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lunes, 22 de octubre de 2012

Historia de la Iglesia

Historia breve de la Iglesia
Desde su origen divino hasta las consecuencias político religiosas de la Segunda Guerra Mundial
 
Historia breve de la Iglesia
Historia breve de la Iglesia


1. El origen divino de la Iglesia

La Resurrección de Jesucristo es el dogma central del Cristianismo y constituye la prueba decisiva de la verdad de su doctrina. «Si Cristo no resucitó - escribió San Pablo -, vana es nuestra predicación y vana es vuestra fe» (I Cor XV, 14). Desde entonces los Apóstoles se presentarían a sí mismos como «testigos» de Jesucristo resucitado (cfr. Act II, 22; III, 15), lo anunciarían por el mundo entero y sellarían su testimonio con la propia sangre. Los discípulos de Jesucristo reconocieron su divinidad, creyeron en la eficacia redentora de su Muerte y recibieron la plenitud de la Revelación, transmitida por el Maestro y recogida por la Escritura y la Tradición.

Pero Jesucristo no sólo fundó una religión "el Cristianismo", sino también una Iglesia. La Iglesia "el nuevo Pueblo de Dios" fue constituida bajo la forma de una comunidad visible de salvación, a la que se incorporan los hombres por el bautismo. La constitución de la Iglesia se consumó el día de Pentecostés, el día en que el Espíritu Santo desciende sobre los discípulos, y a partir de entonces comienza propiamente su historia.




2. Una Iglesia Católica Universal

3. La hora de los apóstoles

4. El cristianismo y el mundo antiguo

5. Las persecuciones

6. La vida de la primera cristianidad

7. El primado de Pedro

8. La batalla de las ideas

9. La Iglesia y los Imperios de Oriente y Occidente

10. La expansión de la Iglesia

11. El cristianismo en la nueva sociedad feudal

12. El cisma de Oriente

13. El apogeo de la cristiandad

14. El esfuerzo por la unidad

15. La Reforma

16. La reforma protestante

17. La reforma protestante en Europa

18. La reforma católica

19. El Concilio de Trento y sus frutos para la Iglesia

20. La edad contemporánea

21. La revolución francesa

22. El problema del liberalismo

23. Los cristianos ante la situación social

24. La crisis de la modernidad

25. La era de los totalitarismos

26. Las consecuencias político-religiosas de la Segunda Guerra Mundial 
 
 
 
¿Cuándo pasó la Iglesia de Jerusalén a Roma?
Referente al traslado de la sede de la Iglesia de Jerusalén a Roma.
 
¿Cuándo pasó la Iglesia de Jerusalén a Roma?
¿Cuándo pasó la Iglesia de Jerusalén a Roma?

Respecto del traslado de la sede de la Iglesia de Jerusalén a Roma, el libro de los Hechos de los Apóstoles termina su relato cerca de la actividad de Pedro en la iglesia madre de Jerusalén con la frase, enigmática, de que “se marchó a otro lugar”(Act 12, 17). No se ve ni el motivo de la marcha de Pedro, ni adonde se dirigió.

Nada puede afirmarse en concreto acerca de los puntos del camino que lo llevó a Roma, de la fecha de su llegada a la capital del imperio, ni sobre la duración de su estancia. Es, en cambio, seguro que tomó parte en el concilio de los apóstoles en Jerusalén, que ha de fecharse poco después de mediados de siglo, y que luego estuvo algún tiempo en Antioquía (Act 15, 7; Gal 2, 11-14).

El fundamento y sostén de la tradición romana petrina lo integran tres testimonios originales, muy próximos entre sí cronológicamente y que, tomados en conjunto, tienen una fuerza afirmativa que, prácticamente, se equipara a la certeza histórica. El primer testimonio es de origen romano, y se haya en la carta que Clemente, en nombre de la iglesia de Roma, envía a la de Corinto. Clemente viene a hablar, en el capítulo V, de casos recientes en que los cristianos, “por envidia”, sufrieron tormentos y hasta la muerte, De entre ellos descuellan Pedro y Pablo: “Pedro, que, por inicua emulación, hubo de soportar ni uno ni dos, sino mucho más trabajos y, después de dar así su testimonio, marchó al lugar de la gloria que le era debido”. Con el sufrió el martirio una gran muchedumbre “de elegidos”, entre ellos mujeres cristianas, que fueron ejecutadas vestidas de Danaides y Dirces. Se trata de una alusión a la persecución bajo Nerón y ello nos permite relacionar la muerte de Pedro y situarla cronológicamente a mediados de los años sesenta. Clemente no da dato alguno sobre la forma y lugar de la ejecución, y su silencio sobre el pormenor supone evidentemente en sus lectores conocimientos de los acontecimientos; a él mismo, como pasados en el lugar de su residencia y en sus mismos días (en su generación), le eran sin duda personalmente familiares.

El fondo esencial de ese testimonio lo hallamos también en una carta que, unos veinte años más tarde, fue dirigida desde oriente a la iglesia de Roma. Ignacio de Antioquía, obispo de la iglesia de la gentilidad de más rica tradición, que podía como nadie estar informado sobre la vida y muerte de los apóstoles, ruega a los cristianos de Roma no le priven de sufrir el martirio intercediendo por ante las autoridades romanas. Ignacio aclara su ruego la frase respetuosa: “Yo no os mando como Pedro y Pablo”. Luego éstos tuvieron un día con la Iglesia de Roma una relación que les dio una posición de autoridad, es decir, permanecieron allí como miembros activos de la comunidad, no pasajeramente, como visitantes casuales. El peso de este testimonio está en el hecho de que una afirmación venida del lejano oriente cristiano confirma inequívocamente lo que la iglesia romana sabe acerca de la estancia de Pedro en ella.

Próximo a la carta ignaciana a los romanos, se nos ofrece un tercer documento, como testimonio a favor de la estancia y martirio de Pedro en Roma: la Ascensio Isaiae (4,2s), cuya redacción cristiana data de hacia el año 100. Ésta habla en estilo de anuncio profético de que la plantación de los doce apóstoles será perseguida por Beliar, el asesino de su madre (Nerón), y uno de los doce será entregado en sus manos. Esta profecía se aclara por un fragmento del Apocalipsis de Pedro, que hay que atribuir igualmente a los comienzos del siglo II. Aquí se dice: “Mira, Pedro, a ti te lo he revelado y expuesto todo. Marcha, pues, a la ciudad de la prostitución, y bebe el cáliz que yo te he anunciado”. Este texto combinado, que demuestra conocer el martirio de Pedro en Roma bajo Nerón, confirma y subraya considerablemente la seguridad de la tradición romana. A estas tres afirmaciones fundamentales se añaden aún dos alusiones que redondean el cuadro de la tradición petrina. El autor del último capítulo del evangelio de Juan alude claramente a la muerte de Pedro por el martirio, y sabe evidentemente que fue ejecutado en la cruz (Jn 21,18s), si bien se calla respecto al lugar de martirio,. En cambio, en los versículos finales de la primera carta de Pedro se señala a Roma como su lugar de residencia, pues la carta se dice estar escrita en “Babilonia; ahora bien por “Babilonia” hay que entender antes que nada a Roma, como lo sugiere la ecuación Roma-Babilonia del Apocalipsis de Juan (14, 8; 16ss) y de la literatura judía apocalíptica y rabínica.

La tradición romana petrina no se rompe en el curso del siglo II y es atestiguada ampliamente por testimonios de los más variados territorios por los que se ha propagado el cristianismo; así, en oriente, por el obispo Dionisio de Corinto; en occidente, por Ireneo de Lyon, y en África, por Tertuliano. Aún es más importante el hecho de que no haya iglesia cristiana que pretenda para sí esta tradición ni se levante una voz contemporánea que la combata o ponga en duda. Esta ausencia casi sorprendente de toda tradición concurrente ha de estimarse sin duda como un factor decisivo en el examen crítico de la tradición romana.

Puede ver al respecto: Hubert Jedin, “Manual de Historia de la Iglesia”, Herder, Barcelona 1980, tomo I, pp. 186-188. Hemos tomado la respuesta de manera prácticamente literal.
 
Memoria y Reconciliación
La Iglesia y las culpas del pasado. Bajo la dirección del Cardenal Ratzinger.
 
Memoria y Reconciliación
Memoria y Reconciliación
El estudio del tema La Iglesia y las culpas del pasado fue propuesto a la Comisión Teológica Internacional de parte de su presidente, el cardenal Joseph Ratzinger, con vistas a la celebración del Jubileo del año 2000. Para preparar este estudio se formó una Subcomisión compuesta por el Rev. Christopher Begg, por Mons. Bruno Forte (presidente), por el Rev. Sebastian Karotemprel, S.D.B., por Mons. Roland Minnerath, por el Rev. Thomas Norris, por el Rev. P. Rafael Salazar Cárdenas, M.Sp.S., y por Mons. Anton Strukelj. Las discusiones generales sobre este tema se han desarrollado en numerosos encuentros de la Subcomisión y durante las sesiones plenarias de la misma Comisión Teológica Internacional, tenidas en Roma en 1998 y en 1999.

El presente texto ha sido aprobado en forma específica, con el voto escrito de la Comisión, y ha sido sometido después a su presidente, el cardenal J. Ratzinger, prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, el cual ha dado su aprobación para la publicación.




INTRODUCCIÓN.

1. EL PROBLEMA: AYER Y HOY

1.1. Antes del Vaticano II
1.2. La enseñanza del Concilio
1.3. Las peticiones de perdón de Juan Pablo II
1.4. Las cuestiones planteadas

2. APROXIMACIÓN BÍBLICA

2.1. El Antiguo Testamento
2.2. El Nuevo Testamento
2.3. El Jubileo bíblico
2.4. Conclusión

3. FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS

3.1. El misterio de la Iglesia
3.2. La santidad de la Iglesia
3.3. La necesidad de una renovación continua
3.4. La maternidad de la Iglesia

4. JUICIO HISTÓRICO Y TEOLÓGICO

4.1. La interpretación de la historia
4.2. Indagación histórica y valoración teológica

5. DISCERNIMIENTO ÉTICO

5.1. Algunos criterios éticos
5.2. La división de los cristianos
5.3. El uso de la violencia al servicio de la verdad
5.4. Cristianos y hebreos
5.5. Nuestra responsabilidad por los males de hoy

6. PERSPECTIVAS PASTORALES Y MISIONERAS

6.1. Las finalidades pastorales
6.2. Las implicaciones eclesiales
6.3. Las implicaciones en el plano del dialogo y de la misión

CONCLUSIÓN.

SIGLAS.

NOTAS.
 
 
Infidelidades en la Iglesia
Extraordinario texto con un informe detallado y crítico de las distintas infidelidades que se han dado en el seno de la Iglesia.
 
Infidelidades en la Iglesia
Infidelidades en la Iglesia
Te presentamos este extraordinario texto en el que el P. José María Iraburu hace un informe detallado y crítico de las distintas infidelidades que se han dado en el seno de la Iglesia.

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