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Isidoro de San José De Loor, Beato |
Religioso Pasionista
Martirologio Romano: En Courtrai, en Bélgica, beato Isidoro de
San José de Loor, religioso de la Congregación de la
Pasión, que cumplió con fidelidad las funciones que se le
encomendaron y, habiendo enfermado, fue ejemplo para sus hermanos al
soportar terribles dolores (1916).
Fecha de beatificación: 30 de septiembre
de 1984, por S.S. Juan Pablo II.
Los santos pueden parecer todos iguales, pero al final
vemos que no existe uno igual a otro. También Isidoro
ofrece su vida al Señor en sacrificio y escribe a
los suyos: "Los he dejado para vivir solo para el
Señor y trabajar mucho por la salvación de mi alma,
de la de ustedes y de las de muchos otros".
Se
le puede definir como el campesino santo. Nace en Vrasene
(Bélgica) el 8 de abril de 1881 de una familia
de campesinos. Es doblemente afortunado, primero porque sus padres se
distinguen por la piedad, la rectitud moral y una conducta
irreprensible. En segundo lugar porque "La agricultura ha sido creada
por el Altísimo" (Sir. 7,15) y el trabajo de los
campos es agradable a Dios. También en el convento se
dedicará con pasión al trabajo del campo y escribirá: "Trabajar
y plantar en el huerto me hace maravillosamente bien".
Es un
joven robusto, activo y sociable; ayuda a la familia trabajando
en el campo y el invierno con el tico como
obrero de la empresa de pavimentación de las calles; canta
en el coro de la parroquia y también es catequista.
Participa asiduamente en la vida de la parroquia, se inscribe
a la "Pía unión por el Vía Crucis semanal" y
ama meditar la pasión de Jesús. Mientras va madurando la
idea de ser religioso. Un sacerdote redentorista lo encamina hacia
los pasionistas por su amor a Jesús Crucificado. En abril
de 1907, a los 26 años de edad entra en
el noviciado pasionista de Ere como religioso hermano.
Sufre mucho por
la separación de su familia y padece un malestar, él
que habla flamenco, debe hablar en francés, la lengua oficial
en el convento. El 8 de septiembre de 1907 toma
el hábito pasionista y un año después emite la profesión
religiosa.
Está feliz por su vocación. Escribe a sus padres: "Aquí
todos somos iguales, del superior al más pequeño; todos en
una misma mesa, en una misma oración, en un mismo
reposo, en una misma recreación. Todos juntos trabajamos, según la
condición de cada uno. Nos damos un servicio recíproco"
Su vida
no cambia mucho; habituado desde su familia a ser un
apóstol continúa a serlo también en el convento. "Cumpliendo todo
por la gloria de Dios, escribe, "colaboro en la conversión
de los pecadores y a difundir la devoción a la
Pasión de Jesús y a los dolores de María. Mientras
los sacerdotes van a predicar, nosotros los hermanos trabajamos para
la comunidad; también el trabajo más insignificante se convierte en
mérito para Dios y nuestra salvación. No anhelo, ni deseo
otra cosa que sacrificarme enteramente por la salvación de las
almas".
Humildad y paciencia son sus virtudes. "El trabajo, dice bromeando,
me hace bien. Así cuando viene el diablo y me
encuentra ocupado, se convence que no tiene nada que esperar
de mi... y no le queda más que irse".
Su vida
es una continua búsqueda de la voluntad de Dios; sobre
ella extiende su jornada y en ella encuentra paz y
serenidad, en una continua acción de gracias. En la víspera
de sus votos escribe: "Estoy por hacer mi profesión, únicamente
para hacer la voluntad de Dios". Lo llaman "el hermano
bueno, el hermano de la voluntad de Dios, la encarnación
de la regla pasionista".
Vive una rígida pobreza y escribe: "No
poseo muchas cosas; solo tengo un crucifijo, una navaja de
afeitar, un sacapuntas, un lápiz, pero no se como hacerles
comprender la grande alegría que me llena viéndome libre de
todo, para que mi corazón no ame sino a Jesús".
No
falta el sufrimiento físico. En Junio de 1911, por un
cáncer, le es extirpado el ojo derecho. Soporta todo con
grande fuerza, tanto que el médico que lo opera exclama:
"Este hombre deber ser un santo". Él escribe: "Me he
confesado y en la comunión he ofrecido a Dios mi
ojo por la expiación de mis pecados, por el bien
espiritual y material de ustedes y por otras muchas otras
intenciones. Me he abandonado cómodamente a la voluntad de Dios,
sin entristecerme".
El mal continúa su curso. Padece cáncer en el
intestino y el médico advierte al superior las consecuencias fatales
de la enfermedad. El superior hace conciente a Isidoro, el
cual acoge la noticia con la habitual serenidad. Padece dolorosas
operaciones. Exclama: "Debemos aceptar nuestros sufrimientos en unión con Jesús,
que es para nosotros el modelo de abandono a la
voluntad del Padre". Los familiares no podrán estar siempre con
él para asistirlo, porque lo impiden los alemanes que han
ocupado Bélgica. Estamos en plena 1ª guerra mundial. Muere en
octubre de 1916, de 35 años.
El humilde y silencioso hermano
pasionista se convertirá en una de las figuras más amadas
y populares de Bélgica. Juan Pablo II lo ha declarado
beato el 30 de septiembre de 1984.
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