima húmedo, rico de
partículas de salitre, podía corroer incluso el hierro, se habría
estropeado en pocos años. En cambio, cuando se hicieron esas
investigaciones ya habían pasado 135 años y aquel agave estaba intacto.
Esta observación se ha hecho en todas las otras investigaciones
científicas sucesivas, quedando siempre sin respuesta. Es una
interrogante que se nos plantea también hoy día: ese agave es el único
que existe en el mundo que después de 461 años está aún intacto.
La Iglesia católica [cita requerida]
argumenta que la tela del ayate sobre el que está la imagen de la
Virgen es de fibra vegetal de maguey. Por su naturaleza, esta fibra se
descompone por putrefacción en mucho menos de medio siglo. Así ha
sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con
tejido de maguey. El ayate, sin embargo, ha resistido más de 480 años.
La fiesta de Guadalupe
La fiesta de la Virgen se celebra el 12 de diciembre.
La noche del día anterior, las iglesias en todo lo ancho y largo del
país se colman de fieles para celebrar una fiesta a la que llaman «las
mañanitas a la Guadalupana» o serenata a la Virgen. El santuario de
Guadalupe, ubicado en el cerro del Tepeyac en la ciudad de México, es visitado ese día por más de 5 millones de personas.
Se tiene por costumbre que tales peregrinaciones no solo incluyan
fieles y organizadores, sino danzantes llamados matlachines, quienes
lideran las procesiones hasta llegar a la basílica.
Hechos notables
Antes del inicio del Mundial de Sudáfrica 2010, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, se comprometió a llevarle el trofeo de la Copa Mundial de Fútbol
como muestra de agradecimiento a la Virgen de Guadalupe si la selección
española se coronaba en dicho torneo; dado que ese hito se consumó, la
copa fue llevada al altar por los seleccionados y federativos españoles. 26 27 28 29 30
Véase también
Notas
- ↑ Instituto de Estudios Teológicos e Históricos Guadalupanos (2011). Basílica de Santa María de Guadalupe (ed.): «Documentos Históricos». «Los documentos publicados en el Boletín Guadalupano, sección Acontecimiento Guadalupano, obran en esta dirección».
- ↑ a b c d Volpini, Valerio (1990). «Juan Diego Cuauhtlatoatzin (1474-1548)». Liturgia de los Santos, sitio web del Vaticano; extraído de L'Osservatore Romano (mayo de 1990), página 5.
- ↑ Juan Pablo II (31 de julio de 2002). «Canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Homilía del Santo Padre Juan Pablo II». Homilías de Juan Pablo II, en vatican.va. Consultado el 26 de agosto de 2012.
- ↑ Iraburu, José María. «El Santo Juan Diego y Guadalupe». Catholic.net. Consultado el 7 de agosto de 2012.
- ↑ Rocha Cortés, Arturo. «Testamento de Cuauhtitlán - Comentario y paleografía extraídos de la sección Acontecimiento Guadalupano, Boletín Guadalupano, año III, número 42».
- ↑ «El testamento de Juan Diego».
- ↑ Clodomiro L. Siller Acuña: La evangelización guadalupana (pág. 3), México, D. F.: Cuadernos Estudios Indígenas n.º 1, 1984.
- ↑ Gruzinsky, 1994: 73-77.
- ↑ Gamboa Ojeda, 2004: 547.
- ↑ Gruzinsky, 1994: 104-105.
- ↑ Diarios de Juan Bautista, s/f: 33.
- ↑ Anales de México y sus alrededores (A),
Biblioteca Nacional de Antropología e Historia. La Iglesia católica
propone la siguiente tesis para explicar la diferencia entre las fechas
de datación de la aparición mariana incluidas en los distintos textos
indígenas:
En efecto, no se asombrará el lector si en los sucesivos documentos que presentaremos [los Anales de México y Tlatelolco],
un mismo hecho histórico es ubicado en 1510 o 1531 o 1556, etc.; se
debe a la impericia de los indios de correlacionar el calendario
indígena con el juliano y luego, con el gregoriano (Rocha Cortés, s/f.)
- ↑ Chimalpahin, 1965: 288.
- ↑ Lundberg, 2006: 260.
- ↑ Gruzinski, 1994: 110.
- ↑ Citado en Toussaint, 1982: 100-101.
- ↑ Mayer, 2002: 23-24.
- ↑ O'Gorman, 1986: 70.
- ↑ a b «Información
que el señor arzobispo de México D. Fray Alonso de Montúfar mandó
practicar sobre un sermón que el 8 de septiembre de 1556 predicó fray
Francisco de Bustamante acerca del culto de nuestra señora de
Guadalupe», versión paleográfica del texto completo, realizada por
fray Fidel de Jesús Chauvet, con comentario. Sin fecha (posiblemente de
fines del siglo XX o principios del siglo XXI).
- ↑ Compárense los dos siguientes textos:
[...] se ha predicado a los indios cómo
han de entender la devoción de la imagen de Nuestra Señora, cómo no se
hace la reverencia a la tabla ni a la pintura, sino a la imagen de
Nuestra Señora, por razón de lo que representa, que es a la Virgen
María, Nuestra Señora
Información de 1556
No porque este declarante entiende que
la cruz e imágenes han de ser adoradas; antes cree, entiende y asílo
hace que Xpo. se adora en la cruz y en la cruz se adora como cosa que
representa a Xpo. y en este sentido lo escribió y lo entiende
Declaración
del franciscano Mathurin Gilbert en el proceso inquisitorial en su
contra, iniciado a instancias del obispo de Michoacán a causa de sus
«ideas erróneas y escandalosas» plasmadas en Diálogo sobre la doctrina cristiana (1559), obra de su autoría escrita en lengua tarasca; citado en Gruzinski, 1994: 115.
- ↑ Mayer, 2002: 22-23.
- ↑ Sahagún, 1576: libro XI.
- ↑ Lucas Alamán (1849). Historia de México, desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente. Imprenta de J. M. Lara. ISBN.
- ↑ Estas
críticas declaraciones del abad Schulenburg (que le valieron la
expulsión de la jefatura de la basílica) se publicaron en la revista
mexicana católica Ixtus, n.º 15, en invierno de 1995.
- ↑ Jornada.UNAM.mx
- ↑ http://www.eluniversal.com/2010/08/10/futb_ava_espana-lleva-la-copa_10A4322171.shtml
- ↑ http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=648241
- ↑ http://www.vefutbol.com.mx/notas/28870.html
- ↑ http://es.reuters.com/article/entertainmentNews/idESMAE67A00Z20100811
- ↑ http://www.mediotiempo.com.mx/futbol/internacional/noticias/2010/08/10/angel-maria-villar-cumplio-su-promesa-y-llevo-la-copa-a-la-basilica
Bibliografía
- «Información
que el señor arzobispo de México D. Fray Alonso de Montúfar mandó
practicar sobre un sermón que el 8 de septiembre de 1556 predicó fray
Francisco de Bustamante acerca del culto de nuestra señora de
Guadalupe», versión paleográfica del texto completo, realizada por
fray Fidel de Jesús Chauvet, con comentario. Sin fecha (posiblemente de
fines del siglo XX o principios del siglo XXI). Chauvet menciona que
este texto se publicó por primera vez en 1888 en España. Consultado el
17 de diciembre de 2008.
- Chávez, Eduardo: La verdad de Guadalupe. México: Ediciones Ruz, 2009.
- Chimalpahin Quauhtlehuanitzin, Domingo Francisco de San Antón Munón: Relaciones originales de Chalco-Amaquemecan. México: Fondo de Cultura Económica, 1965.
- De Sahagún, Fray Bernardino (1499-1590): Historia general de las cosas de la Nueva España [1576]. México: Porrúa, 1956.
- Escalada, Xavier: Enciclopedia guadalupana (5 tomos). México: Enciclopedia Guadalupana, 1997.
- Galera Lamadrid, Jesús: Nican Mopohua, breve análisis literario e histórico. México: Porrúa, 2001.
- Gamboa Ojeda, Leticia: «Reseña a “'La Virgen de Guadalupe, imagen y tradición”», en David Brading: Historia mexicana, LII (2), págs. 546-551; 2004.
- González de Alba, Luis (s/f): «La Virgen Guadalupana, contradicción permanente», en Razonamientos (3). Consultado el 17 de diciembre de 2008.
- Gruzinsky, Serge (1994), La guerra de la imágenes. De Cristóbal Colón a "Blade Runner", Fondo de Cultura Económica, México.
- León-Portilla, Miguel: Tonantzín Guadalupe, Pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el “Nican mopohua”. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.
- Siller Acuña, Clodomiro L.: La evangelización guadalupana. México, D. F.: Cuadernos Estudios Indígenas n.º 1, 1984.
- Velázquez, Primo Feliciano: La aparición de Santa María de Guadalupe. México: Jus, 1931.
Enlaces externos
"Virgen
María de Guadalupe, dulce Señora y Madre nuestra, nos volvemos a ti para
agradecerte de todo corazón que hayas querido que la canonización de tu fiel
servidor, Juan Diego, "el más pequeño de tus hijos", haya sido aquí,
en tu "casita sagrada" del Tepeyac.
"Madre, te pedimos fervientemente que esta canonización sirva para para
impulsar la Nueva Evangelización en toda América y en el mundo entero. Que
Juan Diego, a quien podemos ya venerar como santo, sea un verdadero modelo de
vida cristiana para "todos los moradores de estas tierras y demás amadores
tuyos que invocan tu nombre".
Súplica a la
Virgen de Guadalupe, pronunciada por
el Santo Padre durante la Misa de Canonización de San Juan Diego
el 31 de julio, 2002
EL NICAN MOPOHUA:
Es el relato de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe al
Beato Juan Diego, indígena azteca, ocurridas del 9 al 12 de diciembre de 1531. Escrito
originalmente en la lengua náhuatl, todavía en uso en varias regiones de México. Las
dos palabras iniciales Nican Mopohua se han usado por antonomasia para identificar este
relato, aunque muchos documentos indígenas comienzan igual. El título completo es:
"Aquí se cuenta se ordena como hace poco milagrosamente se apareció la Perfecta
Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina; allá en el Tepeyac, de renombre
Guadalupe". Es la principal fuente de nuestro conocimiento del Mensaje de la Sma.
Virgen al Beato Juan Diego, a México y al Mundo. La copia más antigua se halla en la
Biblioteca Pública de Nueva York Rare Books and Manuscripts Department. The New York
Public Library, Astor, Lenox and Tilden Foundation.
EL AUTOR:
Se atribuye a Don Antonio Valeriano (1520?-1605?) sabio indígena
aventajado discípulo de Fr. Bernardino de Sahagún. Don Antonio recibió la historia de
labios del vidente, muerto en 1548.
EL ARGUMENTO:
Se narra la Evangelización de una cultura por la intervención de
Dios y de la Santísima Virgen. Leyendo entre líneas y más, desde la óptica náhuatl,
se percata uno de cómo esta Evangelización empapó hasta las más íntimas fibras de la
cultura pre-hispánica.
Se lleva a cabo la unión de dos pueblos irreconciliables. En la plenitud de los tiempos
para América aparece María Santísima portadora de Cristo. Hay una identificación de lo
esencial de la Biblia: Cristo, centro de la Historia- (Juan 3,14-16) con lo esencial del
Nican Mopohua (vv.26-27) y con lo esencial del mensaje glífico de la Imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe: el Niño Sol que lleva en su vientre Santísimo.
LOS PROTAGONISTAS:
La Virgen que pide un templo para manifestar a su Hijo. El Beato
Juan Diego, vidente y confidente de la Sma. Virgen. El Obispo Fr. Juan de Zumárraga a
cuya Autoridad se confía el asunto. El Tío del Beato Juan Diego, sanado milagrosamente.
Los criados del Obispo que siguen al Beato Juan Diego. Lo espían. La ciudad entera que
reconoce lo sobrenatural de la imagen y entrega su corazón a la Sma. Virgen.
LAS APARICIONES:
Relato de las apariciones de acuerdo al Nican Mopohua, el escrito
más antiguo que existe sobre las apariciones de la Virgen de Guadalupe.
Primera Aparición:
Era sábado muy de madrugada cuando Juan Diego venía en pos del
culto divino y de sus mandatos a Tlatilolco.
Al llegar junto al cerrito llamado Tepeyacac, amanecía; y oyó cantar arriba del cerro;
semejaba canto de varios pájaros; callaban a ratos las voces de los cantores; y parecía
que el monte les respondía. Su canto, muy suave y deleitoso, sobrepasaba al del
coyoltótotl y del tzinizcan y de otros pájaros lindos que cantan.
Se paró Juan Diego para ver y dijo para sí: "¿Por ventura soy digno de lo que
oigo?, ¿Quizás sueño?, ¿Me levanto de dormir?, ¡Dónde estoy?, ¿Acaso en el paraíso
terrenal, que dejaron dicho los viejos, nuestros mayores?, ¿Acaso ya en el cielo?"
Estaba viendo hacia el oriente, arriba del cerrillo, de donde procedía el precioso canto
celestial.
Y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó que le llamaban de arriba del
cerrito y le decían: "Juanito, Juan Dieguito."
Luego se atrevió a ir a donde le llamaban. No se sobresaltó un punto, al contrario, muy
contento, fue subiendo el cerrillo, a ver de dónde le llamaban.
Cuando llegó a la cumbre vio a una señora, que estaba allí de pie y que le dijo que se
acercara.
Llegado a su presencia, se maravilló mucho de su sobrehumana grandeza: su vestidura era
radiante como el sol; el risco en que posaba su planta, flechado por los resplandores,
semejaba una ajorca de piedras preciosas; y relumbraba la tierra como el arco iris. Los
mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas que allí se suelen dar parecían de
esmeralda; su follaje, finas turquesas; y sus ramas y espinas brillaban como el oro.
Se inclinó delante de ella y oyó su palabra, muy suave y cortés, cual de quien atrae y
estima mucho.
Ella le dijo: "¿Juanito, el mas pequeño de mis hijos, dónde vas?"
El respondió: Señora y Niña mía, tengo que llegar a tu casa de México Tlatilolco, a
seguir las cosas divinas, que nos dan y enseñan nuestros sacerdotes, delegados de Nuestro
Señor". Ella luego le habló y le descubrió su santa voluntad. Le dijo: "Sabe y ten
entendido, tú el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen María, Madre
del verdadero Dios por quien se vive: del Creador cabe quien está todo: Señor del cielo
y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar
todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre, a ti, a
todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me
invoquen y en mi confíen; oír allí sus lamentos y remediar todas sus miserias, penas y
dolores.
Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del Obispo de México y le
dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que deseo, que aquí me edifique un templo: le
contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído. Ten por seguro que
te lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo
recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya
has oído mi mandato hijo mío el mas pequeño, anda y pon todo tu esfuerzo."
Juan Diego contestó: Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de
ti, yo tu humilde siervo."
Luego bajó, para ir a hacer su mandato; y salió a la calzada que viene en línea recta a
México."
Segunda Aparición:
Habiendo entrado sin delación en la ciudad, Juan Diego se fue en
derechura al palacio del obispo que era el prelado que muy poco antes había venido y se
llamaba Fray Juan de Zumárraga, religioso de San Francisco. Apenas llegó trató de
verle; rogó a sus criados que fueran a anunciarle. Y pasado un buen rato, vinieron a
llamarle, que había mandado el señor Obispo que entrara.
Luego que entró, en seguida le dio el recado de la Señora del Cielo; y también le dijo
cuanto admiró, vio y oyó. Después de oír toda su plática y su recado, pareció no
darle crédito. El Obispo le respondió; "Otra vez vendrás, hijo mío, y te oiré
más despacio; lo veré muy desde el principio y pensaré en la voluntad y deseo con que
has venido." Juan Diego salió y se vino triste, porque de ninguna manera se realizó
su mensaje. En el mismo día se volvió; se vino derecho a la cumbre del cerrito, y
acertó con la Señora del Cielo, que le estaba aguardando, allí mismo donde le vio la
primera vez: "Señora, la mas pequeña de mis hijas. Niña mía, fui a donde me
enviaste a cumplir tu mandato, le vi y le expuse tu mensaje, así como me advertiste; me
recibió benignamente y me oyó con atención; pero en cuanto me respondió, apareció que
no lo tuvo por cierto.
Me dijo: Otra vez vendrás, te oiré mas despacio, veré muy desde el principio el deseo y
voluntad con que has venido. Comprendí perfectamente en la manera que me respondió que
piensa que es quizás invención mía que tú quieres que aquí te hagan un templo y que
acaso no es de orden tuya; por lo cual te ruego encarecidamente, Señora y Niña mía, que
a alguno de los principales, conocido y respetado y estimado, le encargues que lleve tu
mensaje, para que le crean; porque yo soy solo un hombrecillo, soy un cordel, soy una
escalerilla de tablas, soy cola, soy hoja, soy gente menuda, y tú, Niña mía, la mas
pequeña de mis hijas, Señora, me envías a un lugar por donde no ando y donde no paro.
Perdóname que te cause pesadumbre y caiga en tu enojo, Señora y Dueña mía." Le
respondió la Santísima Virgen: "Oye, hijo mío el mas pequeño, ten entendido que
son muchos mis servidores y mensajeros a quienes puedo encargar que lleven mi mensaje y
hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tu mismo solicites y ayudes y que con
tu mediación se cumpla mi voluntad. Mucho te ruego, hijo mío el mas pequeño, y con
rigor te mando, que otra vez vayas mañana a ver al Obispo. Dale parte en mi nombre y
hazle saber por entero mi voluntad: que tiene que poner por obra el templo que le pido. Y
otra vez dile que yo en persona, la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, te
envía."
Respondió Juan Diego: "Señora y Niña mía, no te cause yo aflicción; de muy buena
gana iré a cumplir tu mandato; de ninguna manera dejaré de hacerlo ni tengo por penoso
el camino. Iré a hacer tu voluntad, pero acaso no seré oído con agrado; o si fuese
oído, quizás no me creerá. Mañana en la tarde cuando se ponga el sol vendré a dar
razón de tu mensaje, con lo que responda el prelado. ya me despido, Hija mía, la mas
pequeña, mi Niña y Señora. Descansa entretanto". Luego se fue él a descansar a su
casa.
Tercera Aparición:
Al día siguiente, domingo muy de madrugada, salió de su casa y se
vino derecho a Tlatilolco a instruirse de las cosas divinas y estar presente en la cuenta
para ver en seguida al prelado. casi a las diez, se aprestó, después de que se oyó Misa
y se hizo la cuenta y se dispersó el gentío. Al punto se fue Juan Diego al palacio del
señor Obispo. Apenas llegó, hizo todo empeño para verle: otra vez con mucha dificultad
le vio; se arrodilló a sus pies; se entristeció y lloró al exponerle el mandato de la
Señora del Cielo, que ojalá que creyera su mensaje y la voluntad de la Inmaculada de
erigirle su templo donde manifestó que lo quería. El señor Obispo, para cerciorarse le
preguntó muchas cosas, donde la vio y cómo era; y el refirió todo perfectamente al
señor Obispo. Más aunque explicó con precisión la figura de ella y cuanto había visto
y admirado, que en todo se descubría ser ella la siempre Virgen Santísima Madre del
Salvador Nuestro Señor Jesucristo; sin embargo, el (Obispo) no le dio crédito y dijo que
no solamente por su plática y solicitud se había de hacer lo que pedía; que, además,
era muy necesaria alguna señal para que se le pudiera creer que le enviaba la misma
Señora del cielo. Así que lo oyó dijo Juan Diego al Obispo: "Señor, mira cual ha
de ser la señal que pides; que luego iré a pedírsela a la Señora del Cielo que me
envió acá." Viendo el Obispo que ratificaba todo sin dudar ni retractar nada, le
despidió. Mandó inmediatamente unas gentes de su casa, en quienes podía confiar, que le
vinieran siguiendo y vigilando mucho a dónde iba y a quién veía y hablaba. Así se
hizo. Juan Diego se vino derecho y caminó la calzada; los que venían tras él, donde
pasa la barranca, cerca del puente del Tepeyacac, le perdieron; y aunque más buscaran por
todas partes, en ninguna le vieron. Así es que se regresaron, no solamente porque se
fastidiaron, sino también porque les estorbó su intento y les dio enojo. Eso fueron a
informar al señor Obispo, inclinándose a que no le creyera: le dijeron que nomás le
engañaba; que nomás forjaba lo que venía a decir, o que únicamente soñaba lo que
decía y pedía; y en suma discurrieron que si otra vez volvía le habían de coger y
castigar con dureza, para que nunca más mintiera y engañara. Entre tanto, Juan Diego
estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta que traía del señor Obispo; la
que oída por la Señora le dijo: "Bien está hijito mío, volverás aquí mañana
para que lleves al Obispo la señal que te ha pedido; con esto te creerá y acerca de esto
ya no dudará ni de ti sospechará; y sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y
el trabajo y cansancio que por mí has emprendido; ea, vete ahora, que mañana aquí te
aguardo."
Cuarta Aparición:
"Al día siguiente, lunes, cuando tenía que
llevar Juan Diego alguna señal para ser creído, ya no volvió. Porque cuando llegó a su
casa, a un tío que tenía, llamado Juan Bernardino, le había dado enfermedad, y estaba
muy grave. Primero fue a llamar a un médico y le auxilió; pero ya no era tiempo, ya
estaba muy grave. Por la noche, le rogó su tío que de madrugada saliera y viniera a
Tlatilolco a llamar a un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, porque estaba muy
cierto de que era tiempo de morir y que ya no se levantaría ni sanaría. El martes, muy
de madrugada, se vino Juan Diego de su casa a Tlatilolco a llamar al sacerdote; y cuando
venía llegando al camino que sale junto a la ladera del cerrillo del Tepeyacac, hacia el
poniente por donde tenía costumbre de pasar, dijo: "Si me voy derecho, no sea que me
vaya a ver la Señora, y en todo caso me detenga, para que lleve la señal al prelado,
según me previno; que primero nuestra aflicción nos deje y primero llame yo de prisa al
sacerdote; el pobre de mi tío lo está ciertamente aguardando." Luego dio vuelta al
cerro; subió por entre él y pasó al otro lado, hacia el oriente, para llegar pronto a
México y que no le detuviera la Señora del Cielo. Pensó que por donde dió la vuelta no
podía verle la que está mirando bien a todas partes. La vio bajar de la cumbre del
cerrillo y que estuvo mirando hacia donde antes él la veía. Salió a su encuentro a un
lado del cerro y le dijo: "¿Que hay, hijo mío el más pequeño?, ¿a dónde
vas?". Se apenó él un poco, o tuvo verguenza, o se asustó. Se inclinó delante de
ella y la saludó, diciendo: "Niña mía, la mas pequeña de mis hijas. Señora,
ojalá estés contenta. ¿Como has amanecido?, ¿Estás bien de salud, Señora y Niña
mía? Voy a causarte aflicción: sabe, Niña mía, que está muy malo un pobre siervo
tuyo, mi tío: le ha dado la peste, y está para morir. Ahora voy presuroso a tu casa de
México a llamar a uno de los sacerdotes amados de Nuestro Señor, que vaya a confesarle y
disponerle; porque desde que nacimos vinimos a aguardar el trabajo de nuestra muerte. Pero
sí voy a hacerlo, volveré luego otra vez aquí, para ir a llevar tu mensaje. Señora y
Niña mía, perdóname, tenme por ahora paciencia; no te engaño. Hija mía la mas
pequeña, mañana vendré a toda prisa."
Después de oír la plática de Juan Diego, respondió la piadosísima Virgen: "Oye y
ten entendido hijo mío el mas pequeño, que es nada lo que te asusta y aflije; no se
turbe tu corazón; no temas esa enfermedad, ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No
estoy yo aquí?, ¿No soy tu Madre?, ¿No estás bajo mi sombra?, ¿No soy yo tu salud?,
¿No estás por ventura en mi regazo?, ¿Qué mas has menester?. No te apene ni te
inquiete otra cosa; no te aflija la enfermedad de tu tío, que no morirá ahora de ella;
está seguro de que sanó." (Y entonces sanó su tío, según después se supo).
Cuando Juan Diego oyó estas palabras de la Señora del Cielo consoló mucho; quedó
contento. Le rogó que cuanto antes se despachara a ver al señor Obispo, a llevarle
alguna señal y prueba, a fin de que creyera. La Señora del Cielo le ordenó luego que
subiera a la cumbre del cerrito, donde antes la veía. Le dijo: "Sube, hijo mío el
mas pequeño, a la cumbre del cerrito; allí donde me viste y te di órdenes, hallarás
que hay diferentes flores; córtalas, júntalas, recógelas; en seguida baja y tráelas a
mi presencia." Al punto subió Juan Diego al cerrillo. Y cuando llegó a la cumbre,
se asombró mucho de que hubieran brotado tantas varias exquisitas rosas de Castilla,
antes del tiempo en que se dan, porque a la sazón se encrudecía el hielo. Estaban muy
fragantes y llenas del rocío de la noche, que semejaba perlas preciosas. Luego empezó a
cortarlas; las juntó todas y las hecho en su regazo. La cumbre del cerrito no era lugar
en que se dieran ningunas flores, porque tenía muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y
mezquites; y si se solían dar hierbecillas, entonces era el mes de diciembre, en que todo
lo come y echa a perder el hielo. Bajó inmediatamente y trajo a la Señora del Cielo las
diferentes flores que fue a cortar; la que, así como las vio, las cogió con su mano y
otra vez se las echó en el regazo, diciéndole: "Hijo mío el mas pequeño, esta
diversidad de flores es la prueba y señal que llevarás al Obispo. Le dirás en mi nombre
que vea en ella mi voluntad y que él tiene que cumplirla. Tú eres mi embajador, muy
digno de confianza. Rigurosamente te ordeno que sólo delante del Obispo despliegues tu
manta y descubras lo que llevas. Contarás bien todo; dirás que te mandé subir a la
cumbre del cerrito, que fueras a cortar flores, y todo lo que viste y admiraste, para que
puedas inducir al prelado a que dé su ayuda, con objeto de que se haga y erija el templo
que he pedido." Después que la Señora del Cielo le dio su consejo, se puso en
camino por la calzada que viene derecho a México; ya contento y seguro de salir bien,
trayendo con mucho cuidado lo que portaba en su regazo, no fuera que algo se le soltara de
las manos, gozándose en la fragancia de las variadas hermosas flores.
EL MILAGRO DE LA IMAGEN:
Al llegar Juan Diego al palacio del
Obispo salieron a su encuentro el mayordomo y otros criados del prelado. Les rogó que le
dijeran que deseaba verle; pero ninguno de ellos quiso, haciendo como que no le oían, sea
porque era muy temprano, sea porque ya le conocían, que solo los molestaba, porque les
era inoportuno; además ya les habían informado sus compañeros que le perdieron de
vista, cuando habían ido en su seguimiento. Largo rato estuvo esperando
Juan Diego. Como vieron
que hacía mucho que estaba allí, de pie, cabizbajo, sin hacer nada,
decidieron llamarlo por si acaso; además, al parecer traía algo que portaba en su regazo,
por lo que se acercaron a él, para
ver lo que traía y satisfacerse. Viendo Juan Diego que no les podía ocultar lo que
traía, y que por eso le habían de molestar, empujar y aporrear, descubrió un poco que
eran flores; y al ver que todas eran diferentes, y que no era entonces el tiempo en que se
daban, se asombraron muchísimo de ello, lo mismo de que estuvieran muy frescas, y tan
abiertas, tan fragantes y tan preciosas. Quisieron coger y sacarle algunas; pero no
tuvieron suerte las tres veces que se atrevieron a tomarlas; porque cuando iban a cogerlas
ya no se veían verdaderas flores, sino que les parecían pintadas o labradas o cosidas en
la manta. Fueron luego a decirle al señor Obispo lo que habían visto y que pretendía
verle el indito que tantas veces había venido; el cual hacía mucho que por eso
aguardaba, queriendo verle. Cayó, al oírlo, el señor Obispo en la cuenta de que aquello
era la prueba, para que se certificara y cumpliera lo que solicitaba el indito. En seguida
mandó que entrara a verle. Luego que entró, se humilló delante de él, así como antes
lo hiciera, y contó de nuevo todo lo que había visto y admirado, y también su mensaje.
(Juan Diego) le dijo: "Señor, hice lo que me ordenaste, que fuera a decir a mi Ama,
la Señora del Cielo, Santa María preciosa Madre de Dios, que pedías una señal para
poder creerme que le has de hacer el templo donde ella te pide que lo erijas; y además le
dije que yo te había dado mi palabra de traerte alguna señal y prueba, que me
encargaste, de su voluntad. Condescendió a tu recado y acogió benignamente lo que pides,
alguna señal y prueba para que se cumpla su voluntad. Hoy muy temprano me mandó que otra
vez viniera a verte; le pedí la señal para que me creyeras, según me había dicho que
me la daría; y al punto lo cumplió; me despachó a la cumbre del cerrillo, donde antes
ya la viera, a que fuese a cortar varias flores. Después que fui a cortarlas las traje
abajo; las cogió con su mano y de nuevo las echó en mi regazo, para que te las trajera y
a ti en persona te las diera. Aunque yo sabía bien que la cumbre del cerrillo no es lugar
para que se den flores, porque solo hay muchos riscos, abrojos, espinas, nopales y
mezquites, no por eso dudé. Cuando fui llegando a la cumbre del cerrillo vi que estaba en
el paraíso, donde había juntas todas las varias y exquisitas rosas de castilla,
brillantes de rocío, que luego fui a cortar. Ella me dijo por qué te las había de
entregar; y así lo hago, para que en ellas veas la señal que me pides y cumplas su
voluntad; y también para que aparezca la verdad de mi palabra y de mi mensaje. Hélas
aquí: recíbelas." Desenvolvió luego su manta, pues tenía en su regazo las flores;
y así que se esparcieron por el suelo todas las diferentes flores, se dibujó en ella de
repente la preciosa imagen de la siempre Virgen Santa María, Madre de Dios, de la manera
que está y se guarda hoy en su templo del Tepeyacac, que se nombra Guadalupe. Luego que
la vio el señor Obispo, él y todos los que allí estaban, se arrodillaron; mucho la
admiraron; se levantaron a verla, se entristecieron y acongojaron, mostrando que la
contemplaron con el corazón y el pensamiento. El señor Obispo con lágrimas de tristeza
oró y le pidió perdón de no haber puesto en obra su voluntad y su mandato. Cuando se
puso de pie desató del cuello de Juan Diego, del que estaba atada, la manta en que se
dibujó y apareció la Señora del Cielo. Luego la llevó y fue a ponerla en su oratorio.
Un día mas permaneció Juan Diego en la casa del Obispo, que aún le detuvo. Al día
siguiente le dijo: "Ea, a mostrar dónde es voluntad de la Señora del Cielo que le
erijan su templo." Inmediatamente se invitó a todos para hacerlo.
EL MISTERIO DE LOS OJOS DE LA VIRGEN:
El 27 de marzo de 1956. En lo que constituye el
primer reporte emitido por un médico sobre los ojos de la imagen, él certifica la
presencia del triple reflejo (Efecto de Samson-Purkinje) característico de todo ojo
humano normal vivo y afirma que las imágenes resultantes se ubican exactamente donde
deberían estar según el citado efecto, y también que la distorsión de las imágenes
concuerda perfectamente con la curvatura de la córnea. Ese mismo año otro oftalmólogo,
el Dr. Rafael Torrija Lavoignet, examinó los ojos de la imagen ya con mas detenimiento y
con la utilización de un oftalmoscopio. El Dr. Lavoignet reporta la aparente figura
humana en las córneas de ambos ojos, con la ubicación y distorsión propias de un ojo
humano normal, notando además una inexplicable apariencia "viva" de los ojos al
ser examinados. Varias otras inspecciones de los ojos han sido realizadas por médicos
oftalmólogos luego de éstas iniciales. Con mayores o menores detalles todas concuerdan
en general con las dos primeras aquí expuestas. en 1979, por el Dr. José Aste Tonsmann,
un graduado de la Universidad de Cornell trabajando para IBM en procesamiento digital de
imágenes, al digitalizar éste a altas resoluciones una muy buena fotografía de la cara
de la Virgen tomada directamente de la tilma original. Luego de procesar las imágenes de
los ojos por diversos métodos para eliminar "ruidos" y destacar detalles el Dr.
Tonsmann realizó lo que serían increíbles descubrimientos: no solamente era claramente
visible en ambos ojos el "busto humano", sino también por lo menos otras cuatro
figuras humanas eran también visibles en ambos ojos.
El Dr. Aste Tonsmann publicará en
unos meses mas sus últimos estudios efectuados sobre los ojos en la tilma, con completos
detalles y fotografías. Quizás uno de los aspectos mas fascinantes de su trabajo es su
opinión de que Nuestra Señora no solo nos dejara su imagen impresa como prueba de su
aparición sino también ciertos mensajes que permanecieron escondidos en sus ojos para
ser revelados cuando la tecnología permitiese descubrirlos y en el tiempo en que fueran
mas necesarios.
APARICIÓN A JUAN BERNARDINO:
No bien señaló Juan Diego dónde había mandado la Señora del
Cielo que se levantara su templo, pidió licencia de irse. Quería ahora ir a su casa a
ver a su tío Juan Bernardino; el cual estaba muy grave cuando le dejó y vino a
Tlatilolco a llamar un sacerdote, que fuera a confesarle y disponerle, y le dijo la
Señora del Cielo que ya había sanado. Pero no le dejaron ir solo, sino que le
acompañaron a su casa. Al llegar vieron a su tío que estaba muy contento y que nada le
dolía. Se asombró mucho de que llegara acompañado y muy honrado su sobrino; a quien
preguntó la causa de que así lo hicieran y que le honraran mucho. Le respondió su
sobrino que, cuando partió a llamar al sacerdote que le confesara y dispusiera, se le
apareció en el Tepeyacac la Señora del Cielo; la que, diciéndole que no se afligiera
que ya su tío estaba bueno, con mucho se consoló, le despachó a México, a ver al
señor Obispo, para que le edificara una casa en el Tepeyacac. Manifestó su tío ser
cierto que entonces le sanó y que la vio del mismo modo en que se aparecía a su sobrino;
sabiendo por Ella que le había enviado a México a ver al Obispo. También entonces le
dijo la Señora de cuando él fuera a ver al Obispo, le revelara lo que vio y de que
manera milagrosa le había sanado; y que bien le nombraría, así como bien había de
nombrarse su bendita imagen, la siempre Virgen Santa María de Guadalupe.
Trajeron luego a
Juan Bernardino a presencia del señor obispo; a que viniera a informarle y atestiguar
delante de él. A ambos, a él y a su sobrino, los hospedó el Obispo en su casa algunos
días, hasta que se erigió el templo de la Reina en el Tepeyacac, donde la vio Juan
Diego. El señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la santa imagen de la amada Señora
del Cielo: la sacó del oratorio de su palacio donde estaba, para que toda la gente viera
y admirara su imagen.
SAN
JUAN DIEGO: "Juanito,
Juan Dieguito", le llamó la Virgen, "el mas pequeño de mis hijos...
hijito mío."
EL CULTO GUADALUPANO:
Su culto, localizado en un principio en el valle de México, más
tarde se extendió por todo el vasto territorio de la Nueva España y aún más allá, y
por todas partes dejó muy vivas manifestaciones de su presencia. De una devoción
circunscrita, en sus inicios, a los naturales, pasó a ser la de los mestizos y los
criollos, y pronto se universalizó. Todo ello testimoniado por las muchas reproducciones
de su imagen, por los templos y altares que se le levantaron, por las obras devotas,
teológicas, históricas y literarias que a Ella se dedicaron.
SIGNIFICADO
DEL GUADALUPANISMO:
La virgen de Guadalupe, con gran regocijo popular, fue reconocida
por el papado y la monarquía española como la patrona de Nueva España. El nuevo culto
proporcionó fundamento espiritual autónomo para la iglesia Mexicana, pues a partir de
entonces se afirmó la idea de que la cristiandad Americana surgió, gracias a la
intervención de la virgen de Guadalupe. Los criollos, los indígenas y las castas se
unieron en la veneración de la Guadalupana, que representaba a la patria criolla. Esta
veneración se convirtió en factor de unidad nacional. La imagen sería invocada y
expuesta como un remedio contra las sequías, las inundaciones y las epidemias y, mas
tarde, los insurgentes la adoptaron como estandarte político. De este modo surgió un
símbolo nacional, reconocido por la inmensa mayoría de habitantes de Nueva España,
símbolo que liberó a los criollos de su origen español, los desligó de España y les
permitió identificarse con la tierra donde vivían.
LAS
ESTRELLAS DEL MANTO:
En el manto de la Virgen de Guadalupe se encuentra representado con
mucha fidelidad, el cielo del solsticio de invierno de 1531 que tuvo lugar a las 10:40 del
martes 12 de diciembre, hora de la ciudad de México. Están representadas todas las
constelaciones, que se extienden en el cielo visible a la hora de la salida del sol, y en
el momento en que Juan Diego enseña su tilma (capa azteca) al obispo Zumárraga. En la
parte derecha del manto se encuentran las principales constelaciones del cielo del Norte.
En el lado izquierdo las del Sur, visibles en la madrugada del invierno desde el Tepeyac.
El Este se ubica arriba y el Oeste en la porción inferior. Como el manto está abierto,
hay otros agrupamientos estelares que no están señalados en la imagen, pero se
encuentran presentes en el cielo. Así la Corona Boreal, se ubica en la cabeza de la
Virgen, Virgo en su pecho, a la altura de las manos, Leo en su vientre, justo sobre el
signo del Nahui Ollin, con su principal astro denominado Régulo, el pequeño rey. Gemini,
los gemelos, se encuentran a la altura de las rodillas, y Orión, donde está el Ángel.
En resumen, en el manto de la Guadalupana se pueden identificar las principales estrellas
de las constelaciones de invierno. Todas ellas en su lugar, con muy pequeñas
modificaciones.
LA IMAGEN
DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTÉTICO:
Con respecto a un análisis de la pintura de la Virgen de Guadalupe,
puede decirse que se trata de un cuadro de belleza extraordinaria. De acuerdo con Alberti,
en una pintura debe observarse en términos generales el color, la línea y la
composición. Con respecto a esta última, se define como la unión armónica de las
partes para formar un todo, constituyendo unidad en la diversidad de los objetos. Una de
las formas más bellas de lograrla, es por medio de la llamada proporción dorada, áurea
o divina. Está formada por un cuadrado al que se le agrega un rectángulo, para formar un
espacio donde el lado menor corresponde al mayor en una relación de 1 a 1.6181...
denominada número áureo".
Partiendo de la costura central de la Tilma de Juan
Diego, la proporción dorada se identifica con evidente claridad en la imagen de la Virgen
de Guadalupe. Ella le confiere una especial belleza y además, al coincidir en su
desarrollo, con prácticamente todos los elementos de la figura, refuerza su integridad y
refuta de manera contundente, la extraña idea de que se le han hecho añadidos. Es
también un importante argumento, para demostrar el gran valor estético de la imagen, a
la que no se le puede añadir ni quitar de su lugar ningún elemento, sin deteriorar su
belleza. Hace también improbable, desde el punto de vista estadístico, que se encuentren
en la pintura tantas señales de diferentes disciplinas, y que hayan sido fruto de la
casualidad.
TEOLOGÍA DEL
ACONTECIMIENTO GUADALUPANO:
La palabra Teología da idea de experiencias y comunicaciones en
torno a Dios. El Acontecimiento Guadalupano es una compleja y rica irrupción de Dios en
nuestro mundo. María de Guadalupe se presenta como la Madre de Dios, con los nombres con
que es conocido por los mexicas, aztecas habitantes del Valle de México. Se da a conocer
como Madre de "In huel nelli Teotl" -Verdadero Dios que es Raíz de Todo-, de
"Ipalnemohuani" -Aquel por Quien Vivimos y Todo se Mueve-, de
"Teyocoyani" -Creador de las Personas-, de "Tloque Nahuaque" -Creador
del Cerca y del Junto-, de "Ilhuicahua in tlacticpaque" -Señor del Cielo y de
la Tierra. Es importantísimo descubrir la manifestación de Dios a través de todo el
Evento Guadalupano. Los colores, los números, los nombres, los símbolos, los
procedimientos, los resultados... Es decir, a la luz de la cultura y religión mexica.
El
Evento Guadalupano es un verdadero Evangelio. Esta palabra, proveniente del griego, quiere
decir "Buenas Noticias". Y en verdad el Acontecimiento encierra diferentes
Buenas Nuevas, y no solo una. La Virgen de Guadalupe -Tlecuauhtlapcopeuh- es "La que
Procede de la Región de la Luz como Aguila de Fuego-. Y el Fuego que la transforma en Sol
es el Niño-Sol que lleva en su seno. Es la Noticia portadora de Alegría. Es Buena
Noticia porque Guadalupe reivindica a Juan Diego en su dignidad de persona, de
protagonista responsable, capaz de llevar una encomienda a su culminación exitosa. Su
Buena Noticia es una palabra eficaz. Cura sin duda al tío Bernardino que ya agoniza a
causa de una enfermedad mortal. Juan Bernardino personifica al Pueblo Mexicano
conquistado, abatido, contagiado. Pero Guadalupe transforma al Tepeyacac en un jardín de
raras, exquisitas, frescas, aromáticas y significativas rosas. No era tiempo ni el lugar
apropiado para que las hubiera. Nuestra Señora transforma también el corazón de quien
se ubicaba en el Centro Religioso Fray Juan de Zumárraga, para aceptar las indicaciones
que vienen desde la periferia. Tlatelolco reconocería la fuerza de lo verdadero que
emerge del mundo de los conquistados. De todos ellos se hará Eco y Voz Santa María de
Guadalupe desde el TEPEYAC.
LA FIESTA
Para los mexicanos la fiesta de la Virgen de Guadalupe es la más
importante a nivel nacional. Un gran número de personas desde diferentes puntos del país
acuden en peregrinación hasta el santuario o Basílica de Guadalupe utilizando diferentes
medios de transporte, ya que estos van desde el ir en automóvil, autobús, bicicleta o
simplemente a pie, lo hacen con la finalidad de dar gracias por los favores recibidos,
para solicitarle ayuda o simplemente por tradición.
En la explanada de afuera del templo puedes ver danzas prehispánicos, de la época
colonial o bien un tanto modernos, si bien todos los asistentes coinciden en una cosa, el
gran amor que le profesan a la "morenita"; la noche previa al gran día la
virgencita recibe en su casa "mañanitas" de parte de un gran número de
personas, todas ellas dispuestas a manifestar ese gran amor que sienten por ella por medio
de cantos (ahí puedes ver a gran número de artistas y grupos de famosos cantándole a su
reina y madre del cielo).
El pasado 12 de Diciembre de 1998, la Basílica de Nuestra Señora de
Guadalupe recibió la visita de aproximadamente 6 millones de fieles.
Pío X en 1910, la declaró "Celestial Patrona de América Latina" y Pío XII
la llamó en 1945, Emperatriz de las Américas.
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