Diciembre 28
Etimológicamente significa
“la que me pertenece”. Viene de la lengua vasca.
Dice Pedro:
“No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto. Al
contrario, bendecid, pues habéis sido llamados a heredar una bendición”.
Nerea
fue una monja del siglo XIII.
Puede llamársele la hermana de
santa Catalina, nacida, sin embargo, un siglo después.
Nerea o
Nera pertenecía a una familia importante en la ciudad, ña
de los Tolomeos.
Nació en el 1300 y también nació su
hermano san Bernardo, fundador de la Orden del Monte de
los Olivos.
Fue una mística de altos vuelos.
Tenía cuanto se podía
soñar en este mundo, desde placeres hasta el poder
que tanto fascina a la gente.
En el silencio de su
alma hizo voto de virginidad perpetua.
Los padres, como era natural,
querían casarla a toda costa. Ella se fabricó una especie
de celda en el palacio en donde residía con
vistas a iglesia.
Hablaba con el amigo Jesús y la guardiana
pensaba – con toda razón – que era muy distinta
a las demás.
Tenía visiones celestiales y sobrenaturales, un don
que Dios concede a almas especiales.
Ella aguantaba en su prisión
personal toda clase de sufrimientos que no nada en comparación
con los bienes dela eternidad, su gran aspiración.
Una vez fueron
lo padres a verla. Coincidió que estaba en éxtasis y
hablando con Jesús.
Tenía la frente iluminada de gran luz
y fulgor.
Y desde entonces, la dejaron libre para
hacerse mona terciaria dominica.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
“Quien
discute con un ebrio, lucha con un ausente” (Siro).
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