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Cuando la violencia genera cobardía |
Si un grupo reacciona con violencia sobre inocentes ante cualquier
sospecha de agresión a sus principios e ideas; si la
violencia de ese grupo genera en la sociedad miedo y
reacciones de cobardía; si las autoridades no persiguen con la
fuerza de la ley a los agresores; si medios de
comunicación “responden” con un silencio cómplice y se someten a
las amenazas de ese grupo violento... entonces empezamos a vivir
en un mundo desquiciado, donde triunfa el que usa la
violencia arbitraria y donde miles de hombres y mujeres saben
que pueden ser agredidos en medio de una impunidad que
hiela el alma.
Siempre es necesario promover un clima de respeto
hacia las personas. Pero tal respeto no da una patente
para que algunos, que se autodeclaran agredidos por supuestos insultos
que dicen haber recibido de otros, desencadenen una violencia inaudita
que lleva a la sangre de inocentes acusados por el
“delito” de tener el mismo pasaporte de quienes son vistos
como culpables de delitos no del todo probados o que,
de serlo, sólo deberían ser afrontados ante tribunales justos y
con las necesarias garantías para los imputados.
Frente a violencias arbitrarias
sobre inocentes, causa estupor ver cómo algunos alzan banderas en
favor del respeto a ciertas ideas mientras miran a otro
lado ante las víctimas de agresiones gratuitas y desquiciadas.
Es necesario
no dejarse llevar por el miedo. Quienes han tenido entre
sus manos las amplias denuncias de Solzhenitzyn de los continuos
y hasta absurdos encarcelamientos y ejecuciones por parte de los
comunistas soviéticos saben hasta qué grado de violencia llegan los
opresores cuando ven la cobardía y la desorganización de los
oprimidos.
Frente a quienes usan la violencia salvaje en nombre del
respeto a sus ideas políticas, religiosas o de otro tipo,
hace falta la suficiente valentía para responder con el respeto
de la ley y de la seguridad irrenunciable que debe
ser garantizada a cualquier ser humano. Sólo entonces será posible
superar miedos que envalentonan a los agresores y construir sociedades
en las que la defensa de los inocentes sea una
realidad firme, concreta y eficaz.
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