miércoles 19 Septiembre 2012
Miércoles de la vigésima cuarta semana del
tiempo ordinario
San Genaro
Leer el
comentario del Evangelio por
San Basilio : Dios nos llama,
incansablemente, a la conversión
Lecturas
1 Corintios
12,31.13,1-13.
Ustedes, por su
parte, aspiren a los dones más perfectos. Y ahora voy a mostrarles un camino
más perfecto todavía.
Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres
y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un
platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera
todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz
de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera
todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las
llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es
servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
no
procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en
cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se
regocija con la verdad.
El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías
acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
porque
nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
Cuando
llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
Mientras yo era
niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño,
pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos
como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco
todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
En una
palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más
grande de todas es el amor.
Salmo 33(32),2-3.4-5.12.22.
Alaben al Señor
con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
entonen para él un
canto nuevo,
toquen con arte, profiriendo aclamaciones.
Porque la palabra
del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor.
¡Feliz la nación cuyo
Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
Señor, que tu amor
descienda sobre nosotros,
conforme a la esperanza que tenemos en ti.
Lucas
7,31-35.
¿Con quién puedo comparar a
los hombres de esta generación? ¿A quién se parecen?
Se parecen a esos
muchachos que están sentados en la plaza y se dicen entre ellos: '¡Les tocamos
la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!'.
Porque llegó Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y ustedes
dicen: '¡Ha perdido la cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y
bebe, y dicen: '¡Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y
pecadores!'.
Pero la Sabiduría ha sido reconocida como justa por todos
sus hijos".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de
Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Basilio (hacia 330-379), monje y obispo de Cesarea, en Capadocia, doctor
de la Iglesia
Prólogo a las Grandes Reglas
Dios nos llama,
incansablemente, a la conversión
Hermanos, no permanezcamos
en la despreocupación y la relajación ;
no dejemos ligeramente, para
mañana o aún para más tarde, para comenzar a
hacer lo que debemos. «Ahora
es la hora favorable, dice el apóstol Pablo,
ahora es el día de la
salvación » (2Co 6,2). Actualmente es, para nosotros,
el tiempo de la
penitencia, más tarde será el de la recompensa; ahora es el
tiempo de la
perseverancia, un día llegará el de la consolación. Dios viene
ahora para
ayudar a los que se alejan del mal; más adelante Él será el juez
de
nuestros actos, de nuestras palabras y de nuestros pensamientos como
hombres. Hoy nos aprovechamos de su paciencia; en el día de la
resurrección conoceremos sus justos juicios, cuando cada uno reciba lo
que
corresponda a nuestras obras.
¿Cuándo nos
decidiremos a obedecer a Cristo que nos llama a su
Reino celeste? ¿Es que
no nos purificaremos? ¿Es que no nos decidiremos a
abandonar nuestra
habitual forma de vivir para seguir, a fondo, el
Evangelio?
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