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Cayetana Sterni, Beata |
Fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Divina Voluntad
Martirologio
Romano: En Passano, cerca de Vicenza, en Italia, beata Cayetana
Sterni, religiosa, que, habiendo enviudado siendo aún joven, se entregó
al servicio de los pobres, fundando la Congregación de las
Hermanas de la Divina Voluntad, para atender a los menesterosos
y enfermos (1889).
Cayetana Sterni vivió
toda su vida en Bassano del Grappa, antigua y alegre
cindad de la provincia de Vincenza (Italia). Alli llegó con
su familia, a los 8 años, desde la cercana Cassola,
donde nació, el 26 de junio de 1827. Su padre,
Giovanni Battista Sterni, administraba las propiedades de campo de la
familia Mora, nobles venecianos, en “Ca’Mora de Cassola”, donde vivió
holgadamente con su esposa Giovanna Chiuppani y sus 6 hijos.
En 1835 se trasladó con su familia a Bassano. Al
poco tiempo, algunas vicisitudes cambiaron las condiciones de vida de
la familia Sterni. A los 18 años murió su hermana
mayor, Margarita y después de una penosa enfermedad, murió su
padre; mientras su hermano Francisco, en busca de una carrera
artistica se alejó de la familia, que por entonces, estaba
pasando una critica situación económica. Estos hechos marcaron la vida
de Cayetana, que crecía rapídamente, condividiendo con su madre los
problemas de cada día.
Es inteligente, se muestra sensible y madura,
llena de entusiasmo, “deseosa de amar y de ser amada”.Su
educación en la fé es sólida y apoyada por el
testimonio de vida y enseñanzas de su madre, de la
oración y frecuencia de los sacramentos. En su ambiente familiar
adquirió estima y aprecio por su viva personalidad, llena de
buen sentido y por su delicada feminilidad. Estas sus cualidades
humanas atrajeron la atención de un joven emprendedor, viudo y
con 3 hijos que quiso hacerla su esposa.Valorando conscientemente sus
sentimientos, la responsabilidad del matrimonio y haciendo caso omiso de
su tutor, Cayetana, a los 16 años, aceptó ser la
esposa de Liberale Conte. La joven esposa llena el nuevo
hogar, de vitalidad, serenidad y alegría. Cuando Cayetana sabe que
espera un hijo, la felicidad de los esposos es completa.
Un
día estando en oración tuvo el presentimiento del inminente fallecimento
de su esposo. Su espíritu se sintió turbado y angustiado
porque veía desaparecer la persona màs querida de su vida.
Al mismo tiempo, siente en lo más íntimo de su
alma, la presencia de una fuerza espiritual que la fortalece
para no caer en la desesperación y más bien, abandonarse
completamente en Dios.
El presentimiento de la muerte de su
esposo , se hizo realidad, y Liberale Conte muere en
la plenitud de su juventud, vigor y salud. La joven
esposa vive momentos de terrible angustia no sólo por la
muerte de su esposo, sino tambien por el dolor de
sus hijos, de nuevo huérfanos y por la muerte prematura
de su propio hijo que no conoció a su padre.
Estos difíciles momentos de su vida, Cayetana los vive con
confianza y completo abandono en el Señor, su única esperanza
y fortaleza. El dolor y sufrimiento se renovaron cuando el
hijo tanto deseado y esperado murió a los pocos días
de su nacimiento.
Inicia para Cayetana la prueba dolorosa de la
viudez. La familia de su difunto esposo, no justificando el
afecto que la une a los 3 hijos huérfanos, le
hacen la vida imposible con sospechas, incomprensiones y calumnias, hasta
llegar a separarla de sus hijos y alejarla de su
querido hogar. A los 19 años, Cayetana regresa a la
casa de su madre. No obstante esta prueba grande y
dura, Cayetana olvídándose de sí, ayuda a sus hijos a
comprender y a aceptar esta separación.
Amable y segura defiende los
derechos de sus hijos, perdona, comprende y logra la plena
reconciliación con todos sus familiares. El sufrimiento no la
desepera. Su fina y delicada sensibilitad se hace presencia misericordiosa
y solidaria.
Jamás había pensado hacerse religiosa. Mirando al futuro y
en el silencio de la oración pide a Dios le
haga conocer cuàl es el esposo que Dios quiere para
ella. Precisamente en la oración comprede con claridad meridiana que
es Dios mismo quien quiere “ser el único esposo de
su alma”. Grande fué la sorpresa de Cayetana. En diálogo
con su confesor, este le asegura, que se trata de
una auténtica llamada de Dios. Por tanto, pide ingresar en
el convento de las Canosianas de Bassano, siendo aceptada como
postulante y donde solamente vive felizmente 5 meses. Estando en
oración tiene el presentimiento de la vecina muerte de su
madre, y se prepara espiritualmente a esta nueva prueba de
su vida. Pocos días después, muere su madre y Cayetana
tiene que dejar su querida comunidad y convento para cuidar
y velar por sus hermanos menores.
Pasan años afrontando dificultades, enfermedades,
sinsabores y estrechezes económicas.No obstante todo esto, logra darse una
forma de vida que la sostiene y fortalece espiritualmente.
Consultando
nuevamente a su confesor y en asidua oración para conocer
cual el la voluntad de Dios, Cayetana comienza a entrever
que Dios la quiere totalmente dedicada al servicio de los
pobres y necesitados. Cayetana recuerda y no puede olvidar, que
durante su breve permanencia con las Canosianas al mismo tiempo
que presentía la ya cercana muerte de su madre, comenzaba
a intuír que Dios mismo, la estaba preparando para el
hospicio y allí “entregar toda su vida al servicio de
los pobres y así cumplir su voluntad”. Por mucho tiempo
conserva oculta en su corazón esta llamada de Dios que
no se atreve a manifestarla a su confesor, porque le
parece una llamada extraña y exigente. Finalmente cuando abre su
espiritu a su confesor, este no le da mucha credibilitad.
No obstante la actitud del confesor, Cayetana cada vez que
ve y encuentra un pobre en el hospicio, siente de
nuevo la invitación del Señor: “te quiero entre mis pobrecitos”.
A esta invitación, Cayetana se dice a sí misma: “la
idea del hospicio siempre me persigue”. En 1853 “sólo por
hacer la voluntad de Dios” se da al servicio de
los pobres en el hospicio de su ciudad, que por
entonces contaba 115 huéspedes, “en su mayoría víctimas de una
vida desordenada y del vicio”. Allí permanece 36 años hasta
el día de su muerte, entregada cpmpletamente al sevicio de
los pobres con infatigable caridad. En las noches de vela
junto al lecho de los muribundos, en los servicios más
humildes a los ancianos y enfermos, Cayetana era toda, abnegación,
dulzura, suavidad y ternura, con la firme convicción de servir
a Dios mismo en cada pobre y en cada necesitado.
Con
gran confianza en Dios y con un gran deseo de
ser toda de El, buscó hacer y cumplir en todo,
sólo su voluntad. A los 33 años y con la
aprobación de su confesor, Don Simonetti, hizo el voto de
donación total de sí misma a Dios, “dispuesta a aceptar
lo que Dios quiera disponer para ella”. Con ilimitada confianza
se abandona en las manos de Dios, “debil instrumento del
cual Dios se sirve para sus designios”. Atribuye sólo alla
Divina Providencia el nacimento de su congregación que surge en
la simplicidad y en el ocultamento, con la profesión de
sus dos primeras compañeras en 1865.
El nombre de “Hijas de
la Divina Voluntad”, interiormente inspirado a Cayetana, para ella y
para sus seguidoras, indica la característica propria que siempre las
debe distinguir: “uniformidad en todo a la Divina Voluntad, mediante
un total abandono en Dios y un santo zelo por
el bien del prójimo, dispuestas si fuera necesario a sacrificarse
totalmente”. Como ella, sus primeras compañeras animadas por el mismo
espíritu, se consagraron a la Voluntad de Dios y se
dedicaron al servicio de los pobres del Hospicio, al prójimo
necesitado, especialmente con la asistencia de los enfermos a domicilio
y con otras obras de caridad, según las necesitades particulares
del momento.El obispo de Vicenza aprobó las primeras reglas de
la congregación en 1875.
Cayetana muere el 26 noviembre de 1889,
amorosamente asistida por sus hijas y venerada por sus conciudadanos.
Sus restos mortales son venerados en la Casa Madre.Desde sus
inicios la Congregación de las Hijas de la Divina Voluntad
se ha multiplicado y difundido, siendo presente attualmente en Europa,
America y Africa. El camino de santidad de Cayetana Sterni,
es esencialmente, un itinerario espiritual que se puede y debe
proponer a todo cristiano: cumplir en todo y siempre lo
que agrada al Señor, entregándose a El, con ilimitada confianza,
para cambiar con la sóla fuerza del amor, el mal
en bien, siguiendo el ejemplo de Jesús.
Fue beatificada el
4 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II.
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