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jueves, 22 de noviembre de 2012

María Madre de Jesús

María fue elegida desde el principio para ser la Madre de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios; porque es madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre, es Dios mismo (Cf. CEC 509), es aclamada como “la madre de mi Señor” (Lc 1,43). La Iglesia confesa que María es verdaderamente Madre de Dios; los cristianos expresamos esta verdad cuando oramos: “Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros”.











CONSAGRACION DIARIA A MARIA
Oh, señora y Madre mía,
con filial cariño vengo
a ofrecerte en este día
cuanto soy y cuanto tengo:
Mis ojos para mirarte,
mi voz para bendecirte,
mi vida para servirte,
mi corazón para amarte.
Acepta, Madre, este don
que te ofrenda mi cariño
y guárdame como a un niño
cerca de tu corazón.
Dios te salve, María....

ANGELUS
V. El Ángel del Señor anunció a María, R. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Avemaría.

V. He aquí la esclava del Señor. R. Hágase en mi según tu palabra.
Avemaría.

V. Y el Verbo se hizo carne. R. Y habitó entre nosotros.
Avemaría.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.
R. Amén.



Gracias por ser Santa María.
Gracias por haberte abierto a la gracia,
y a la escucha de la Palabra, desde siempre.
Gracias por haber acogido en tu seno purísimo
a quien es la Vida y el Amor.
Gracias por haber mantenido tu “Hágase”
a través de todos los acontecimientos de tu vida.
Gracias por tus ejemplos dignos de ser acogidos y vividos.
Gracias por tu sencillez, por tu docilidad, por esa magnífica sobriedad,
por tu capacidad de escucha, por tu reverencia,
por tu fidelidad, por tu magnanimidad,
y por todas aquellas virtudes que rivalizan en belleza entre sí
y que Dios nos permite atisbar en Ti.
Gracias por tu mirada maternal, por tus intercesiones, tu ternura,
tus auxilios y orientaciones.
Gracias por tantas bondades.
En fin, gracias por ser Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra.
Amén
 

La Presentación de la
S
antísima Virgen María
e
n el Templo

21 de noviembre

Honramos hoy la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición. 
Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago».  Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y  sobre los deberes para con Dios. 
Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.
Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia

Oración: 
Oh Dios, que quisiste que en este día
 fuese presentada en el templo la Santísima
Virgen María, morada del Espíritu Santo:
suplicámoste por su intercesión nos concedas
merecer ser presentados en el templo de
tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo. 
Amén.
BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza,
a ti celestial princesa,
Virgen sagrada María,
Yo te ofrezco en este día:
Alma, vida y corazón.
Mirame con compasión
no me dejes Madre mía,
morir sin tu bendición
sería mi perdición.

Hoy todo el pueblo te canta,
mi niña, mi niña linda,
también yo quiero cantarte
un lindo cante de amor.
Hoy todo mi ser lo pongo a tus pies
por ti llegare a Jesús contemplar,
oh Virgen gaucha te vengo a pedir
que vos nunca me dejes.
ORACIÓN II
Te entrego, Virgen Niña, mi corazón para que lo presentes a Jesús. Por el amor y complacencia con que te aceptó, cuando a la temprana edad de tres años te consagraste a El, suplícale acepte el mío e imprima en él las virtudes que le faltan, para que, a imitación del tuyo, le sea agradable. Enséñame o despreciar las honras vanas del mundo; haz que siempre sea mi único anhelo crecer en el amor de Dios, cumpliendo siempre su divina Voluntad. Te presento también los corazones de los que no te conocen y no pueden amarte. Oh Virgen Niña, atráelos con tus inspiraciones para que, amándote todos como hijos, vayamos a cantar las glorias y magnificencias de tu hijo Jesús, nuestro Señor en el Cielo. Amén

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