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Vidal y Agrícola, Santos |
Protomártires Boloñeses
Martirologio Romano: En Bolonia, de la Emilia, santos Vidal
y Agrícola, mártires, que, según nos refiere san Ambrosio, el
primero de ellos fue antes siervo del segundo y luego
compañero y colega en el martirio. Vidal padeció tantos tormentos
que no le quedó parte de su cuerpo sin heridas
y Agrícola, a su vez, sin asustarse por el suplicio
de su antiguo criado, le imitó en el mismo martirio,
siendo crucificado (304).
Etimología: Vidal = aquel que está lleno de
vida, viene del latín.
Agrícola = aquel que viene del campo,
viene del latín.
Los Santos Mártires Vidal y
Agrícola, en Bolonia. El primero siendo esclavo del segundo, llegó
después a ser compañero suyo en el martirio: atormentáronle los
perseguidores con tal crueldad, que en todo su cuerpo no
se encontraba parte sana; lo cual sufrió con la mayor
constancia, y puesto en oración entregó su alma a Dios.
A Agrícola le dieron muerte enclavado en una
cruz con muchísimos clavos. San Ambrosio, que se halló presente
a la traslación de estos Santos, refiere que recogió los
clavos, la sangre vencedora y la cruz, y lo colocó
todo debajo del sagrado altar. El citado San Ambrosio nos
informa de que Agrícola era un caballero de Bolonia, y
que Vidal, su esclavo, aprendió del él la religión cristiana,
y recibió primero la corona, porque para Cristo no hay
diferencias en la condición de siervo ni de señor. Ambos
fueron presos probablemente el año 304. El castigo de Agrícola
fue dilatado por una cruel compasión por ver si la
vista de los tormentos del siervo le hacía mudar de
resolución; pero lejos de ello quedó más animado con el
ejemplo.
Entonces toda la compasión del pueblo y
de los jueces se convirtió en furor, y el cuerpo
del Mártir enclavado en una cruz fue tan herido y
penetrado de innumerables clavos, que el número de sus heridas
excedió en mucho al de sus miembros. Los Cuerpos de
los Mártires fueron colocados en lugar de la sepultura de
los judíos. Huyendo San Ambrosio de las manos del tirano
Eugenio, entró en Bolonia el año 393, y allí descubrió
estas reliquias. Juliana, devota viuda de Florencia, le convidó a
dedicar una Iglesia que había fundado en aquella ciudad, y
le pidió este tesoro: el que no tuvo arbitrio de
negarle una parte de ellas, y cuyo valor ponderó mucho
él mismo a las tres hijas de Juliana, mandándolas que
le recibiesen con respeto, como presente de salvación.
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