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martes, 6 de noviembre de 2012

Los invitados que se excusan


Lucas 14, 15-24. Tiempo Ordinario. A veces parece que Cristo necesita mendigar para que los hombres acepten el amor que les ofrece.
 
Los invitados que se excusan
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 15-24


Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios!» Él le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: "Venid, que ya está todo preparado." Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses." Y otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses." Otro dijo: "Me he casado, y por eso no puedo ir." «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: "Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos." Dijo el siervo: "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio." Dijo el señor al siervo: "Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa." Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena».

Oración introductoria

Señor, creo en Ti, espero y te amo. No soy digno de acercarme a Ti porque te he fallado, pero confío en tu misericordia. Quiero responder con prontitud a tu invitación, participando con toda mi mente y mi corazón en el banquete de la oración.

Petición

Jesús, que en mi vida seas Tú lo primero y lo más importante.

Meditación del Papa

En el deseo de Jesús podemos reconocer el deseo de Dios mismo, su amor por los hombres, por su creación, un amor que espera. El amor que aguarda el momento de la unión, el amor que quiere atraer hacia sí a todos los hombres, cumpliendo también así lo que la misma creación espera; en efecto, ella aguarda la manifestación de los hijos de Dios. Jesús nos desea, nos espera. Y nosotros, ¿tenemos verdaderamente deseo de él? ¿No sentimos en nuestro interior el impulso de ir a su encuentro? ¿Anhelamos su cercanía, ese ser uno con él, que se nos regala en la Eucaristía? ¿O somos, más bien, indiferentes, distraídos, ocupados totalmente en otras cosas?
Por las parábolas de Jesús sobre los banquetes, sabemos que él conoce la realidad de que hay puestos que quedan vacíos, la respuesta negativa, el desinterés por él y su cercanía. Los puestos vacíos en el banquete nupcial del Señor, con o sin excusas, son para nosotros, ya desde hace tiempo, no una parábola sino una realidad actual. Benedicto XVI, 21 de abril de 2011.

Reflexión

La gratitud es una flor exótica que cada día resulta más difícil encontrar. Quizás esta florecilla no abundó nunca en la historia de la humanidad.

Hoy Jesucristo nos presenta la parábola de los invitados que rechazan acudir a la boda. ¿Por qué estas personas rechazan la invitación? Era una gran cena; el que la organizaba seguro que no habrá escatimado nada en su preparación.

Seguramente habría platos exquisitos, y además, siendo un señor de importancia, habría invitado a personas distinguidas de la sociedad de entonces. ¿porqué se rechaza la invitación? Yo no tengo la respuesta, pero tengo otra pregunta.

Cristo se encarnó. Dios hecho hombre por nosotros. Nos suena “de toda la vida” esta frase, sobre todo repetida en los días de Navidad que se están acercando, pero de tanto repetirla, quizás no caemos en la cuenta de que ahí cometimos la mayor ingratitud que se ha cometido en la historia de la humanidad: "los suyos no le recibieron". Porque si la gratitud es el reconocimiento por un don que se recibe, para un cristiano la gratitud nace de la fe en Cristo. Y a veces parece que Cristo necesita mendigar para que los hombres acepten el amor que les ofrece, cuando somos nosotros los que deberíamos esforzarnos por mostrarle nuestro amor.

Está en nuestras manos hacer del mundo un inmenso jardín en el que la gratitud no sea una flor exótica, sino que sea la flor de cada hogar, de cada familia, de cada sociedad.

Propósito

Como muestra de agradecimiento por el don de la Eucaristía, llegar siempre puntual y correctamente vestido a la celebración de la Eucaristía.

Diálogo con Cristo

Señor, ¿quién soy yo para que Tú, Dios omnipotente y dueño del universo, me busque y me invite a participar en la oración, en la Eucaristía? Respetas mi libertad cuando me hago sordo e indiferente. Me acoges cuando me acerco, porque nunca me dejas solo en la lucha por mi santificación. Gracias, Señor, por tanto amor y por estar siempre a mi lado. Contigo lo tengo todo y por Ti quiero darlo todo. 
 
 
 martes 06 Noviembre 2012
Martes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario

San Leonardo Noblac


Leer el comentario del Evangelio por
La Didajé : Reunidos de los cuatro vientos al banquete de Dios

Lecturas

Pablo a los Filipenses 2,5-11.


Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente:
al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano,
se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor".


Salmo 22(21),26b-27.28-30a.31-32.


Por eso te alabaré en la gran asamblea
y cumpliré mis votos delante de los fieles:
los pobres comerán hasta saciarse
y los que buscan al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones vivan para siempre!

Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia.

Porque sólo el Señor es rey
y él gobierna a las naciones.
Todos los que duermen en el sepulcro
se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra
doblarán la rodilla ante él,
y los que no tienen vida

glorificarán su poder.
Hablarán del Señor a la generación futura,
anunciarán su justicia a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor.



Lucas 14,15-24.


Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: "¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!".
Jesús le respondió: "Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente.
A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: 'Vengan, todo está preparado'.
Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: 'Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes'.
El segundo dijo: 'He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes'.
Y un tercero respondió: 'Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir'.
A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: 'Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos'.
Volvió el sirviente y dijo: 'Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar'.
El señor le respondió: 'Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa.
Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena'".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

La Didajé (entre 60-120), catequesis judeo-cristiana
§ 9, 10, 14

Reunidos de los cuatro vientos al banquete de Dios

Sobre la Eucaristía, dad gracias así:

Primero por el cáliz:

Te damos gracias, oh Padre nuestro,
por la santa viña de David, tu siervo
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!

Después sobre el pan partido:

Te damos gracias, oh Padre nuestro,
por la vida y el conocimiento
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!
¡De la misma manera que este pan que partimos,
anteriormente diseminado por las colinas,
ha sido recogido para no hacer más que uno solo,
que así también tu Iglesia sea reunida
de los extremos de la tierra en tu Reino!
Porque tuyos son la gloria y el poder por los siglos

Después de haberos saciado, dad gracias así:

Te damos gracias, oh Padre santo,
por tu santo nombre
que has hecho habitar en nuestros corazones,
por el conocimiento, la fe y la inmortalidad
que nos has revelado por Jesús, tu Hijo.
¡Gloria a ti por los siglos!

Es a ti, Señor todopoderoso, que has creado el universo,
a la alabanza de tu nombre;
has dado gozosamente
alimento y bebida a los hijos de los hombres,
pero a nosotros, nos has hecho la gracia
de un alimento celestial
y de una bebida para la vida eterna,
por Jesús, tu Hijo.

Por encima de todo, te damos gracias
por lo poderoso que eres.
¡Gloria a ti por los siglos!
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia,
para librarla del mal,
para hacerla perfecta en tu amor.
Reúne de los cuatro vientos, esta Iglesia santificada,
en tu Reino, que tú mismo le has preparado.
Porque tuyos son el poder y la gloria por los siglos de los siglos.

“Ven Señor” (Ap 22,20) y que pase este mundo.
¡Hosanna a la casa de David!
El que sea santo que se acerque.
El que no lo es, que haga penitencia.
“¡Marana tha!” (1C 16,22). Amén.


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