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lunes, 5 de noviembre de 2012

Sobre la elección de los invitados


Lucas 14, 12-14. Tiempo Ordinario. Hay más felicidad en dar que en recibir, y el que menos cosas desea es el más feliz.
 
Sobre la elección de los invitados
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 12-14


En aquel tiempo, decía Jesús a uno de los principales fariseos que le había invitado: Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos.

Oración introductoria

Padre, que comprenda que sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama.

Petición

Jesús te pido que encuentre la felicidad en dar más que en recibir, y que entre menos cosas desee, soy más rico.


Meditación del Papa

Al final de la parábola, Jesús sugiere al jefe de los fariseos que no invite a su mesa a sus amigos, parientes o vecinos ricos, sino a las personas más pobres y marginadas, que no tienen modo de devolverle el favor, para que el don sea gratuito. De hecho, la verdadera recompensa la dará al final Dios, "quien gobierna el mundo... Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podamos y mientras él nos dé fuerzas" [...] San Luis IX, rey de Francia puso en práctica lo que está escrito en el Libro del Sirácida: "Cuanto más grande seas, tanto más humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor". Así escribió en el Testamento espiritual a su hijo: "Si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas". Benedicto XVI, 29 de agosto de 2010.


Reflexión


¿Te imaginas invitando a cenar a cien personas desconocidas? Si alguien hiciese eso hoy en día, lo mínimo que le pasaría es que saldría en el telediario del día siguiente. Lo "propio" es invitar a los amigos íntimos para pasárselo bien. ¿acaso está mal esto? No, ¡cómo va a estar mal convivir con los amigos!

No es esta la idea que nos quiere transmitir Jesucristo con el Evangelio de hoy. Aunque sea difícil verlo, Cristo nos está invitando en este pasaje a vivir la vida con una "elegancia superior", con la mirada puesta en el cielo. Porque quien invita a uno esperando recibir otra invitación sólo piensa en sí mismo, no tiene un horizonte que no vaya más allá de sus propios intereses. ¿Cómo se puede ser dichoso sin esperar una compensación material por lo que hacemos?

Una vez oí hablar de un hombre que era inmensamente rico. Tenía todo lo que un hombre puede materialmente necesitar. Un día en un viaje en avión se sentó junto a él un sacerdote muy santo y sencillo con el que se puso a conversar. Al ver la santidad de este sacerdote y que las historias de sus riquezas no le impresionaban, sintió la necesidad de abrirle su corazón. ¿Saben qué es lo que le dijo al sacerdote? Que el momento más feliz de su vida había sido cuando había hecho un acto de fe sencillo, de ponerse en manos de Dios con lo que era, y no con lo que tenía. Este hombre confesaba que daría todo lo que tenía por volver a experimentar esa felicidad.

¿No será cierto que hay más felicidad en dar que en recibir, y que el que menos cosas desea es el más rico?


Propósito

Ayudar a una persona sin esperar que me lo regrese. Dar sin esperar nada a cambio.

Diálogo con Cristo

Humildad y generosidad para servir, confiar más en tu Providencia y crecer en el amor a los demás, son los ingredientes que cambiarían el sentido de mi vida. Me cuesta desprenderme de mi tiempo, de mis haberes y talentos, como si algo fuera mérito mío. Por ello pido la intercesión de tu Madre, María, para que sepa imitarle en su servicio delicado y lleno de amor.


lunes 05 Noviembre 2012
Lunes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario




Leer el comentario del Evangelio por
San Gregorio Nacianceno : Invita a los pobres

Lecturas

Pablo a los Filipenses 2,1-4.


Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión,
les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento.
No hagan nada por espíritu de discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás.


Salmo 131(130),1.2.3.


Canto de peregrinación. De David.
Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor,
ni mis ojos se han vuelto altaneros.
No he pretendido grandes cosas
ni he tenido aspiraciones desmedidas.

No, yo aplaco y modero mis deseos:
como un niño tranquilo en brazos de su madre,
así está mi alma dentro de mí.
Espere Israel en el Señor,
desde ahora y para siempre.



Lucas 14,12-14.


Después dijo al que lo había invitado: "Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos.
¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

San Gregorio Nacianceno (330-390), obispo y doctor de la Iglesia
Sermón sobre el amor a los pobres; PG 35, 858

Invita a los pobres

Dios, emocionado por el gran desamparo del hombre, le dio la Ley y
los profetas, después de haberle dado la ley no escrita de la naturaleza
(cf Rm 1,26); finalmente, él mismo se entregó para la vida del mundo. Nos
entregó a los apóstoles, evangelistas, doctores, pastores, curaciones,
prodigios. Nos devolvió a la vida, destruyó a la muerte, triunfó sobre el
que nos había vencido, nos dio la Alianza prefigurativa, la Alianza de
verdad, los carismas del Espíritu Santo, el misterio de la salvación
nueva... Dios nos colma de bienes espirituales, si queremos
recibirlos: no vaciles en ayudar a los que lo necesitan. Da sobre todo al
que te pide, y hasta antes de que te pida, dando incansablemente limosna de
la doctrina espiritual... A falta de estos dones, proponle por lo menos
servicios más modestos: dale de comer, ofrécele viejos vestidos, abastécele
de medicinas, venda sus heridas, pregúntale por sus dificultades, enséñale
la paciencia. Acércate sin temor. Ningún peligro te hará daño ni te
contagiarás de sus enfermedades... Apóyate en la fe; que la caridad triunfe
ante tus reticencias... No engañes a tus hermanos, no permanezcas sordo a
sus llamadas, no los evites. Sois miembros de un mismo cuerpo (1Co 12,12s),
aunque esté quebrantado por la maldad; igual que a Dios, "a ti se
encomienda el pobre" (Sal. 9,35 Vulg).


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