22 de septiembre
(Fines del Siglo III)
(Fines del Siglo III)
"Nosotros no fabricamos a nuestros Mártires templos como
a dioses, sino
solamente a Dios, que es el nuestro y el suyo; al celebrar el sacrificio pronunciamos
su nombre en su lugar y por su orden, en cuanto que son que son hombres de Dios
y que, confesando su santo nombre, han vencido al mundo. Pero el sacerdote que
celebra el sacrificio no los invoca. Porque el sacrificio es ofrecido a Dios y no a los
Mártires, aunque éste sea celebrado en sus memorias o capillas; y porque quien
celebra es sacerdote de Dios y no de los Mártires. El sacrificio, que es el Cuerpo
de Cristo, no se ofrece a los Mártires, porque ellos mismos son el Cuerpo de Cristo"
(San Agustín, "De civitate Dei" 22,10).
solamente a Dios, que es el nuestro y el suyo; al celebrar el sacrificio pronunciamos
su nombre en su lugar y por su orden, en cuanto que son que son hombres de Dios
y que, confesando su santo nombre, han vencido al mundo. Pero el sacerdote que
celebra el sacrificio no los invoca. Porque el sacrificio es ofrecido a Dios y no a los
Mártires, aunque éste sea celebrado en sus memorias o capillas; y porque quien
celebra es sacerdote de Dios y no de los Mártires. El sacrificio, que es el Cuerpo
de Cristo, no se ofrece a los Mártires, porque ellos mismos son el Cuerpo de Cristo"
(San Agustín, "De civitate Dei" 22,10).
Los santos Octavio, Solutor y
Adventor, eran soldados de la Legión Tebana que se encontraban ausentes en el
momento de en la matanza general (ver San
Mauricio) pero fueron igualmente
localizados en Turín y murieron por su fe.
Se sitúa el suceso durante la gran persecución de
Maximiano, cuando ya la Galia estaba gobernada por Constancio Cloro.
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