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Delfina, Beata |
Patrona de las Novias
Martirologio Romano: En Apt, de la
Provenza, beata Delfina, esposa de san Elzear de Sabran, con
el cual prometió guardar la castidad, y después de su
muerte permaneció en la pobreza y en la oración. (†
1358/1360)
Etimológicamente: Delfina = Aquella que mata serpientes. Viene de la
lengua griega
Fecha de beatificación: 24 de julio de 1694 por
el Papa Inocencio XII
Delfina de Signe, nació hacia 1284 en Puy•Michel en los
montes del Luberón, Francia, de la noble familia Glandèves. Una
encantadora figura de mujer, que pasa por el mundo llevando
a todas partes la luz de su gracia, el perfume
de la virtud, el calor de su afecto. No era
una santidad ruidosa, que haya marcado la historia de su
tiempo, sino una santidad delicadamente femenina que se difundió a
su alrededor como linfa silenciosa y generosa para alimentar en
el bien a cuantos estuvieron a su alrededor a lo
largo de su vida.
Desde niña su presencia fue luz y
consuelo para su familia. A los 12 años ya estaba
prometida a un joven no inferior a ella por su
gentileza, nobleza de sangre y belleza de alma. Elzeario, el
novio, era hijo del Señor de Sabran y conde de
Ariano en el reino de Nápoles. Desde el nacimiento su
madre lo había ofrecido en espíritu a Dios y más
tarde un austero tío lo había educado en un monasterio.
Las bodas tuvieron lugar cuatro años más tarde. Fue un
matrimonio “blanco”, porque los dos jóvenes esposos escogieron la castidad,
un medio de perfección espiritual más alto y arduo. En
el castillo de Ansouis, los dos nobles cónyuges vivieron no
como castellanos sino como penitentes; no como señores feudales sino
como ascetas dignos de los tiempos heroicos de la primitiva
Iglesia.
Pasados al castillo de Puy•Michel, entraron a la Tercera Orden
Franciscana. Su vida interior se enriqueció con una nueva dimensión,
la de la caridad, mediante la cual ellos, ricos por
su condición, se hicieron humildes y pobres para socorrer a
los pobres. Delfina y su esposo a más de las
penitencias, oraciones y mortificaciones, se dedicaron a todas las obras
de misericordia, destacándose en todas.
Cuando Elzeario fue enviado a su
ducado de Ariano como embajador en el reino de Nápoles,
la actividad benéfica de los dos esposos continuó en un
ambiente todavía más difícil. En medio de tumultos y rebeliones,
los dos Santos fueron embajadores de concordia, de caridad, de
oración. Continuaron sus buenas obras multiplicando sus propios esfuerzos y
sacrificios hasta conquistarse la admiración del pueblo.
Elzeario murió poco después
en París. Delfina en cambio le sobrevivió largo tiempo y
honró la memoria de su esposo del mejor modo posible
continuando las buenas obras e imitando sus virtudes. Tuvo la
alegría de ver a su esposo colocado por la Iglesia
en el número de los Santos. Ella, a los 74
años pudo reclinar su cabeza serena y feliz para el
eterno descanso.
Murió en Calfières, el 26 de noviembre de 1358.
¡Felicidades
a quien lleve este nombre!
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