domingo 07 Octubre 2012
Beata Ana María Janer
Leer el comentario del
Evangelio por
Cardenal José Ratzinger [Papa Benedicto XVI] : “El que no
acoge el reino de Dios como un niño, no entrará en él”
Lecturas
Génesis 2,18-24.
Después dijo el
Señor Dios: "No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda
adecuada".
Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos
los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al
hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener
el nombre que le pusiera el hombre.
El hombre puso un nombre a todos los
animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del
campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
Entonces el Señor
Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió,
tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío.
Luego, con
la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la
presentó al hombre.
El hombre exclamó: "¡Esta sí que es hueso de mis
huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del
hombre".
Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su
mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Salmo 128(127),1-2.3.4-5.6.
Canto de
peregrinación.
¡Feliz el que teme al Señor
y sigue sus caminos!
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás feliz y todo te irá bien.
Tu esposa será como una vid
fecunda
en el seno de tu hogar;
tus hijos, como retoños de olivo
alrededor de tu mesa.
¡Así será bendecido
el hombre que teme al Señor!
¡Que el Señor te bendiga desde Sión
todos los días de tu vida:
que contemples la paz de Jerusalén
y veas a los hijos de tus
hijos!
¡Paz a Israel!
Hebreos 2,9-11.
Pero a aquel que
fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos
coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la
gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos.
Convenía, en
efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de
llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del
sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación.
Porque el que
santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso,
él no se avergüenza de llamarlos hermanos,
Marcos 10,2-16.
Se acercaron
algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es
lícito al hombre divorciarse de su mujer?".
El les respondió: "¿Qué es
lo que Moisés les ha ordenado?".
Ellos dijeron: "Moisés permitió
redactar una declaración de divorcio y separarse de ella".
Entonces
Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la
dureza del corazón de ustedes.
Pero desde el principio de la creación,
Dios los hizo varón y mujer.
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre,
y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son
dos, sino una sola carne.
Que el hombre no separe lo que Dios ha unido".
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar
sobre esto.
El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con
otra, comete adulterio contra aquella;
y si una mujer se divorcia de su
marido y se casa con otro, también comete adulterio".
Le trajeron
entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los
reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los
niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a
los que son como ellos.
Les aseguro que el que no recibe el Reino de
Dios como un niño, no entrará en él".
Después los abrazó y los bendijo,
imponiéndoles las manos.
Extraído de la Biblia, Libro del
Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
Cardenal José Ratzinger [Papa Benedicto XVI]
Retiro predicado
en el Vaticano, 1983
“El que no acoge el reino de Dios como un
niño, no entrará en él”
Es asombroso comprobar la
importancia que Jesús le atribuye a un
niño, ante todos: “Yo os digo, si
no os hacéis como niños, no entraréis en
el reino de Dios" (Mt 18,3). Ser
niño, no es para Jesús una etapa puramente
pasajera de la vida del
hombre, derivada de su destino biológico, y
destinada a desaparecer
totalmente. En la infancia, lo que es propio del
hombre se realiza de tal
manera, que aquel que perdió lo esencial de la
infancia, se ha perdido a
sí mismo. A partir de esto, y desde el
punto de vista humano,
podemos imaginar cualquier recuerdo feliz que Cristo
guardaba de los días
de su infancia, puesto que la infancia había sido para
él una experiencia
preciosa, una forma particularmente pura de humanidad.
Por tanto
de ahí, podremos aprender a respetar al niño que,
desarmado, reclama
nuestro amor.Pero esto plantea la siguiente cuestión:
¿cuál es
exactamente la nota característica de la infancia, que Jesús
considera
como irreemplazable?... Hay que recordar en primer lugar, que el
atributo
esencial de Jesús, el que expresa su dignidad, es el de "Hijos"...
La
orientación de su vida, el motivo originario y el objetivo que lo
modelaron, se expresan en una sola palabra: "Abba, Padre muy amado" (Mc
14,36; Ga 4,6). Jesús sabía que no estaba sólo y, hasta su último
grito en la cruz, obedeció al que llamaba Padre, entregándose totalmente
a
él. Esto nos permite explicar que hasta el final, se hubiera negado
a
llamarse rey, o señor, o a atribuirse algún otro título de poder, pero
que
sí hubiera recurrido a un término que podríamos traducir por
"hijo".
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