|
Hugolino Magalotti, Beato |
Ermitaño de la Tercera Orden
Hugolino Magalotti nació en Camerino, en
las Marcas, de noble y antigua familia. Pronto quedó huérfano
de madre y no mucho después también de padre.
Todavía joven
se mostró inclinado a la piedad y a la lectura
de los libros santos. Habiéndose integrado a la Orden Franciscana
Seglar, distribuyó entre los pobres todas sus pertenencias y se
retiró a la vida eremítica. Su vida fue probada por
violentas tentaciones y apariciones monstruosas y su nombre se hizo
famoso por los prodigios, de modo que muchas veces tuvo
que cambiar de eremitorio para esconderse del continuo ir y
venir de los curiosos.
De tanto en tanto solía ir al
vecino monasterio de Riosacro para recibir los sacramentos. Su lecho
habitual era una tabla desnuda, sobre la cual tomaba el
descanso.
El primer eremitorio de Hugolino fue en las faldas del
Monte Ragnolo, no lejos de las fuentes del río Tenna.
Lo debió abandonar porque gente de toda condición, especialmente enfermos
del alma y del cuerpo iban a él para escuchar
su palabra inspirada, para encomendarse a sus oraciones, para pedir
ayuda en sus necesidades. Los prodigios hicieron célebre y venerado
su nombre desde los primeros años de su vida eremítica.
Pedro de Brunfort, tullido desde su infancia, con mucho trabajo
logró llegarse a sus pies, él lo bendijo y lo
curó inmediatamente. Una pobre mujer, asaltada por dolores agudos y
por convulsiones, estaba en peligro de muerte. Fue llevada a
donde el ermitaño, quien oró y la paciente se vio
libre de todo sufrimiento.
Hugolino decidió cambiar de vivienda para evitar
también allí nuevas peregrinaciones. Pasó la cima del monte Ragnolo,
bajó hacia la parte opuesta y se estableció en una
localidad rodeada de rocas y de añosas hayas en las
cercanías de Fiegni. En su nuevo retiro Hugolino intensificó la
vida de penitencia y de íntima unión con Dios. También
allí sufrió nuevos asaltos de parte del demonio, que una
noche intentó sacarlo fuera de su eremitorio. Nuevas peregrinaciones de
devotos acudían a él para obtener alivio en sus necesidades
espirituales y materiales. Son célebres dos prodigios realizados por él
en el nuevo eremitorio. Con la oración hizo brotar del
monte una fuente de agua limpia que todavía hoy es
utilizada por sus devotos.
Consumido por las abstinencias y por la
penitencias, bajo el peso de los años, Hugolino sintió que
estaba por llegar su última hora. Se preparó a la
venida de la hermana muerte recibiendo devotamente los santos sacramentos.
Amorosamente asistido por algunos devotos y un sacerdote del vecino
monasterio de Riosacro, acostado sobre la desnuda tabla que por
tantos años le había servido de lecho, entregó su alma
a Dios. Era el 11 de diciembre de 1373. La
constante veneración tributada a sus reliquias y los milagros que
hicieron glorioso su sepulcro, movieron al papa Pío IX a
aprobar su culto el 4 de diciembre de 1856.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario