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Serafina Sforza, Beata |
Religiosa Clarisa
Martirologio Romano: En Pesaro, del Piceno, en Italia, beata
Serafina Sforza, que después de sufrir muchas adversidades en la
vida conyugal, pasó humildemente, ya viuda, los restantes años de
su vida bajo la Regla de santa Clara (1478).
Fecha de
beatificación: Benedicto XIV aprobó su culto el 17 de julio
de 1754.
Viuda y religiosa de
la Segunda Orden (1434‑1478).
Serafina Sforza pertenece a la ilustre familia
de los condes de Montefeltro. Nació en Urbino hacia 1434,
última hija de Guido Antonio y Catalina Colonna, sobrina del
Papa Martín V. En 1438 murió su madre y cinco
años más tarde también su padre. Permaneció por un tiempo
en Urbino, primero bajo la tutela de su hermano Odantonio,
y después de la trágica muerte de éste, bajo la
de su hermanastro Federico.
En marzo de 1446 abandonó su ciudad
natal y por un año vivió en Roma, al lado
de su tío el cardenal Próspero Colonna, quien organizó el
matrimonio de su muy joven sobrina con un cuarentón, Alejandro
Sforza, señor de Pésaro, con quien Serafina casó el 9
de enero de 1448.
Al quedar muy pronto sola por la
partida de su esposo llamado por sus compromisos militares a
la guerra de Lombardía, Serafina debió sufrir enormes dificultades a
causa de desconfianzas y calumnias propaladas contra ella. Alejandro Sforza
en un cierto momento quiso desembarazarse de ella intentando varias
veces envenenarla; una noche inclusive trató de estrangularla. De nada
valió la defensa que sus parientes hicieron de ella, fue
obligada por su marido y su cuñado el Duque de
Milán, a ingresar en el convento del Corpus Christi de
las clarisas, en Pésaro, donde, obtenida la necesaria dispensa del
Papa Calixto III, hizo su profesión religiosa a fines de
agosto de 1457, tomando el nombre de Sor Serafina.
En el
monasterio del Corpus Christi pasó veintiún años, durante los cuales
fue de edificación para sus cohermanas en la práctica de
las virtudes cristianas, en la caridad para con Dios y
el prójimo, en la humildad, en la asistencia a las
enfermas y en la rígida pobreza. En 1475, por voto
unánime, fue elegida abadesa. En los últimos años de su
vida tuvo la inmensa alegría de ver la conversión de
su marido. Este, arrepentido de sus descarríos y de cuanto
la había hecho sufrir, le pidió humildemente perdón de todo,
reconociendo sus errores. En los varios encuentros con ella en
el monasterio, echó las bases de una nueva vida verdaderamente
cristiana, en la oración, en la íntima unión con Dios,
en el cumplimiento de sus deberes. Serafina sobrevivió a su
marido cinco años. El 8 de septiembre de 1478 murió
ella en su monasterio de Pésaro a la edad de
44 años. Fue llorada por sus clarisas y por toda
la ciudad, que la tuvieron y veneraron como santa.
¡Felicidades a
quien lleve este nombre!
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