Páginas

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Nuestra Señora de Belém

Advocación, 25 de diciembre
Nuestra Señora de Belém
Nuestra Señora de Belém
Está bastante extendida esta advocación, en más de sesenta lugares de España, se representa en cuadros e imágenes, existen entre ellos pequeñas variantes en detalles. Salta a la vista que esta advocación se relaciona con el nacimiento de Jesús, aunque no es la única, pues, también lo están, por ejemplo, la Virgen de la Expectación, la Virgen de la Leche, etc...

En España está extendida esta advocación de manera especial por el Sur de la península, puede justificarse en el hecho que la tradición atribuye a Osorio, obispo de Córdoba, en la primera mitad del s.lV, quien trajo al regreso del Concilio de Nicea, una imagen mariana que recordaba el nacimiento de Jesús en Belén. Así se estableció en Córdoba esta devoción.

Más tarde en el s.XlV se encontró en la misma ciudad una pintura de Nuestra Señora de Belén, que llegaría a ocupar, pasados los años, el lugar de honor de la capilla del eremitario, como Patrona de las Ermitas de Córdoba.

Muchas de las imágenes de la "Virgen de Belén" se propagaron gracias a la influencia franciscana, pues, el Misterio de la Navidad se ha celebrado especialmente desde que los Franciscanos difundieron su culto .Muchas de ellas reciben culto en alguno de los conventos de alguna rama femenina de la Orden de S. Francisco, así lo podemos comprobar en nuestra diócesis, pues, hay una imagen de la Virgen de Belén en el convento de las MM. Concepcionistas de Clausura de Ponferrada.

En Espala la "Virgen de Belén" fue elegida desde el año 1688 como Patrona de la real Congregación de Arquitectura. Posteriormente hacia 1950 se escogió como Patrona del Ministerio de la Vivienda.

Al contemplar el misterio de Belén, vemos las grandes necesidades por las que pasó la Sagrada Familia aquella noche tan esperada y al mismo tiempo tan desapercibida para la mayoría de la gente, pero no por eso carente de unas grandes lecciones de humildad; podemos decir con unos versos de una canción popular brasileña:
"Enséñanos a ser pequeños y pobres,
a no tener ambiciones de nada,
a vivir para los demás,
a ser mensajeros de gozo y esperanza".

Aprendidas las silenciosas y elocuentes lecciones que brotan de la contemplación de Belén, tenemos que agradecer a María lo que nos dio aquella noche; seguimos con la citada canción:
"Gracias por habernos dado a Jesús en esta noche,
por habernos dado el pan que nos falta,
por tu silencio que recibe y medita
y hace brotar en nosotros la Palabra".

Alguien ha sugerido que la "Virgen de Belén" puede ser invocada como protectora de las campañas antiabortistas, que pretenden proteger y favorecer el nacimiento de tantas criaturas que vienen por el camino de la vida y que causas injustificables y denigrantes, tapaderas de conciencias egoistas y materialistas no les dejan arribar a puerto.
El calendario mariano celebra la fiesta de la "Virgen de Belén" el mismo día de la Natividad de Nuestro Señor.

Oración a la Virgen de Belén
Madre Santa de Belén,
hija de Dios Padre,
ayúdanos a ser buenos cristianos
creciendo como testigos fuertes de la fe.
Madre de Jesús
a quien tienes en tus brazos,
ayúdanos a llevarlo a todos los hermanos,
especialmente a los pobres, enfermos y sufrientes,
siendo heraldos de la esperanza.
Virgen de la Casa del Pan,
Esposa del Espíritu Santo,
consíguenos el don de la caridad
para ser constructores de la caridad
para ser constructores de la unidad
en la justicia, el trabajo y la paz.
Madre de Belén,
bendicie nuestras vidas,
llévanos al Cielo.
Amén.
 

Nuestra Señora de Belén

“¡Y Tú, Belén Efratá, no eres ciertamente la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que regirá al pueblo de Israel!” (Mt 2.1-6)


Nuestra Señora de Belén con el Niño Dios en su regazo, bella imagen que nos evoca la Navidad

En el primer año de nuestra era, César Augusto, emperador de Roma, ordenó un censo general con el objeto de determinar la cantidad de habitantes que poblaban sus dominios, y así recaudar los impuestos. Por disposición de Quirino, gobernador de Siria, todo individuo que poblaba Judea debía regresar a su lugar de origen para ser registrado. San José, de la Casa Real de David, moraba en Nazareth cuando tomó a su esposa María, próxima a dar a luz, y se encaminó hacia Belén, su aldea de nacimiento, a efectos de cumplir la ordenanza.
Camino a Belén
Según la profecía de Miqueas, el Mesías que liberaría a Israel iba a nacer en Belén por lo que hasta el mismísimo Augusto, sin saberlo, obedecía al Señor.
El buen José tomó un burro y con su esposa a lomos del animal, se encaminó a su ciudad natal emprendiendo un viaje de 100 kilómetros, a través de desiertos y montañas. Es casi seguro que pasó por Jerusalén y se detuvo ahí antes de cubrir los ocho kilómetros que la separaban de Belén.
En la ciudad de David
No sabemos que ocurrió cuando la Sagrada Familia llegó a Belén. Obviamente había allí parientes de José, pero lo que nos dice el Evangelio es que no había sitio para alojarles y por ello se acomodaron en un pesebre ubicado en las periferias del poblado. Y allí, con la sola compañía de los animales, los sorprendió la noche.
La Madre del Redentor
En las serranías próximas se hallaban pastores velando sus rebaños cuando un ángel del Señor se le apareció para anunciarles la buena nueva. Supieron entonces que en aquel pesebre había nacido el Salvador y hacia allí se dirigieron para ver a San José, María Santísima y al Divino Niño frente al cual se hincaron en señal de adoración.
Santa María de Belén
El cuadro que aquellos humildes siervos de Dios vieron en el pesebre fue el más enternecedor y maravilloso que imaginarse pueda. El Mesías, concebido en el seno de su Madre Inmaculada por el poder Divino del Espíritu Santo, se hallaba allí, ante ellos, prueba manifiesta de que las profecías se habían cumplido. María Santísima, que acababa de dar a luz sin perder su virginidad, sostenía a su Hijo en brazos con un amor infinito, que encendía los corazones y llenaba de regocijo las almas. El buen San José, el hombre al cual Dios le confió a su Hijo, a su lado, agradecía aquel regalo del Cielo. El mundo estaba a salvo porque quien venía a redimir a los hombres y derrotar al pecado, se hallaba a resguardo en los brazos de su progenitora, cubierto por su manto, junto a su pecho. Era Dios hecho Hombre, el Rey de Reyes, sentado en el trono mas venerable: el regazo de su Santa Madre.
Reina de los Cielos
“Gloria a Dios en el Cielo y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad”, cantaron los ángeles al anunciarles (a los pastores) el nacimiento del Señor. Poco después llegaron de Oriente tres hombres sabios que se postraron ante el recién nacido y le hicieron obsequios. Y al octavo día, San José, como padre, le impuso el nombre de Jesús en la circuncisión, cuando por primera vez se derramó la Preciosísima Sangre que costó nuestra redención.
La más antigua advocación
Nuestra Señora de Belén es una de las más antiguas advocaciones. Su devoción se esparció por todo el mundo, especialmente España y América, debido a que los Franciscanos difundieron su culto. Su figura; su imagen acogedora, es la que lleva a la cristiandad a la reflexión y su divina maternidad, presente en el pensamiento cristiano desde los primeros siglos, es prueba concreta del triunfo de su Divino Hijo sobre el infierno y el pecado.
En la Argentina
En nuestro país, la Virgen de Belén se arraigó preferentemente en la ciudad catamarqueña del mismo nombre en cuyo cerro fue erigida una magnífica imagen que domina el valle. En la provincia de Córdoba es patrona de las ermitas y en Jujuy, la protectora de Susques, pintoresca localidad de la Puna, próxima a la Sierra del Cobre. Su fiesta se conmemora los 4 de enero de cada año, fecha en la que las ciudades de Belén y Catamarca llevan a cabo festejos y procesiones.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario