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miércoles, 31 de octubre de 2012

Santísima Trinidad

La Teología establece siete dones del Espíritu
La tradición espiritual y teológica entiende que son siete los dones del Espíritu Santo y se encuentra en la Sagrada Escritura: Temor de Dios, Fortaleza, Piedad, Consejo, Ciencia, Sabiduría y Entendimiento.
 
La Teología establece  siete dones del Espíritu
La Teología establece siete dones del Espíritu
Los siete dones del Espíritu

Siete dones

La tradición espiritual y teológica entiende que son siete los dones del Espíritu Santo, y halla la raíz de su convencimiento en la Sagrada Escritura, especialmente en algunos lugares principales.

En Isaías 11, 2-3, concretamente, se asegura que en el Mesías esperado habrá una plenitud total de los dones del Espíritu divino. No le serán dados estos dones con medida, como a Salomón se le da la sabiduría o a Sansón la fortaleza, sino que sobre él reposará el Espíritu de Yahvé con absoluta plenitud.

No entro aquí acerca de si los dones son seis o son siete, según el texto original y la versión de los Setenta y de la Vulgata, pues habríamos de analizar cuestiones exegéticas demasiado especializadas para nuestro intento.

Los Padres antiguos vieron también aludidos los siete dones del Espíritu Santo en aquellos septenarios del Apocalipsis que hablan de siete espíritus de Dios (1,4; 5,6), siete candeleros de oro (1,12), siete estrellas (1,16), siete antorchas (4,5), siete sellos (5, 1.5), siete ojos y siete cuernos del Cordero (5,6).

Éstos y otros lugares de la Escritura fueron estimulando desde antiguo en la historia de la teología y de la espiritualidad una doctrina sistemática de los siete dones del Espíritu Santo, que alcanza su madurez en la teología de Santo Tomás, que ya hemos estudiado anteriormente, aunque sea en forma muy breve.

Correspondencia

Santo Tomás enseña que todos los dones del Espíritu Santo están vinculados entre sí, de tal modo que se potencian mutuamente: el don de fortaleza, por ejemplo, ayuda al de consejo, y éste abre camino al don de ciencia, etc. Y a su vez todos los dones están vinculados con la caridad teologal (STh I-II,68,5).

A esa doctrina muy firme, añade el Doctor común otras explicaciones más opinables, en las que señala que hay también una especial correspondencia entre cada una de las virtudes y los dones del Espíritu Santo, que vienen a perfeccionarlas en su ejercicio (STh I-II,68-69; II-II, 8. 9. 19. 45. 52. 121. 139.141 ad3m).

Virtudes teologales Dones del Espíritu

(sobre el fin) Santo

Caridad Sabiduría
Fe Ciencia y Entendimiento
Esperanza Temor

Virtudes morales

(sobre los medios)

Prudencia Consejo
Justicia Piedad
Fortaleza Fortaleza
Templanza Temor

Todos los dones del Espíritu Santo son perfectísimos, evidentemente. Sin embargo, la tradición teológica y espiritual suele ver en ellos una escala ascendente de menor a mayor excelencia: en la base pone el temor de Dios y en la cumbre el don de sabiduría.

Notemos, por último, antes de examinar uno a uno los diferentes dones del Espíritu Santo, que todos ellos, aunque sean hábitos infusos distintos, son participaciones en un mismo y solo Espíritu, que obra así en el hombre al modo divino. El apóstol Pablo expresa esto en palabras muy breves, pero muy exactas: «hay diversidad de dones, pero uno solo es el Espíritu» (1Cor 12,4).

Don de Temor.

Don de Fortaleza.

Don de Piedad.

Don de Consejo.

Don de Ciencia.

Don de Entendimiento.

Don de Sabiduría.
 
 
 
La Gloria de la Santísima Trinidad
Catequesis del Papa Juan Pablo II sobre la Santísima Trinidad en: la Creación, Encarnación, Bautismo, Transfiguración, Pasión, Resurrección, Ascensión, Pentecostés y vida de la Iglesia.
 
La Gloria de la Santísima Trinidad
La Gloria de la Santísima Trinidad




El Papa Juan Pablo II, durante los meses de Enero a Junio del año 2000, nos ofreció una Catequesis acerca del Misterio de la Santísima Trinidad, durante la Audiencia General de los Miércoles:






La gloria de la Trinidad en la Creación

La gloria de la Trinidad en la Encarnación

La gloria de la Trinidad en el Bautismo de Cristo

La gloria de la Trinidad en la Transfiguración

La gloria de la Trinidad en la Pasión

La gloria de la Trinidad en la Resurrección

La gloria de la Trinidad en la Ascensión

La gloria de la Trinidad en Pentecostés

La gloria de la Trinidad en el hombre vivo

La gloria de la Trinidad en la vida de la Iglesia



El misterio de la Santísima Trinidad
El misterio de la Santísima Trinidad y las oposiciones racionalistas.
 
El misterio de la Santísima Trinidad
El misterio de la Santísima Trinidad

El misterio de la Santísima Trinidad
Y las oposiciones racionalistas


El misterio más sublime, y al mismo tiempo el más profundo e incomprensible para la razón humana, es el de la Santísima Trinidad.


En qué consiste

La fe nos enseña que el verdadero Dios es una Trinidad, esto es, que en una sola esencia o naturaleza divina hay tres personas, que son: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Estas tres personas, numéricamente distintas entre sí, son perfectamente iguales, por tener una sola e idéntica naturaleza.

Las tres personas son coeternas. El Padre existe eternamente por la perfección infinita de su substancia y engendra eternamente a su Hijo; el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo como de un principio único.


Fundamentos en que se apoya

Este misterio inefable se halla insinuado en el Antiguo Testamento y clara y explícitamente enunciado en el Nuevo. Baste, por todos, el pasaje de San Mateo (XXVIII, 19) en que el Salvador ordena a los Apóstoles que bauticen a las gentes "en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

El dogma de la Trinidad ha sido siempre creído por la Iglesia, enseñado por todos los doctores y se halla resuimdo en esta frase del símbolo de San Atanasio: "La fe católica quiere que adoremos la Trinidad en la unidad y la unidad en la Trinidad, sin confundir a las personas y sin separar la substancia divina".


Oposiciones racionalistas

El racionalismo opone a este misterio el principio de contradicción y el principio de identidad. Tres, dice, no pueden hacer uno, porque las cosas no pueden ser y no ser a un mismo tiempo; y las cosas idénticas a una tercera son idénticas entre sí.

Respecto al primer principio, adviértase que los católicos no afirman que tres personas son una sola persona o que tres dioses son un sólo Dios, lo cual sería realmente contradictorio; sino que tres personas, distintas como personas, tienen una sola e idéntica naturaleza.

Respecto del segundo principio, las cosas idénticas a una tercera son idénticas entre sí en el caso de que su identidad sea absoluta y bajo el mismo respecto; pero si son idénticas bajo otro punto de vista no se sigue que sean idénticas entre sí. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se identifican con la naturaleza divina y por eso son Dios; pero se distinguen desde el punto de vista de la personalidad. Asi el Padre engendra y no es engendrado, el Hijo es engendrado por el Padre, y del Padre y del Hijo procede el Espíritu Santo.

No hay, pues, contradicción ninguna en el augusto misterio de la Trinidad. La razón no puede oponer argumento alguno para demostrar la imposibilidad de él. Por lo demás, los autores católicos suelen aducir algunas analogías de la creación, que si no hacen comprensible este divino misterio, a lo menos le dan una inteligibilida relativa y una verosimilitud al menos aparente.
 
 
Reflexiones sobre la Ecclesia de Trinitate
Libro. La Iglesia nace de la Santísima Trinidad y reúne en su seno una comunión de personas fieles de todos los tiempos y lugares. Por esa razón ha sido llamada Ecclesia de Trinitate.
 
Reflexiones sobre la Ecclesia de Trinitate
Reflexiones sobre la Ecclesia de Trinitate


Propuestas teológicas

La Iglesia, en su misterio más profundo, es una realidad que nace de la Santísima Trinidad y reúne en su seno una comunión de personas fieles de todos los tiempos y lugares. Por esa razón ha sido llamada Ecclesia de Trinitate.

El Padre ha dispuesto que Cristo glorioso sea el centro de esa comunión, como Esposo de la Iglesia (y de cada alma). El Espíritu Santo es quien de un modo inmediato teje esa red invisible que transciende nuestro tiempo y nuestro espacio. La Eucaristía, celebrada en este tiempo y en este mundo, es el sacramento por excelencia de Cristo, de su Misterio Pascual y de su Iglesia.

Los distintos artículos que van apareciendo en esta sección corresponden a una lectura trinitaria, cristocéntrica y espiritual del Misterio de la Iglesia, en clave personalista (siempre en conexión con el realismo del ser).


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