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miércoles, 3 de octubre de 2012

Francisco de Borja

San Francisco de Borja
Año 1572
Señor: que como tu amigo Francisco de Borja sepamos dominar el cuerpo y el orgullo
y dedicarnos con todas nuestras fuerzas y cualidades a obtener
que las gentes te amen más y te sirvan mejor. Amén.
 Domino mi cuerpo para no ser descalificado en el día final (San Pablo).
San Francisco de BorjaLa familia española Borja o Borgia se hizo célebre cuando Alfonso Borgia fue elegido papa con el nombre de Calixto III y luego cuando otro Borgia fue nombrado Pontífice y se llamó Alejandro VI. Este Borgia antes de ser Pontífice había tenido cuatro hijos, y uno de ellos fue el padre de nuestro santo. Francisco de Borja era nieto del Papa Alejandro VI por parte del padre; nieto del rey Fernando de Aragón por parte de la madre, primo del emperador Carlos Quinto e hijo del Duque de Gandía.
En su familia se preocuparon porque el joven recibiera la mejor educación posible y fue enviado a la corte del emperador para que allí aprendiera el arte de gobernar. Esto le fue de gran utilidad para los cargos que tuvo que desempeñar más tarde.
Contrajo matrimonio con Leonor de Castro, una joven de la corte del emperador y tuvo seis hijos. Su matrimonio duró 17 años y fue un modelo de armonía y de fidelidad.
El emperador Carlos V lo nombró virrey de Cataluña (con capital Barcelona) región que estaba en gran desorden y con muchas pandillas de asaltantes. Francisco puso orden prontamente y demostró tener grandes cualidades para gobernar. Más tarde cuando sea Superior General de los jesuitas dirá: "El haber sido gobernador de Cataluña me fue muy útil porque allá aprendí a tomar decisiones importantes, a hacer de mediador entre los que se atacan, y a ver los asuntos desde los dos puntos de vista, el del que ataca y el del que es atacado".
La reina de España era especialmente hermosa, pero murió en plena juventud, y Francisco fue encargado de hacer llevar su cadáver hasta la ciudad donde iba a ser sepultada. Este viaje duró varios días, y al llegar al sitio de su destino, abrieron el ataúd para constatar que sí era ese el cadáver de la reina. Pero en aquel momento el rostro de la difunta apareció tan descompuesto y maloliente, por la putrefacción que Francisco se conmovió hasta el fondo de su alma, y se propuso firmemente: "Ya nunca más me dedicaré a servir a jefes que se me van a morir". En adelante se propone dedicarse a servir únicamente a Cristo Jesús que vive para siempre.
La gente empezó a notar que la vida y el comportamiento del virrey Francisco cambiaban de manera sorprendente. Ya no le interesaban las fiestas mundanas, sino los actos religiosos. Ya no iba a cacerías y a bailes, sino a visitar pobres y a charlar con religiosos y sacerdotes. Un obispo escribía de él en ese tiempo: "Don Francisco es modelo de gobernantes y un caballero admirable. Es un hombre verdaderamente humilde y sumamente bondadoso. Un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra. Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por el bienestar de sus empleados. Nada le agrada tanto como la compañía de sacerdotes y religiosos". Algunos criticaban diciendo que un gobernador no debería ser tan piadoso, pero la mayor parte de las personas estaban muy contentas al verlo tan fervoroso y lleno de sus virtudes.
En 1546 murió su santa esposa, la señora Leonor. Desde entonces ya Francisco no pensó sino en hacerse religioso y sacerdote. Escribió a San Ignacio de Loyola pidiéndole que lo admitiera como jesuita. El santo le respondió que sí lo admitiría, pero que antes se dedicara a terminar la educación de sus hijos y que aprovechara este tiempo para asistir a la universidad y obtener el grado en teología. Así lo hizo puntualmente (San Ignacio le escribió recomendándole que no le contara a la gente semejante noticia tan inesperada, "porque el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo").
En 1551, después de dejar a sus hijos en buenas posiciones y herederos de sus muchos bienes, fue ordenado como sacerdote, religioso jesuita. Esa fue "la noticia del año" y de la época, que el Duque de Gandía y gobernador de Barcelona lo dejaba todo, y se iba de religioso, y era ordenado sacerdote. El gentío que asistió a su primera misa fue tan extraordinario que tuvo que celebrarla en una plaza.
En 1554 fue nombrado por San Ignacio como superior de los jesuitas en España. Dicen que él fue propiamente el propagador de dicha comunidad en esas tierras. Con sus cualidades de mando organizó muy sabiamente a sus religiosos y empezó a enviar misioneros a América. El número de casas de su congregación creció admirablemente.
Lo primero que se propuso fue dominar su cuerpo por medio de fuertes sacrificios en el comer y beber y en el descanso. Era gordo y robusto y llegó a adelgazar de manera impresionante. Al final de su vida dirá que al principio de su vida religiosa y de su sacerdocio exageró demasiado sus mortificaciones y que llegaron a debilitar su salud.
Otro de sus grandes sacrificios consistió en dominar su orgullo. Los primeros años de su vida religiosa los superiores lo humillaron más de lo ordinario, para probar si en verdad tenía vocación. A él, que había sido Duque y gobernador, le asignaron en la comunidad el oficio de ayudante del cocinero, y su oficio consistía en acarrear el agua y la leña, en encender la estufa y barrer la cocina. Cuando se le partía algún plato o cometía algún error al servir en el comedor, tenía que pedir perdón públicamente de rodillas, delante de todos. Y jamás se le oyó una voz de queja o protesta. Sabía que si no dominaba su orgullo nunca llegaría a la santidad.
Una vez el médico le dijo al hacerle una curación dolorosa: "Lo que siento es que a su excelencia esto le va a doler". Y él respondió: "Lo que yo siente es que usted le diga excelencia a semejante pecador".
Cuando la gente lo aplaudía o hablaba muy bien de él, se estremecía de temor. Un día afirmaba: "Soy tan pecador, que el único sitio que me merezco es el infierno". A otro le decía: "Busqué un puesto propio para mí en la Biblia, y vi que el único que me atrevería a ocupar sería a los pies de Judas el traidor. Pero no lo pude ocupar, porque allí estaba Jesús lavándole los pies". Así de humildes son los santos.
Al morir San Ignacio lo reemplazó el Padre Laínez. Y al morir éste, los jesuitas nombraron como Superior General a San Francisco de Borja. Durante los siete años que ocupó este altísimo cargo se dedicó con tan grande actividad a su oficio, que ha sido llamado por algunos, "el segundo fundador de los jesuitas". Por todas partes aparecieron casas y obras de su comunidad, y mandó misioneros a los más diversos países del mundo. El Papa y los Cardenales lo querían muchísimo y sentían por él una gran admiración. Organizó muy sabiamente los noviciados para sus religiosos y con su experiencia de gobernante dio a la Compañía de Jesús una organización admirable.
El Sumo Pontífice envió un embajador a España y Portugal a arreglar asuntos muy difíciles y mandó a San Francisco que lo acompañara. La embajada fue un fracaso, pero por todas partes las gentes lo aclamaron como "el santo Duque" y sus sermones producían muchas conversiones.
Al volver a Roma se sintió muy debilitado. Se había esforzado casi en exceso por cumplir sus deberes y se había desgastado totalmente. Y el 30 de septiembre de 1572 entregó su alma al Creador. Uno de los que trataron con él exclamó al saber la noticia de su muerte: "Este fue uno de los hombres más buenos, más amables y más notables que han pisado nuestro pobre mundo".
San Francisco de BorjaSAN FRANCISCO DE BORJA S.J.(1510-1572)
Fiesta: 3 de octubre.
Descendiente de realeza, Duque de Gandía, gobernador, virrey de Cataluña, consejero del emperador Carlos I de España y V de Alemania, padre de familia, viudo y sacerdote,  tercer superior general de la Compañía de Jesús. Ver: San Ignacio de Loyola.
« ¡No serviré nunca más a un señor que pudiese morir!"»
En breve: Francisco de Borja nació en Gandía (Valencia), en 1510. Gran privado del emperador Carlos V y caballerizo de la emperatriz Isabel, vivió ejemplarmente en palacio. La vista del cadáver de la emperatriz lo impulsó a despreciar las vanidades de la corte. Fue virrey de Cataluña y duque de Gandía. Después de la muerte de su esposa, en 1546, que acabó de desligarlo del mundo, entró en la Compañía de Jesús, de la que llegó a ser superior general. Se distinguió, sobre todo, por su profunda humildad. Dio gran impulso a las misiones. Murió en Roma el 1 de octubre de 1572.
Fue canonizado en 1671.

De una carta suya: "Sólo son grandes ante Dios los que se tienen por pequeños"  


La familia Borja, era una de las más célebres del reino de Aragón, España. Alcanzó fama mundial cuando Alfonso Borja fue elegido Papa con el nombre de Calixto III. A fines del mismo siglo, hubo otro Papa Borja, Alejandro VI, quien tenía cuatro hijos cuando fue elevado al Pontificado. Para dotar a su hijo Pedro, compró el ducado de Gandía, (en Valencia, España). Pedro, a su vez lo legó a su hijo Juan, quien fue asesinado poco después de su matrimonio. Su hijo, el tercer duque de Gandía, se casó con la hija natural de un hijo de Fernando V de Aragón. De este matrimonio nació el 28 de octubre de1510 Francisco de Borja y Aragón, nuestro santo, quien era nieto de un Papa (Alejandro VI) y de un rey (Fernando) y además, primo del emperador Carlos V.
Una vez que hubo terminado sus estudios, a los dieciocho años, Francisco ingresó en la corte de este último. Por entonces, ocurrió un incidente cuya importancia no había de verse sino más tarde. En Alcalá de Henares, Francisco quedó muy impresionado a la vista de un hombre a quien se conducía a la prisión de la Inquisición: ese hombre era Ignacio de Loyola.
Padre fe familia y Virrey de Cataluña
Se casó a los 19 años con Leonor de Castro y tuvo ocho hijos. Al año siguiente recibió del emperador el título de marqués de Lombay.  A los 29 años, Carlos V le nombró virrey de Cataluña (1539-1543), cuya capital es Barcelona. Años después, Francisco solía decir: "Dios me preparó en ese cargo para ser general de la Compañía de Jesús. Ahí aprendí a tomar decisiones importantes, a mediar en las disputas, a considerar las cuestiones desde los dos puntos de vista. Si no hubiese sido virrey, nunca lo hubiese aprendido".
En el ejercicio de su cargo consagraba a la oración todo el tiempo que le dejaban libres los negocios públicos y los asuntos de su familia. Los personajes de la corte comentaban desfavorablemente la frecuencia con que comulgaba, ya que prevalecía entonces la idea, muy diferente de la de los primeros cristianos, de que un laico envuelto en los negocios del mundo cometía un pecado de presunción si recibía con demasiada frecuencia el sacramento del Cuerpo de Cristo. En una palabra, el virrey de Cataluña "veía con otros ojos y oía con otras orejas que antes; hablaba con otra lengua, porque su corazón había cambiado."
En Barcelona se encontró con San Pedro de Alcántara y con el beato jesuita Pedro Favre. Este último encuentro, veremos después, fue decisivo para Francisco .
Francisco era un modelo de hombre cristiano
En 1543, a la muerte de su padre, heredó el ducado de Gandía. Como el rey Juan de Portugal se negó a aceptarle como principal personaje de la corte de Felipe II, quien iba a contraer matrimonio con su hija, Francisco renunció al virreinato y se retiró con su familia a Gandía. Ello constituyó un duro golpe, para su carrera pública, y desde entonces el duque empezó a preocuparse más de sus asuntos personales.
En efecto, fortificó la ciudad de Gandía para protegerla contra los piratas berberiscos, construyó un convento de dominicos en Lombay y reparó un hospital. Por entonces, el obispo de Cartagena escribió a un amigo suyo: "Durante mi reciente estancia en Gandía pude darme cuenta de que Don Francisco es un modelo de duques y un espejo de caballeros cristianos. Es un hombre humilde y verdaderamente bueno, un hombre de Dios en todo el sentido de la palabra... Educa a sus hijos con un esmero extraordinario y se preocupa mucho por su servidumbre. Nada le agrada tanto como la compañía de los sacerdotes y religiosos..."
francisco borjaSan Francisco de Borja
Iglesia Manresa, España
El encuentro con la muerte le da nueva vida
He aquí la historia:
El mismo año que fue nombrado Virrey de Cataluña,  Francisco recibió la misión de conducir a la sepultura real de Granada los restos mortales de la emperatriz Isabel. El la había visto muchas veces rodeada de aduladores y de todas las riquezas de la corte. Al abrir el ataúd para reconocer el cuerpo, la cara de la difunta estaba ya en proceso de descomposición. Francisco entonces tomó su famosa resolución: « ¡no servir nunca más a un señor que pudiese morir!"»  Comprendió profundamente la caducidad de la vida terrena.
Algunos años más tarde, estando enferma su esposa, pidió a Dios su curación y una voz celestial le dijo: «Tú puedes escoger para tu esposa la vida o la muerte, pero si tú prefieres la vida, ésta no será ni para tu beneficio ni para el suyo.» Derramando lágrimas, respondió: «Que se haga vuestra voluntad y no la mía.»
La muerte de Doña Leonor, su esposa, ocurrida en 1546 fue un gran dolor para Francisco.  El más joven de sus ocho hijos tenía apenas ocho años cuando murió Doña Leonor.
El mismo año, el Beato Pedro Favre se detuvo unos días en Gandía y Francisco hizo los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola. El 2 de Junio hizo los votos de castidad, de obediencia y de entrar en la Compañía de Jesús.  El Beato Favre partió de ahí a Roma, llevando un mensaje del duque a San Ignacio, comunicando al fundador de la Compañía de Jesús que había hecho voto de ingresar en la orden. San Ignacio se alegró mucho de la noticia; sin embargo, aconsejó al duque que difiriese la ejecución de sus proyectos hasta que terminase la educación de sus hijos y que, mientras tanto, tratase de obtener el grado de doctor en teología en la Universidad de Gandía, que acababa de fundar. También le aconsejaba que no divulgase su propósito, pues "el mundo no tiene orejas para oír tal estruendo."
Francisco obedeció puntualmente. Pero al año siguiente, fue convocado a asistir a las cortes de Aragón, lo cual estorbaba el cumplimiento de sus propósitos. En vista de ello, San Ignacio le dio permiso de que hiciese en privado la profesión.  Tres años después, el 31 de agosto de 1550, cuando todos los hijos del duque estaban ya colocados, partió éste para Roma, se encontró con San Ignacio y, después de renunciar al ducado de Gandía, ingresó en la Compañía de Jesús a la edad de treinta y nueve.
Cuatro meses más tarde, volvió a España y se retiró a una ermita de Oñate, en las cercanías de Loyola. Desde ahí obtuvo el permiso del emperador para traspasar sus títulos y posesiones a su hijo Carlos. En seguida se rasuró la cabeza y la barba, tomó el hábito clerical, y recibió la ordenación sacerdotal en la semana de Pentecostés, el 26 de mayo de 1551. "El duque que se había hecho jesuita se convirtió en la sensación de la época. El Papa concedió indulgencia plenaria a cuantos asistiesen a su primera misa en Vergara, y la multitud que congregó fue tan grande que hubo que poner el altar al aire libre.
Su propósito de renunciar a los honores se vio también probado en la vida religiosa. Carlos V lo propuso como cardenal, pero Francisco no aceptó.
Los superiores de la casa de Oñate le nombraron ayudante del cocinero: su oficio consistía en acarrear agua y leña, en encender la estufa y limpiar la cocina. Cuando atendía a la mesa y cometía algún error el santo duque tenía que pedir perdón de rodillas a la comunidad por servirla con torpeza.
Inmediatamente después de su ordenación, empezó a predicar en la provincia de Guipúzcoa y recorría los pueblos haciendo sonar una campanilla para llamar a los niños al catecismo y a los adultos a la instrucción. Por su parte, el superior de Francisco le trataba con la severidad que le parecía exigir la nobleza del duque. Indudablemente que el santo sufrió mucho en aquella época, pero jamás dio la menor muestra de impaciencia.
En cierta ocasión en que se había abierto una herida en la cabeza, el médico le dijo al vendársela: "Temo, señor que voy a hacer algún daño a vuestra gracia". Francisco respondió: "Nada puede herirme más que ese tratamiento de dignidad que me dais". Después de su conversión, el duque empezó a practicar penitencias extraordinarias; era un hombre muy gordo, pero su talle empezó a estrecharse rápidamente. Aunque sus superiores pusieron coto a sus excesos, San Francisco se las ingeniaba para inventar nuevas penitencias. Más tarde, admitía que, sobre todo antes de ingresar en la Compañía de Jesús, había mortificado su cuerpo con demasiada severidad
Durante algunos meses predicó fuera de Oñate. El éxito de su predicación fue inmenso. Numerosas personas le tomaron por director espiritual. Él fue de los primeros en reconocer el valor grandísimo de Santa Teresa de Jesús. Después de obrar maravillas en Castilla y Andalucía, se sobrepasó a sí mismo en Portugal.
San Ignacio le da el cargo de provincial
San Ignacio le nombró  provincial de la Compañía de Jesús en España. San Francisco de Borja dio muestras de su celo y, en toda ocasión expresaba su esperanza de que la Compañía de Jesús se distinguiese en el servicio de Dios por tres normas: la oración y los sacramentos, la oposición a la mentalidad del mundo y la perfecta obediencia. Esas eran las características del alma del santo.
Dios utilizó a San Francisco de Borja para establecer la nueva orden en España. Fundó una multitud de casas y colegios durante sus años de  general. Ello no le impedía, sin embargo, preocuparse por su familia y por los asuntos de España. Por ejemplo, dulcificó los últimos momentos de Juana la Loca, quien había perdido la razón cincuenta años antes, a raíz de la muerte de su esposo y, desde entonces, había experimentado una extraña aversión por el clero.
Al año siguiente, poco después de la muerte de San Ignacio, Carlos V abdicó, se enclaustró en el monasterio de Yuste y mandó llamar a San Francisco. El emperador nunca había sentido predilección por la Compañía de Jesús y declaró al santo que no estaba contento de que hubiese escogido esa orden. Éste confesó los motivos por los que se había hecho jesuita y afirmó que Dios le había llamado a un estado el que se uniese la acción a la contemplación y en el que se viese libre de dignidades que le habían acosado en el mundo.
Aclaró que, por cierto la Compañía de Jesús era una orden nueva, pero el fervor de sus miembros valía más que la antigüedad, ya que "la antigüedad no es una garantía de fervor". Con eso quedaron disipados los prejuicios de Carlos V.
Lo eligen Superior general y desempeña una gran labor
San Francisco no era partidario de la Inquisición y este tribunal no le veía con buenos ojos, por lo que Felipe II tuvo que escuchar más de una vez las calumnias que los envidiosos levantaban contra el santo duque. Éste permaneció en Portugal hasta 1561, cuando el Papa Pío IV le llamó a Roma a instancias del P. Laínez, general de los jesuitas.
En Roma se le acogió cordialmente. Entre los que asistían regularmente a sus sermones se contaban el cardenal Carlos Borromeo y el cardenal Ghislieri, quien más tarde fue Papa con el nombre de Pío V. Ahí se interiorizó más de los asuntos de la Compañía y empezó a desempeñar cargos de importancia. En 1566, a la muerte del P. Laínez, fue elegido general, cargo que ejerció hasta su muerte.
Durante los siete años que desempeñó ese oficio, dio tal ímpetu a su orden en todo el mundo, que puede llamársele el segundo fundador. El celo con que propagó las misiones y la evangelización del mundo pagano inmortalizó su nombre. Y no se mostró menos diligente en la distribución de sus súbditos en Europa para colaborar a la reforma de las costumbres. Su primer cuidado fue establecer un noviciado regular en Roma y ordenar que se hiciese otro tanto en las diferentes provincias.
Durante su primera visita a la Ciudad Eterna, quince años antes, se había interesado mucho en el proyecto de fundación del Colegio Romano y había regalado una generosa suma para ponerlo en práctica. Como general de la Compañía, se ocupó personalmente de dirigir el Colegio y de precisar el programa de estudios. Prácticamente fue él, quien fundó el Colegio Romano, aunque siempre rehusó el título de fundador, que se da ordinariamente a Gregorio XIII, quien lo restableció con el nombre de Universidad Gregoriana.
San Francisco construyó la iglesia de San Andrés del Quirinal y fundó el noviciado en la residencia contigua; además, empezó a construir el Gesu y amplió el Colegio Germánico, en el que se preparaban los misioneros destinados a predicar en aquellas regiones del norte de Europa en las que el protestantismo había hecho estragos.
San Pío V tenía mucha confianza en la Compañía de Jesús y gran admiración por su general, de suerte que San Francisco de Borja podía moverse con gran libertad. A él se debe la extensión de la Compañía de Jesús más allá de los Alpes, así como el establecimiento de la provincia de Polonia. Valiéndose de su influencia en la corte de Francia, consiguió que los jesuitas fuesen bien recibidos en ese país y fundasen varios colegios. Por otra parte reformó las misiones de la India, las del Extremo Oriente y dio comienzo a las misiones de América.
Entre su obra legislativa hay que contar una nueva edición de las reglas de la Compañía y una serie de directivas para los jesuitas dedicados a trabajos particulares. A pesar del extraordinario trabajo que desempeñó durante sus siete años de generalato, jamás se desvió un ápice de la meta que se había fijado, ni descuidó su vida interior.
Un siglo más tarde escribió el P. Verjus: "Se puede decir con verdad que la Compañía debe a San Francisco de Borja su forma característica y su perfección. San Ignacio de Loyola proyectó el edificio y echó los cimientos; el P. Laínez construyó los muros; San Francisco de Borja techó el edificio y arregló el interior y, de esta suerte, concluyó la gran obra que Dios había revelado a San Ignacio".
No obstante sus muchas ocupaciones, San Francisco encontraba tiempo todavía para encargarse de otros asuntos. Por ejemplo, cuando la peste causó estragos en Roma,1566, el santo reunió limosnas para asistir a los pobres y envió a sus súbditos, por parejas, a cuidar a los enfermos de la ciudad, no obstante el peligro al que los exponía.
Se le ofreció el cargo de cardenal y tenía posibilidades de llegar a ser Papa, pero no lo aceptó.
En 1571, el Papa envió al cardenal Bonelli con una embajada a España, Portugal y Francia, y San Francisco de Borja le acompañó. Aunque la embajada fue un fracaso desde el punto de vista político, constituyó un triunfo personal de Francisco. En todas partes se reunían multitudes para "ver al santo duque" y oírle predicar; Felipe II, olvidando las antiguas animosidades, le recibió tan cordialmente como sus súbditos.
Pero la fatiga del viaje apresuró el fin de San Francisco. Su primo el duque Alfonso, alarmado por el estado de su salud, le envió desde Ferrara a Roma en una litera. Sólo le quedaban ya dos días de vida. Por intermedio de su hermano Tomás, San Francisco envió sus bendiciones a cada uno sus hijos y nietos y, a medida que su hermano le repetía los nombres de cada uno, oraba por ellos.
Tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen Santísima. Gravemente enfermo, cuando solo le quedaban dos días de vida, quiso visitar el Santuario Mariano de Loreto.
Cuando el santo perdió el habla, un pintor entró a retratarle. Al ver al pintor, San Francisco manifestó su desaprobación con la mirada y el gesto y no se dejó pintar. Murió a la media noche del 30 de septiembre de 1572. Según la expresión del P. Brodrick fue "uno de los hombres más buenos, amables y nobles que había pisado nuestro pobre mundo."
La humildad
Desde el momento de su "conversión", San Francisco de Borja, canonizado en 1671, cayó en la cuenta de la importancia y de la dificultad de alcanzar la verdadera humildad y se impuso toda clase de humillaciones a los ojos de Dios y de los hombres. Cierto día, en Valladolid, donde el pueblo recibió al santo en triunfo, el P. Bustamante observó que Francisco se mostraba todavía más humilde que de ordinario y le preguntó la razón de su actitud. El replicó: "Esta mañana, durante la meditación, caí en la cuenta de que mi verdadero sitio está en el infierno y tengo la impresión de que todos los hombres, aun los más tontos, deberían gritarme: ‘¡Ve a ocupar tu sitio en el infierno!’".
Un día confesó a los novicios que, durante los seis años que llevaba meditando la vida de Cristo, se había puesto siempre en espíritu a los pies de Judas; pero que recientemente había caído en la cuenta de que Cristo había lavado los pies del traidor y por ese motivo ya no se sentía digno de acercarse ni siquiera a Judas. 
Francisco no se dejó engañar por el mundo. Sabiéndose nada confió todo en Jesucristo y logró la santidad.
Canonizado en 1671 .
En mayo de 1931, su cuerpo, venerado en la casa religiosa de Madrid, fue quemado en el incendio que causaron los revolucionarios.


Bibliografía:
Benedictinos, monjes de la abadía de San Agustín en Ramsgate. The Book of Saints. VI edición. Wilton: Morehouse Publishing, 1989
Butler, Vida de Santos, vol. IV.  México, D.F.: Collier’s International - John W. Clute, S.A., 1965.
Sgarbossa, Mario y Giovannini, Luigi. Un Santo Para Cada Dia. Santa Fe de Bogotá: San Pablo. 1996.
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San Francisco de Borja S.I.
San Francisco de Borja.jpg
San Francisco de Borja por Alonso Cano, Museo de Bellas Artes, Sevilla
Nacimiento 28 de octubre de 1510
Gandía, Valencia, España
Fallecimiento 1 de octubre de 1572 (62 años)
Roma, Italia
Venerado en Iglesia Católica
Canonización Fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X
Festividad 3 de octubre
Escudo de armas de los Borja o Borgia
Escudo de armas del Ducado de Gandía de los Borja o Borgia
Francisco de Borja y Aragón S.I. (15101572), III General de la Compañía de Jesús, IV duque de Gandía y marqués de Lombay, Grande de España y Virrey de Cataluña, nació en Gandía (Valencia, España), el 28 de octubre de 1510 y murió en Roma, (Italia) el 1 de octubre de 1572. Fue hijo de Juan de Borja y Enríquez de Luna, III duque de Gandía y Juana de Aragón y Gurrea, hija del Virrey de Aragón; por parte del padre, era biznieto del Papa Alejandro VI y sobrino tataranieto del Papa Calixto III; por parte de la madre, era biznieto del rey Fernando de Aragón, sobrino segundo del emperador Carlos Quinto y, como ellos, descendiente de los reyes de Navarra y la corona de Aragón.

Infancia y juventud

Nacido en Gandía, a pesar de que muchas fuentes lo desmienten se crió en un ámbito de pobreza e insalubridad[cita requerida]. Aunque de niño fue muy piadoso y deseó convertirse en monje, su familia lo mandó a la corte del emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. En 1522, con apenas 12 años, Francisco de Borja fue enviado por sus padres a servir en el palacio de Tordesillas. En el vivía la legítima reina de Castilla, Juana I (1479-1555), totalmente apartada del gobierno por su precaria salud mental y por la trayectoria ascendente de su hijo Carlos, reinante en Castilla desde 1516 y Emperador desde 1519. Allí fue testigo, por unos pocos años, de los escasos ecos de la alta política nacional e internacional que llegaban hasta aquel palacio, adaptado para residencia y encierro de la viuda de Felipe el Hermoso.
Con todo, el salto de Francisco de Borja a relacionarse con la Casa de Austria, y especialmente con las mujeres de la misma, vino dado por sus servicios como caballerizo mayor de Isabel de Portugal (1503-1539), consorte de Carlos V. Allí destacaría, acompañando al emperador en sus campañas y casándose con una noble portuguesa, Leonor de Castro Mello y Meneses,1 con la que tuvo ocho hijos: Carlos, Isabel, Juan, Álvaro, Fernando, Alfonso, Juana y Dorotea. Llegó a ser «gran privado» del emperador y caballerizo de la emperatriz.
En 1539, escoltó el cuerpo de la emperatriz Isabel a su tumba en Granada. Se dice que, cuando vio el efecto de la muerte sobre la bella emperatriz, decidió «nunca más servir a un señor que se pueda morir». Sin embargo, aún en su juventud, fue nombrado virrey de Cataluña (1539-1543), administrando la provincia con gran eficiencia.

Origen y continuidad

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Descendencia

Antecesor de casas reales europeas

El es un antepasado de casi todas las casas reales de Europa, sobre todo los del sur y occidental, por ser el antepasado de doña Luisa de Guzmán), reina consorte de Portugal (16401656) y regente de Portugal, esposa del rey Juan IV de Portugal.

Descendencia patrilineal o agnaticia de la familia Borja o Borgia

En la actualidad la única descendencia patrilineal, es decir, de la filiación referida exclusivamente al padre, o agnaticia, que desciende por línea recta de varón en varón, de la familia Borja o Borgia (linaje papal - ducal de Gandía, proveniente en línea recta de Juan de Borja y Cattanei o Juan Borgia, II duque de Gandía y María Enríquez de Luna), se encuentra en Ecuador y Chile. Uno de sus descendientes destacados es el Dr. Rodrigo Borja Cevallos, ex – Presidente de la República del Ecuador.

Ingreso en la Compañía de Jesús

Sus verdaderos intereses fueron otros, sin embargo. Cuando su padre murió, el nuevo Duque de Gandía se retiró a su tierra natal y llevó, con su familia, una vida entregada puramente a la fe. Por esos tiempos entró en contacto con jesuitas: los `padres Pedro Fabro y Araoz. Así fue madurando su deseo de ayudar económicamente a la Orden fundada por Ignacio de Loyola, sobre todo después de hacer los Ejercicios espirituales. Fue un gran bienhechor del Colegio Romano y fundó el Colegio Jesuíta de Gandía, el primero en recibir alumnos seglares.
En 1546 su esposa Eleanor murió y Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Ajustó cuentas con sus asuntos mundanos, renunció a sus títulos en favor de su primogénito, Carlos, e inmediatamente se le ofreció el título de cardenal. Lo rechazó, prefiriendo la vida de predicador itinerante. En 1554 se convirtió en el comisario general de los jesuitas en España y, en 1565, a la muerte del Padre Laínez, Padre General de toda la Orden.

Hechos de su generalato

La Congregación General II de los Jesuítas se inclinó evidentemente en su elección por el enorme prestigio del otrora Duque de Gandía. El electo revisó las reglas de la Compañía y, por influjo de las prácticas de ciertos jesuítas españoles, aumentó el tiempo dedicado a la oración: una hora diaria, por la mañana (Ignacio no había establecido esa norma, dejando que cada miembro de la Compañía decidiera al respecto). Francisco de Borja se preocupó de que cada Provincia jesuítica tuviese su propio noviciado: personalmente fundó el Noviciado de San Andrés del Quirinal, en el que se formaron San Estanislao Kostka, el predicador polaco Piotr Skarga y el futuro Padre General Claudio Aquaviva.
Una de las tareas más delicadas de este gobierno fue negociar con el papa San Pío V, quien deseaba reintroducir el oficio cantado (o rezo en coro) en la Compañía. De hecho, esta medida empezó en mayo de 1569, pero solamente en las casas profesas y sin interferir con otras tareas. Ya lo había intentado de manera generalizada Paulo IV durante once meses entre 1558 y su muerte, lo que había prorrogado su sucesor y enemigo, el papa intermedio Pío IV. Pío V también ordenó que ningún candidato al sacerdocio de ninguna Orden pudiera ser ordenado hasta después de su profesión; esto causó grandes problemas a la Compañía. Por este motivo, todos los jesuítas debían profesar tres votos solemnes hasta que Gregorio XIII (en diciembre de 1572) restauró la práctica original, tal como estaba en las Constituciones escritas por San Ignacio.
Los Colegios prosperaron: de 50 en 1556 pasaron a 163 en 1574. Borja promulgó la primera Ratio Studiorum en 1569. Para su gobierno se apoyó en Visitadores. Se inició la remodelación de la Iglesia del Gesù en Roma (Italia). El General siguió muy de cerca la evolución de la Contrarreforma en Alemania. Muchas fundaciones jesuitas atendieron a reforzar la causa católica.
Dio gran impulso a las misiones. Una expedición misionera enviada por él a Brasil fue exterminada por los protestantes en alta mar (Inácio de Azevedo y sus compañeros mártires, el 5 de junio de 1570).
Francisco de Borja recibió misiones especiales de Su Santidad, al igual que Laínez. De viaje a Portugal y a España -pese a sus achaques-, fue muy agasajado. Atendió negocios de la Compañía y delicados encargos diplomáticos en las cortes de ambos países. El regreso a Roma fue penoso; llegó a la Ciudad Eterna desahuciado, pero feliz de obedecer hasta el fin. Murió a la medianoche del 30 de septiembre de 1572, diciendo “Solo quiero a mi Señor Jesucristo”. El Papa Urbano VIII lo beatificó en 1624.

Su legado

Su decisión referente a la oración alteró la concepción ignaciana al respecto, hasta que en el siglo XX se volvió a la práctica primigenia. Llevó a la práctica la resolución de la CG II de convocar las Congregaciones de Procuradores, que demostró ser una medida muy acertada. Bajo su administración la obra misionera se incrementó y fue próspera. La Compañía fundó nuevas misiones en Florida, México (entonces Nueva España) y Perú. Se incrementó la penetración en Brasil. Sugirió a Pío V la creación de la Congregación para la Propagación de la Fe.
Francisco de Borja fue canonizado en 1671, por el papa Clemente X. Es decir un siglo después de su muerte y mucho más tarde que los primeros santos jesuitas, Ignacio y Francisco Javier (1622). Su onomástica se celebraba el 10 de octubre, hasta que se reformó el calendario universal por Pablo VI y su fiesta se cambió al 3 de octubre. Es el patrón de la ciudad que le vio nacer, Gandía, y las fiestas patronales en su honor se celebran entre finales de septiembre y su onomástica. Con motivo del V Centenario de su nacimiento, se ha creado un patronato para promover la figura de este insigne religioso. En él encontramos como presidente de honor al rey Don Juan Carlos I. Entre los múltiples actos previstos se celebrará un Simposio Internacional con reconocidos expertos y un concierto de música de la época a cargo de Jordi Savall.

Predecesor:
Diego Laínez
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Prepósito General de la Compañía de Jesús
1565 - 1572
Sucesor:
Everard Mercurian

Notas

  1. Francisco de Borja, de criado a maestro espiritual de las mujeres Habsburgo. Sebastián Lozano, Jorge. En San Francisco de Borja Grande de España. Ayuntamiento de Gandía. Universitat de Lleida. 2010.
Francisco a la muerte de su padre remodelo la ciudad de Gandia augmentando asi las murallas dando lismona a los pobres , hizo construir la basilica (actualmente iglesia de las clarisas ). Mas tarde ignauguro la universidad de Gandia (escola pia de Gandia ) que hoy en dia sigue impartiendo clases a alumnos, gracias tanto a él como a Calasanz.

Referencias

  1. Francisco de Borja, de criado a maestro espiritual de las mujeres Habsburgo. Sebastián Lozano, Jorge. En San Francisco de Borja Grande de España. Ayuntamiento de Gandía. Universitat de Lleida. 2010.

Véase también

Enlaces externos

Eponimia

Francisco de Borja es o ha sido epónimo de Sao Borja y San Borja del Yí



 


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